domingo, 11 de septiembre de 2011

Fanfic: "El rumor siempre es más grande que la verdad"

Título: "El rumor siempre es más grande que la verdad"
("Rumour is always bigger than the truth")
Autora: Merilsell
Traducido por Violet Raven
Resumen: Chismes en el palacio. El título es la traducción de un dicho alemán. Nota importante: una Shuurei furiosa está más que furiosa. Rápido, escóndanse… mientras sea posible XD.
Tipo: One-shot
Pareja: Ryuuki x Shuurei
Clasificación: T por el lenguaje
Género: Romance y Humor.

***

Nota de la autora: Otro apunte escrito para Saiun-FF community. Esta vez: sobre chismes en el palacio. El título es la traducción de un dicho alemán. Nota importante: una Shuurei furiosa está más furiosa. Rápido, escóndanse… mientras sea posible XD. Clasificación T por el lenguaje, nada serio pero más vale. One-shot.

Aclaración: Sai Yukino es dueña de esto, y como yo soy pobre, nada de esto me pertenece… para mi desgracia.

***

El rumor siempre es más grande que la verdad

Era uno de esos días irrelevantes en los que pareciera que el tiempo se estira sin cesar. Frente al espejo, una figura femenina estaba sentada, acomodando su cabello con las horquillas, vestida ya con su sedoso vestido. Puso atención en no portar su fino atuendo hoy, dado que su intención era dirigirse directo a la cocina para preparar algunos manjuus para sí misma. En parte porque estaba hambrienta, y en parte porque eso aliviaría el aburrimiento de esa larga mañana. Seguro que podía ordenar que se los trajeran, incluso exigirlo, pero no sería lo mismo, además que no sabrían igual. Finalmente, el último prendedor quedó puesto en su lugar, pero antes de poder revisar su peinado con una última mirada de aprobación, alguien tocó a su puerta.

Shuurei suspiró brevemente “Entra, por favor”. La puerta se abrió y entró una jovencita un poco más grande que Shuurei, e hizo una humilde reverencia.

“Disculpe la interrupción, pero no había visto a su Majestad en horas y me preguntaba si necesitaba algo. Raramente busca mi asistencia, Kougou-sama… así que, estaba preocupada.”

Shuurei miró a la joven sin responder al principio, tratando de esconder su decepción a causa de que el repentino visitante fuera su nueva dama de compañía y no Ryuuki, a quien apenas había visto estos días. La mujer frente a ella permaneció postrada en su reverencia, dándole a Shuurei tiempo para observarla cuidadosamente. Su dama de compañía era una buena y leal mujer, femenina y bien educada también. Sin importar las veces que Shuurei le pidiera ser menos formal, ella siempre insistía en hablar con un lenguaje enteramente formal, incluso ahora. Habían pasado meses desde su boda, meses desde que la gente que la rodeaba, empezó a tratarla de diferente manera. Y sólo porque ahora ostentaba el título de Emperatriz. Sin embargo, no era suficiente tiempo como para que Shuurei se acostumbrara a ello.

“…Su-Lin-san, levántate por favor. Me complace tu preocupación, pero no necesito nada.” Luego hizo una pausa por un momento, pensando. “… Bueno, creo que si hay algo.”

“¿Si, mi señora?” Los castaños y grandes ojos de Su Lin miraron expectantes a su ama.

“¿Cuánto tiempo llevas trabajando a mis servicios?”

Su-Lin estaba sorprendida por la pregunta. “Mmm… tres… tres… meses, Kougou-sama.”

“Ya veo, un mes menos de lo que yo llevo aquí,” sonrió ella. “Bueno, debo insistir en el hecho de pedirte que me llames Shuurei o Shuurei-sama cuando estemos a solas. No me simpatizan estas formalidades, así que solamente las usaremos cuando sea necesario, ¿de acuerdo?”

Su-Lin sacudió la cabeza “… pero es imposible…” pero una mirada directa de Shuurei acalló sus protestas al instante. “Ehh… está bien, si Kougo… Shuurei-sama así lo desea, eso haré.” Concluyó ella y se movió nerviosamente hacia su lado.

Shuurei asintió complacida. “Claro que no me importa, y tú debes respetar la voluntad de una Emperatriz, ¿cierto? Bien, si me disculpas, iré al jardín ahora.” Dijo ella levantándose de su asiento y encaminándose a la salida.

Su-Lin sonrió al verla partir. No, su ama no era en absoluto la típica emperatriz de la que había escuchado en los aterradores cuentos que le narraban cuando niña. Su ama era igual de justa que el Emperador y por lo tanto, a Su-Lin le agradaba. Sólo esperaba que Shuurei-sama no se enterara muy pronto del nuevo rumor que circulaba en el palacio. No cuando su Majestad parecía poner tanto empeño en evitar que la Emperatriz se enterara de ello. Y Su-Lin pensó que el Emperador debía estar muy bien aconsejado para evitarlo, porque ella dudaba que Shuurei-sama estuviera contenta al saberlo.

***

Shuurei bostezó al salir de la habitación con el sol matutino. Había dormido mucho ese día y aún seguía cansada. Ella atribuía su excesivo cansancio al fatigoso viaje que había hecho. Había retornado al palacio el día anterior ya muy tarde, del viaje realizado a la provincia Kou para visitar a su enfermo padre. Era ahí donde él vivía luego de asumir el liderazgo de la familia Kou. Aunque al ver a su padre en vías de recuperación y, despejadas sus preocupaciones, sólo le quedaba una en mente: el frío comportamiento de Ryuuki hacia ella últimamente. Claro, ella sabía que él era un hombre ocupado gobernando un país, pero con todo, no lograba quitarse de la mente la idea de que estaba actuando extraño. Por ejemplo, a la hora de partir, ella esperaba muchas protestas de su parte y que no le permitiera realizar un viaje tan lejano y probablemente peligroso.

Sin embargo, él prácticamente la sacó a empujones del palacio y le deseó –junto con Seiran –un buen viaje. Shuurei suspiró al dar la vuelta hacia la cocina, tal vez era debido a su extraño humor de estos días, lo que acentuaba la impresión de que Ryuuki estaba evitándola. No, Shuurei hizo a un lado la idea, ella no era estúpida ni estaba ciega, definitivamente algo se estaba cocinando, y no eran precisamente manjuus. Tenía que averiguar qué era…

***

Shuurei estaba a punto de entrar a la cocina para distraerse de sus difíciles reflexiones, cuando oyó hablar a dos sirvientas hablar una con otra durante sus quehaceres. Ellas no habían percibido a su distinguida visitante aún, y Shuurei decidió dejarlo así. Si algo había aprendido durante su larga estancia en el palacio, ya fuera como oficial o como emperatriz, es que no había nada más informativo como prestar oído a un buen chisme palaciego. Al menos, la mayoría de las veces.

“¿Te enteraste… -empezó una de ellas –del último rumor que anda circulando por aquí?”

“No, dime.” Respondió la otra, emocionada.

“Oh, pues no vas a creerlo.”

“¿En serio?”

Shuurei rodó los ojos, era una ‘típica conversación’. Uno de esos chismes con mucho relleno y poco contenido, de aquellos con los que solían entretenerse los sirvientes a veces. Sintió que era una tontería perder el tiempo en algo así. No es que tuviera demasiadas ocupaciones ese día, pero aún así. ‘Bien, es hora de hacer acto de aparición’, pensó ella, y estaba a punto de poner el pie dentro de la cocina cuando ellas siguieron hablando.

“Es un rumor que lleva ya casi una semana, uno muy insistente.”

Al escuchar esta frase, ella se quedó paralizada y de inmediato, retrocedió sus pasos al rincón donde estaba. ‘¿Una semana? ¿Un nuevo rumor en tan poco tiempo?’ Rápidamente, su mente acomodó las piezas del rompecabezas en su lugar, como siempre. ‘Un momento, ¿será posible que esto tenga algo que ver con cierto esposo mío, o…?’ Ella esperaba que nadie se percatara de su presencia todavía, mientras permanecía oculta en su escondite, afinando el oído para escuchar lo que seguía.

“Si, si, pero aún no es oficial. Aunque es cuestión de tiempo y la fuente será confiable. Lo escuché de primera mano, me lo contó ella. Es acerca de su Majestad…” la otra sirvienta rió. Un traqueteo de porcelana interrumpió su charla.

‘Claro, lo sabía.’ Shuurei contuvo la respiración y se enderezó, ahora tenía mucha curiosidad por saber lo que venía.

La sirvienta bajó la voz mientras decía, “Debido al problema con lo del heredero, parece que su Majestad ha renunciado a la monogamia. Lo que significa que, a pesar de haberse casado recientemente con la princesa del clan Kou, ahora está en busca de otra mujer para tomarla como esposa.”

“Oh, yo siempre pensé que era demasiado hombre para una sola mujer… tal vez me ofrezca yo misma como voluntaria.” Dijo la otra y ambas rieron juguetonamente con la broma.

‘¿Q-ué de-mo-nios?’

Esto no podía estar pasando. Ella se congeló al instante. Shuurei no quería creer lo que oía, pero esas habían sido las palabras correctas. Palabras que hicieron a su cuerpo temblar y sacudirse por completo con toda clase de emociones recorriéndolo. Ira, incredulidad, dolor, celos, negación, decepción. Todas ellas al mismo tiempo, y eran demasiadas como para nombrarlas a todas. La parte del raciocinio que le quedaba dentro de ese torrente de emociones, intentaba decirle que no debía creer en un chisme palaciego barato, pero las circunstancias del rumor eran demasiado convenientes para tacharlo de falso. Ryuuki había estado nervioso y actuando extraño con ella últimamente y el viaje de ella había durado una semana. Era la cantidad de tiempo exacta en que el rumor había empezado a esparcirse. No, todo eso era demasiado para ser una coincidencia. ¿Así que, en su ausencia, él había planeado todo eso? Shuurei contuvo las lágrimas y ahora su cuerpo se sacudía violentamente con la ira. Estaba decidida a visitar al canalla de su marido y volver su vida un infierno en la tierra antes de permitirse a sí misma llorar.

Mientras tanto, las dos mujeres salían de la cocina, conversando otra vez. La más joven iba por delante.

“¿Y sabes qué es lo peor? Parece que la Emperatriz no lo sab… ¡Ouch!” La joven sirvienta fue interrumpida al chocar con una figura femenina. “Oye, mira por dón…” al principio gritó pero paró en seco sus palabras y movimientos al reconocer quién era la persona que estaba frente a ella.

'Mierda.'

Algo le decía que probablemente acabaría siendo asesinada por la Emperatriz en ese instante si no se disculpaba repetidamente por haber chocado contra ella. Rayos, y de ser necesario, lo haría hasta el fin de sus días. Las intenciones asesinas de su Majestad eran demasiado evidentes en sus ojos como para ignorarlas. “Lo siento, lo siento, lo siento” Repetía una y otra vez haciendo reverencias. Pero a Shuurei no le importó. No ahora.

“Fuera de mi camino” Se limitó Shuurei a murmurar en voz alta y prácticamente la hizo a un lado empujándola.

“’¿Esa era…” Preguntó la sirvienta mayor a sus espaldas con desconcierto y parpadeó en la dirección por la que Shuurei había desaparecido.

“Si, lo era… y estoy agradecida de seguir viva. Dios, eso fue aterrador. No quisiera estar en los zapatos del Emperador ahora mismo. Por nada en el mundo.” Pronunció la joven sirvienta con los ojos abiertos de par en par.

“Oh, así que ya se enteró, ¿eh?” Replicó la otra sirvienta devolviéndole la mirada de asombro a su compañera.

***

“¿Quéeeee? ¿Otra vez?” El Emperador se sentó en su escritorio mirando sumamente desconcertado lo que parecía ser una enorme pila de documentos conteniendo propuestas matrimoniales. “Pe-pensé que finalmente me había deshecho de ese ridículo rumor en la semana que Shuurei estuvo de viaje, pero ahora, ¡mira esto!” Él apuntó a la montaña de papeles y puso cara larga. “Shuueeeei, ¿qué puedo hacer ahora? El rumor sigue expandiéndose y ni siquiera mi anuncio pudo cambiar nada.” Ryuuki enterró la cara en sus manos, suspirando desesperanzado.
“Bueno, no puedo afirmar eso, su Majestad. Hoy sólo llegaron la mitad de propuestas que ayer.” Shuuei rió discretamente, observando la frenética conmoción del Emperador con una mezcla de diversión y compasión. Él sabía que el Emperador sería hombre muerto si Shuurei se enteraba de esto. Milagrosamente, hasta ahora, se habían salvado de que ella lo supiera. Pero ahora que ella había vuelto de su viaje, era sólo cuestión de tiempo.

Ryuuki le lanzó una mirada fulminante antes de retorcerse de autocompasión de nuevo. “Pero, ¿quién puede ser el que está esparciendo este rumor, Shuuei? ¿Quién puede ser? ¿Qué voy a hacer cuando Shuurei se entere? Oh, y yo que luché tanto para ganarme su corazón, ¿qué hago si ahora ella me odia?” El sólo pensar en la terrible y furiosa reacción de Shuurei al saberlo, le ponía la piel de gallina. Si no lo asesinaba en el acto, lo dejaría dormir solo a la intemperie por meses… o incluso peor, jamás lo dejaría volver al lecho matrimonial. Él desechó esta horrible idea antes de mirar suplicante a su amigo.

“Desafortunadamente, su Majestad, no hemos encontrado la fuente del rumor aún. Y es que debe ser alguien muy inteligente. Al principio, esta persona dispersó el rumor concienzudamente, pero después y lentamente, se volvió más persistente. De cierta forma, así se ha vuelto más creíble incluso para los ministros. Y los resultados podemos verlos aquí.” Shuurei sentenció apuntando a la pila de documentos. “En realidad, no comprendo el propósito de ocasionar toda esta conmoción, pero en cierta forma, parece ser muy efectiva.” Suspiró él.

“Lo que empeora las circunstancias es que esta idea lentamente ha obtenido la aprobación de los Grandes Consejeros debido al hecho de que Kougou-sama aún no ha concebido un hijo.” Intervino el Primer Ministro Yuushun. “Pero yo ya he enviado una carta a Kou Shouka-sama explicándole el problema, tal como su Majestad me lo pidió. Así que esto debe resolverse en cuanto llegue la carta… al menos en lo que respecta al clan Kou.” Explicó él y claramente se refería a Shuurei.

Ryuuki sonrió levemente. “Bien, bien, gracias, Yuushun. Aunque esto tenga que ver con el asunto del heredero, eso no es algo que les incumba, con un demonio.” Ryuuki murmuró enojado, antes de retomar un lenguaje más apropiado a su investidura de emperador. “Comprendo que debo engendrar un heredero lo más pronto posible… ahora que estoy casado. Pero este es un asunto personal entre la emperatriz y yo. Y yo no quiero a ninguna otra mujer, sólo necesito a…” detuvo en seco sus palabras cuando una voz irrumpió a través de las puertas cerradas de su oficina.

“¡¡RYUUUKIIIII!!”

‘Oh, demonios.’

La voz de Shuurei anunciaba su llegada incluso antes de llegar ahí, y el tono con el que hablaba, hizo que se le pusieran los pelos de punta a Ryuuki, tragando saliva del miedo.

Era hombre muerto.

Al siguiente instante, la puerta se abrió de golpe y estampido y una iracunda y enfurecida emperatriz entró al cuarto. Yuushun y Shuuei la miraron con terror por un segundo antes de intercambiar miradas entre ellos, definitivamente agradecidos de no estar en los zapatos del emperador en ese momento.

“Shu-Shu-Shuurei” Murmuró Ryuuki tartamudeando, con los ojos abiertos de par en par ante la aterradora visión.

“¡CÁLLATE!” Gruñó ella, temblando fuertemente de ira. Ryuuki hizo una mueca ante el abrumador sonido, presionándose contra su asiento, como intentando esconderse en él.

‘Muy bieeeen, esta es la señal de retirada.’ Por mucho que le hubiese agradado presenciar la ejecución del Emperador de Saiunkoku a manos de su esposa, Shuuei valoraba demasiado su vida para darse semejante lujo, así que no, gracias.

“Fuiste un buen Emperador, fue un placer conocerte.” Murmuró Shuuei al congelado Ryuuki y palmeó su espalda antes de dirigirse a la puerta.

Yuushun aprovechó la oportunidad para hacer lo mismo, murmurando algo como “Olvidé unos papeles en el archivo” antes de abandonar precipitadamente el campo de batalla junto con Shuuei.

La puerta se cerró detrás de ellos de golpe con un clic. Ése fue el único sonido por uno o dos largos y dolorosos segundos. Ahora estaban solos, dejando a Shuurei frente a su perplejo esposo sin pronunciar palabra. Ella se limitó a mirarlo con furia. La mente de Ryuuki corría velozmente, buscando las palabras correctas, eso, si tenía la oportunidad de decirlas.

“Escucha, Shuur…” empezó a decir él, tragando saliva.

“¿Así que, de esto se trataba todo?” Ella cortó sus palabras, y su voz tronó a través de la habitación. “Me perseguiste por años, y ahora que me tienes, ¿ya no te intereso más? ¿Entonces decidiste que necesitas a otra mujer para juguetear? ¿Es eso? ¿O es que sólo quieres a una mujer más elegante y refinada? ¿Entonces, por qué te casaste conmigo en primer lugar?” Ella pronunció con dificultad estas palabras, sintiendo los celos y el dolor revolviéndose en su cuerpo.

Él frunció el ceño. ‘Maldición, este rumor ha sacado a la superficie sus antiguos complejos.’ Él se levantó de su asiento, estirándose hacia ella. “No es así, Shuurei, yo sólo necesito…” trató de explicarle, pero fue nuevamente interrumpido.

“¿Qué? ¿Un heredero?” Ella estrechó sus ojos. “Oh, eso ya lo sé, porque tú eres el maldito emperador y no soy estúpida, gracias. Pues…” ella se sonrojó levemente “…lo siento, no soy tan fértil como las demás mujeres, aunque puede que tengas más suerte con tu nueva esposa. Simplemente pensé que tendrías las agallas suficientes para decírmelo en persona porque pensé que me amabas y respetabas lo suficiente.” Le gritó a la cara, decepcionada. ‘Creo que estaba equivocada’, pensó ella, conteniendo las lágrimas.

“En lo que a mí respecta, me mudaré de nuestra recámara.”

‘¡Diablos, no! ¡Todo, menos eso!’ Ryuuki pensó, conmocionado. Habría aceptado dormir a la intemperie por semanas de ser necesario –pero quedarse sin Shuurei, era insoportable. Y todo por culpa de un estúpido rumor. Rechinó los dientes y trató de alcanzarla, de abrazarla. Si las palabras no funcionaban, quizá las acciones le probarían que estaba equivocada.

“No me toques, cretino.” Ella retrocedió unos pasos y de mala gana rechazó sus brazos. Ryuuki no pudo hacer nada en ese momento más que mirarla, boquiabierto.

“Oh…” agregó ella en un tono burlón, “¿sabes lo que es más irónico de todo? En cuanto a ese asunto del heredero, es probable que yo esté… argh, olvídalo, idiota.” Con esas palabras ella se dio vuelta furiosa y salió presurosa de la oficina. Ryuuki la siguió, tan adormecido por sus palabras, que le tomó un momento darse cuenta.

“Espera, ¿q-qué acabas de decir? ¿Estás emb-?... Shuurei, espera.” Pronunció él, aturdido por el descubrimiento. Shuurei, sin embargo, lo ignoró sin detener su caminata. Pasando por el corredor, y luego hacia el jardín. Siempre con Ryuuki persiguiéndola. Él suspiró mentalmente, a veces ella era tan testaruda, y de ser necesario, la seguiría todo el día con tal de que lo escuchara. Tratándose de Shuurei, él era el más testarudo.

***

Para las personas que se cruzaban en el camino de la pareja real, esa debe haber sido la imagen más rara y nada cotidiana que presenciar en el palacio. Aquella en que el Emperador desesperadamente seguía a su esposa, murmurando constantemente cosas como “Es sólo un rumor, no es verdad. Yo sólo te amo a ti, no necesito a nadie más” lo que no parecía impresionarla en absoluto en su furiosa caminata… ni detenerla.

Aunque, para cierta persona, la escena era de lo más divertida al verlos continuar su espectáculo en el jardín, donde él estaba parado. El palacio había estado demasiado tranquilo y aburrido los últimos meses, así que era bueno ver que su plan había funcionado. Y que la Emperatriz finalmente supiera (y creyera) el rumor que él había esparcido con tanto cuidado. Él sonrió alegremente detrás de su abanico, mientras miraba desde una distancia prudente cómo el idiota del Emperador perseguía a su dulce sobrina, sin lograr que ésta lo escuchara.

Si, es posible que fuera algo infantil, quizás demasiado drástico planear esto. Ocasionar semejante conmoción por un pequeño momento de diversión. Sin embargo, Reishin sabía lo rápido que se esparcen los rumores en el palacio, así que tramar algo así no era tan difícil.

Desafortunadamente, no pasaría mucho antes de que volvieran a estar asquerosamente acaramelados, de todas formas. Aun así, a sus ojos todo esto valía la pena si con ello lograba disfrutar las acciones desesperadas de ese mocoso.

Sólo porque Reishin no pudiera impedir la boda de Shuurei con su Emperador bueno para nada, no significaba que no pudiera al menos divertirse.

***

Fuente:http://www.fanfiction.net/s/5218680/1/The_brumor_b_is_balways_b_bbigger_b_than_the_truth

domingo, 4 de septiembre de 2011

Fanfic: "Deja que el silencio prevalezca"

Título: "Deja que el silencio prevalezca"
("Leave unsaid unspoken")
Autora: Absynthess
Traducido por Violet Raven
Resumen: Una conversación junto al lago entre Shuuei y Shusui. Más llena de pensamientos y bromas, que de romance, pero ofrece una mirada menos dramática al interior de su relación. Situada justo después de que Shuurei abandona el harén Imperial.
Tipo: One-shot
Pareja: Shuuei/Shusui
Clasificación: K
Advertencias: Ninguna.
Género: Romance y Drama

Aclaración: La adorable historia, el entorno y personajes de “Saiunkoku Monogatari” pertenecen a Sai Yukino. No me pertenecen, para nada –Simplemente los he utilizado aquí con el estricto propósito de entretener, sin ningún beneficio.


***

Al enfrentarse al peligro, cualquier criatura sensata huye de él. El instinto la golpea e inmediatamente, la criatura sabe que el precio por permanecer ahí, será su propia vida –así que se aleja. Los seres humanos son más complejos, sin embargo. Ellos tienen dos opciones: enfrentarse o huir. La segunda opción es la de los cobardes, la opción animal. La otra es el camino que eligen tanto los campeones como los tontos, tratando de defenderse del peligro con sus propias fuerzas. Y aunque raramente funciona, aquellos que optan por el primer camino, son a los que la gente reconoce como “héroes”.

¿Acaso ser un general no significa ser un guerrero? Haciendo frente al peligro, ¿no debería luchar para superarlo? Pero no lo hizo. Él había optado por el camino de los débiles, y por una buena razón. Y era porque el peligro que afrontaba no era físico. Enfrentar el peligro no debería costarle perder ni su cordura, ni su orgullo. No, el único peligro que corría era salir de la batalla con el corazón roto.

“Cobarde”. La palabra se le escapó entre dientes antes de advertirlo. Pendía en el aire frente a él, casi tangible, recordándole lo que él era. Ahora que lo había dicho, no había forma de negarlo. Se acababa de colgar la etiqueta. Si ninguna otra opción, se tuvo que encarar a sí mismo.

Ran Shuuei no estaba seguro de en qué momento, la persona que miraba al espejo había dejado de vivir según sus expectativas. Hasta donde podía recordar, estaba complacido consigo mismo, satisfecho. Él era un hombre del clan Ran. Hacía honor a sus deberes, destacando no sólo en la esgrima y en el estudio de las leyes, sino también en personalidad y apariencia. ¿Qué más se podía pedir de él? Tenía el respaldo del clan Ran, el amor del mismísimo Emperador. ¿Es que eso no era suficiente?

Porque una vez que una persona ha sido rechazada, jamás se sentirá entera de nuevo. Aunque, para ser justos, ella nunca lo había rechazado directamente. Pero al escoger a Setsuna –o Yuki, como Shuuei suponía –en vez de a él, ella le había arrebatado la confianza y seguridad que alguna vez tuvo. Y aún más, le había robado la capacidad de estar en paz consigo mismo.
“¿Perdido en tus pensamientos, Ran-shogun?”

Él se dio vuelta, rompiendo sus cavilaciones. De pronto, era como si el refugio que había encontrado en su mente, se hubiera despedazado; había sido empujado, dolorosamente, de vuelta al mundo real. El sol brillaba sobre él, creando un magnífico resplandor de la superficie del azulado lago junto al que estaba parado. Shuuei levantó la mano para cubrirse los ojos, mirando a la persona que lo había traído de vuelta a la realidad.

“Shusui-dono.” Su voz sonó, por apenas unos momentos, perdida y anhelante. Al siguiente momento, sin embargo, había recobrado la compostura y ofreció a la dama una encantadora sonrisa. “Me sorprendiste. Es mejor que nadie sepa lo pensativo que he estado.”

“No tiene nada de malo admirar el paisaje de vez en cuando, Ran-shogun.” La sonrisa de Shusui era suave y decididamente, menos irónica de la que Shuuei había puesto. A plena luz del día, su pálida piel parecía casi traslúcida, y sus labios rojos contrastaban con su blanco rostro. “Incluso tú necesitas relajarte a veces, ¿sabes?”

Shuuei inclinó la cabeza en aprobación. Un leve y suave viento sopló alrededor de ellos, trayendo consigo el fresco olor a las flores de primavera. No tendría sentido ahora, tratar de alcanzar el nivel de concentración que él tenía hace unos momentos. Lo había perdido, y ahora, sólo quedaba una cosa por hacer.

“Estaba a punto de ir a dar un paseo. ¿Te molestaría acompañarme?” Hubo un tiempo, en sus primeros años de juventud, en que estuvo seguro de que ninguna mujer sería capaz de rechazarlo al ofrecerle esa sonrisa. Pese a esos eventos pasados, seguía teniendo suficiente confianza en ella. Y no lo decepcionaría.

“Oh, supongo que tengo tiempo.” Shusui le dedicó otra sonrisa amable y de pronto, la de Shuuei se volvió algo más genuina. Como si lo percibiera, Shusui dio un paso hacia él, y ambos se encaminaron a paso lento alrededor del lago.

“Debe haber mucho silencio en la mansión ahora que Shuurei-dono se ha ido.” Shuuei comentó como si nada. Ahora que estaban caminando, él pudo observar la gran variedad de flores. Vibrantes rosas rojas, hortensias de color lapislázuli y un gran número de otras que adornaban los jardines, con el lago en el centro brillando como una joya.

“Nos entristeció verla partir.”Shusui admitió tristemente. “Pero bueno, sabemos que ella ha dejado la corte en tus capaces manos, Shusui-dono.” Era natural para él dedicarle cumplidos a las damas. Pareciera como si fuera parte de una lección, algo así como “No bajes la guardia en una pelea” y “Asegúrate de conocer el rango de la otra persona antes de dirigirte hacia ella.”. Y aun así, con Shusui, él sentía las ansias por ofrecerle más que la amable y casual cortesía que dirigía hacia las demás. Su cortesía era un hábito, pero con ella, en realidad quería ser más amable que con cualquiera.

Ella se sonrojó con sus palabras, lo que era enteramente evidente dado el tono blanquecino de su piel. “No, tú y yo sabemos que algún día, alguien ocupará ese lugar permanentemente. Y no será triste cuando eso suceda.”

Él no estaba seguro de qué decir. Era cierto que él y Kouyuu tenían el favor del Emperador, pero eso fue gracias a Shuurei –o al menos, que el Emperador no los habría tomado en consideración para otorgarles la flor de no ser por ella. No era trabajo suyo involucrarse; si acaso, su deber sería disuadir al Emperador de enamorarse de la princesa del clan Kou. Pero viéndolos juntos a los dos, ¿cómo podría hacerlo? No era malo que alguien tuviera sentimientos como esos.

Especialmente dado que Shuurei nunca estaría tan ciega hacia los sentimientos de un hombre como esa persona lo había estado. No había sido culpa de Gyokuka. Fue culpa de él en su mayoría, por ser tan tonto de permitir que sus emociones nublaran su buen juicio. Pero había estado muy seguro de que la persona a la que él amaba le correspondería, y esa confianza lo condujo al desastre.

Pero que algo así volviera a ocurrirle a un hombre como él, era algo que no permitiría. Es por eso que sólo estaba dando un paseo alrededor del lago con Shusui, en vez de estar haciendo otras cosas con ella.

Shusui evidentemente notó su silencio, porque se acercó más y más a lo acostumbrado para tocar su hombro. “¿Sabes, Ran-shogun?” murmuró “este año, el Emperador ha plantado muchos lirios.”
Al oír sus palabras, él miró a su alrededor. Había pasado por alto las rosas y las hortensias, y, sin siquiera notarlo, ya estaban parados justo en medio de un mar púrpura. No era del profundo color del clan Ran; era colorido y brillante, del color de las más perfectas amatistas. Y aun así, los lirios eran blancos, además de que el púrpura emanaba de su centro, tiñendo los níveos pétalos. Realeza. Confianza. Pureza. Fe. Esperanza. Sabiduría. Admiración. Valor. Todas esas cualidades que le habían sido transmitidas a él en una sola flor.

“Ya lo veo.” Respondió al fin, abrumado por alguna razón. Instintivamente, su mano viajó hacia la empuñadura de su espada, que acababa de ser grabada con las mismas flores. “Esto será toda una noticia para el consejo”, rió Shuuei, “el Emperador puede haber ignorado la idea de los impuestos a los granos, ¡pero ha dispuesto que se arreglen hermosamente los jardines del palacio!”

“Eres demasiado severo con él.” Shusui murmuró. “Puede ser difícil tratar de vivir según las expectativas de la gente en ti. A veces, parece más fácil defraudar sus esperanzas que intentarlo y fracasar.” Su voz era tan lenta y suave, que parecía como el apacible rugir de las olas del mar. Amable pero decidida, como corriente de agua.

“Y a veces,” Shuuei comentó, “tanto te atrapan las expectativas de la gente que te olvidas de lo que querías para ti mismo.” Él se estiró hasta alcanzar uno de los lirios y lo arrancó de su tallo, volteándolo entre sus hábiles dedos.

¿Había hecho eso consigo mismo? Él no podía recordar el tiempo en que sus prospectos de futuro no se ajustaran por completo a lo que el clan Ran pedía de él. ¿Había existido algún momento en que él se forzara a sí mismo a cambiar porque eso fuera lo que el clan Ran necesitaba de él? ¿O acaso es que él siempre quiso que fuera… así?

“Toma.” le extendió la delicada flor a ella. “Esta es más azul que púrpura.” Para ser precisos, ésta era color índigo.

“Oh, gracias, Ran-shogun.” Ella la recibió delicadamente y, mientras la tomaba de su mano, Shuuei quedó admirado de cuán suaves eran sus dedos. Ella era una mujer alta, así que nunca antes le pareció débil. Amable, si. Delicada, si. Elegante, definitivamente. Pero, ¿débil? Jamás. Y sin embargo, de estirarse y atrapar su mano ahora, seguramente él con facilidad podría machacarla con la suya. Su fortaleza, su quietud, su regia dignidad, no eran nada comparadas a las suyas.

“¿Alguna vez te has arrepentido de algo en tu vida, Shusui-dono?” La voz de Shuuei sonó suave, y una vez que las palabras se escaparon de su boca, pensó mejor en hacer semejante pregunta. Shusui se detuvo, dando vueltas una y otra vez al capullo de flor en su mano. Finalmente, suspiró.

“No.” Respondió ella con certeza. “Existe una razón para todo, Ran-shogun. La gente que conocemos, las relaciones que forjamos, e incluso las penas que soportamos, todas ellas tienen un propósito. Felicidad, tristeza, ira… si no experimentáramos todo eso, nuestras vidas estarían incompletas. Por eso no, no me arrepiento. Hay cosas que me ponen triste, o me dan miedo, pero no deseo que desaparezcan. Incluso la muerte tiene su sitio. Supongo.”

“Eres muy filosófica, Shusui-dono.” Shuuei murmuró admirado. “Me sorprende que hayas logrado tanta paz en tu vida a tan corta edad.”

“¿Desde cuándo sabes mi edad, Ran-shogun?” Preguntó ella, de manera algo cortante. “Podría tener cincuenta o diez años, pero un hombre como tú nunca lo sabría, ¿verdad?”

“¿…’Un hombre como yo’?” Cuestionó Shuuei. “¿Y qué clase de hombre sería yo, exactamente?” Él estaba fingiendo estar herido, pero en realidad tenía curiosidad. ¿Cómo lo veía ella? Desde que llegó a la corte, desde esa noche en que se conocieron, ¿qué opinión se había formado de él?

Shusui rió discretamente. “Se hace tarde, Ran-shogun. Seguro que Kourin ya preparó el té; en verdad debo regresar.” Ella se dio vuelta dispuesta a partir, y Shuuei hizo una mueca –todo eso, ¿y ahora ella estaba por irse sin responder a su pregunta?

“Shusui-dono,” la llamó, atrapando su muñeca. “Estoy seguro de que puedes llegar unos minutos más tarde a tomar el té.”

Ella se sonrojó encantadoramente, otra vez, contrastando esto con su piel de magnolia. “Oh, no. La dignidad de una mujer se determina por lo puntual que ella sea, Ran-shogun. No haciendo esperar a los demás. Seguro que tú lo sabes.” Y con esto, ella se soltó de su agarre y se encaminó, abriéndose paso entre los lirios.

Él se quedó ahí parado algún tiempo después de eso, mirando fijamente el reflejo azul púrpura que los lirios proyectaban hacia el lago. En vez de tener la expresión pensativa de antes, estaba sonriendo de una manera un tanto tonta.

Ella no le había dicho lo que opinaba de él, pero había aceptado su flor.

***

Nota de la autora: Gracias por tomarse el tiempo de leer “Deja que el silencio prevalezca”. El título hace referencia al hecho de que Shuuei y Shusui tienen algún tipo de relación, pero ella no está preparada para expresarla con palabras –seguramente porque sabe que no significan lo mismo el uno para el otro. Se supone que la historia tiene lugar justo enseguida de que Shuurei abandona el harén Imperial –cerca del episodio 12, creo. Sin embargo, el trasfondo y detalles de la vida de Shuuei están tomados de la 2ª temporada, del episodio 29 en adelante. Espero que hayan disfrutado esta historia y, como siempre, cualquier clase de opinión es enormemente agradecida.

Fuente: http://www.fanfiction.net/s/5030684/1/Leave_Unsaid_Unspoken