jueves, 20 de octubre de 2011

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 6

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.



***

-6-


EL FELIZ ACONTECIMIENTO


Finalmente, el día de ajustar cuentas había llegado.

Esclavos y sirvientes habían estado activos desde antes del amanecer preparando el palacio, a los invitados y los anfitriones. La comida fue dispuesta y adornada suntuosamente para ser distribuida durante el banquete; los músicos y bailarines, alineados en secuencia, listos para actuar ante la mínima orden; y en seguida, el Emperador y su consorte, sentados en el estrado, alzando sus copas en son de brindis.

“Quisiera agradecerles a todos por asistir a esta recepción,” declaró el Emperador cuando las formalidades concluyeron “y espero que todos disfruten de nuestra hospitalidad.” Ante esto, Shuurei inclinó la cabeza haciendo una reverencia de agradecimiento.

Inmediatamente, se oyeron los clamores para que ella no se molestara, que volviera a su asiento y se tranquilizara, ya que necesitaba conservar sus energías.

El Emperador prosiguió, una vez que se acallaron los clamores. “Me gustaría pedirles su atención una última vez y compartir con ustedes, excelentes noticias personales.”

Pronto, el salón quedó más silencioso que una tumba, al tiempo que los espectadores se inclinaban hacia delante, ansiosos por evitar perderse una sola palabra del edicto que afectaría el glorioso futuro de su nación.

“Hace un mes, los tres grandes Consejeros se acercaron a mí diciéndome que, como Emperador de Saiunkoku tenía ciertas responsabilidades para con mi pueblo: dirigirlo, guiarlo, honrar su confianza hacia mi y proveerlo, tal como un padre lo hace con su familia.” Él observó a la multitud de rostros ansiosos y expectantes. Estaba impresionado al ver que estaban absortos poniéndole atención. Su corazón dio un salto de alegría: ¡Se había ganado a la corte y a los ciudadanos! ¡Era un triunfo!

“Con ayuda de mis Consejeros, amigos y sobre todo, de mi hermosa consorte,” él hizo una pausa, frustrando un inminente aplauso, “nos hemos esforzado este mes para lograr algo verdaderamente grandioso para nuestro país.”

El apoyo de todos era casi atronador, tanto, que los presentes se ponían cada vez más exaltados a cada segundo, golpeando las mesas con las tazas y copas. Desde las sombras, detrás del estrado, Shouka sonreía contento y disfrutando la fiesta con Shusui, mientras que Kourin atendía a la pareja imperial.

El Emperador tomó de la mano a su consorte, y juntos se pusieron de pie, acercándose orgullosos al frente del entaimado. Desde las orillas del inmenso salón, un mar de sirvientes avanzó, sirviendo frente a cada uno de los convidados, platos cubiertos con su tapa.

“Queremos compartir con ustedes, este gran logro, pues a través de esto es como intento demostrar a mi pueblo que puedo proveerlo.”

Espontáneamente, la concurrencia se puso de pie, vitoreando y aplaudiendo con la emoción escrita en sus caras -¡El perezoso Emperador, finalmente se había superado!

El gobernante elevó la mano para ordenar silencio, y el ruido se apagó en un rugido suave.

“Por favor, levanten la tapa de sus platos y disfruten el regalo que les hemos preparado-“ la multitud contuvo su aliento colectivo “-¡el regalo de nuestros exquisitos manjuus!”

Hubo un silencio sepulcral.

Unos palillos tintinearon contra un plato, seguido del sonido de una taza de té estrellándose contra el suelo, la cual resbaló de las manos temblorosas de uno de los invitados. Shou Taishi, furioso, aunque tratando de mantener el control sobre sí, dio un paso al frente para dirigirse a la aún confiada, pero algo dudosa pareja imperial.

“Su Majestad,” comenzó a decir con voz ronca, cuidadosamente derritiendo el hielo en su corazón antes de que éste enfriara sus palabras, “disculpe nuestra ignorancia, pero por favor, haga su declaración en serio, sin términos confusos, ni adornados, sin usar simbolismos.” Él señaló los panecillos sin tocar que adornaban cada uno de los platos de los invitados. “¿No hay nada más que quisiera compartir con nosotros? ¿Quizás algo acerca de la consorte Kou y su relación con estos manjuus?” gruñó por medio de una sonrisa. Una amplia sonrisa que dejó ver toda su dentadura.

“¡Ah, si!” el entendimiento iluminó la cara del joven hombre, y Shou Taishi casi suspira con alivio. El resto de los presentes fueron más descarados.

“Oh, gracias a-“

“Estaba empezando a preocuparme por-“

“Hablando del miedo a lo desconocido-“

“Rayos, he apostado la casa de mis ancestros en esto, más vale que no-“

“¡La consorte Kou me enseñó a prepararlos!” el Emperador llamó a todos los presentes. “Están muy buenos, deberían probar siquiera un mordisco-“

“Majestad,” dijo furibundo el anciano, interrumpiendo de nuevo a pesar de la clara falta de decoro y modales de los cortesanos. “¡Debo insistir en que tiene que respetar a todos los aquí presentes y decirles la verdad en este instante, acerca de la consorte Kou y el futuro de su linaje Imperial!”

Ryuuki, curioso, fijó su atención en el anciano, quien agitaba airado los puños con el rostro morado –y sacudió la cabeza “Claro que ansío mucho que la consorte Kou se quede a mi lado-“ frente a esto, la cara de Shuurei adquirió una expresión asesina, directamente dirigida a Shou Taishi; era una mirada que declaraba sin rodeos ‘¡Los hijos no estaban incluidos en el trato, Shou!’ –“Pero eso no tiene nada que ver con nuestro anuncio de hoy, Consejero Shou. Por favor, en vez de eso, disfrute del manjuu.” Concluyó el joven con una simpática sonrisa.

Shou Taishi, con las piernas temblorosas, lentamente volvió a su asiento y se sentó rígido y apesadumbrado, con el rostro gris y apagado.

Rugió el silencio por la sala al retirarse el concejal.

‘No puede ser; debe haber algo cierto en todos esos rumores,’ desesperados, los asistentes se aferraban a un hilo de esperanza.

“Entonces… ¿no habrá sucesor?” pronunció una vacilante voz en el silencio.

“Pero si este es todo un suceso.” Respondió el Emperador, como si el hombre fuera estúpido.

“No, nos referimos a que… ¿no habrá bebés?”

“Pues aquí no hay bebés tampoco. Es correcto.” Reafirmó el gobernante. Se preguntó si habría sido muy pronto para servir licor fuerte a los comensales esa noche.

“No, lo que queremos decir es” uno de los oficiales saltó, claramente exasperado, “si la consorte Kou no está esperando un hijo. Desde hace semanas, venimos escuchando ciertos rumores de que-“

“¡¿QUÉ ESTÁS INSINUANDO SOBRE LA CONSORTE KOU?!” despotricó el indignado Emperador, saltando literalmente en defensa del honor de su concubina, sacudiendo los puños amenazante y alcanzando su espada.

(La susodicha dejó caer la cabeza, avergonzada, detrás de él)

La sala estalló en caos, y sin embargo, nadie se percató de los ademanes de Shuurei mientras los manjuus alzaban el vuelo, convertidos ahora en proyectiles destinados a ventilar la ira.

“Vamos, vamos. Estoy seguro de que podemos arreglar esto con una buena taza de té.” Intervino Shouka pacientemente mientras salía de las sombras de detrás de la tarima, con una linda tetera en mano.

Los cortesanos que estaban cerca del entaimado levantaron la vista ante el anuncio, gritando de terror al ver la bebida potencialmente mortal que sostenía el bibliotecario.

“¡Es una trampa!”

“¡El asesino del té!”

“¡Están tratando de acallar nuestras protestas con veneno!”

“¡Retirada!”

Una masa de cuerpos se apretujaba y salía a empujones del salón, dejando tras de sí una estela de inmaculada destrucción y manjuus.

Asintiendo levemente, Shouka siguió sonriendo y se volvió hacia Shuurei y Ryuuki. “¿Quieren algo de té que Kourin preparó? Creo que sabrá bastante bien con los manjuus...”

Seiran y Shusui se les unieron y, junto con la pareja Imperial, concluyeron el íntimo banquete real como si se tratase de una cena familiar en casa.


***


EPÍLOGO


Shou Taishi se sentó de rodillas frente a la consorte Kou en la mesita de su sala de estar en el palacio del harén.

Ambos sostenían su taza de té con las manos tensas, aunque aparentemente relajadas, con mutua y fingida modestia y confianza, frente a frente.

Sin embargo, los dos sabían que ella tenía la última palabra.

Shuurei desenrolló delicadamente el pergamino y lo puso con indiferencia sobre la mesa, dando un sorbo a su té.

Imitándola, Shou Taishi puso un morral con 500 piezas de oro en la mesa, y dio un sorbo a su propio té.

Ella lo ignoró por completo, deliberadamente dando otro lento sorbo a su taza, con la cabeza y la vista en señal de ‘respeto’, como una perfecta dama.

De entre sus ropas, él sacó otro morral con piezas de oro, esta vez conteniendo el doble de la cantidad anterior. Poniéndolo junto al otro, dio otro sorbo a su té.

Ella sorbió algo más de la bebida e hizo el ademán de hablar –dándole esperanzas –pero, en vez de eso, llamó a Shusui solicitándole más té.

Aunque su rostro parecía impasible, Shuurei sabía que, detrás de esa ladina y aparente mirada de amabilidad, el anciano estaba maquinando nuevamente algún plan.

‘¿Cuánto dinero costaría?’ Le había rezongado a la joven, días después del banquete fallido. Se había encontrado con ella en el jardín, junto a un árbol de cerezo.

‘¿Qué cosa?’ Le preguntó ella con simulada burla, actuando como si no tuviera ni la mínima idea de lo que decía.

‘Un heredero’ Habló él, entre dientes y yendo directo al grano.

‘Discutámoslo con una taza de té’ Ella le brindó una sonrisa compasiva, percibiendo su angustia.

‘Gracias, consorte Kou’ Le contestó él, con respeto y despidiéndose de ella.

Shuurei se reclinó pasivamente sobre su cojín, disfrutando del té mientras el hombre frente a ella seguramente la maldecía y alababa en igual medida detrás de su máscara de alegría.

Él puso otro morral sobre la mesa.

Ella dio otro sorbo a su té, ignorándolo.

Él gruñó para sus adentros, luchando para que el ademán sonara más como a una risilla. ‘Ella es lista’ tristemente, tuvo que admitir. ‘No hay duda de por qué Ryuuki está tan encaprichado con ella’.

La susodicha sonrió internamente al saber que tenía a uno de los grandes Consejeros a su merced. ‘Podemos jugar este juego toodo el día, pero sé que ganaré’, sonrió ella, para sí. ‘Te mostraré lo que pasa cuando alguien se mete con el clan Kou…’

Él agregó otro morral de oro a la mesa, tal como ella adivinó.

Y, contenta, ella dio otro sorbo a su té.


***


“Entonces” dijo el corredor de apuestas, mirando a todos los ‘contribuyentes’ reunidos, los cuales se habían escapado de sus labores para averiguar qué había sido de sus apuestas. Las caras de los nobles, consejeros, oficiales y sirvientes, miraban con interés. “La apuesta niño-niña, obviamente ha fracasado,” pese a las protestas, él prosiguió, “pero las sumas depositadas seguirán a resguardo y en pie, hasta que un heredero haya sido concebido en verdad”.

Hubo un puñado de quejas, aunque la mayoría lo aceptó como un signo de optimismo, también –al menos les quedaba la esperanza de tener un heredero en el futuro, más ahora que el Emperador (por fin) mostraba interés en las mujeres.

“Ahora, en cuanto a la apuesta de ‘participación’”, se hizo un silencio, “ya tenemos contabilizadas las cifras y son las que siguen:

Li Kouyuu –las apuestas son: 30 a 1
Ran Shuuei –las apuestas son: 5 a 1
Shi Seiran –las apuestas son: 2 a 1”

Al oír esto último, la sorpresa no se hizo esperar: Nadie se había dado cuenta la popularidad que todos le habían adjudicado al guardaespaldas.
El corredor de apuestas alzó la mano para pedir silencio antes de comenzar con el que sería el último gran anuncio de esa noche.

“Como todos saben, existe una cuarta opción: ‘Otro’, la cual quedó inscrita en letras pequeñas cuando ustedes lanzaron sus apuestas,” dijo monótonamente, percibiendo que la concurrencia se tensaba con cautela. “Quisiera que me den un momento para recordarles esa cláusula, en caso de que la olvidaran –o no la leyeran la primera vez.”

Carraspeando, el hombre alzó el papel que todos los presentes habían firmado.

“Opción cuatro: ‘Otro’” recitó.

“La consorte Kou no procreará hijos. Ella es una diosa entre los mortales y demasiado buena para rebajarse a ser la yegua de cría de un tonto Emperador. Dado que esta es una verdad incuestionable, esta apuesta queda cancelada y los fondos quedarán depositados en el Ministerio de Finanzas y Asuntos Civiles, para que éste los distribuya como le plazca. Todos ustedes han pecado de atrevimiento al no reconocer la grandeza de Kou Shuurei y la inherente pereza de su estúpido Emperador. Sonido de abanico cerrándose de golpe con arrogancia.”

El corredor de apuestas sostuvo la cabeza en alto con orgullo, mientras los apostadores lo rodeaban furiosos, cual buitres sobre el fresco cadáver de una gacela. “Ya todos ustedes conocen la regla de que todas las apuestas que tengan lugar en los terrenos del palacio deben ser aprobadas por el Ministro de Finanzas y Asuntos Civiles”, les recordó, haciéndolos detenerse.

La turba paró sus protestas y todos se miraron unos a otros con estupor.

Hasta que uno gritó,

“¡Maldito seas, Kou Reishin!”


***


“Aquí tienes tu parte.” declaró el jefe del clan Kou, depositando unas monedas en un saco y entregándoselas al jefe de cocineros. “Agradecemos tus servicios.” El chef asintió moviendo la cabeza, sonriendo complacido.
“Oh, yo solía trabajar con su hermano mayor, Shouka, en los tiempos del antiguo Emperador. No tiene por qué agradecerme.” El hombre aceptó el saco y lo escondió en su uniforme.

“Por cierto, creo que las coles explosivas le dieron el toque perfecto,”

El brutal hombre sonrió, ruborizado. “Me está avergonzando, señor.”

Fin.


Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/6/Manjuu_Magic

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 5

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.


***

-5-


LOS ÚLTIMOS DÍAS
(A la mañana siguiente)


Estirándose como un gato bajo la cálida luz de la mañana que se filtraba por la ventana hacia ella, Shuurei bostezó placenteramente, disfrutando de la paz que la envolvía. Era la primera vez en semanas que dormía la jornada completa, y vaya que la necesitaba, aunque no podía recordar muy bien por qué –hasta que se incorporó y sintió un peso a mitad de su cuerpo.

“Mmm, ¿Shuurei? ¿Te sientes mejor?” preguntó el apuesto y soñoliento hombre de cabello largo que
estaba a su lado, acercándola hacia él por debajo de las sábanas. Ella arrugó la cara, apretó los ojos y contó hacia atrás desde 10, antes de decidirse a gritarle a su ‘esposo’. Dejó que su aliento silbara por entre dientes antes de girar a un costado, observando al hombre despierto que tenía a escasos centímetros de ella.

Ella no pudo evitar sonreír un poco mientras él se frotaba los ojos de forma infantil y se giraba sobre su abdomen, mirándola atentamente con preocupación. Hizo a un lado su cabello para poder mirarla mejor, aún algo perezoso. “Shuurei,” preguntó de nuevo más deliberadamente “¿te sientes mejor?”

Ella afirmó, aunque no pudo resistir las ganas de reprenderlo. “¿No se supone que debes estar en la corte? ¡Ya es casi medio día, a juzgar por la luz que hay!” Ella sintió que sus nervios se agitaban al darse cuenta de esto. “Un momento, ¿cuánto tiempo he estado durmiendo? ¡Oh, no! ¡Estamos desperdiciando tiempo valioso! ¡Pronto, apúrate, debemos ir a las cocinas a practicar!” saltó ella de la enorme cama para ser regresada de un tirón por Ryuuki, quien la sujetaba de la muñeca y la jaló acercándola a él.

“Nop” dijo él tajantemente, sabiendo algo que ella no, “hoy tienes que descansar. Yo te lo ordeno.”

Un poco insultada, la consorte miró hacia abajo su expresión presuntuosa, sospechando. “¿Por qué no estamos apresurados esta mañana?” sus ojos se abrieron grandemente con preocupación. “Oh, no Ryuuki, ¿qué has hecho?” Una centena de horribles acontecimientos de caos, destrucción y muerte pasaron volando por su imaginación –‘¿Acaso ha terminado con el resto del palacio en su último intento culinario?’

“¡No, no. no!” él alzó la mano en su defensa, apartando la ira de la joven. “¡Te tengo buenas noticias, es una sorpresa! Simplemente deseo que te sientas bien, primero.” Le explicó.

Recelosa de él por un espacio de tiempo más, con los labios apretados, Shuurei cedió cautelosamente, asintiendo. Pero pronto se puso inquieta con el silencio que siguió. Ella se movió para alcanzar el erhu y que éste la ayudara a aliviar la tensión. Él aprisionó más la mano de ella que se encontraba dentro de la suya, deteniéndola y negando con la cabeza.

“Sólo quiero que me acompañes esta mañana.” Dijo el joven con voz suave y seria, sentándose y entrelazando los dedos de ella con los suyos. “¿Podrías quedarte conmigo, un poco más?”

“Pero ya no está oscuro allá afuera,” le reprendió ella, incómoda al recibir sus extrañamente maduras y enfocadas atenciones. “Seguro que estarás bien si-“

“Shuurei,” pronunció él lenta y sinceramente, enclavando sus dorados ojos en los oscuros de ella “…Lo siento.”

Ella casi se cae de la cama por la sorpresa, y sin duda lo habría hecho de no estar ahí su ‘esposo’ para sostenerla.

Completamente confundida, ella tartamudeaba. “¿Qué estás –te golpeaste la cabeza? ¿Cómo puedes decir semejante cosa? ¿Acaso Seiran no actuó lo suficientemente rápido para evitarte el daño cerebral durante el accidente?” balbuceó, girando y medio hablando consigo misma para explicarse el obviamente trastornado escenario. “¿O quizás soy yo? Si, eso debe ser –la razón por la que dormí tanto. ¡Debo haber recibido un golpe! ¡Estoy alucinando! Es por eso que dices cosas tan raras. Jajaja, oh, esto es maravilloso. ¡Estoy tan aliviada! Sólo necesito despertar y-“

“¡Shuurei!”

La dominante voz la interrumpió, cesando sus locos desvaríos en un instante. ‘Ryuuki…’

El Emperador suspiró, echándose varias almohadas encima y le indicó que se acercara a él hasta alcanzar la cabecera de la cama para estar a la misma altura. Sentados, uno al lado del otro, las cálidas mantas los cubrían hasta las rodillas, evitando mirarse.

“Todos estaban preocupados por ti ayer, cuando te desmayaste.” Le dijo él, sin rodeos.

Ella asintió e inclinó suavemente la cabeza con pesar. “Lo siento” Él asintió, aceptando la disculpa.

“Has estado trabajando demasiado,” declaró él, enseguida, y continuó a pesar de que ella arqueaba la ceja, “y eso fue culpa mía. No me percaté de lo mucho que estaba exigiendo de ti y de los demás, Shuurei. No comprendí lo mucho que te esforzaste y lo devota que fuiste, lo determinada que estabas a convertirme en un mejor Emperador.” Hizo una pausa antes de corregirse. “En una mejor persona.”

Él soltó su mano y sus dedos se posaron en el lujoso edredón sobre sus rodillas, eran pálidos, largos y delicados a la vista –pero en la palma eran callosos, fuertes y poderosos. “Me quedé a tu lado toda la noche, por si acaso despertabas. Quería ayudarte si llegaras a pedirlo. Pero te quedaste dormida. Y finalmente, yo también me quedé dormido, ya que no podía hacer nada para cuidarte.”

Shuurei lo escuchó en silencio, sorprendida cada vez más con sus confesiones de incertidumbre, dudas e impotencia.

“Shuurei,” dijo él de nuevo, mirando cómo el cabello de la joven caía en cascada sobre sus hombros y espalda, “has dado lo mejor de ti para hacerme un gran Emperador. Tú… tú también me has hecho desear ser un mejor hombre.”

Sorprendida, pero más que nada conmovida por su confesión, Shuurei inclinó su cabeza frente a él. “Ha sido un honor,” dibujó una sonrisa de lado, “y he disfrutado cada momento,” le respondió honestamente luego de pensarlo un poco. ‘Estoy segura de que al recordarlo, incluso me voy a reír –cuando mi ceja izquierda haya vuelto a crecer,” pensó para sí. “Su Majestad –“

“Ryuuki,” ella reafirmó, declaró y dejó escapar un suspiro de exasperación.

“Me has hecho muy feliz. Estoy orgullosa de todo lo que has logrado y no puedo esperar a que todos lo reconozcan y queden impresionados en la asamblea próxima.” Pronunció ella tranquila, sencillamente y enfatizando su sinceridad. Plegando sus blancas manos frente a ella, se sentó derecha, bajó la mirada y le hizo una profunda reverencia. “Gracias por aceptarme como tu consorte y por esforzarte siempre. Eres uno de los estudiantes más dedicados que he tenido, y yo he disfrutado mucho siendo tu profesora,” ‘y enfermera, cuando se necesita.’

Cuando ella alzó la cabeza, él la estaba mirando ecuánime y con silenciosa atención; como si no estuviera seguro de comunicarle sus pensamientos o guardarlos para sí mismo y evitar arruinar su mañana de solaz. Él sabía que ella lo había escuchado y comprendido por completo cuando le había hablado a título personal y no como el Emperador; sabía también que su humillación la había tomado por sorpresa y la había asustado, y que el halago que ella le había dirigido era un preludio a la despedida, ya que ella no sabía cómo manejar semejante reconocimiento de su parte. Sin embargo, ella seguía ahí, a su lado; encontrándose con su tranquila y firme mirada, y ella le sonrió con decisión y orgullo. Estaba asustada, pero no se echaría atrás.

Ryuuki sintió el corazón hinchársele, dando un vuelco, y repentinamente, superado por la emoción, echó sus brazos alrededor de Shuurei aprisionándola en un abrazo asfixiante, frotando su cara contra su cabello, acariciando su cuello e incapaz de contener su alivio, exclamó “¡Shuurei! ¡Soy tan feliz de que tú seas mi consorte!”

Inmersa en el frenesí de su agitación, ambos cayeron de la cama, con los brazos y piernas entrelazados, mientras Shuurei protestaba furiosamente. ‘¿Qué te pasa, idiota? ¡Suéltame, estás a punto de sofocarme! ¡Argh, Ryuukii!’ El desenfreno se apoderó del sentido común del joven monarca, declarando en seguida “¡Quiero que tú seas la madre de todos mis hijos, querida Shuurei! ¡Vamos a establecer un récord que perdurará por todas las dinastías venideras!”

Con los ojos abiertos como platos, Shuurei sintió que el corazón se le caía hasta los pies de terror y se resistió fervorosamente.

Presa del pánico, su garganta se desgarró en un simple grito:

“¡SEIRAN!”


***


(Las sirvientas escuchando en los pasillos del palacio)

“¿Es cierto que ella está esperando?”

“¡Se supone que lo anunciarán oficialmente dentro de 3 días!”

Las sirvientas exclamaron encantadas ante el prospecto de una ‘familia’ habitando nuevamente el palacio, pese al posterior incremento en la carga de trabajo que esto significaba. Otra mujer se aproximó corriendo desde el harén a toda prisa y sin aliento, hacia su grupo de compañeras.

“A que no saben –“ resopló, “pero la consorte Kou se desmayó ayer al levantarse rápidamente; y desde entonces estuvo inconsciente, con el Emperador atendiéndola en persona en sus habitaciones en el harén.” Los ojos de sus compañeras brillaron de expectación mientras la mujer trataba de tranquilizarse y continuar.

“Anoche, su padre vino para hablar con el Emperador, y esta mañana, ¡su Majestad estaba gritando alegremente que quería que la consorte Kou fuera la madre de todos sus hijos!”

“Entonces, ¿no tiene intenciones de tener otra consorte o concubina?” preguntó una de ellas, incrédula.

“Eso parece.”

“¿Creen que eso pueda ser… amor?”

“¿Y por qué otra razón declararía él sus intenciones de tener tantos herederos con una sola mujer?”

“¿Entonces él quiere ser un hombre de familia?”

“¡E incluso quiere tener más hijos!”

“¡Oh, estaremos rodeadas de pequeños de nuevo!”

Atacándose de risa, las mujeres intercambiaron unos cuantos jugosos chismes más antes de separarse para esparcir las buenas nuevas a los rincones más recónditos del palacio.


***


“¿Por qué tengo que llevar una venda en los ojos? Estoy segura de que puedo mantener mis ojos cerrados yo misma,” insistió Shuurei al tiempo que Ryuuki ataba la venda suave pero firmemente por detrás de su cabeza. ‘Si se atreve a hacer algo remotamente indecente, juro por Dios que…’

Él esperaba que ella pasara el día entero relajándose con él en la cama, pero se había vuelto loca en breve y lo había obligado a ‘corregir su pereza’ y levantarse de la cama. Sin embargo, él se negó a dejarla salir de la habitación sin tener los ojos vendados.

“¡No, tengo que asegurarme que la sorpresa esté lista!” le respondió, agitando una mano delante de sus ojos, probando a ver si ella veía a través de la venda. “Mira, toca algo por favor, mientras reviso,” le dijo él mientas la ayudaba a sentarse frente al biombo que separaba la cocina del resto del palacete. Él puso el erhu y el arco en sus manos. ‘De esta forma, sabré en dónde estás’.

Suspirando y rindiéndose ante el capricho del Emperador, ella sacudió un poco la cabeza mientras situaba el instrumento en una posición cómoda y comenzó interpretando una pieza suave y rítmica, para distraerse.

‘Cielos, ¿qué está planeando ahora?’ ella tocó la pieza completa, al igual que varias más que aprendió desde su llegada al palacio, cuando en seguida sintió que alguien gentilmente tocaba su mano. Ella sonrió al reconocer los cariñosos dedos que se posaban sobre los suyos. Despojándose del instrumento, se puso de pie, expectante. La mano la guió, rodeando el biombo, y otra mano la ayudó tomándola cuidadosamente por el codo, conduciéndola hasta llegar a la soleada cocina, con la cálida luz acariciando su rostro como bienvenida.

“Gracias, Seiran,” susurró ella, inclinando la cabeza al hombre que estaba a su lado.

“No tienes nada que agradecer, Señorita,” él le respondió, sonriendo a cambio y sabiendo que ella lo había reconocido automáticamente y por eso lo siguió sin protestar. Él le dio un apretón a su mano antes de soltarla receloso. Él escuchó a Ryuuki entretenido en la habitación, dándole los últimos toques, para luego girarse sobre sus talones y hacer señas al guardia, diciendo “¡Ahora!”

La venda se soltó y cayó, cual nube flotando hasta sus pies. Parado frente a ella, sonriendo como si fuera un orgulloso padre primerizo, Ryuuki tendió sus brazos –

“¡Oh, Ryuuki!” dijo Shuurei con emoción, superada por la emoción de lo que veía.

-Y él le presentó un perfecto manjuu.

“Por favor, pruébalo. Me esforcé mucho en preparar este manjuu para ti. Además, Seiran me ayudó con la limpieza.” Admitió tímidamente. Shuurei aceptó el delicioso y, sencillo a la vista, panecillo, mirando a los dos hombres que tenía frente a ella.

Sin darse cuenta, ella pronunció en voz alta las palabras que se formaron en sus labios curveados por una sonrisa “Uno para cocinar y otro para limpiar”. Después, ella rió deleitada, y dio una delicada mordida al manjuu que sostenía. Ryuuki se sonrojó hasta las orejas y esperó emocionado, apenas reprimiendo su ansiedad.

Una pausa.

Ryuuki contuvo el aliento.

Seiran guardó silencio.

Shuurei masticó…

Y de pronto, la elegante consorte gimió, ronca, de placer ante la gastronómica explosión de asombro que el manjuu llevó a su boca. Puso los ojos en blanco mientras se balanceaba sobre sus pies y Seiran tuvo que estirarse rápidamente para prevenir que cayera al suelo, inerte de éxtasis.

“¿Qué fue…? ¿Cómo es que tú…? Dios santo…”

Incapaz de formar una oración coherente, ella miraba atontada a Ryuuki, en tanto que Seiran la sostenía en pie, con un brazo alrededor de su cintura y el otro rodeando sus hombros.

“Vaya” murmuró ella, dando otro suave mordisco –y estremeciéndose con los espasmos, ronroneando felizmente.

Ryuuki, por su parte, quedó paralizado ante la imagen de su extasiada consorte. Clavado al piso, tragó y se sacudió un poco. ‘Debimos pedirle a Seiran que nos los llevara a la cama’, se lamentó, demasiado tarde.

“¿Te gustó?” preguntó Seiran, fingiendo ignorar la incómoda situación.

“Oh, si…” suspiró ella, riendo un poco, con el cabello cayéndole sobre los hombros y ensombreciendo su mirada.

“Eh, bueno” Seiran miró al Emperador en espera de sus órdenes. “Ahora que su Majestad ha perfeccionado con éxito sus métodos –“

“¡Oh, si -!”

“-Ya no tendremos que quedarnos despiertos por las noches y podremos retomar nuestras rutinas habituales.” Le echó un vistazo a la lánguida mujer, preocupado. “Señorita, ¿te gustaría ir a descansar? Pareces algo…”

“Completamente satisfecha,” afirmó ella, mareada y cerrando los ojos. Le dio otra mordida al panecillo. Y se ruborizó.

Seiran asintió con la cabeza, mirando a su hermano menor con especulación.

“Vamos, señorita, siéntate aquí para que puedas mirar el jardín a través de la ventana.” Le dijo calmado, casi arrastrando su extenuada figura hacia un banco cercano y sosteniéndola en brazos sobre el alféizar. “Disfruta la tarde, yo pasaré por aquí más tarde en caso de que necesites algo.” Le dijo suavemente, palmeando su cabeza mientras se volvía hacia el monarca.

“Su Majestad” le dijo con la máxima cortesía, “¿Puedo hablar con usted…?”

Él arrastró al reacio Emperador por el cuello de la bata de dormir hacia la habitación de junto, y el joven estiró el cuello para enfocar su atención en Shuurei. No obstante, los alegres suspiros y gemidos de la dama, que mordía ocasionalmente el manjuu, los acompañaron, y Seiran no estaba seguro de cuánto del sermón que le estaba dando, entraría en su torpe y obviamente distraído cerebro.

“…tratar a una dama con respeto.” El guardia imperial comenzó a decirle con un tono experimentado y sugerente, “…hombres y mujeres que se aman lo suficiente… sentimientos compartidos… hermosa experiencia… bendición… náuseas… contracciones… daño mutuo… pañales… posición de confianza… aquí, como empleada, cumpliendo con su trabajo… no es un juguete… no un experimento… demasiado joven para ser padre… el amo Shouka te castrará con una daga oxidada… consentimiento… Voy a hacerte un daño terrible… aprovecharte… lisiado de por vida… haré de tu vida un infierno… al amo Shouka como suegro…”

Ante esto último, los ojos de Ryuuki brillaron y repentinamente recobró los sentidos. “¿En serio?” exclamó, emocionado. “¿Shouka sería mi papá también?” ‘¡Oh, bueno, eso resuelve todo!’ Él se volteó, encaminándose hacia su ‘esposa’, pero Seiran lo pescó por el brazo-

“Ryuuki, Seiran, ¿alguno de ustedes tiene otro manjuu?” llamó Shuurei, hambrienta, desde el otro cuarto. “Podría seguir comiéndolos todo el día…”

-y apretó fuertemente su agarre, su expresión se volvió gélida mientras jalaba a su joven hermano hacia atrás, mirando severamente sus confusos y dorados ojos.

“Haz algo inapropiado y estarás disfrutando de una estancia permanente en los confines del infierno,” amenazó el mayor de los hermanos, con voz apagada aunque sin dejar su tono cortés, agregó “sin tus partes masculinas”. Y luego, sonrió a Ryuuki de manera fraternal, haciendo mella en los nervios del monarca ante la aterradora idea, lenta y dolorosamente.

“¿Ha comprendido, su Majestad?” preguntó discretamente Seiran, al tiempo que sus facciones se relajaban nuevamente y palmeaba en los hombros al joven. Ryuuki asintió dócilmente.

“Bien, bien. El amo Shouka estará complacido en saberlo.” Hizo una pausa. “Y Reishin también.”

Seiran miró hacia la salita donde Shuurei ‘descansaba’, y le respondió “Lo siento, señorita, tendrás que esperar a que preparen más, después.” Él enfatizó la última palabra, dirigiendo su significado hacia su acompañante.

“¿En serio? Oh, bueno. Ya estoy bastante satisfecha, de todas formas” suspiró placenteramente. Por alguna extraña razón, también se sentía exhausta –y eso que había dormido toda la mañana. ‘Debo haber estado más cansada de lo que pensé,’ reconsideró ella al tratar de levantarse, con intenciones de volver a su recámara para dormir un poco más. ‘Con suerte, podré comer más de ellos después,’ dijo con esperanza, ansiosa por comer uno o dos más. ‘Como sea, lo que Ryuuki haya aprendido, espero que lo comparta conmigo. ¡No puedo esperar a ver la cara que pondrá la corte cuando los prueben! ¡Estarán tan orgullosos de él! Y, al mismo tiempo, será un gran impacto para los tres ancianos…’

Vagando felizmente por el palacete, pasó junto a Seiran y Ryuuki, quienes lucían como un par de cómplices compartiendo un valioso secreto.

‘Qué extraño’, decidió ella, tajantemente, antes de anunciar que iría a acostarse y tomar una breve siesta. Los dos hombres asintieron al verla pasar, sonriendo como si nada. ‘¿Acaso Seiran asustó a Ryuuki o algo? Están muy callados…’

“Ryuuki, ¿tú también te quedarás a dormir?” Preguntó ella curiosamente un momento después. Ella inclinó la cabeza sugerentemente hacia la recámara.

El joven sonrió entusiasmado ante la invitación y quiso avanzar, pero se vio impedido, para su disgusto, por el fuerte agarre del chaperón sabelotodo.

“Creo que su Majestad tiene cosas que atender en su propia recámara,” Seiran comentó amablemente, excusándolos a los dos. “Shusui y Kourin te atenderán cuando despiertes. Que duermas bien, señorita.”

Haciendo una venia, el guardia se llevó arrastrando al malhumorado Emperador sin más preámbulos, dejando a Shuurei sola con sus pensamientos.

Deteniéndose en la cocina para servirse un vaso de agua y ponerlo junto a su cama, Shuurei se percató de que en realidad habían unos cuantos manjuus más dejados en un platito, junto a la vaporera. ‘Seiran es un ingenuo, posiblemente no sabía que Ryuuki había reservado estos otros. Me llevaré uno conmigo para ‘después’.’

Poniendo dos panecillos en una pequeña charola junto con el agua, ella avanzó hacia su habitación y se dispuso a tomar su siesta. Dando un mordisco final, antes de dejarse vencer por el sueño, una extraña idea le cruzó por la cabeza y se le escapó de los labios hacia la vacía habitación:

“Me vendría muy bien un cigarrillo…”


***


“Entonces agregaremos al guardia imperial, Shi Seiran, a la apuesta.”

“De nuevo cambiando tus apuestas, ¿eh?” admitió el jardinero a la cocinera, escondidos detrás de un pilar afuera del cobertizo para los vegetales del palacio.

“Sip, qué remedio. Los fanáticos del general Ran están como locos.”

“Apuesto a que -¡él no ha sido invitado ni una sola vez!”

“Ustedes, -¿qué están haciendo ahí?” Les llamó un oficial al dar la vuelta a la esquina.

“Lo sentimos, señor, sólo estábamos-“

“¿Están al corriente en las actualizaciones de las apuestas?” les ordenó saber.

“…em, si…”

“Bien, infórmenme, rápido –sólo dispongo de cinco minutos antes de tener que volver a mi oficina. Apuesto otras 10 monedas de plata a Li Kouyuu…”


***


Shusui revisaba los regalos que habían llegado a la mañana siguiente de que Shuurei estuvo descansando. La mujer estaba preocupada de que el piso se hundiera si esas muestras de ‘felicitación’ no eran reubicadas pronto. ‘¿Acaso no saben que es de mala suerte dar regalos para bebé antes de que éste nazca?’ reflexionó la dama, resoplando entre dientes.

Shuurei entró a la habitación, echó un vistazo a la avalancha de regalos, y volvió a salir.

“Mi señora –“ empezó a decir Shusui a su ama, pero Shuurei se negó a acercarse a menos de 10 pies de la montaña de ‘reconocimientos’ a sus ‘esfuerzos’.

“Dónenlos a los templos y hospitales,” fue la corta respuesta de la joven hacia todos los objetos que habían llegado en semanas pasadas.

“Pero los tres ancianos han enviado un adorable-“

Los hombros de Shuurei se tensaron ante la mención de los infames instigadores, y ella se dio vuelta diciendo entre dientes:

Qué-men-los.

Shusui hizo una reverencia obedientemente y asintió.




Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/5/Manjuu_Magic

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 4

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.


***
-4-


CUARTA SEMANA: ¡LA CUENTA REGRESIVA!

Shuurei se asomó a escondidas por el alto estante de libros que la separaba de su objetivo. ‘¡Bien, está solo! ¡Esta es mi oportunidad!’

Calmadamente, se aproximó al joven hombre que estaba sentado frente a un escritorio en la biblioteca, con el pelo recogido con su acostumbrado moño y los flequillos colgando sueltos sobre sus ojos.

“¿Huh? ¿Consorte Kou? ¿Estás bien?” Kouyuu preguntó en tono serio, sorprendido por las ojeras y el semblante pálido y demacrado de la joven que se sentó frente a él.

Sujetando las manos de él por encima de la mesa, lo miró directo a los ojos y luego inclinó su cabeza. “¡Por favor, necesito que me ayudes!” le imploró desesperada. Rápidamente, la joven le dejó una nota y salió corriendo, demasiado avergonzada para esperar su respuesta, que bien podría resultar en un escándalo al verse incapaz de realizar su trabajo sin la ayuda de un hombre que motivara al Emperador. Sería humillante si eso saliera a la luz. Siendo tan honesta, ella sabía que solicitar esta clase de ayuda por parte de Kouyuu, debería hacerse con algo de discreción.

El joven le dirigió una mirada despectiva mientras ella se alejaba caminando rápidamente, atravesando el arco del patio, regresando a su residencia. ‘Qué mujer tan extraña’.

Él desdobló el pequeño papel y lo leyó en una ojeada, quejándose en seguida con resignación. Con la cabeza recargada en una mano, miró la petición despectivamente. ‘¿Así está de desesperada?’ murmuró para sí ‘Ugh…’


***


“…Bien, ¿y luego qué sigue?” cuestionó el estricto capataz, mirando penetrantemente el semblante medio alarmado del Emperador.

“Mm, eh… este, ¿Pesar –pesar la harina?” tartamudeó Ryuuki, inseguro y haciendo una mueca ante la violenta reacción de su nuevo instructor.

“¡NO!” reprendió Kouyuu, ignorando todo el pedagógico e imperial decoro al tiempo en que vertía un vaso de agua helada sobre el Emperador, regañándolo de nuevo.

“¡Waaaah!”

“Vuelve a empezar –¡recita la receta desde el principio!” le desafió el masoquista erudito, implacablemente.

El abatido gobernante de la nación acató la orden, y las ‘lecciones’ en la cocina de la consorte imperial Kou resonaban a través de los jardines cercanos del palacio, con el sonido viajando fácilmente a través del viento y por el agua de los estanques. Era de noche, y las lecciones ya llevaban horas.

Afuera, en la terraza que extendía el perímetro de la residencia, Seiran completó sus rondines habituales y se aproximó para conversar brevemente con Shusui acerca del progreso del joven, quedando los dos algo preocupados por el nivel de ‘ayuda extra’ impuesto sobre el máximo y noble rector de Saiunkoku.

“Me preocupa que esto incite aún más rumores” susurró la ojiazul cubriendo su boca con una mano. Echó un vistazo a su alrededor de nuevo, asegurándose de que ningún otro sirviente estuviera cerca para escuchar.

Seiran asintió, pero le sonrió para tranquilizarla. “Estoy seguro de que todo saldrá bien al final” Él hizo un gesto de simpatía, mientras otro vaso de agua era derramado sobre el quejoso estudiante.

“¿Tenemos que hacer esto todas las noches?” preguntó Ryuuki, exhausto y empapado.

“Lo harás hasta que la consorte Kou quede satisfecha, ¿entendido?” Arremetió Kouyuu de nuevo, sin piedad.

En la escalinata, el guardia imperial se desplazó levemente, masajeando sus sienes, intentando aún mantener su impasible sonrisa mientras Shusui le dirigía una mirada diciendo ‘¿Ves a lo que me refiero?’

“¡Bienvenido a la guarida de los condenados!” dijo ella, espléndidamente.

“Pronto, todo esto terminará”, la tranquilizó, mientras ella le servía a Shuurei una taza de té vigorizante y se reunía con ellos afuera para tomar aire fresco, apreciando el pacífico paisaje nocturno. Ella inhaló el relajante y vigorizante vapor y cerró sus cansados ojos, dibujando en su mente la cocina de su hogar en similares condiciones: con su padre relatando anécdotas sobre su día en el palacio, y ella pelando los vegetales para preparar la cena; Seiran ayudando a encender la estufa con leños y vigilando las ollas al fuego, riendo discretamente con uno que otro comentario divertido de su padre.

La pacífica escena se hizo pedazos al detonarse la siguiente explosión en la cocina, sin embargo. Shuurei, impasible y nada sorprendida, suspiró y –completamente imperturbable –dio otro sorbo a su té.

“¡Idiota! ¡¿Cómo haces para congelar y hacer explotar los huevos al mismo tiempo?! ¡No hay nada de hielo aquí –y tampoco estás cerca de ellos, de cualquier forma!” gritó Kouyuu, confundido, jalándose el pelo de frustración. “Por todos los cielos, gracias a Dios que te mantuvieron alejado de los gallineros cuando eras niño -¡Bien podrías ser una especie de demonio de la comida, o un pirómano!”

El sonido señalaba que Ryuuki se había agachado hacia el piso, protegiendo su real persona de otro helado baño. “¡No lo sé!” lamentó desganado, aunque sus dorados ojos se iluminaron inmediatamente mientras señalaba “¡Pero, la buena noticia es que aún no he quemado el agua!”

En el balcón, Seiran estaba de pie ahí, compadeciendo la escena, y Shusui masajeaba rítmicamente los pesados hombros de la consorte, murmurando calladamente “Todo estará bien, lo arreglaremos, shh… calma, ambas sabemos que las consortes ya no son ejecutadas por no concebir al primer intento, aún queda suficiente tiempo. Eso es, buena chica, shhh…”

A Shuurei le dio un ataque de hipo, tratando de asentir entre lágrimas de frustración, e incluso forzó una sonrisa hacia Shusui y al devoto Seiran. Debía ser fuerte. Había sido contratada para guiar al Emperador por el buen camino. Ella estaba-

“Uups, creo que hablé demasiado pronto,” escucharon ellos a Ryuuki comentar alegremente, y momentos después, un impresionante ‘¡BUUM!’ se oyó desde dentro de la cocina.


***


“…Ellos invitaron a un tercero anoche…”

“¡Oh! ¡¿En serio?! ¿Quién fue la chica afortunada?”

“En realidad fue un hombre, Li Kouyuu, el Secretario”

“…”

“…”

“¿Y siguen haciéndolo en las cocinas?”

“Por todas las cocinas, aparentemente. ¿Sabías que la cocina que construyeron, la hicieron contra incendios? ¡Supongo que en verdad esperaban que las cosas se pudieran candentes!”

“Bueno, cualquier cosa funciona, supongo. ¿Y las apuestas han cambiado las probabilidades?”

“¡Ahora están más a nuestro favor desde que el Secretario Li se ha unido!”

“Nadie esperaba eso –Creo que los partidarios de Ran-shogun están celosos.”

“Me pregunto si ellos tendrán su oportunidad también.”

Sentada derecha en su banco, Shuurei se forzó a sí misma a concentrarse en los caracteres del pergamino que estaba frente a ella e ignorar los cuchicheos de los sirvientes que pasaban por ahí. No era que ellos estuvieran tratando de añadir más amarguras en su bebida, pero todo el té que tomó esa mañana la había sabido amargo, a pesar de todo.

“¡Ah! ¡Emperatriz Kou!” la sorprendió uno de los ministros que la espiaba por detrás de una de las columnas.

‘Oh, no. No puede ser él de nuevo.’ Gruñó la consorte internamente, reprimiendo un bostezo. El constante acoso de los ‘bienintencionados’ oficiales no estaba ayudando a mejorar las cosas, tampoco.

Sonriendo gentilmente, ella inclinó la cabeza recatadamente al visitante indeseado, rogando mentalmente por un pronto desenlace de cual fuera el asunto que venía a discutir. Los adornos en su cabeza se sentían aún más pesados esa mañana, luchando por erguirse, luego de hacer un ademán de respeto.

“Tan sólo soy la consorte Kou, ministro, pero gracias por el grato saludo” la joven se apresuró a corregir, modesta y educadamente, con tal de evitar más rumores circulando por ahí.

El flacucho hombre le devolvió una sonrisa, con un inquietante y optimista destello en sus ojos. “¡Oh, no sea modesta, Emperatriz Kou!” insistió él, ella veía algo borroso su rostro. Shuurei entrecerró los ojos para aclarar su vista. “¡Todos estamos emocionados y felices, anticipando las buenas noticias! Sólo quería felicitarla por su excelente trabajo.”

Shuurei lo miró y se preguntó si estaba viendo doble. ‘No veo segundas intenciones en su comentario’, pensó ella vagamente, ignorando las palabras del hombre. La conversación parecía estar fluyendo ahora, pero ella ya no podía captarla correctamente. Cada dos o tres palabras, ella parecía no escuchar nada –¿quizás había ido a visitarla en sus aposentos? Si, volver a su cuarto le parecía buena idea, decidió.

Los rostros que estaban frente a ella se pusieron pálidos de consternación, con los ojos muy abiertos mientras ella se ponía de pie para despedir a sus visitantes. Ellos levantaron los brazos como precaución al tiempo en que oía a uno de ellos mencionar algo acerca de su ‘delicada condición’, antes de que se hiciera el silencio.

“¿Qué quieren decir? ¿Cuál ‘delicada condición’?” ella creyó murmurar y luego, todo se puso negro.


***


La tarde proyectaba sombras a través de la suntuosa recámara, envolviendo con una suave luz a las dos delicadas y prominentes figuras que se encontraban en ella. El hombre, con su largo cabello cayendo suelto sobre sus hombros, sentado al lado de la mujer en la cama, y ella estaba recostada ahí, pálida e inmóvil. Su oscuro cabello estaba esparcido a través de las sábanas, y de vez en vez, el hombre se estiraba para retirarlo de la cara de la dama, alborotado por la brisa que cruzaba las ventanas cercanas.

Ryuuki observaba callado la figura exhausta de Shuurei mientras dormía, abandonándose a sí mismo a la culpa que lo inundó después de ser informado de su colapso ese día.

“Mi señora es fuerte”, Seiran comentó, situado en la entrada desde donde lo observaba. Ryuuki no se había apartado de su lado. “Una vez que descanse, se pondrá bien. Estará enfadada si se entera de que estuviste aquí a su lado perdiendo el tiempo cuando podrías aprovecharlo practicando.” Le comentó más en tono de broma que de reproche.

El Emperador nunca distrajo su atención de la mujer iluminada por la luz ambarina de la ya próxima puesta de sol. “Yo provoqué esto”, señaló él, tranquila y calladamente. Él se estiró de nuevo, pero retiró su mano antes de poder tocar la frente de ella. “Ella se esforzó tanto por ayudarme, que se enfermó. Y yo ni siquiera soy capaz de ayudarla, ni tengo nada qué mostrarle a mi pueblo, que confía tanto en mí para guiarlo”, dijo con voz suave, más decepcionado de sí mismo de lo que nunca había estado –porque ahora que estaba realmente dando lo mejor de sí, se dio cuenta de que no había tenido éxito. “Pronto habré decepcionado a todos: a la corte, a los consejeros y a Shuurei.” Dijo él, mirando fijamente sus devotas manos mientras ella yacía dormida en la cama, con los brazos sobre las mantas con las que él solía arroparla. “Quiero que ellos estén orgullosos de mí, que crean en mí como un buen gobernante.”

Seiran vio cómo el joven, cuidadosamente, retiraba de nuevo el pelo suelto de la cara de Shuurei, escuchando los suaves y familiares sonidos de su respiración durante algunos minutos antes de retirarse de la habitación, sin ser notado.

‘Yo-‘ Dijo mentalmente Ryuuki, despojándose de su habitual formalidad auto impuesta de soberano, optando por hacer su juramento como hombre, en vez de Emperador. ‘No quiero decepcionarte nunca, Shuurei’. Shuurei seguía sumida en su sueño, imperturbable a las atenciones de su ‘esposo’.

Poco después, se vio interrumpido por la firme mano de Shouka, que paternalmente lo palmeó en el hombro. Él levantó la vista hacia el hombre que había sido su maestro y, en muchas formas, su guardián, e inmediatamente se reprendió a sí mismo por no alertarlo oportunamente sobre el estado de salud de su hija. No había señas de represalia o condena en ese familiar y agudo rostro, sólo comprensión y compasión.

“Acompáñeme con una taza de té, su Majestad”, le dijo a manera de invitación, mirando tiernamente al joven Emperador. Ryuuki asintió dudando un poco, dando un vistazo final a Shuurei y mentalmente prometió volver con ella pronto. Siguió a Shouka hacia la cocina de la residencia, sentándose frente a la enorme mesa de trabajo mientras el otro hombre preparaba su brebaje, que era capaz de envenenar hasta al más fuerte de los soberanos, alcanzándolo poco después, tomando asiento en uno de los bancos cercanos.

Ellos observaron las ondeadas nubes de vapor elevarse de sus tazas por varios minutos, mientras ese ambiente de cordialidad envolvía al joven hombre. A través de los años, se habían habituado a sentarse así, compartiendo los platillos que preparaba Shuurei. Sus ojos se nublaron otra vez con ese recuerdo. Tenía que encontrar la manera de… Ryuuki suspiró y dejó que se le escapara la idea, estaba demasiado exhausto para darle vueltas esta vez. Dio un sorbo a su té, agradeciendo que le hicieran compañía en estos momentos.

Shouka instó a Ryuuki a compartir con él sus pensamientos, notando que el apesadumbrado joven se relajaba en cierta medida. Sus dorada mirada se apartó tristemente y con algo de vergüenza, pero se atrevió a hablar pocos minutos después, declarando que sólo quería aprender a preparar los manjuus de Shuurei.

“Aaahh…” Sonrió Shouka, sabiamente, “Ya veo. ¿Por casualidad alguna vez te contó cómo es que aprendió a prepararlos?” inquirió el hombre mayor, posando sus dedos tranquilamente alrededor de la exquisita taza que sostenía.

Ryuuki negó con la cabeza. Ahora que lo pensaba, no, ella nunca lo había mencionado.

Shouka arrugó los párpados, mostrando sus patas de gallo, mientras reía por lo bajo y se inclinaba sobre la taza, con los codos recargados a los lados y recordando con soltura. “Bueno, Shuurei siempre quería ayudar a su madre cuando era pequeña. Su madre y yo nunca fuimos buenos cocinando, aunque ella podía cocinar deliciosos panecillos cuando estaba inspirada. Por fortuna, Seiran siempre estaba al pendiente cuando explotaba la cocina” rió él, divertido con los recuerdos, y Ryuuki le correspondió con una leve sonrisa, admitiendo que los esfuerzos de su guardia eran dignos del profundo aprecio de quienes lo rodeaban.

“Bien, pues éste es un secreto poco conocido”, continuó el sabio hombre “pero Shuurei también pasó por momentos duros para aprender a cocinar”. Ante esto, Ryuuki miró sorprendido a su interlocutor. “Si, tú lo ignorabas, ¿verdad? Bueno, ella heredó nuestras pobres habilidades culinarias. ¡Incluso empezábamos a preguntarnos si accidentalmente nos envenenaríamos preparando arroz pegajoso!” Rió fuertemente Shouka, ignorando el pálido y horrorizado rostro de Ryuuki.

‘¡Ahora sé cómo es que ha resistido tantas intoxicaciones en el palacio!’ pensó el rubio para sí. ‘¡Ella ya es parcialmente inmune!”

“Pero luego, un día ella nos sorprendió con esos manjuus. Una vez que dominó la técnica para preparar los más simples, avanzó a aprender a preparar otros bocadillos, y luego otros platillos. Le tomó tiempo, pero lo logró. Su madre le preguntó una vez cómo hizo para aprender tan bien, ¿y sabes lo que ella respondió?”

Ryuuki sacudió la cabeza.

“Le dijo a su madre que Seiran había ido con un cocinero en busca de consejos, y volvió con una sola palabra: amor.”

“¿Cómo me ayudará esto a dominar la cocina antes de que llegue el plazo límite que me pusieron los consejeros?” interrumpió el joven, aprisionando su taza de té.

Shouka calló un momento, mientras su oyente se relajaba, y luego prosiguió. “Verás, antes, Shuurei estuvo tratando de impresionarnos para ganarse nuestros elogios –pero cuando Seiran volvió para ayudarla a preparar la siguiente tanda, alentándola a demostrar su amor por los demás mediante su amor por la cocina, la frustración y la amargura desaparecieron y fueron reemplazadas por la alegría y el éxito. Fue una revelación bastante deliciosa.” Bromeó brevemente, recordando la sorprendida y dichosa mirada en los rostros de Shuurei y Seiran (cubiertos de harina) cuando orgullosamente presentaron el primero de una larga fila de maravillosos manjuus al archivista y su esposa, en el huerto de la casa. “Así que” miró cuidadosamente la transformación que sufría la cara del Emperador ante el relato “no olvides demostrar tu amor cuando le sirves a otros. No siempre es importante impresionarlos, sino ser sincero y demostrar amor verdadero, esforzarte por hacer felices a los que te rodean sin tener que buscar necesariamente su alabanza y admiración. Eso te guiará hacia el camino correcto. Es simple, por supuesto, pero es el mejor comienzo.” Shouka sonrió reconfortantemente al hombre que estaba destinado a gobernar y servir en igual medida. “¿Lo has comprendido, jovencito?” No dijo ‘Ryuuki’, ni ‘Emperador’, ni ‘Su Majestad’ –sino ‘jovencito’.

“Yo… eso creo” respondió con incertidumbre, cuidadosamente colocando su taza vacía en la mesa. ‘Es en el dar, en el amor que yo siento por los demás, en lo que debo concentrarme –no en ganarme sus alabanzas’ reflexionó él. ‘Servirles en pos de su bienestar y felicidad –no por el reconocimiento de mis esfuerzos para ganarme su amor a cambio –esa clase de amor es más importante.’

Shouka se relajó al tiempo que se puso de pie e hizo una reverencia, recolectando las piezas de la vajilla y colocándolas a un lado para que los sirvientes las lavaran por la mañana. “Me alegro. Me marcho a casa, luego de que vea a Shuurei de nuevo y me despida. Gracias por tu tiempo.” Empezó a dirigirse hacia la puerta, cuando sintió que una mano tiró de su manga.

“Yo –gracias por el té” le dijo Ryuuki con voz suave pero confiada, reconociendo con gratitud la ayuda de su maestro.

El paciente hombre palmeó su mano, tranquilizándolo una última vez, sonriendo con aprobación. “Fue un placer.”

Ryuuki se reclinó en su silla, recorriendo con la mirada la habitación en la que todos habían puesto sus esfuerzos para proveerle a él (y a Shuurei, desde luego) de todo lo necesario. Ninguno de los carpinteros, cocineros o guardias le habían pedido nada a cambio, al menos, nada que él supiera. De hecho, habían recibido ‘órdenes’ de cumplir con su trabajo, así que bien pudieron actuar perezosos o esforzarse lo mínimo necesario. Él dudaba que hubiesen recibido algún tipo de reconocimiento por su labor, más que el superfluo ‘orgullo de haber sido escogidos para servir al Emperador’, excusa a la que se recurría frecuentemente.

Llegando a una decisión, el Emperador removió los adornos que llevaba sobre la túnica y los colgó en una silla que estaba en el cuarto contiguo, antes de recoger torpemente su largo cabello lo mejor que pudo.

“Hacerlo con amor”, se repitió a sí mismo, con silenciosa determinación.

Y con confianza, alcanzó a tomar la harina.

Seiran sonreía para sí mismo, recargado en el quicio de la puerta, justo afuera de la cocina, contento al ver felices a las personas que estaban cerca de él. Dos docenas de cubos de agua quedaron alineados de manera organizada en el piso, junto a él.

Menos de 30 segundos más tarde, Ryuuki demostró que nunca los decepcionaría, y Seiran extinguió el primer incendio de la noche con un nabo que apareció mágicamente de la nada.




Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/4/Manjuu_Magic

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 3

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.


***

-3-


TERCERA SEMANA


“-Practican regularmente, día y noche, señor. Todo el personal está bastante, ehm, sorprendido por su dedicación.” Respondió el sirviente, algo avergonzado. Pellizcando los bordes de sus mangas, no pudo ocultar el leve rubor que teñía su nuca. “El Emperador, aparentemente, ha dominado su, ehm, ‘destreza’ y el ‘calentamiento’ en esos menesteres., buscando a la consorte Kou por su propia voluntad. Nuestra señora también ha puesto mucho de su parte cooperando, señores.”

Shou Taishi bajó el ejemplar del libro ‘Los Nombres más Populares para los bebés Imperiales y sus significados’ que había estado hojeando, y sonrió astutamente al joven paje.

“Excelente trabajo, sigue así. Esperamos otro reporte completo la próxima semana.” Reflexionó el viejo consejero, encubriendo magistralmente su extensa sorpresa –y júbilo.

“Entonces, ¿seguimos con el plan?” se quejó Sou Taifu detrás de él mientras el paje se alejaba. Las amplias y callosas manos del ex general soltaron las agujas de tejer y sujetaron el delicado, asimétrico y multicolor mameluco que había estado diseñando. Era bastante desigual, notó él, mientras lo inspeccionaba –y además tenía una pierna de sobra, aparentemente, en caso de que el bebé naciera con una cola.

Sa Taiho, que estaba a un lado del militar en la mesa, abandonó su pincel y rió por lo bajo con diversión, asintiendo, y Sou Taifu exhaló un quejido áspero en dirección hacia él, desconcertado y volvió a comenzar de nuevo.

Estrujando su barba, con la sonrisa dibujada en su boca, Shou Taishi rió abiertamente y asegurándose a sí mismo “Si, estamos haciéndolo bien”, dijo ligeramente apacible. ‘Y esa modificación a la recámara de la consorte Kou debe realizarse de inmediato, pues eso asegurará mi –quiero decir, ¡su éxito!’ se jactó internamente el diabólico hombre. Al recargarse en los hombros de Enjun, sus cejas de pronto se empezaron a surcar de preocupación.

“¡Enjun!” exclamó fuertemente, asustando al otro hombre. “¡Ya discutimos esto!” Apuntando deliberadamente hacia los patrones y anotaciones esparcidas en los planos del cuarto para bebés que estaban sobre la mesa. Enjun suspiró, encogiéndose de hombros, mientras su amigo continuaba con el sermón. “¡Habíamos quedado que los patitos iban en la recámara y los ositos en la terraza! Corrígelo de inmediato…”


***


Shouka levantó la vista hacia el jadeante ministro que había entrado corriendo a buscarlo en los archivos. El hombre se abanicaba con una mano, y con la otra se apoyaba en los estantes.

“Ministro, ¿se encuentra bien? ¿Quiere tomar asiento?” inquirió el educado archivista, alarmado con la apariencia abigarrada de su visitante.

Haciendo una señal con la mano para que no se preocupara, el oficial se incorporó lo más decente que pudo, como si fuera a informar una noticia muy importante –antes de caer de rodillas, aferrado a la túnica de Shouka y con lágrimas de alegría.

“Gracias por criar a la mujer que salvará a esta dinastía, ¡y mucho más, por elevar su estatus en proporciones épicas!” balbuceó el prominente hombre, superado por la gratitud y la emoción. “Todo el palacio lo sabe.” Prosiguió el trastornado oficial, secándose las lágrimas con la vestimenta de Shouka, mientras el comúnmente inalterable bibliotecario hacía una mueca de incomodidad frente a sus atenciones. “¡Hay un pan en el horno!**** ¡Estamos salvados! ¡Y todo es gracias a usted! Gracias, Shouka-sama -¡ha hecho un enorme favor a esta nación al criar una hija tan abnegada!”

‘Debe estar enseñándole a cocinar manjuus otra vez’, comprendió el redentor, vagamente. ‘Espero que me manden algunos la próxima vez.’ Palmeando la espalda del ministro en forma paternal, Shouka lo ayudó a ponerse de pie, ofreciéndole un pañuelo y una sonrisa.

“Descuide, descuide –mi hija es una excelente profesora, muy paciente, y se asegurará de apoyar al Emperador en la medida de lo posible. Lleva años de experiencia en esto, desde antes de venir al harén Imperial, ¿sabe? ¡Es por eso que fue elegida!” informó el sabio hombre, recordando el tiempo en que Shuurei enseñaba a los niños en el templo local. “Si. Estoy seguro de que ella dará lo mejor de sí, día y noche, para ayudar al Emperador a salvar Saiunkoku.” Le sonrió al ahora decididamente incómodo burócrata.

“Ah, bueno…” farfulló el visitante, con una mirada que claramente expresaba ‘hay algo que está esencialmente retorcido en el clan Kou’. “Sólo pasaba por aquí para darle las gracias y felicitarlo. ¡Buen día!” finalizó con prisas, retirándose precipitadamente hacia la corte.

Shouka lo alcanzó a oír murmurar algo acerca de que ‘sus excentricidades de familia están destinadas a corromper el linaje imperial’, mientras el hombre salía huyendo, pero le restó importancia y volvió a su trabajo como si nada.


***


Al volver de su paseo por el jardín, Shuurei se encontró con que no había una, sino dos nuevas añadiduras en su residencia. Había tomado un momento de relajación entre el exuberante césped y los arqueados puentes para poner en calma sus agitados nervios después de una noche de leves explosiones en las cocinas.
‘Debe ser mi imaginación’, decidió mientras miraba a su alrededor estupefacta. ‘Debo estar viendo doble, o estoy exhausta, oh, a estas alturas, primero muerta que ver mis habitaciones en este momento. ¡No es así como lo dejé esta mañana! ¿Qué está pasando aquí?’

Ella pronunció esto último en voz alta, y Shusui salió de la habitación disculpándose y explicando que todo eso era para su comodidad, en vista de su futuro… huésped.

“En verdad que se esmeraron mucho, consorte Kou”, dijo con halago la simpática y madura mujer, tomando a Shuurei de la mano y guiándola a examinar las remodelaciones de último momento. “Y será maravilloso, porque tendrá su propia cocina privada.” Agregó, aprovechando el instante de ilusión y excitación que brillaba en los ojos de Shuurei al momento de inspeccionar la primera de las dos nuevas modificaciones.

“¿Quién hizo todo esto?” se preguntó Shuurei discretamente, apreciando la extraordinaria funcionalidad con que los carpinteros imperiales habían diseñado la habitación.

“Oh, fueron los consejeros, con el permiso de Su Majestad, por supuesto.” Respondió la castaña mujer, sonriendo dulce y amablemente.

La ceja de Shuurei tembló.

“Y también enviaron una gran colección de libros alusivos. Aunque…” la dudosa voz de la dama vagó a la deriva, y Shuurei inmediatamente la acompañó en su desazón al momento de leer de cerca los títulos de los ejemplares. Sus cejas se levantaron de forma alarmante al momento en que su significado y temas, se incrustaron en su pobre y virgen cerebro.

“Esos entrometidos…” su temperamento explotó mientras lanzaba al piso hasta el último volumen: un calendario con ‘¡Los días más afortunados para concebir! ‘ cuyo título estaba resaltado con un fuerte y llamativo color –adornado tiernamente en las esquinas con dibujos de conejos y tortugas, trazados por la cuidadosa mano de Sou Taifu.

Temblando de ira, Shuurei salió corriendo hacia el jardín, echando hacia atrás la cabeza y gritando con todas sus fuerzas “¡Ryuukiiiiiiiiiiiiiiii!”


***


(Mientras tanto…)

Ante el inhumano grito, el Emperador levantó la cabeza y se disculpó, retirándose de la reunión, explicando que debía ir a informarse sobre el dolorido estado de su consorte. Momentos después, se había ido.

Los abandonados oficiales de la corte, se miraron unos a otros, asombrados, para después estallar en lágrimas de alegría y saltando para celebrar.

“¡Vamos al templo!” gritó uno, sonándose la nariz con un pañuelo para despejar la congestión originada por su desbordante felicidad. “¡Debemos prender inciensos para rogar a los Iluminados que bendigan esta jubilosa y prometedora ocasión! ¡Tenemos que enviar todos nuestros buenos deseos al Emperador!”

“¡Viva! ¡Si! ¡Al templo!” gritaron sus camaradas.

Mientras ellos salían en estampida, Li Kouyuu escuchaba sus patéticos gritos de felicidad desde su oficina. Giró de su asiento hacia la ventana, con sorpresa, al verlos pasar corriendo.

“¿Qué les pasa, idiotas?” les gritó aferrándose al marco de la ventana, mientras éstos se alejaban, y él agitaba furiosamente su puño. “¡Lo único que conseguirán de esto es una gran decepción!”

Ellos lo ignoraron por completo.


***


“¡Seiran!” gritó jubiloso, el Emperador, colgando imprudentemente del balcón con una canasta de vapor pendiendo de sus dedos. El guardia levantó la vista calmadamente desde su posición en el jardín. “¡Seiran, lo logré! ¡Ya tengo un pan en el horno!****”

“¡-En la vaporera!” corrigió su consorte en seguida, desde dentro de la residencia. Muy pronto, ella se hizo a la idea de tener su propia cocina otra vez, y Ryuuki había insistido en ocuparla para ‘cocinar platillos de prueba’ y practicar. Ella rezó, vehementemente, porque la construcción estuviera reforzada contra incendios.

Afuera, en el jardín, Seiran asintió, asimilando las palabras del Emperador. “¡Seguro que quedará excelente!” respondió el joven hombre, sonriendo a su hermano menor. Ryuuki le devolvió una brillante sonrisa.

‘Y es probable que esto llegue a oídos de los sirvientes también’, admitió deprimido, Seiran.

“Es mucho mejor si podemos hacerlo aquí, en la alcoba de Shuurei” comentó contento el joven soberano a Seiran, como si no estuvieran siendo espiados por todos los sirvientes del palacio oyendo a escondidas. “Siempre nos estaban interrumpiendo, ¡así que nunca podíamos terminar!”

“Excelentes noticias, su Majestad. Les deseo suerte.” ‘Ya que ambos se verán inundados de ‘buenos deseos’ y ‘consejos’ que todo el imperio querrá ofrecerles –y es seguro que lo harán’, lamentó el compasivo guardia. “¿Se les ofrece algo más?”

“¡Definitivamente, te invitaremos a verlo cuando terminemos, Seiran!” exclamó el Emperador, ansioso por compartir sus logros.

‘Oh, no puedo esperar a ver cómo los sirvientes distorsionan esto’, pensó Seiran internamente. “Desde luego, Su Majestad” respondió sublimemente “Desde luego.”


***


(Varios días después…)

“Este paquete es para usted, Su Majestad”, indicó solemnemente el sirviente, muy temprano esa tarde en la sala de estar de la consorte Kou. Una montaña de manuscritos ‘instructivos’ y ‘sugestivos’, ilustraciones, notas y manuales fueron apilados a su izquierda, colmados con docenas de sobres de té y hierbas ‘energizantes’ y ‘estimulantes’.

“Y este es para la consorte Kou” aseveró, dejando un montón similar al otro lado.

El Emperador y su consorte se quedaron rígidos en su asiento, colmados con las muestras de ‘apoyo’ que la corte les ofrecía. Apoyo que ellos no habían solicitado.

“Eh, ¿por qué nos están dando esto?” preguntó el Emperador, algo temeroso de la respuesta. Los paquetes, brillantemente coloreados, lucían amenazantes formando una pila tan alta.

“Simplemente, para desearles la mejor de las suertes con la tarea que les han encomendado los tres consejeros” insistió el hombre con sinceridad, mientras el Emperador inspeccionaba los paquetes.

Recibiendo permiso de su ‘esposo’, Shuurei leyó en silencio la carta adjunta dirigida a ellos, de parte del Ministerio de Relaciones Públicas y Ceremonias.

Luego de un instante y un gruñido apagado, Ryuuki observó cómo los hombros de su bella y simpática consorte se sacudieron momentáneamente, al tiempo que su cara se deformaba reflejando venganza y furia. Sin embargo, esto duró poco, tanto, que él casi pensó que había sido producto de su imaginación, ya que ella se levantó graciosamente para encarar al sirviente con una idea fresca en la mente. “Lo siento” dijo recatadamente, pero fue rápidamente interrumpida al notar que Ryuuki estaba a punto de probar uno de los tés.

“¡RYUUKI, pon ese té de vuelta inmediatamente, ¿me oíste?!” chilló ella, salvajemente, horrorizada ante el potencial destino que, sin duda, ese té tendría.

Regresando de mala gana el té al montón en la pila, él suspiró alejándose, y Shuurei le reprochó dulcemente con un tono insistente, “vamos, prepara las cosas en la cocina –tenemos mucho qué hacer esta noche. Nada de atajos, ¡lo haremos de forma tradicional!”

Dirigiéndose algo nerviosa al fiel sirviente, muy educadamente le explicó, señalando nuevamente la pila de paquetes “Esos no son para nosotros…”


***


Más tarde, esa noche, algo atontado, Sou Taifu abrió la puerta de la Cámara Celestial, con las ajugas de tejer asomándose de los bolsillos de su ropa de dormir –aún no lograba hacer una funda lo suficientemente masculina y que se ajustara perfectamente a ellas. Al menos, no una que conjugara la longitud y el diseño a la vez.

“¿Mmp?” observó a su visitante nocturno.

El sirviente aclaró nerviosamente su garganta frente al medio consciente y veterano militar, y dijo “La consorte Kou y su Majestad insistieron en hacer las cosas a la manera ‘tradicional’, y les envían estos presentes a modo de agradecimiento por sus esfuerzos y apoyo.” Finalizó con un dramático gesto, abarcando las carretadas de ‘suministros’.

El intimidante líder militar echó un vistazo a los paquetes, indiferente, hasta que su vista se posó sobre un llamativo frasco de té que se asomaba por encima. Sus ojos se entrecerraron con furia y tomó el té, gritando violentamente a su colega presente, “¡SHOU! ¿Qué significa esto?” gritó amenazantemente, agitando el ofensivo frasco de hojas de té. “¡Acordamos no influenciar las apuestas de la corte sobre el sexo del bebé!”

Sentado frente a su recientemente establecido santuario dedicado a los ‘espíritus del hogar y la fertilidad’, los hombros de Shou Taishi se sacudieron por la sorpresa, dejando caer la ofrenda de dulces y pasteles que estaba colocando, maldiciendo entre dientes por la interrupción.

“Sólo termina de atender a tu visita y ven a ayudarme a terminar de encender los inciensos que faltan, Sou.”


***


¿Qué quieren decir con que ‘estamos registrando un faltante de provisiones en la cocina’?” Gritó exasperado, el jefe de cocineros al personal del almacén reunido pesarosamente frente a él, dándole el reporte de esa mañana.

Con la cabeza baja, uno de los sirvientes explicó “¡Pero ahora sabemos la causa!” le dijo optimista.

Todo el personal contuvo el aliento mientras su compañero le contaba el rumor de que había sido el Emperador en persona quien había estado retozando recientemente con la consorte Kou muy tarde por las noches en la cocina, y que ambos eran los responsables por las provisiones faltantes.

Hubo un momento de angustioso silencio, cargado de expectación, mientras todas las miradas se centraban en el jefe de cocineros, esperando su reacción. Pero no esperaron mucho. El alto, velludo, pero inmaculado ex soldado, farfulló, tosió, y luego estalló en una carcajada, asustando a morir hasta al último miembro presente en la cocina. Palmeando en la espalda a su subalterno, visiblemente entusiasmado, lo felicitó elocuentemente por contarle la historia.

Él ordenó a todos regresar a sus labores, no sin antes advertirles estar pendientes de los ‘traviesos emperadores’, que posiblemente deambularían por las cocinas como ‘gatos callejeros’ por las noches, hurtando su propia comida.

El jefe de cocineros rió para sus adentros el resto del día.




***Nota de Violet Raven: “There’s a bun in the oven” o en español “Hay un pan en el horno” = En término figurado hace referencia a un embarazo.

Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/3/Manjuu_Magic

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 2

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.


***

-2-


DOS SEMANAS DESPUÉS DE QUE LOS CONSEJEROS INFORMARAN A RYUUKI SOBRE SUS ‘GRANDES EXPECTATIVAS’ DE ÉL –A mediados de mes


Un ministro, seguido de varios asistentes de menor rango, abordó a Seiran mientras éste realizaba su rondín por la Residencia Imperial esa tarde. Sorprendido, el guardia se detuvo frente al hombre. Las doradas fibras de seda de la túnica del ministro, brillaban como escamas a la luz del sol, y éste sonrió ampliamente y saludó a Seiran, como si fuesen viejos amigos.

“¡Ah! Seiran, qué suerte encontrarte por aquí –estaba pensando en ti.” Ronroneó el inquietante hombre, ajustando sus opulentas ropas.

“¿En qué puedo servirle, señor?” preguntó el guardia, cortésmente, aunque ya había adivinado las intenciones del hombre. El ministro sonaba casi tan sutil como un potro salvaje dentro del salón de una dama –o como los ancianos consejeros…

“Oh, me preguntaba si tú y la consorte Kou siguen en buenos términos –ella ha estado tan ocupada desde que llegó al Palacio, que nosotros, los ministros, creemos que apenas si reconoce a sus viejas amistades o si acaso tiene tiempo de visitar a su padre en los archivos.” Dijo con una voz afectada. Seiran le sonrió amablemente y esperó a que continuara.

“Es que, recientemente, han habido rumores de que ella y el Emperador se han vuelto cercanos, y los sirvientes han estado diciendo que se les ve muy activos por las noches…” insinuó el hombre, alejando la mirada brevemente antes de encontrarse con la ahora severa y fría expresión de Seiran. El ministro fisgón, vaciló frente a la mirada fulminante del guardia, tragando saliva varias veces tratando de decidir cuál de las dos opciones, pelear o huir, era más convincente.

Jugueteando con su bonete, uno de los jóvenes asistentes avanzó para pronunciar gentilmente, “Seiran, queremos saber si tú puedes confirmar si ellos están pasando las noches juntos –en verdad lo sentimos, no tenemos intenciones de entrometernos, pero no queremos hacernos falsas ideas. Esperar un heredero al trono que confirme y afiance el reinado del Emperador… y que eso termine decepcionando al pueblo. Ellos ya están bastante emocionados debido a la buena influencia de la consorte Kou sobre su Majestad. Estoy seguro de que tú entiendes la situación.” Finalizó el joven hombre, cautelosamente. Sus colegas se movían a sus espaldas, inquietos e inseguros de cómo reaccionaría el distinguido guardia. Uno de ellos, rápidamente elevó una plegaria a sus antepasados, rogando le perdonaran sus pecados y le dieran una cálida bienvenida, por si acaso encontraba una muerte prematura a manos de la impresionante espada del guardia.

Seiran miró por encima al temeroso grupo de hombres, y luego de un momento de reflexión, dejó salir un paciente y resignado aliento. Luego de tantos años de desasosiego, él comprendía bastante bien el motivo de su agitación, de hecho, no podía culpar a los ministros por mostrar cierta incertidumbre al enfrentarse con un evento político tan trascendental. Y Shuurei… ella no merecía que insulsos rumores ensuciaran su reputación. Ella era demasiado bondadosa para eso.

Relajando sus hombros, para alivio de los presentes, Seiran asintió.

“Estoy seguro que su Majestad y la consorte Kou son personas muy exitosas por sus propios logros, y que tienen planes para impresionar a todos a su debido tiempo.” Dijo él, interrumpiendo el siguiente y ansioso cuestionamiento del joven asistente. “Eso es todo lo que puedo confirmar. Tendrán que esperar al anuncio oficial a finales de mes para mayores informes. ¿Puedo ayudarlos en algo más?”

“¡No, gracias!”

Los improvisados inquisidores salieron huyendo hacia su oficina, para enterrarse en su trabajo –e indudablemente, en sus rumores –dejando a Seiran, quien sacudió levemente la cabeza con resignación. ‘Estamos a medio camino’ reconoció agradecido –‘dos semanas más de esto, y la paz y la tranquilidad volverán…’ sus pensamientos viajaron hacia su señorita y su Majestad y a la forma en que sus escaramuzas se convertían en fieras batallas de obstinación. Ambos eran personas apasionadas e impulsivas; ‘tal vez eso juega a su favor, sin embargo’, reflexionó él. ‘Definitivamente, Ryuuki necesita alguien que lo mantenga alerta (alguien además de los consejeros), y Shuurei –‘ él sintió que sus entrañas se revolvían lenta, pero exponencialmente –detuvo su traicionero orden de ideas, antes de que éste avanzara más de lo que debía.

Él prosiguió con sus rondines. Al pasar por la zona de los sirvientes, hizo una pausa, contemplando el jardín por un momento. Para su sorpresa, lo que vio fue a Ryuuki arrastrando a una reacia y agotada Shuurei hacia las cocinas. Ella lucía unas enormes ojeras a pesar del impecable maquillaje que llevaba y sus pesados pies apenas podían seguir el ritmo de la impetuosa marcha del Emperador.

“Su Majestad,” le suplicó ella, “es medio día -¿no podemos tomarnos un descanso?”

El joven sacudió la cabeza vigorosamente y con perseverancia. “No, Shuurei –la gente confía en nosotros, ¡no podemos decepcionarlos!”

“Ryuuki…” Seiran escuchó el ruego de la consorte mientras la pareja daba vuelta a la esquina, fuera de su vista.

“¡Es por el bien de nuestro pueblo, Shuurei! Además, en verdad lo estoy disfrutando, ¡y quiero aprender más, después!” declaró el dedicado joven.

Mientras los sirvientes se dispersaban, con las caras rojas, para esparcir las buenas nuevas del más reciente encuentro de la pareja real, Seiran suspiró. El hecho de que el Emperador tuviera tan escabrosas nociones en su cabeza, tales como estudios culinarios avanzados, le hizo temblar internamente.

El guardia imperial hizo una mueca al suponer que, sin duda alguna, el perímetro Imperial sería incinerado en cuestión de días si es que Ryuuki cumplía su deseo.

‘Y entonces, seré yo quien tenga que continuar con el linaje Imperial,’ se quejó el peliplateado, a modo de broma ‘¡si es que por accidente él mismo se incinera en el proceso!’

Esa incoherencia arrancó una sonrisa de sus labios mientras se alejaba, perdido en sus pensamientos. Y luego se detuvo en seco.

‘Espera un momento…’



Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/2/Manjuu_Magic

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 1

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.


***

Aclaración: ¡Saimono no me pertenece!

Nota de la autora: La historia tiene lugar en el tiempo en que Shuurei trabajó como ‘profesora’ de Ryuuki en el palacio… y me he tomado algunas libertades. ¡Mis disculpas a todo aquél lector que esté pendiente del canon!

Importante: Diálogos " " Pensamientos ' '


***

-1-

PRIMERA SEMANA

Shou Taishi estaba de pie con los brazos cruzados a su espalda, mirando el paisaje de la capital desde el balcón de la Cámara Celestial. Al sentir que el Emperador fruncía el ceño detrás de él, ocultó su sonrisa.

“¿Que tienen ‘grandes expectativas’ de mí para finales de este mes?” repitió Ryuuki. Estaba tentado a fulminar con la mirada al astuto hombre que tenía frente a él.

“Si, así es.” Agregó Sa Taiho, depositando su taza de té suavemente sobre la mesa frente a la cual estaba sentado. Estaba rodeado de libros y pergaminos conteniendo la genealogía Imperial. “Tu consorte te ha ayudado mucho; todos hemos notado cuánto has progresado dejando atrás tus antiguas y perezosas costumbres.” Ryuuki, insultado, saltó al oír esto, pero Sou Taifu lo interrumpió antes de él poder contestar.

“Necesitas demostrarle al pueblo de Saiunkoku lo mucho que has cambiado,” aconsejó el corpulento y canoso militar, mientras pasaba los dedos por un delicado juguete infantil. “Demuéstrales el gran líder que eres. Eres tan responsable de ellos, como lo es un general de sus tropas; como lo es un padre de su familia. Demuéstrales que has aprendido nuevas habilidades y que ahora eres valiente, fructífero, productivo. Esas cualidades también impresionarán a tu consorte Imperial, su Majestad… “ Hizo una pausa, permitiendo que el significado de esa última oración hiciera su efecto en Ryuuki, fingiendo no prestar atención al patito de juguete que tenía en su amplia y callosa mano. A espaldas del Emperador, Kouyuu y Shuuei se miraban uno al otro, quejándose internamente; esos viejos buitres eran tan sutiles como un montón de estiércol a mitad del sofocante verano.

“¿Y por qué para finales del mes?” continuó Ryuuki, mirando detenidamente a los ancianos.

“¡Es tiempo suficiente para practicar con la consorte Kou!” Sonrió Shou Taishi sugestivamente, con las manos de frente metidas en las mangas. Volteando hacia él, dijo “Estoy seguro que harás enorgullecerse a tus ancestros, su Majestad.” Agregó significativamente.

“Y no tiene que ser necesariamente la consorte Kou –cualquier mujer de buena cuna funcionará, en verdad.” Interrumpió Sa Taiho amablemente y con ilusión. “¡Resulta que yo conozco algunas damas –ay!” Miró con ira a Shou Taishi, quien como por arte de magia, apareció por detrás de él, sonriéndole forzadamente (y eso era bastante amenazador, ¿no?).

Con el ceño fruncido, el Emperador miró a los dos misteriosos ancianos. Algo muy sospechoso estaba ocurriendo, pensó él.

“A fin de este mes, haremos el anuncio a los nobles de tu nuevo liderazgo productivo para tranquilizarlos, y decirle al pueblo de tu faceta familiar y protectora hacia ellos.” Repitió Shou Taishi, con las manos agarradas a los hombros de Sa Taiho en forma amistosa –sus blancos nudillos brillaban con camaradería, en realidad. El anciano que estaba sentado, asintió haciendo una mueca de dolor como señal de apoyo.

“Con la consorte Kou.” Refunfuñó Sou Taifu desde su posición en la mesa.

“Y ustedes tienen ‘grandes expectativas’ sobre mí para este anuncio.” Murmuró Ryuuki por tercera ocasión, alejándose. “Muy bien. Hablaré con la consorte Kou esta tarde. ¡Pero no interfieran!” Repentinamente se volvió para hablarles a los consejeros que lo miraban esperanzados. Los ancianos le sonrieron y se despidieron de él con la mano mientras se alejaba, todavía murmurando algo así como ‘esos vejestorios y sus planes’. Kouyuu y Shuuei salieron detrás de él en silencio.


***


“-Simplemente nunca puedo entender lo que planean hacer esos vejetes con sus pequeñas intrigas y complots -¡Incluso Sou Taifu también se ha vuelto loco! ¿Lo vieron jugando con ese patito de juguete, como si nada?” El joven daba fuertes pisadas por el pasillo que se alejaba de la Cámara Celestial, con una rabieta infantil y todo su decoro imperial olvidado. Unos cuantos pasos atrás de él, Kouyuu despejaba los verdosos cabellos de su cara con irritación mientras Shuuei se encogía de hombros indiferente. Ya estaban acostumbrados a los berrinches de su emperador.

Al dar la vuelta en una esquina en su camino de vuelta al palacio, sin embargo, Kouyuu sujetó al quejoso emperador y lo detuvo en su camino.

“Shh, su Majestad,” intervino Shuuei con su suave voz en lugar de Kouyuu, quien parecía que estaba a punto de estrangular al inmaduro líder de la nación. “Escuchen.”

“-Lo único que pido es un hombre cariñoso.” Dijo una sirvienta a su compañera mientras limpiaba un jarrón cercano, fuera del alcance de la vista de ellos. “Aunque, ¡debo admitir que no sería tan malo despertar al lado de una cara bonita!”

Las mujeres rieron juguetonamente mientras continuaban su charla.

“Me encantaría tener hijos, si es que tuviera un hombre.” Agregó otra, con envidia.

“¡Yo tendría dos hombres –uno para cocinar y otro para limpiar!” Bromeó una tercera mujer y todas rieron con más fuerza al abandonar la habitación, alejándose por el corredor, de los hombres que las espiaban.

Kouyuu liberó al emperador y parecía preparado para comentar acerca de las chismosas e inútiles mujeres, pero Shuuei colocó una mano sobre su boca, silenciándolo. El militar miró confianzudo a su señor y le preguntó suavemente “¿Entiendes ahora el consejo de los ancianos, su Majestad?” Kouyuu luchaba por liberarse del agarre de Shuuei, pero Ryuuki no lo notó –tenía la mirada perdida en la dirección en que las sirvientas se habían ido.

Un instante después, el blanco rostro del joven se iluminó, y una sonrisa transformó su hosca y confusa expresión en una de júbilo y anticipación. “A-já! ¡Creo que ahora sé cómo complacer a Shuurei y a mi pueblo!” Sus mejillas se tornaron rosas de emoción al tiempo que volvía la mirada hacia sus amigos. “¡Muchas gracias, chicos –Los veré mañana!” Y con eso, salió disparado en dirección hacia el harén Imperial, gritando con entusiasmo “¡Shuurei! ¡Shuurei!”

Soltando a Kouyuu una vez que el emperador salió de su vista, Shuuei se permitió una ligera sonrisa mientras frotaba perezosamente una mano contra su rostro.

“¡Idiota! ¡No vuelvas a hacerme eso! ¿Cómo te atreves? Mira lo que has hecho -¡ese idiota del emperador seguramente no tiene ni idea de lo que quisieron dar a entender los ancianos! ¿Qué vamos a hacer, entonces?” estalló de impaciencia el erudito, caminando de un lado a otro antes de señalar con el dedo hacia el pecho de Shuuei, enfatizando la última parte.

“Ya, ya. Los niños no deben inmiscuirse en asuntos de mayores.” Evadió el hombre de cabello oscuro, enigmáticamente dando un vistazo a su colega y sonrió antes de añadir “pero, si estás interesado, la próxima vez te acompañaré a ver a Kochou, eres bienvenido a unirte a mí y nosotros nos encargaremos de que incursiones en el ‘mundo de los adultos’ -.”

Esto, desde luego, enfureció a Kouyuu, quien procedió a lanzarle un sermón sobre moralidad a su contraparte. Este discurso, distrajo efectivamente al erudito mientras ambos seguían su camino hacia la corte.

“¡Eres un libertino! ¡Corrupto, inmoral, pedazo de-“

Shuuei rezó porque los consejeros que supieran lo que estaban haciendo.


***


“Creo que harías bien en moderar tu glotonería, su Majestad.” Comentó Shuurei severamente mientras Ryuuki comía otro manjuu. En serio, era el cuarto panecillo que comía seguido, y no mostraba señas de parar. Ella dejó su bordado dentro de un cajoncito de la cómoda situada en su residencia palaciega, y suspiró. Era demasiado tarde para discutir con el exhausto hombre, de todas formas.

Despidiendo a la sirvienta por esa noche, Shuurei sirvió a ambos, lo último que quedaba del té, esforzándose por ignorar la pensativa mirada del Emperador que estaba posada en las finas facciones de su cara.

Tomó otro manjuu y lo sostuvo frente a él por un momento.

“Me alegra que hayas preparado éstos para mí” dijo sonriéndole abiertamente. Sorprendida por el halago, Shuurei hizo una reverencia y asintió levemente, haciendo un sonido afirmativo con la garganta y esperando que el rubor no se extendiera más allá de sus mejillas.

“Tuve que ir a casa a escondidas para prepararlos, ya que aquí no tengo permitido el acceso a las cocinas,” ‘ya no’, “así que será mejor que no los desperdicies –y con eso, me refiero a que debes compartirlos, ¡no comerlos todos en una sola noche!” Le ordenó ella, quitando la charola de su alcance al tiempo que él se estiraba por otro. Con un puchero, él retiró su mano. Ella apartó la mirada recatadamente. En realidad, su elogio había sido bien recibido por ella, que sólo estaba tratando de desviar la atención de su expresión ruborizada.

“Muchas gracias por prepararlos,” le dijo él con sinceridad. “No lo esperaba, pero ha sido una grata sorpresa –incluso voy a compartirlos con Seiran y los demás.” Le ofreció él, animadamente.

“En serio, a veces eres como un hombre rico que consiente a sus amigos o familiares.” Lo regañó ella a modo de broma, pero hizo una pausa al ver que los ojos del emperador brillaban de emoción. Oh, no. “¿Eh?” preguntó ella, perpleja ante la mirada.

“¡Shuurei, eres brillante! ¡Eso es exactamente lo que haré!” gritó él de felicidad, brincando como un chiquillo. Rodeó con prisa la mesa y la atrapó en un asfixiante abrazo.

“Espera –oye, ¡bájame! ¡Majestad! ¡Emperador! ¡Ryuuki!”

“¡Ven, nos vamos! ¡Tenemos que practicar!” dijo sin la menor explicación el joven, tomando de la mano y arrastrando a su reacia consorte. Él dio un rápido apretón a los suaves dedos de la chica con los suyos que eran callosos, en un intento porque no se soltara.

Sintiendo que el agarre en su mano se intensificaba, Shuurei simplemente entró en mayor pánico.

“¿A dónde vamos? ¿Qué mosca te pico ahora? ¿Podrías detenerte un segundo y -¡argh!” ‘¡Seiran, auxilio! ¿Dónde estás? ¡El Emperador se ha vuelto loco!’

Tropezando detrás del decidido joven, Shuurei se percató de que era arrastrada fuera de la magnífica suite y de regreso hacia el palacio principal, segura por completo, de que al líder de su nación se le había zafado el último tornillo. Ella sabía que su hermano-guardaespaldas siempre estaba a la mano, pero de alguna forma, esa noche no parecía estar interesado en hacer acto de presencia.

Siguiéndolos en las sombras a una distancia discreta, Seiran sacudió la cabeza riendo entre dientes ante el encantador antagonismo que presenciaba entre su Majestad y su Señorita. Por supuesto, él no era nadie para interferir con los ‘consejos’ de los ancianos o la determinación del Emperador… hasta cierto punto. Pero el verlo a él tan cerca de ella… Su mano viajó hasta la empuñadura de su espada, inconscientemente.

Él se mantuvo lo suficientemente cerca para tenerlos a la vista a una distancia segura, sin embargo –no es que no confiara en su hermano menor, pero un hombre siempre será un hombre, y definitivamente, los hombres siempre tenían intenciones ocultas cuando de ‘cocinar’ se trataba.


***


“No, usa tus manos así,” instruyó Shuurei pacientemente, luego de que ambos se infiltraron exitosamente en las cocinas. Por suerte, el personal estaba ausente. Ella volvió a mostrarle el método para amasar la masa, mucho más lento, de forma que Ryuuki pudiera imitarlo.

“Está pegajoso” comentó él. “¿Siempre queda así?”

“Te será más fácil cuando adquieras práctica. Sólo tenemos que cocinarlos en una olla al vapor un rato. Has sido un buen estudiante. Estoy orgullosa de ti,” ella comentó algo sorprendida por sus ansias de aprender a cocinar manjuus. La curiosidad se apoderó de ella mientras él proseguía. “Pero, ¿por qué piensas que ésta es una ‘magnífica idea’? ¿Por qué querías aprender?”

Su ávido estudiante le sonrió ampliamente estando ella de espaldas, con el rostro y las ropas cubiertos de harina… y su cabello también lo estaría, de no ser por la insistencia de ella desde un inicio, para que él lo atara en una coleta alta. Pese a esto, su tono de voz denotaba seriedad.

“Los tres grandes consejeros me dijeron que esperaban ‘grandes resultados’ de mí para demostrarle a mi pueblo a fines de este mes y tranquilizarlos con la idea de que puedo proveerlos de lo necesario y mostrar mi dedicación hacia Saiunkoku como un ‘hombre de familia’.” Recitó él, haciendo una pausa para mirar la masa por un momento. “Ellos desean que enorgullezca a mis ancestros y tranquilice a la población –y también piensan que tú también estás haciendo un gran trabajo, Shuurei,” añadió rápidamente, notando que su expresión de ansiedad aumentaba. “¡Ellos creen que en verdad me estás ayudando a volverme un ‘gran hombre’!”

Moviendo nerviosamente una ceja, Shuurei sonrió entre dientes, “Con que eso piensan, ¿eh? ¿Por casualidad mencionaron algo más? ¿Algo más específico sobre esos ‘grandes resultados’ y sus ‘expectativas’?” dijo ella, removiendo la tapa de la vaporera y poniendo dentro la canasta de manjuus para que se cocinasen.

Ryuuki se detuvo un momento para pensar.

“¡Ah!” contestó de pronto, feliz y recordando. “¡Sa Taiho dijo que cualquier mujer noble, de buena cuna funcionaría! ¡Si! Pero yo prefiero tu compañía y que me ayudes. ¡Oh! Shuurei, ¿estás bien?” exclamó él al ver que ella dejaba caer la tapa del recipiente donde se cocinaban los manjuus, en plena ebullición.

“¡Oh, jojojojo!”rió ella dulcemente, forzando a sus dedos a soltar el asa de la vaporera. “¡Qué torpe soy! Estoy bien.” ‘Esos malditos entrometidos…’ “Pero, ¿cómo es que ayudarte a cocinar manjuus hará que queden satisfechos los consejeros?” Ella le cuestionó con curiosidad. No tenía idea de cómo encajaban esas dos partes del rompecabezas. –Ryuuki estaba cocinando, pero los consejeros obviamente esperaban que él tuviera un heredero.

“¡Seré un buen padre si es que puedo proveer a mi pueblo de alimentos!” exclamó Ryuuki, orgulloso, mientras una nubecita de harina se elevaba en el aire frente a él, quien sostenía un pedazo de masa.

El sonido de un hombre tosiendo para contener la risa se coló por el pasillo hacia la cocina, pero ambos lo ignoraron. (Seiran se cubrió la boca con la mano, esperando que ellos no lo oyeran).

La joven dama evaluó la confianza del hombre que tenía frente a ella antes de sucumbir, igualmente, a la risa. ‘¡Él frustrará los planes de esos vejetes entrometidos mucho mejor que yo y sin siquiera saberlo!’ ella se maravilló, recargándose contra el mostrador para apoyarse y tratando de conservar la compostura.

“¿No es un buen plan?” preguntó él, buscando su aprobación. “Shuurei, ¿segura que estás bien? Vas a ayudarme, ¿cierto? Quiero convertirme en un mejor hombre por el bien de Saiunkoku.” Pronunció, sinceramente. ‘Por ti’, dijeron sus ojos.

Aturdida con la idea de desquitarse de los metiches y manipuladores ancianos, los ojos de Shuurei brillaron con determinación, mientras estrechaba fuertemente ambas manos de Ryuuki entre las suyas. “¡Vamos a esforzarnos para impresionarlos, su Majestad! ¡Practicaremos todas las noches, si es necesario!”

“Shuurei,” dijo él con una feliz y pacífica voz, acercándola a él. ‘Tengo tanta suerte de tener a mi lado a una mujer tan devota de su país.’ Pensó él, agradecido.

“Ryuuki,” suspiró ella, protestando sólo un poco por el cercano contacto de sus ligeras –aunque ahora, bastante sucias de comida –túnicas. ‘Tengo tanta suerte de tener un ‘esposo’ tan despistado en lo que se refiere a las manipulaciones de esos viejos sobre ciertos asuntos.’ Reconoció ella, con alivio.

Recargado contra la pared justo fuera de la entrada, Seiran tristemente se preguntaba cuántas noches de descanso tendría que sacrificar en las próximas semanas mientras la pareja se ‘aplicaba’ en su práctica.


SEGUNDA SEMANA


El Emperador ahogó un bostezo mientras sostenía una reunión del consejo sobre los resultados de la investigación del contrabando de sal en una lejana provincia. Los Ministros rodeaban su estrado en la corte. Shuurei y él habían estado cocinando casi todas las noches –aunque él juró seguir practicando hasta perfeccionar sus nuevos conocimientos.

Los ministros murmuraban ocasionalmente para sí mismos, acerca de la falta de atención de su Majestad –pero nadie se atrevía a chismorrear, aún.


***


Shusui miró la charola con té y bocadillos que Kourin recién había traído para ellas, mirando por encima a su ama y preguntó “¿Se encuentra bien, ¿Shuurei-sama? ¡Esta es la sexta vez que se estira para despertarse! Normalmente está llena de energía -¿no se siente bien?” dijo ella, preocupada. No se atrevía a insistirle en que tomara una siesta, pero estaba sorprendida –Shuurei no era una mujer perezosa, y esto ya llevaba varios días. Apenas si se decidía a tocar el erhu.

“¡Oh! ¡Todo está bien, seguro!” dijo Shuurei, negando con la mano y apagando otro bostezo. “Descuida, es que he estado algo ocupada desde hace varias noches.” Evadió la joven pelinegra, esperando que sus excusas fueran suficientes para desalentar cualquier otro cuestionamiento. Sonrió mentalmente al ver que su contraparte reía conforme y asintiendo, centrando su atención en un nuevo trabajo de bordado, un lirio, que se parecía más a un monstruo de las nieves.

La jovencita sorbió su té, más amargo que lo habitual, y sus pensamientos viajaron hacia esas escapadas a la cocina a las que ya se había acostumbrado. Su tonto ‘esposo’ todavía no sabía combinar la masa apropiadamente. Por el contrario, se las había arreglado para medir bien el agua –después de una hora.

Ella sintió sus hombros languidecer en anticipación –esa noche volverían a la cocina, estaba segura de ello.


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El ayudante del cocinero verificaba otra vez el inventario –y concluyó que no era sólo su imaginación. Los almacenes Imperiales y las cocinas definitivamente estaban un poco más vacías de lo que él hubiera esperado.

Encogiéndose de hombros, se encaminó de vuelta para informar que todos tendrían que poner más empeño y pesar con más cuidado, ya que al Emperador no le gustaba desperdiciar. ‘Eh, mejor, dicho, no pudo ser la consorte Kou,’ se corrigió a sí mismo con algo de vergüenza, recordando la única ocasión que ella había visitado las cocinas. Fue como ser derrotado por una fuerza invasora: una fuerza invasora de eficientes expertos. La reorganización de la consorte había vuelto a todo el grupo de cocineros en unos expertos ahorradores –pero ellos habían tenido que marcarle un alto, ya que el cocinar junto a ellos podría haber ocasionado un escándalo. (‘¿Una mujer noble, cocinando? ¿En el palacio?’) Ellos se habían visto obligados a prohibirle la entrada a las instalaciones para evitar una deshonra para su familia y el Emperador.

Volviendo con el jefe de cocineros, el sirviente hizo su reporte y volvió a sus labores, olvidándose temporalmente del problema con las provisiones de la despensa.


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“…Lo sé, ¡pareciera que la ropa de la consorte Kou hubiese estado envuelta en un accidente de cocina!” comentó una de las lavanderas a otra, tallando la fina seda con un delicado detergente. Hizo un chasquido con la lengua mientras alzaba otra prenda, lista para ser limpiada. “¿Qué pudo estar haciendo para que terminara en este estado?” se preguntó en voz alta.

“Quizás dándose un buen revolcón con el Emperador –¡en el piso de la cocina!” dijo una de las mujeres en broma, haciendo con la mano, un movimiento insinuante.

La descabellada idea, causó una alegre y sonora carcajada que alcanzó los pasillos cercanos. Lo que no sabían, era que en realidad, tenían algo de razón.


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(VARIAS NOCHES DESPUÉS)

Un guardia del palacio se detuvo y escuchó –si, ya no había dudas. Eran sonidos provenientes de las cocinas. ‘¡Alguien debe estar tratando de envenenar la comida del Emperador!’

Él se escabulló para investigar de cerca, previniéndose de no hacer ruido con su armadura y alertar de su presencia a su presa. La luz se filtraba a través de la entrada hacia la estancia principal, donde él pudo distinguir dos sombras moviéndose. No se atrevió a salir a la vista, pues mejor sería verificar por si acaso se trataba de algún dedicado trabajador haciendo sus labores, pensó él.

“-Si, hazlo así -¿Lo ves? ¡Tus manos ya han aprendido cómo hacerlo!” Alentó Shuurei alegremente, mientras Ryuuki finalmente amasaba correctamente la masa. “¡Eso es! Ahí tienes –mira, resulta mucho mejor cuando masajeas suavemente con las palmas y nudillos, en vez de hacerlo bruscamente con los dedos!” le explicó ella, magistralmente.

El guardia hizo una pausa, sin convencerse del todo de que ellos fueran inofensivos –y se acercó aún más.

La sonrisa de Ryuuki iluminó su rostro bajo la tenue luz del farol, envuelto por los halagos de Shuurei. Orgulloso, se dio vuelta para mostrarle el montón de bolitas de masa, listas para ser puestas en la vaporera, pero resbaló con el batidillo que había ocasionado antes esa noche, desviándose hacia la superficie de la mesa. “¡Shuurei, mira –waaaaa!”

“¡Su Majestad!” exclamó ella, saltando directo hacia él para detenerlo.

Ambos aterrizaron juntos en el piso, con la masa embarrada traicioneramente a través de sus ropas (y literalmente por doquier)

“¡Shuurei, tu ropa!” lamentó el joven, consternado ante el lamentable estado del vestido de su amada. “¡Y los panecillos! ¡Oh, no, lo siento! ¡Permíteme ayudar a limpiarte!” Él se sentó para alcanzar la túnica exterior de su Consorte, pero ella alejó su mano con una palmada, con los ojos muy abiertos y los labios apretados. Ella estaba a punto de gritarle que no necesitaba de su ayuda para quitarse la túnica, cuando desde fuera del corredor, escuchó un grito. ‘Oh, no’, se encogió ella, con una sensación hundida en su pecho. ‘Esto se pone peor’.

“¡¿Qué cree que está haciendo?!” Vociferó el guardia, viendo solamente a Shuurei desde el ángulo donde estaba afuera de la entrada. Rápidamente, ella notó que debía lucir como un mozo de caballería con el pelo despeinado, y de inmediato se levantó para responder al visitante inoportuno. “Me disponía a limpiar esto y volver a mis habitaciones.” Le aseguró ella, nerviosa, empujando a Ryuuki con el pie, mientras hacía a un lado los ingredientes restantes. “No tiene de qué preocuparse, ¡ya casi termino!”

El Emperador dejó salir un ‘¡Ummp!” cuando ella accidentalmente lo pateó en las costillas en sus prisas. Ella hizo una mueca de simpatía. “¡Perdón!”, murmuró por lo bajo.

Sin embargo, para el guardia, el sonido no pasó desapercibido. “¿Quién está con usted?” le llamó autoritariamente mientras avanzaba al interior de la cocina, en busca de otros intrusos. Suavemente, desenvainó su espada, preparado para cualquier sorpresa.

“No te preocupes, Shuurei, tengo un plan.” Susurró Ryuuki junto a ella.

Shuurei lamentó mientras Ryuuki asomaba la cabeza genialmente detrás del mostrador. “¡Hola!” le dijo al guardia. La sonriente cabeza fantasmal que había aparecido detrás de la joven, tomó por sorpresa al guardia, aunque éste se mantuvo firme. “Buen trabajo vigilando, pero todo está bien por aquí. ¡Puedes volver a tu puesto!” Ryuuki sonrió ampliamente al fuertemente armado guardia, señalándole con un movimiento de su mano, que podía retirarse.

‘¿Este era tu gran plan?’ Dijo en su mente Shuurei, encolerizada y volteando la cabeza para fulminarlo con la mirada.

‘¿Lo ves? ¡No hay problema!’ Dijo él, intentando transmitir optimismo. Su confianza flaqueó al ver que el guardia apuntaba con su espada a ambos. ‘O tal vez si’.

“¡Ustedes dos –salgan, ahora!” ordenó el centinela, en términos bastante claros.

‘¡Estúpido, idiota Emperador!’ Las mejillas de Shuurei ardieron rojas de furia y vergüenza mientras los dos eran escoltados hacia la salida.


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Alzando la vista de sus planos arquitectónicos con Shou Taishi, a la mañana siguiente, Sa Taiho intervino en la álgida conversación, “Pero, parece que todo está saliendo bien, ¿no lo crees?” Shou Taishi carraspeó y se dio vuelta hacia el joven hombre que estaba frente a ellos luciendo miserable.

“Debes aprender algo de autocontrol, jovencito.” Le aconsejó fríamente, aunque en su mirada reflejaba un dejo de travesura.

Ryuuki lo miró furioso, sin notar esa chispa. “Nos resbalamos –estaba oscuro. Yo sólo puedo verla en las noches, y estas cosas toman tiempo. Obtendrán lo que quieren a final de mes, ¡así que, largo de aquí hasta entonces!” refunfuñó, molesto.

“Oye, esa no es forma de hablarle a tus mayores.” Lo sermoneó Shou Taishi. Él estaba sentado en el piso, tallando los lados laterales de lo que parecía ser una cuna adornada con grabados. “Necesitas poner el ejemplo a las futuras generaciones. La nación entera espera grandes cosas de ti como Emperador –es tu obligación ver que se cumplan.” Hizo una pausa, mirando por un momento su proyecto. “¿Y cuáles son tus colores preferidos?” preguntó bruscamente, rascando su barba mientras reflexionaba.

Algo perplejo, el Emperador respondió, “Ah, rojo, verde, amarillo…” y mirando su ropa, “y púrpura." ¿Qué estaba pasando?

Sou Taifu resopló, burlón, “Bah, esos se verán horribles.” Murmuró para sí, ignorando la indignada expresión del Emperador. Ryuuki estuvo seguro de haber oído al anciano general murmurar por lo bajo algo así como ‘Qué malos gustos y poca creatividad tiene’.

“¿De qué estarán hablando estos vejestorios?” gritó exasperado el soberano de ojos dorados, alzando los brazos y alejándose con pesados pasos. “¡Suficiente! ¡Me voy a dormir!” Azotó abruptamente la puerta detrás de él, sin que los ancianos se molestaran en lo más mínimo.

Shou Taishi se inclinó sobre Sa Taiho, revisando los planos constructivos que su colega había diseñado.

“Creo que la mesa para cambiar al bebé quedará mejor aquí, y el móvil de los Ocho Iluminados puede colgar de la cuna aquí.” Indicó él, ignorando la abrupta salida del mimado Emperador. “Buen trabajo, Enjun.” Dijo palmeando la espalda de su amigo. “Comenzaremos con la construcción dentro de unos días.” Enjun asintió y anotó los ajustes.

Sonriendo, Shou frotó su barba, satisfecho.

‘Las cocinas, ¿eh?’ Reflexionó, tomando otra decisión. “Enjun, necesito más papel.” Le ordenó, de pronto. “Creo que el harén necesita agregar algo más…”


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“…Escuché que es muy bueno con las manos.” Susurró una mujer a un grupo de sirvientas que barrían y limpiaban una habitación esa tarde. Hizo una pausa mientras se limpiaba el sudor, molesta por el polvo.

“Si, ¡algo así como que tiene talento natural con los masajes!” rió pícaramente otra de ellas, desde el otro extremo de la enorme habitación.

“Y muy ansioso también –yo estaba tan sorprendida al escuchar que la estaba despojando de la ropa cuando estaban ahí en el piso! ¡Sólo imaginen, ser sorprendidos por un guardia, mientras están en plena acción!” exclamó otra, escandalizada. “Aunque, yo no me quejaría…”

“¡Me enteré que han estado haciéndolo casi todas las noches!” rió entre dientes otra de ellas, escondiendo su vergüenza.

“Y ambos se ven exhaustos.”

“La consorte Kou siempre está alegre y de buenas, a pesar de lo poco que ha dormido. Debe estar muy enamorada de su Majestad para poner tanto empeño en concebir un heredero.”

“¿Crees que pronto lo logren?” preguntó una de las chicas, luego de una pausa.

Las otras la miraron y una de ellas rió divertida, aplaudiendo emocionada. “¡Oh! Acabo de recordar –una de las chicas que cuidan el jardín dijo que el Emperador iba a hacer un anuncio acerca de ‘un gran logro’ durante un banquete a finales de mes!”

Rápidamente, ella se cubrió la boca al momento en que varios ministros miraban la ruidosa habitación, mientras pasaban por ahí, curiosos por la actividad que había dentro. Las chicas volvieron a sus labores –hasta que vieron el entorno despejado –antes de que, emocionadas, reanudaran sus complejos planes para el balbuceante ‘pequeño Emperador’ que esperaban.

Apoyado contra la pared afuera de la sala de reuniones, Shuuei tranquilamente agarraba a un violento e indignado Kouyuu, y con una mano le tapaba la boca, mientras que con la otra le sujetaba los brazos, suspirando profundamente. “Creo que mejor vamos a avisarle a Seiran.” Comentó resignado, arrastrando tras de sí, a su colega. Se detuvo y miró a Kouyuu pacientemente (que estaba azul por la falta de oxígeno gracias a su fuerte agarre), cuando otra idea alcanzó su mente. “¿Alguien le ha avisado ya a Shouka?” inquirió sensatamente. Kouyuu sacudió lentamente la cabeza diciendo “No.”

Liberando al ahora apaciguado hombre, Shuuei frotó su barbilla.

Ambos se miraron cautelosamente por un instante antes de llegar a una conclusión simultáneamente, asintiendo firmemente.

“Seiran”, dijeron al unísono, con determinación en sus ojos. ‘Dejaremos que él se ocupe de esto.’


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“¿Estás bien, Seiran?” bostezó Shuurei con la cálida brisa que los rodeaba. Volteó al ver a su acompañante ponerse rígido de pronto, levantando la cabeza de la mesa que estaba en el pequeño mirador que dominaba las lagunas del jardín Imperial –una de ellas, de cualquier forma. Estaba demasiado cansada en ese momento para distinguir cual de ellas.

Él le sonrió apaciblemente desde su asiento cercano. “Estoy bien, señorita, gracias. De repente siento los hombros pesados, pero seguramente es sólo mi imaginación. Por favor, no te preocupes.” Respondió él, palmeando su cabeza, que ella dejó caer sobre sus brazos cruzados para volver a dormir, dándole una breve sonrisa. La mano de él descansó un momento más mientras la observaba abrir un poco más la boca, respirando profundamente.


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“¡Aaaagh!” gritó lastimosamente el Emperador desde la cocina. El sonido se había vuelto una absurda rutina para finales de la segunda semana, pero eso no entorpecía los rondines de su guardia. Seiran entró corriendo, preparado para defender a su joven hermano hasta el final.

“Su Majestad, ¿se encuentra-“ se detuvo en seco y suspiró pesadamente. ‘No otra vez’, lamentó el ex príncipe.

“Mira, ¡salió con forma de piedra!” el joven se quejó, levantando el panecillo que acababa de cocinar. “E igual de duro, también” murmuró, dolido. Puso mala cara y se dejó caer sobre una silla, negándose a mirar su más reciente fracaso.

Seiran buscó con la mirada a Shuurei, quien le hizo señas para que se retirara tranquilo y volvió para seguir enseñando a Ryuuki. “Primero debes calentar bien la vaporera, cielos, ¿qué te he estado diciendo?”

El rubio caballero observó las diestras manos femeninas (otra vez) con una decidida mirada de cachorrito, mientras Shuurei (otra vez) repetía los movimientos. “¿Lo ves?” le sonrió ella, alentándolo. “Muy pronto lo dominarás -¡mira lo mucho que has avanzado ya! ¡No has quemado el agua en más de una semana!” lo alabó sinceramente. ‘Aunque ignoro cómo fue que lo hiciste las primeras veces’, admitió ella para sí, algo inquieta.

Renovando sus esfuerzos, el joven emperador se armó de valor y puso manos a la obra de nuevo.

‘Él aún no se da por vencido, eso se lo reconozco’, resaltó la joven profesora para sí, mientras volvía a pesar los ingredientes otra vez. Dio un profundo suspiro para llenarse de energías y cerró los ojos un momento. ‘Es un buen hombre, y en verdad está haciendo su mejor esfuerzo. No será fácil…’

Ella sintió que las líneas de su boca se curvaban en una sonrisa pensando lo infantil que él podía comportarse a veces, y casi se le escapó una risa. Sin embargo, ella frunció el ceño al tiempo que otra idea emergió, espontáneamente. ‘¿Cómo es que a esos ancianos se les ocurrió que Ryuuki y yo… ugh…’ Dejó la idea de lado, negándose a permitir que ese momento de paz se viera interrumpido por el trío de entrometidos.

Sin embargo, fue Ryuuki quien arruinó esa paz con sus lastimeros quejidos de horror.

“¡Shuurei! ¡Auxilio, el agua se volvió a quemar! “

“¡¿QUÉ?!”

Saliendo de su aturdimiento, Shuurei corrió a su lado, tosiendo y tartamudeando al tiempo que Seiran entraba corriendo (otra vez) y Ryuuki maldecía su mala suerte.

Shuurei comenzó a apagar las llamas a golpes con un trapo. ‘Bueno, fue una agradable semana, libre de incendios, hasta ahora.’


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Nota de la autora: Este es también mi primer fic de Saiunkoku, y en realidad, tampoco había leído uno antes (acabo de registrarme recientemente en LJ comm), así que por favor, ¡disculpen si he utilizado un cliché demasiado exagerado!



Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/1/bManjuu_b_bMagic_b