Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven
Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven
Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.
***
-5-
-5-
LOS ÚLTIMOS DÍAS
(A la mañana siguiente)
(A la mañana siguiente)
Estirándose como un gato bajo la cálida luz de la mañana que se filtraba por la ventana hacia ella, Shuurei bostezó placenteramente, disfrutando de la paz que la envolvía. Era la primera vez en semanas que dormía la jornada completa, y vaya que la necesitaba, aunque no podía recordar muy bien por qué –hasta que se incorporó y sintió un peso a mitad de su cuerpo.
“Mmm, ¿Shuurei? ¿Te sientes mejor?” preguntó el apuesto y soñoliento hombre de cabello largo que
estaba a su lado, acercándola hacia él por debajo de las sábanas. Ella arrugó la cara, apretó los ojos y contó hacia atrás desde 10, antes de decidirse a gritarle a su ‘esposo’. Dejó que su aliento silbara por entre dientes antes de girar a un costado, observando al hombre despierto que tenía a escasos centímetros de ella.
Ella no pudo evitar sonreír un poco mientras él se frotaba los ojos de forma infantil y se giraba sobre su abdomen, mirándola atentamente con preocupación. Hizo a un lado su cabello para poder mirarla mejor, aún algo perezoso. “Shuurei,” preguntó de nuevo más deliberadamente “¿te sientes mejor?”
Ella afirmó, aunque no pudo resistir las ganas de reprenderlo. “¿No se supone que debes estar en la corte? ¡Ya es casi medio día, a juzgar por la luz que hay!” Ella sintió que sus nervios se agitaban al darse cuenta de esto. “Un momento, ¿cuánto tiempo he estado durmiendo? ¡Oh, no! ¡Estamos desperdiciando tiempo valioso! ¡Pronto, apúrate, debemos ir a las cocinas a practicar!” saltó ella de la enorme cama para ser regresada de un tirón por Ryuuki, quien la sujetaba de la muñeca y la jaló acercándola a él.
“Nop” dijo él tajantemente, sabiendo algo que ella no, “hoy tienes que descansar. Yo te lo ordeno.”
Un poco insultada, la consorte miró hacia abajo su expresión presuntuosa, sospechando. “¿Por qué no estamos apresurados esta mañana?” sus ojos se abrieron grandemente con preocupación. “Oh, no Ryuuki, ¿qué has hecho?” Una centena de horribles acontecimientos de caos, destrucción y muerte pasaron volando por su imaginación –‘¿Acaso ha terminado con el resto del palacio en su último intento culinario?’
“¡No, no. no!” él alzó la mano en su defensa, apartando la ira de la joven. “¡Te tengo buenas noticias, es una sorpresa! Simplemente deseo que te sientas bien, primero.” Le explicó.
Recelosa de él por un espacio de tiempo más, con los labios apretados, Shuurei cedió cautelosamente, asintiendo. Pero pronto se puso inquieta con el silencio que siguió. Ella se movió para alcanzar el erhu y que éste la ayudara a aliviar la tensión. Él aprisionó más la mano de ella que se encontraba dentro de la suya, deteniéndola y negando con la cabeza.
“Sólo quiero que me acompañes esta mañana.” Dijo el joven con voz suave y seria, sentándose y entrelazando los dedos de ella con los suyos. “¿Podrías quedarte conmigo, un poco más?”
“Pero ya no está oscuro allá afuera,” le reprendió ella, incómoda al recibir sus extrañamente maduras y enfocadas atenciones. “Seguro que estarás bien si-“
“Shuurei,” pronunció él lenta y sinceramente, enclavando sus dorados ojos en los oscuros de ella “…Lo siento.”
Ella casi se cae de la cama por la sorpresa, y sin duda lo habría hecho de no estar ahí su ‘esposo’ para sostenerla.
Completamente confundida, ella tartamudeaba. “¿Qué estás –te golpeaste la cabeza? ¿Cómo puedes decir semejante cosa? ¿Acaso Seiran no actuó lo suficientemente rápido para evitarte el daño cerebral durante el accidente?” balbuceó, girando y medio hablando consigo misma para explicarse el obviamente trastornado escenario. “¿O quizás soy yo? Si, eso debe ser –la razón por la que dormí tanto. ¡Debo haber recibido un golpe! ¡Estoy alucinando! Es por eso que dices cosas tan raras. Jajaja, oh, esto es maravilloso. ¡Estoy tan aliviada! Sólo necesito despertar y-“
“¡Shuurei!”
La dominante voz la interrumpió, cesando sus locos desvaríos en un instante. ‘Ryuuki…’
El Emperador suspiró, echándose varias almohadas encima y le indicó que se acercara a él hasta alcanzar la cabecera de la cama para estar a la misma altura. Sentados, uno al lado del otro, las cálidas mantas los cubrían hasta las rodillas, evitando mirarse.
“Todos estaban preocupados por ti ayer, cuando te desmayaste.” Le dijo él, sin rodeos.
Ella asintió e inclinó suavemente la cabeza con pesar. “Lo siento” Él asintió, aceptando la disculpa.
“Has estado trabajando demasiado,” declaró él, enseguida, y continuó a pesar de que ella arqueaba la ceja, “y eso fue culpa mía. No me percaté de lo mucho que estaba exigiendo de ti y de los demás, Shuurei. No comprendí lo mucho que te esforzaste y lo devota que fuiste, lo determinada que estabas a convertirme en un mejor Emperador.” Hizo una pausa antes de corregirse. “En una mejor persona.”
Él soltó su mano y sus dedos se posaron en el lujoso edredón sobre sus rodillas, eran pálidos, largos y delicados a la vista –pero en la palma eran callosos, fuertes y poderosos. “Me quedé a tu lado toda la noche, por si acaso despertabas. Quería ayudarte si llegaras a pedirlo. Pero te quedaste dormida. Y finalmente, yo también me quedé dormido, ya que no podía hacer nada para cuidarte.”
Shuurei lo escuchó en silencio, sorprendida cada vez más con sus confesiones de incertidumbre, dudas e impotencia.
“Shuurei,” dijo él de nuevo, mirando cómo el cabello de la joven caía en cascada sobre sus hombros y espalda, “has dado lo mejor de ti para hacerme un gran Emperador. Tú… tú también me has hecho desear ser un mejor hombre.”
Sorprendida, pero más que nada conmovida por su confesión, Shuurei inclinó su cabeza frente a él. “Ha sido un honor,” dibujó una sonrisa de lado, “y he disfrutado cada momento,” le respondió honestamente luego de pensarlo un poco. ‘Estoy segura de que al recordarlo, incluso me voy a reír –cuando mi ceja izquierda haya vuelto a crecer,” pensó para sí. “Su Majestad –“
“Ryuuki,” ella reafirmó, declaró y dejó escapar un suspiro de exasperación.
“Me has hecho muy feliz. Estoy orgullosa de todo lo que has logrado y no puedo esperar a que todos lo reconozcan y queden impresionados en la asamblea próxima.” Pronunció ella tranquila, sencillamente y enfatizando su sinceridad. Plegando sus blancas manos frente a ella, se sentó derecha, bajó la mirada y le hizo una profunda reverencia. “Gracias por aceptarme como tu consorte y por esforzarte siempre. Eres uno de los estudiantes más dedicados que he tenido, y yo he disfrutado mucho siendo tu profesora,” ‘y enfermera, cuando se necesita.’
Cuando ella alzó la cabeza, él la estaba mirando ecuánime y con silenciosa atención; como si no estuviera seguro de comunicarle sus pensamientos o guardarlos para sí mismo y evitar arruinar su mañana de solaz. Él sabía que ella lo había escuchado y comprendido por completo cuando le había hablado a título personal y no como el Emperador; sabía también que su humillación la había tomado por sorpresa y la había asustado, y que el halago que ella le había dirigido era un preludio a la despedida, ya que ella no sabía cómo manejar semejante reconocimiento de su parte. Sin embargo, ella seguía ahí, a su lado; encontrándose con su tranquila y firme mirada, y ella le sonrió con decisión y orgullo. Estaba asustada, pero no se echaría atrás.
Ryuuki sintió el corazón hinchársele, dando un vuelco, y repentinamente, superado por la emoción, echó sus brazos alrededor de Shuurei aprisionándola en un abrazo asfixiante, frotando su cara contra su cabello, acariciando su cuello e incapaz de contener su alivio, exclamó “¡Shuurei! ¡Soy tan feliz de que tú seas mi consorte!”
Inmersa en el frenesí de su agitación, ambos cayeron de la cama, con los brazos y piernas entrelazados, mientras Shuurei protestaba furiosamente. ‘¿Qué te pasa, idiota? ¡Suéltame, estás a punto de sofocarme! ¡Argh, Ryuukii!’ El desenfreno se apoderó del sentido común del joven monarca, declarando en seguida “¡Quiero que tú seas la madre de todos mis hijos, querida Shuurei! ¡Vamos a establecer un récord que perdurará por todas las dinastías venideras!”
Con los ojos abiertos como platos, Shuurei sintió que el corazón se le caía hasta los pies de terror y se resistió fervorosamente.
Presa del pánico, su garganta se desgarró en un simple grito:
“¡SEIRAN!”
***
(Las sirvientas escuchando en los pasillos del palacio)
“¿Es cierto que ella está esperando?”
“¡Se supone que lo anunciarán oficialmente dentro de 3 días!”
Las sirvientas exclamaron encantadas ante el prospecto de una ‘familia’ habitando nuevamente el palacio, pese al posterior incremento en la carga de trabajo que esto significaba. Otra mujer se aproximó corriendo desde el harén a toda prisa y sin aliento, hacia su grupo de compañeras.
“A que no saben –“ resopló, “pero la consorte Kou se desmayó ayer al levantarse rápidamente; y desde entonces estuvo inconsciente, con el Emperador atendiéndola en persona en sus habitaciones en el harén.” Los ojos de sus compañeras brillaron de expectación mientras la mujer trataba de tranquilizarse y continuar.
“Anoche, su padre vino para hablar con el Emperador, y esta mañana, ¡su Majestad estaba gritando alegremente que quería que la consorte Kou fuera la madre de todos sus hijos!”
“Entonces, ¿no tiene intenciones de tener otra consorte o concubina?” preguntó una de ellas, incrédula.
“Eso parece.”
“¿Creen que eso pueda ser… amor?”
“¿Y por qué otra razón declararía él sus intenciones de tener tantos herederos con una sola mujer?”
“¿Entonces él quiere ser un hombre de familia?”
“¡E incluso quiere tener más hijos!”
“¡Oh, estaremos rodeadas de pequeños de nuevo!”
Atacándose de risa, las mujeres intercambiaron unos cuantos jugosos chismes más antes de separarse para esparcir las buenas nuevas a los rincones más recónditos del palacio.
***
“¿Por qué tengo que llevar una venda en los ojos? Estoy segura de que puedo mantener mis ojos cerrados yo misma,” insistió Shuurei al tiempo que Ryuuki ataba la venda suave pero firmemente por detrás de su cabeza. ‘Si se atreve a hacer algo remotamente indecente, juro por Dios que…’
Él esperaba que ella pasara el día entero relajándose con él en la cama, pero se había vuelto loca en breve y lo había obligado a ‘corregir su pereza’ y levantarse de la cama. Sin embargo, él se negó a dejarla salir de la habitación sin tener los ojos vendados.
“¡No, tengo que asegurarme que la sorpresa esté lista!” le respondió, agitando una mano delante de sus ojos, probando a ver si ella veía a través de la venda. “Mira, toca algo por favor, mientras reviso,” le dijo él mientas la ayudaba a sentarse frente al biombo que separaba la cocina del resto del palacete. Él puso el erhu y el arco en sus manos. ‘De esta forma, sabré en dónde estás’.
Suspirando y rindiéndose ante el capricho del Emperador, ella sacudió un poco la cabeza mientras situaba el instrumento en una posición cómoda y comenzó interpretando una pieza suave y rítmica, para distraerse.
‘Cielos, ¿qué está planeando ahora?’ ella tocó la pieza completa, al igual que varias más que aprendió desde su llegada al palacio, cuando en seguida sintió que alguien gentilmente tocaba su mano. Ella sonrió al reconocer los cariñosos dedos que se posaban sobre los suyos. Despojándose del instrumento, se puso de pie, expectante. La mano la guió, rodeando el biombo, y otra mano la ayudó tomándola cuidadosamente por el codo, conduciéndola hasta llegar a la soleada cocina, con la cálida luz acariciando su rostro como bienvenida.
“Gracias, Seiran,” susurró ella, inclinando la cabeza al hombre que estaba a su lado.
“No tienes nada que agradecer, Señorita,” él le respondió, sonriendo a cambio y sabiendo que ella lo había reconocido automáticamente y por eso lo siguió sin protestar. Él le dio un apretón a su mano antes de soltarla receloso. Él escuchó a Ryuuki entretenido en la habitación, dándole los últimos toques, para luego girarse sobre sus talones y hacer señas al guardia, diciendo “¡Ahora!”
La venda se soltó y cayó, cual nube flotando hasta sus pies. Parado frente a ella, sonriendo como si fuera un orgulloso padre primerizo, Ryuuki tendió sus brazos –
“¡Oh, Ryuuki!” dijo Shuurei con emoción, superada por la emoción de lo que veía.
-Y él le presentó un perfecto manjuu.
“Por favor, pruébalo. Me esforcé mucho en preparar este manjuu para ti. Además, Seiran me ayudó con la limpieza.” Admitió tímidamente. Shuurei aceptó el delicioso y, sencillo a la vista, panecillo, mirando a los dos hombres que tenía frente a ella.
Sin darse cuenta, ella pronunció en voz alta las palabras que se formaron en sus labios curveados por una sonrisa “Uno para cocinar y otro para limpiar”. Después, ella rió deleitada, y dio una delicada mordida al manjuu que sostenía. Ryuuki se sonrojó hasta las orejas y esperó emocionado, apenas reprimiendo su ansiedad.
Una pausa.
Ryuuki contuvo el aliento.
Seiran guardó silencio.
Shuurei masticó…
Y de pronto, la elegante consorte gimió, ronca, de placer ante la gastronómica explosión de asombro que el manjuu llevó a su boca. Puso los ojos en blanco mientras se balanceaba sobre sus pies y Seiran tuvo que estirarse rápidamente para prevenir que cayera al suelo, inerte de éxtasis.
“¿Qué fue…? ¿Cómo es que tú…? Dios santo…”
Incapaz de formar una oración coherente, ella miraba atontada a Ryuuki, en tanto que Seiran la sostenía en pie, con un brazo alrededor de su cintura y el otro rodeando sus hombros.
“Vaya” murmuró ella, dando otro suave mordisco –y estremeciéndose con los espasmos, ronroneando felizmente.
Ryuuki, por su parte, quedó paralizado ante la imagen de su extasiada consorte. Clavado al piso, tragó y se sacudió un poco. ‘Debimos pedirle a Seiran que nos los llevara a la cama’, se lamentó, demasiado tarde.
“¿Te gustó?” preguntó Seiran, fingiendo ignorar la incómoda situación.
“Oh, si…” suspiró ella, riendo un poco, con el cabello cayéndole sobre los hombros y ensombreciendo su mirada.
“Eh, bueno” Seiran miró al Emperador en espera de sus órdenes. “Ahora que su Majestad ha perfeccionado con éxito sus métodos –“
“¡Oh, si -!”
“-Ya no tendremos que quedarnos despiertos por las noches y podremos retomar nuestras rutinas habituales.” Le echó un vistazo a la lánguida mujer, preocupado. “Señorita, ¿te gustaría ir a descansar? Pareces algo…”
“Completamente satisfecha,” afirmó ella, mareada y cerrando los ojos. Le dio otra mordida al panecillo. Y se ruborizó.
Seiran asintió con la cabeza, mirando a su hermano menor con especulación.
“Vamos, señorita, siéntate aquí para que puedas mirar el jardín a través de la ventana.” Le dijo calmado, casi arrastrando su extenuada figura hacia un banco cercano y sosteniéndola en brazos sobre el alféizar. “Disfruta la tarde, yo pasaré por aquí más tarde en caso de que necesites algo.” Le dijo suavemente, palmeando su cabeza mientras se volvía hacia el monarca.
“Su Majestad” le dijo con la máxima cortesía, “¿Puedo hablar con usted…?”
Él arrastró al reacio Emperador por el cuello de la bata de dormir hacia la habitación de junto, y el joven estiró el cuello para enfocar su atención en Shuurei. No obstante, los alegres suspiros y gemidos de la dama, que mordía ocasionalmente el manjuu, los acompañaron, y Seiran no estaba seguro de cuánto del sermón que le estaba dando, entraría en su torpe y obviamente distraído cerebro.
“…tratar a una dama con respeto.” El guardia imperial comenzó a decirle con un tono experimentado y sugerente, “…hombres y mujeres que se aman lo suficiente… sentimientos compartidos… hermosa experiencia… bendición… náuseas… contracciones… daño mutuo… pañales… posición de confianza… aquí, como empleada, cumpliendo con su trabajo… no es un juguete… no un experimento… demasiado joven para ser padre… el amo Shouka te castrará con una daga oxidada… consentimiento… Voy a hacerte un daño terrible… aprovecharte… lisiado de por vida… haré de tu vida un infierno… al amo Shouka como suegro…”
Ante esto último, los ojos de Ryuuki brillaron y repentinamente recobró los sentidos. “¿En serio?” exclamó, emocionado. “¿Shouka sería mi papá también?” ‘¡Oh, bueno, eso resuelve todo!’ Él se volteó, encaminándose hacia su ‘esposa’, pero Seiran lo pescó por el brazo-
“Ryuuki, Seiran, ¿alguno de ustedes tiene otro manjuu?” llamó Shuurei, hambrienta, desde el otro cuarto. “Podría seguir comiéndolos todo el día…”
-y apretó fuertemente su agarre, su expresión se volvió gélida mientras jalaba a su joven hermano hacia atrás, mirando severamente sus confusos y dorados ojos.
“Haz algo inapropiado y estarás disfrutando de una estancia permanente en los confines del infierno,” amenazó el mayor de los hermanos, con voz apagada aunque sin dejar su tono cortés, agregó “sin tus partes masculinas”. Y luego, sonrió a Ryuuki de manera fraternal, haciendo mella en los nervios del monarca ante la aterradora idea, lenta y dolorosamente.
“¿Ha comprendido, su Majestad?” preguntó discretamente Seiran, al tiempo que sus facciones se relajaban nuevamente y palmeaba en los hombros al joven. Ryuuki asintió dócilmente.
“Bien, bien. El amo Shouka estará complacido en saberlo.” Hizo una pausa. “Y Reishin también.”
Seiran miró hacia la salita donde Shuurei ‘descansaba’, y le respondió “Lo siento, señorita, tendrás que esperar a que preparen más, después.” Él enfatizó la última palabra, dirigiendo su significado hacia su acompañante.
“¿En serio? Oh, bueno. Ya estoy bastante satisfecha, de todas formas” suspiró placenteramente. Por alguna extraña razón, también se sentía exhausta –y eso que había dormido toda la mañana. ‘Debo haber estado más cansada de lo que pensé,’ reconsideró ella al tratar de levantarse, con intenciones de volver a su recámara para dormir un poco más. ‘Con suerte, podré comer más de ellos después,’ dijo con esperanza, ansiosa por comer uno o dos más. ‘Como sea, lo que Ryuuki haya aprendido, espero que lo comparta conmigo. ¡No puedo esperar a ver la cara que pondrá la corte cuando los prueben! ¡Estarán tan orgullosos de él! Y, al mismo tiempo, será un gran impacto para los tres ancianos…’
Vagando felizmente por el palacete, pasó junto a Seiran y Ryuuki, quienes lucían como un par de cómplices compartiendo un valioso secreto.
‘Qué extraño’, decidió ella, tajantemente, antes de anunciar que iría a acostarse y tomar una breve siesta. Los dos hombres asintieron al verla pasar, sonriendo como si nada. ‘¿Acaso Seiran asustó a Ryuuki o algo? Están muy callados…’
“Ryuuki, ¿tú también te quedarás a dormir?” Preguntó ella curiosamente un momento después. Ella inclinó la cabeza sugerentemente hacia la recámara.
El joven sonrió entusiasmado ante la invitación y quiso avanzar, pero se vio impedido, para su disgusto, por el fuerte agarre del chaperón sabelotodo.
“Creo que su Majestad tiene cosas que atender en su propia recámara,” Seiran comentó amablemente, excusándolos a los dos. “Shusui y Kourin te atenderán cuando despiertes. Que duermas bien, señorita.”
Haciendo una venia, el guardia se llevó arrastrando al malhumorado Emperador sin más preámbulos, dejando a Shuurei sola con sus pensamientos.
Deteniéndose en la cocina para servirse un vaso de agua y ponerlo junto a su cama, Shuurei se percató de que en realidad habían unos cuantos manjuus más dejados en un platito, junto a la vaporera. ‘Seiran es un ingenuo, posiblemente no sabía que Ryuuki había reservado estos otros. Me llevaré uno conmigo para ‘después’.’
Poniendo dos panecillos en una pequeña charola junto con el agua, ella avanzó hacia su habitación y se dispuso a tomar su siesta. Dando un mordisco final, antes de dejarse vencer por el sueño, una extraña idea le cruzó por la cabeza y se le escapó de los labios hacia la vacía habitación:
“Me vendría muy bien un cigarrillo…”
***
“Entonces agregaremos al guardia imperial, Shi Seiran, a la apuesta.”
“De nuevo cambiando tus apuestas, ¿eh?” admitió el jardinero a la cocinera, escondidos detrás de un pilar afuera del cobertizo para los vegetales del palacio.
“Sip, qué remedio. Los fanáticos del general Ran están como locos.”
“Apuesto a que -¡él no ha sido invitado ni una sola vez!”
“Ustedes, -¿qué están haciendo ahí?” Les llamó un oficial al dar la vuelta a la esquina.
“Lo sentimos, señor, sólo estábamos-“
“¿Están al corriente en las actualizaciones de las apuestas?” les ordenó saber.
“…em, si…”
“Bien, infórmenme, rápido –sólo dispongo de cinco minutos antes de tener que volver a mi oficina. Apuesto otras 10 monedas de plata a Li Kouyuu…”
***
Shusui revisaba los regalos que habían llegado a la mañana siguiente de que Shuurei estuvo descansando. La mujer estaba preocupada de que el piso se hundiera si esas muestras de ‘felicitación’ no eran reubicadas pronto. ‘¿Acaso no saben que es de mala suerte dar regalos para bebé antes de que éste nazca?’ reflexionó la dama, resoplando entre dientes.
Shuurei entró a la habitación, echó un vistazo a la avalancha de regalos, y volvió a salir.
“Mi señora –“ empezó a decir Shusui a su ama, pero Shuurei se negó a acercarse a menos de 10 pies de la montaña de ‘reconocimientos’ a sus ‘esfuerzos’.
“Dónenlos a los templos y hospitales,” fue la corta respuesta de la joven hacia todos los objetos que habían llegado en semanas pasadas.
“Pero los tres ancianos han enviado un adorable-“
Los hombros de Shuurei se tensaron ante la mención de los infames instigadores, y ella se dio vuelta diciendo entre dientes:
“Qué-men-los.”
Shusui hizo una reverencia obedientemente y asintió.
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Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/5/Manjuu_Magic
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