jueves, 20 de octubre de 2011

Fanfic: "Manjuu Mágico" Capítulo 3

Título: "Manjuu Mágico"
("Manjuu Magic")
Autora: Moor
Traducido por Violet Raven

Resumen: Los tres Consejeros le imponen un reto muy especial al joven Emperador Ryuuki: Probar a su pueblo que él puede guiarlos y proveerlos tal como un padre... ¡y tiene que ayudarse de la consorte Kou! Ryuuki supera el reto... ¡Con el manjuu del amor!
Pareja: Principalmente Ryuuki x Shuurei y algo de Seiran x Shuurei y otros personajes principales.
Clasificación: T
Género: Romance y Humor.


***

-3-


TERCERA SEMANA


“-Practican regularmente, día y noche, señor. Todo el personal está bastante, ehm, sorprendido por su dedicación.” Respondió el sirviente, algo avergonzado. Pellizcando los bordes de sus mangas, no pudo ocultar el leve rubor que teñía su nuca. “El Emperador, aparentemente, ha dominado su, ehm, ‘destreza’ y el ‘calentamiento’ en esos menesteres., buscando a la consorte Kou por su propia voluntad. Nuestra señora también ha puesto mucho de su parte cooperando, señores.”

Shou Taishi bajó el ejemplar del libro ‘Los Nombres más Populares para los bebés Imperiales y sus significados’ que había estado hojeando, y sonrió astutamente al joven paje.

“Excelente trabajo, sigue así. Esperamos otro reporte completo la próxima semana.” Reflexionó el viejo consejero, encubriendo magistralmente su extensa sorpresa –y júbilo.

“Entonces, ¿seguimos con el plan?” se quejó Sou Taifu detrás de él mientras el paje se alejaba. Las amplias y callosas manos del ex general soltaron las agujas de tejer y sujetaron el delicado, asimétrico y multicolor mameluco que había estado diseñando. Era bastante desigual, notó él, mientras lo inspeccionaba –y además tenía una pierna de sobra, aparentemente, en caso de que el bebé naciera con una cola.

Sa Taiho, que estaba a un lado del militar en la mesa, abandonó su pincel y rió por lo bajo con diversión, asintiendo, y Sou Taifu exhaló un quejido áspero en dirección hacia él, desconcertado y volvió a comenzar de nuevo.

Estrujando su barba, con la sonrisa dibujada en su boca, Shou Taishi rió abiertamente y asegurándose a sí mismo “Si, estamos haciéndolo bien”, dijo ligeramente apacible. ‘Y esa modificación a la recámara de la consorte Kou debe realizarse de inmediato, pues eso asegurará mi –quiero decir, ¡su éxito!’ se jactó internamente el diabólico hombre. Al recargarse en los hombros de Enjun, sus cejas de pronto se empezaron a surcar de preocupación.

“¡Enjun!” exclamó fuertemente, asustando al otro hombre. “¡Ya discutimos esto!” Apuntando deliberadamente hacia los patrones y anotaciones esparcidas en los planos del cuarto para bebés que estaban sobre la mesa. Enjun suspiró, encogiéndose de hombros, mientras su amigo continuaba con el sermón. “¡Habíamos quedado que los patitos iban en la recámara y los ositos en la terraza! Corrígelo de inmediato…”


***


Shouka levantó la vista hacia el jadeante ministro que había entrado corriendo a buscarlo en los archivos. El hombre se abanicaba con una mano, y con la otra se apoyaba en los estantes.

“Ministro, ¿se encuentra bien? ¿Quiere tomar asiento?” inquirió el educado archivista, alarmado con la apariencia abigarrada de su visitante.

Haciendo una señal con la mano para que no se preocupara, el oficial se incorporó lo más decente que pudo, como si fuera a informar una noticia muy importante –antes de caer de rodillas, aferrado a la túnica de Shouka y con lágrimas de alegría.

“Gracias por criar a la mujer que salvará a esta dinastía, ¡y mucho más, por elevar su estatus en proporciones épicas!” balbuceó el prominente hombre, superado por la gratitud y la emoción. “Todo el palacio lo sabe.” Prosiguió el trastornado oficial, secándose las lágrimas con la vestimenta de Shouka, mientras el comúnmente inalterable bibliotecario hacía una mueca de incomodidad frente a sus atenciones. “¡Hay un pan en el horno!**** ¡Estamos salvados! ¡Y todo es gracias a usted! Gracias, Shouka-sama -¡ha hecho un enorme favor a esta nación al criar una hija tan abnegada!”

‘Debe estar enseñándole a cocinar manjuus otra vez’, comprendió el redentor, vagamente. ‘Espero que me manden algunos la próxima vez.’ Palmeando la espalda del ministro en forma paternal, Shouka lo ayudó a ponerse de pie, ofreciéndole un pañuelo y una sonrisa.

“Descuide, descuide –mi hija es una excelente profesora, muy paciente, y se asegurará de apoyar al Emperador en la medida de lo posible. Lleva años de experiencia en esto, desde antes de venir al harén Imperial, ¿sabe? ¡Es por eso que fue elegida!” informó el sabio hombre, recordando el tiempo en que Shuurei enseñaba a los niños en el templo local. “Si. Estoy seguro de que ella dará lo mejor de sí, día y noche, para ayudar al Emperador a salvar Saiunkoku.” Le sonrió al ahora decididamente incómodo burócrata.

“Ah, bueno…” farfulló el visitante, con una mirada que claramente expresaba ‘hay algo que está esencialmente retorcido en el clan Kou’. “Sólo pasaba por aquí para darle las gracias y felicitarlo. ¡Buen día!” finalizó con prisas, retirándose precipitadamente hacia la corte.

Shouka lo alcanzó a oír murmurar algo acerca de que ‘sus excentricidades de familia están destinadas a corromper el linaje imperial’, mientras el hombre salía huyendo, pero le restó importancia y volvió a su trabajo como si nada.


***


Al volver de su paseo por el jardín, Shuurei se encontró con que no había una, sino dos nuevas añadiduras en su residencia. Había tomado un momento de relajación entre el exuberante césped y los arqueados puentes para poner en calma sus agitados nervios después de una noche de leves explosiones en las cocinas.
‘Debe ser mi imaginación’, decidió mientras miraba a su alrededor estupefacta. ‘Debo estar viendo doble, o estoy exhausta, oh, a estas alturas, primero muerta que ver mis habitaciones en este momento. ¡No es así como lo dejé esta mañana! ¿Qué está pasando aquí?’

Ella pronunció esto último en voz alta, y Shusui salió de la habitación disculpándose y explicando que todo eso era para su comodidad, en vista de su futuro… huésped.

“En verdad que se esmeraron mucho, consorte Kou”, dijo con halago la simpática y madura mujer, tomando a Shuurei de la mano y guiándola a examinar las remodelaciones de último momento. “Y será maravilloso, porque tendrá su propia cocina privada.” Agregó, aprovechando el instante de ilusión y excitación que brillaba en los ojos de Shuurei al momento de inspeccionar la primera de las dos nuevas modificaciones.

“¿Quién hizo todo esto?” se preguntó Shuurei discretamente, apreciando la extraordinaria funcionalidad con que los carpinteros imperiales habían diseñado la habitación.

“Oh, fueron los consejeros, con el permiso de Su Majestad, por supuesto.” Respondió la castaña mujer, sonriendo dulce y amablemente.

La ceja de Shuurei tembló.

“Y también enviaron una gran colección de libros alusivos. Aunque…” la dudosa voz de la dama vagó a la deriva, y Shuurei inmediatamente la acompañó en su desazón al momento de leer de cerca los títulos de los ejemplares. Sus cejas se levantaron de forma alarmante al momento en que su significado y temas, se incrustaron en su pobre y virgen cerebro.

“Esos entrometidos…” su temperamento explotó mientras lanzaba al piso hasta el último volumen: un calendario con ‘¡Los días más afortunados para concebir! ‘ cuyo título estaba resaltado con un fuerte y llamativo color –adornado tiernamente en las esquinas con dibujos de conejos y tortugas, trazados por la cuidadosa mano de Sou Taifu.

Temblando de ira, Shuurei salió corriendo hacia el jardín, echando hacia atrás la cabeza y gritando con todas sus fuerzas “¡Ryuukiiiiiiiiiiiiiiii!”


***


(Mientras tanto…)

Ante el inhumano grito, el Emperador levantó la cabeza y se disculpó, retirándose de la reunión, explicando que debía ir a informarse sobre el dolorido estado de su consorte. Momentos después, se había ido.

Los abandonados oficiales de la corte, se miraron unos a otros, asombrados, para después estallar en lágrimas de alegría y saltando para celebrar.

“¡Vamos al templo!” gritó uno, sonándose la nariz con un pañuelo para despejar la congestión originada por su desbordante felicidad. “¡Debemos prender inciensos para rogar a los Iluminados que bendigan esta jubilosa y prometedora ocasión! ¡Tenemos que enviar todos nuestros buenos deseos al Emperador!”

“¡Viva! ¡Si! ¡Al templo!” gritaron sus camaradas.

Mientras ellos salían en estampida, Li Kouyuu escuchaba sus patéticos gritos de felicidad desde su oficina. Giró de su asiento hacia la ventana, con sorpresa, al verlos pasar corriendo.

“¿Qué les pasa, idiotas?” les gritó aferrándose al marco de la ventana, mientras éstos se alejaban, y él agitaba furiosamente su puño. “¡Lo único que conseguirán de esto es una gran decepción!”

Ellos lo ignoraron por completo.


***


“¡Seiran!” gritó jubiloso, el Emperador, colgando imprudentemente del balcón con una canasta de vapor pendiendo de sus dedos. El guardia levantó la vista calmadamente desde su posición en el jardín. “¡Seiran, lo logré! ¡Ya tengo un pan en el horno!****”

“¡-En la vaporera!” corrigió su consorte en seguida, desde dentro de la residencia. Muy pronto, ella se hizo a la idea de tener su propia cocina otra vez, y Ryuuki había insistido en ocuparla para ‘cocinar platillos de prueba’ y practicar. Ella rezó, vehementemente, porque la construcción estuviera reforzada contra incendios.

Afuera, en el jardín, Seiran asintió, asimilando las palabras del Emperador. “¡Seguro que quedará excelente!” respondió el joven hombre, sonriendo a su hermano menor. Ryuuki le devolvió una brillante sonrisa.

‘Y es probable que esto llegue a oídos de los sirvientes también’, admitió deprimido, Seiran.

“Es mucho mejor si podemos hacerlo aquí, en la alcoba de Shuurei” comentó contento el joven soberano a Seiran, como si no estuvieran siendo espiados por todos los sirvientes del palacio oyendo a escondidas. “Siempre nos estaban interrumpiendo, ¡así que nunca podíamos terminar!”

“Excelentes noticias, su Majestad. Les deseo suerte.” ‘Ya que ambos se verán inundados de ‘buenos deseos’ y ‘consejos’ que todo el imperio querrá ofrecerles –y es seguro que lo harán’, lamentó el compasivo guardia. “¿Se les ofrece algo más?”

“¡Definitivamente, te invitaremos a verlo cuando terminemos, Seiran!” exclamó el Emperador, ansioso por compartir sus logros.

‘Oh, no puedo esperar a ver cómo los sirvientes distorsionan esto’, pensó Seiran internamente. “Desde luego, Su Majestad” respondió sublimemente “Desde luego.”


***


(Varios días después…)

“Este paquete es para usted, Su Majestad”, indicó solemnemente el sirviente, muy temprano esa tarde en la sala de estar de la consorte Kou. Una montaña de manuscritos ‘instructivos’ y ‘sugestivos’, ilustraciones, notas y manuales fueron apilados a su izquierda, colmados con docenas de sobres de té y hierbas ‘energizantes’ y ‘estimulantes’.

“Y este es para la consorte Kou” aseveró, dejando un montón similar al otro lado.

El Emperador y su consorte se quedaron rígidos en su asiento, colmados con las muestras de ‘apoyo’ que la corte les ofrecía. Apoyo que ellos no habían solicitado.

“Eh, ¿por qué nos están dando esto?” preguntó el Emperador, algo temeroso de la respuesta. Los paquetes, brillantemente coloreados, lucían amenazantes formando una pila tan alta.

“Simplemente, para desearles la mejor de las suertes con la tarea que les han encomendado los tres consejeros” insistió el hombre con sinceridad, mientras el Emperador inspeccionaba los paquetes.

Recibiendo permiso de su ‘esposo’, Shuurei leyó en silencio la carta adjunta dirigida a ellos, de parte del Ministerio de Relaciones Públicas y Ceremonias.

Luego de un instante y un gruñido apagado, Ryuuki observó cómo los hombros de su bella y simpática consorte se sacudieron momentáneamente, al tiempo que su cara se deformaba reflejando venganza y furia. Sin embargo, esto duró poco, tanto, que él casi pensó que había sido producto de su imaginación, ya que ella se levantó graciosamente para encarar al sirviente con una idea fresca en la mente. “Lo siento” dijo recatadamente, pero fue rápidamente interrumpida al notar que Ryuuki estaba a punto de probar uno de los tés.

“¡RYUUKI, pon ese té de vuelta inmediatamente, ¿me oíste?!” chilló ella, salvajemente, horrorizada ante el potencial destino que, sin duda, ese té tendría.

Regresando de mala gana el té al montón en la pila, él suspiró alejándose, y Shuurei le reprochó dulcemente con un tono insistente, “vamos, prepara las cosas en la cocina –tenemos mucho qué hacer esta noche. Nada de atajos, ¡lo haremos de forma tradicional!”

Dirigiéndose algo nerviosa al fiel sirviente, muy educadamente le explicó, señalando nuevamente la pila de paquetes “Esos no son para nosotros…”


***


Más tarde, esa noche, algo atontado, Sou Taifu abrió la puerta de la Cámara Celestial, con las ajugas de tejer asomándose de los bolsillos de su ropa de dormir –aún no lograba hacer una funda lo suficientemente masculina y que se ajustara perfectamente a ellas. Al menos, no una que conjugara la longitud y el diseño a la vez.

“¿Mmp?” observó a su visitante nocturno.

El sirviente aclaró nerviosamente su garganta frente al medio consciente y veterano militar, y dijo “La consorte Kou y su Majestad insistieron en hacer las cosas a la manera ‘tradicional’, y les envían estos presentes a modo de agradecimiento por sus esfuerzos y apoyo.” Finalizó con un dramático gesto, abarcando las carretadas de ‘suministros’.

El intimidante líder militar echó un vistazo a los paquetes, indiferente, hasta que su vista se posó sobre un llamativo frasco de té que se asomaba por encima. Sus ojos se entrecerraron con furia y tomó el té, gritando violentamente a su colega presente, “¡SHOU! ¿Qué significa esto?” gritó amenazantemente, agitando el ofensivo frasco de hojas de té. “¡Acordamos no influenciar las apuestas de la corte sobre el sexo del bebé!”

Sentado frente a su recientemente establecido santuario dedicado a los ‘espíritus del hogar y la fertilidad’, los hombros de Shou Taishi se sacudieron por la sorpresa, dejando caer la ofrenda de dulces y pasteles que estaba colocando, maldiciendo entre dientes por la interrupción.

“Sólo termina de atender a tu visita y ven a ayudarme a terminar de encender los inciensos que faltan, Sou.”


***


¿Qué quieren decir con que ‘estamos registrando un faltante de provisiones en la cocina’?” Gritó exasperado, el jefe de cocineros al personal del almacén reunido pesarosamente frente a él, dándole el reporte de esa mañana.

Con la cabeza baja, uno de los sirvientes explicó “¡Pero ahora sabemos la causa!” le dijo optimista.

Todo el personal contuvo el aliento mientras su compañero le contaba el rumor de que había sido el Emperador en persona quien había estado retozando recientemente con la consorte Kou muy tarde por las noches en la cocina, y que ambos eran los responsables por las provisiones faltantes.

Hubo un momento de angustioso silencio, cargado de expectación, mientras todas las miradas se centraban en el jefe de cocineros, esperando su reacción. Pero no esperaron mucho. El alto, velludo, pero inmaculado ex soldado, farfulló, tosió, y luego estalló en una carcajada, asustando a morir hasta al último miembro presente en la cocina. Palmeando en la espalda a su subalterno, visiblemente entusiasmado, lo felicitó elocuentemente por contarle la historia.

Él ordenó a todos regresar a sus labores, no sin antes advertirles estar pendientes de los ‘traviesos emperadores’, que posiblemente deambularían por las cocinas como ‘gatos callejeros’ por las noches, hurtando su propia comida.

El jefe de cocineros rió para sus adentros el resto del día.




***Nota de Violet Raven: “There’s a bun in the oven” o en español “Hay un pan en el horno” = En término figurado hace referencia a un embarazo.

Fuente: http://www.fanfiction.net/s/3596117/3/Manjuu_Magic

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