Prólogo
Posteado por Charmian
Traducido por Violet Raven
Posteado por Charmian
Traducido por Violet Raven
En la oscuridad, algo semejante a una nube, tenuemente se elevó. La imagen finalmente se cohesionó y se convirtió en la figura de una joven y bella mujer. Riou (nota: Riou padre), quien había estado tomando una siesta, lánguidamente elevó sus plateadas cejas.
Hasta Riou, que usualmente se mostraba indiferente a todo, estaba verdaderamente anonadado ante la aparición de la chica. Ella no se daba por vencida, no importaba cuántas veces. Después de que ella regresó por sí sola al clan Hyou, había planeado escapar de su encierro incontables veces, y luego había sido arrojada a la “Prisión del Tiempo”. Él no hubiera pensado que aún tuviera el suficiente poder, pese a todo esto, de separar su alma de su cuerpo.
Habría estado bien ignorarla, pero él decidió mostrar algo de respeto hacia su fuerza de voluntad.
“¿Has vuelto a fugarte, Shusui? Seguramente sabes que no puedes huir.”
Cuando Shusui miró a Riou, ella se acercó a su lado con pasos vacilantes, y entonces se contrajo, tambaleante. Era como si la verdadera Shusui estuviera ahí. Él olía la esencia de hierbas medicinales. Eso incluso, era como si fuese real. Seguro que ellos habían estado drogándola para lavarle el cerebro otra vez. Aún así.
“…Riou-sama… por favor… permíteme… ver a ‘Madre’… ¿Dónde está ella?”
Su mirada era fuerte, como el prometedor amanecer. Uno no habría creído que eso fuera posible de la chica que Riou había visto antes, cuando ella estaba temblando a la sombra de Shouka.
Esto se debía a que Riou se acordaba de Shusui como la última sirvienta de Bara-hime.
El papel de Shusui había sido únicamente vigilar indiferente a la cautiva Bara-hime y resguardarla. Ella sólo había sido una bella ‘Muñeca Asesina’ ambulante, que sólo hacía exactamente lo que se le ordenaba.
No obstante, ella había cortado sus hilos, huido de su titiritero y se había vuelto un ser humano. Había huido y huido, y ahora que había regresado, continuaba negándose a volver a ser una muñeca.
No importaba las veces que la doblegaran, ella no se desharía de ‘Shusui’. Si encontraba un boquete, escaparía de su prisión.
Incluso si fuera a escapar, aún quedaban las órdenes inconscientes. Sin importar si lo que hacía era inútil, ella seguía sin rendirse.
“¿Por qué volviste, Shusui? Si lo detestas tanto, estarías mejor muerta. Seguramente sabías que esto pasaría. Que serías drogada, te lavarían el cerebro, y entonces volverías a ser una linda muñeca. La pequeña ‘Shusui’, a la cual desesperadamente conservas, será arrugada como una bola de papel. Habría sido mejor para ti ser ocultada en Kiyou por Shouka y Shou Yousen, temblando como un pájaro amenazado.”
La mandíbula de Shusui se estremeció, pero ella miraba fijamente a Riou. Con una mirada penetrante y la voz quebrada, ella repitió.
“… ‘Madre’… déjame verla…”
La Shusui de antaño había sido como una hermosa muñeca. Con un rostro tan precioso que uno no se cansaba de mirarlo. Escuchaba las órdenes sin desafiar una sola de ellas. Había sido el ‘adorno’ más fino, como si alguien la hubiera creado laboriosamente.
La Shusui actual era fea. Tenía un olor a hierbas medicinales, desagradable al olfato, mezclado con sudor. La sangre goteaba de las heridas que había en todo su cuerpo, su largo cabello estaba pegado a su sudorosa frente y su aliento sacudía su cuerpo entero. Su cara, que anteriormente expresaba sólo tranquilidad, ahora estaba retorcida por la angustia. No era bella en lo más mínimo.
Sin embargo, era impresionante. Ella quitó la vista, como demostrando que su ‘yo’ real estaba ahí. Sus ojos tenían vida.
De pronto, Riou recordó algo. Una vez, hubo una chica con los mismos ojos. Pero eso también se había terminado.
Riou extendió las blancas puntas de sus dedos y levemente levantó la barbilla de Shusui. Era bastante raro poder tocar un alma separada del cuerpo, y esta era una de esas pocas ocasiones. La piel de Shusui estaba ruborizada y cálida.
El calor de una persona viva. Los ojos de una persona viva. Una voluntad que la antigua Shusui no poseía.
“…Sin duda te has convertido en un ser humano, adorable Shusui. Fea, pero más bonita de lo que nunca has sido. Has trabajado muy duro hasta ahora. Ahora, ve a dormir.”
Shusui rechinó los dientes y sacudió la cabeza.
“…No…”
“No morirás. Sólo regresarás a ser lo que eras antes. Aunque ‘Shusui’ deje de existir, a nadie le importará realmente.”
A nadie le importará…
Con una suave voz, tan tranquilizante como una canción de cuna, él golpeó el punto débil de Shusui. Nadie se preocuparía. Era tal y como decía. Había gente que quería a Shusui, que la necesitaba. Pero ella no era alguien especial, ni irremplazable para ellos. No había nadie que hiciera a un lado todo y viniera corriendo tras ella.
Nadie.
Sin darse cuenta, las lágrimas cayeron de los extremos de sus ojos. Era extraño. ¿Por qué le dolía tanto el corazón? Ella había reconocido esto cientos de veces. El simple hecho de ser querida por los demás la hacía feliz. Ella estaba de acuerdo si los demás le dijeran que era correcto que se quedara ahí. Habría estado feliz de poder hacer algo por la gente que amaba. Eso era cierto. A pesar de eso, ¿por qué las palabras de Riou-sama le habían herido el corazón?
(Por favor… no me confundas… Yo… yo-)
Ella ya había decidido no escapar más. Había decidido luchar. Aunque fuera sola.
Por su propio destino. Por su hogar. Por ‘Madre’.
Aún cuando ella había vuelto por el bien de todas estas cosas.
Las puntas de los dedos de Riou recogieron una lágrima que corría por la línea de su mentón.
“Pobre Shusui. Al final, la diminuta Shusui a la que has protegido, huyendo de aquí temerosa, ya no es necesaria para nadie más que para ti misma. Deberías volver a ser una muñeca. Así no llorarías. Una vez que la gente abre sus corazones a alguien, ya no pueden vivir solos. Pero tú estás sola.”
Las palabras debilitaron el corazón de Shusui más que cualquier droga, tortura o encantamiento.
Todo el empeño y voluntad de Shusui se despedazaron y empezaron a desvanecerse.
-Porque esa era la verdad.
“Duerme, mi adorable muñeca. Has estado soñando. Un sueño feliz. Pero al final, es sólo un sueño. Cuando despiertes, habrás regresado a la realidad. A esta casa. Aunque sueñes el mismo sueño, éste nunca se hará realidad. Deberías volver a ser una muñeca y olvidarte de todo. Entonces podrás estar en paz. Ya no sentirás nada. Impotencia, desesperación, tristeza, aislamiento –incluso la incomparablemente pacífica soledad.”
En el pasado, alguien le había dicho a ella, ‘¿Me será permitida la dicha de amar a alguien?’
“Si esto es un sueño, cuando despierte, ya no seré capaz de vivir”
El flujo de sus lágrimas nublaba su vista. Estaba sola y el corazón le dolía. Aunque había sido ella quien había deseado que Jyuusan-hime entrara a la Residencia Imperial, cuando se enteró de que en verdad se había convertido en la dama de compañía principal, se sintió sola. Pese a que sabía que este no era el caso, una voz en su corazón le decía que había sido reemplazada.
Shusui, quien se había vuelto humana, había conocido la calidez del corazón. Ella ya no podía vivir sin él. Shusui no había conocido cómo esa emoción conocida como soledad, debilitaba a los humanos. Incluso su firme fortaleza mental, que había soportado incontables lavados de cerebro, y le había permitido abandonar la prisión, se había vuelto frágil como la arena.
(Alguien)
Ella estaba satisfecha con no ser la persona más importante para alguien. Pero quería que alguien la llamara por su nombre. El nombre ‘propio’ que Shusui había protegido con todas sus fuerzas. Si ella tenía eso, podía luchar, incluso sola. Luchar debidamente.
…Pero no había nadie.
En un parpadeo, su alma había regresado a su cuerpo.
…Finalmente, en lo más hondo de su lejana memoria, ella sintió escuchar la voz de alguien.
“Yo siempre he estado aquí para ti.”
***
La Oficina Gubernamental de la Provincia Kou ( nota: Kou aquí es rojo)
En un rincón del complejo de oficinas, un hombre solo miraba el cielo. Su edad no podía saberse de inmediato.
Repentinamente hubo un ruido de alguien que entró corriendo, y el hombre se quejó contemplando al cielo.
“-¡¡Gobernador Ryuu!! Descubrí que no estabas en la oficina del gobernador, ¿y estás afuera en esta clase de lugar?”
“Es un descanso. Estoy tomando un descanso. Si siempre estoy encerrado, no puedo respirar libremente. Está bien si es un poco, ¿no?”
El Gobernador de la Provincia Kou, Ryuu Shibi miró a su gruñón vice-gobernador, que tenía una actitud de cortesía detestable y superficial, e hizo una mueca.
“Noooo, Jun Iku, pones una cara espantosa. Si no puedes sonreír en estos malditos momentos atareados, no puedes hacer nada.”
El vice-gobernador, que era casi de la misma edad que Shibi- Jun Iku le echó una horrible mirada a Shibi. Él pensó que la forma en que evitaba que su forma de hablar se descuidara cuando le gritaba a alguien era resultado de su buena crianza, a diferencia de Shibi, que anteriormente había sido un soldado de bajo rango.
“Deja de hablar así, por favor. Es preocupante. Pone mal ejemplo para tus subordinados. Tú mismo, mi señor, ya estás por encima de los cincuenta años de edad, así que en efecto, vigila tu comportamiento.”
“…De veras eres franco, ¿o no? Aunque has sido mi segundo al mando por años, todavía no estoy acostumbrado.”
Mientras que Shibi a regañadientes regresaba a ser el ‘maduro gobernador’, miró fijamente a Jun Iku. Shibi cuidaba su apariencia, por lo que estaba seguro de aparentar menos edad, pero lo irritaba que aunque su segundo oficial también fuera un hombre maduro, no se parecía a un jubilado, sino que lucía bastante bien. Esto contrariaba a Shibi, quien hacía muchos esfuerzos.
“…¿Y? ¿Cuál es tu razón para poner esa cara?... Pero puedo adivinar.”
“Por toda la Provincia Heki, los cultivos casi han sido destruidos debido a la plaga de langostas. Al mismo tiempo, han ocurrido frecuentes terremotos en la Provincia Heki, por lo que las líneas de transporte han colapsado en varios sitios, así que se puede decir que ésta se ha convertido en una zona aislada. Más de mil personas han muerto por los terremotos. Muchos más están heridos. De no enviarse ayuda alimentaria de la Provincia Kou, se ha calculado que para el invierno, miles de personas morirán.”
La mano de Shibi, que había estado alborotando sus flecos, se detuvo.
“Las langostas se han dirigido al norte por el Río Tenzan y en este momento, casi el 30% de la cosecha de la Provincia Kou ha sido destruida. El daño se expande a una velocidad más grande de la prevista. En menos de un mes, la totalidad de la producción de granos de la región se desplomará. Desde abajo, han llegado reportes de que la Provincia Kou no tiene suministros para proporcionar a la Provincia Heki.”
Shibi cerró los ojos. Esto estaba en los límites de las predicciones. No obstante, la velocidad de las langostas era superior. Él había ordenado tomar medidas inmediatamente después de recibir el informe de un inspector llamado Shin Suou, pero lo oficiales provinciales estaban confundidos por la plaga de langostas, la cual no había ocurrido en décadas, y no habían procedido con destreza. Muchos de los oficiales provinciales eran testarudos graduados del examen imperial, y eran terribles negociando, así que fueron exhaustivamente burlados por los oficiales locales de las ciudades.
Maldición, si no hubieran perdido el tiempo con el bloqueo del clan Kou –Shibi hizo un ruido en su garganta, como si estuviera tragándose una rabia tan fuerte para nublar sus ojos. …A estas alturas del tiempo, aunque él dijera algo, no tenía caso.
Pero, ¿no había provisiones que dar a la Provincia Heki?
“…Los comerciantes de la familia Kou probablemente tengan suministros reservados. Desde el principio, debido al embargo de la familia Kou, quedaron montones de excedentes de suministros en la Provincia Kou. El jefe del clan también ha cambiado. Haremos que saquen lo que quedó. Además, en la Provincia Ran no debe haber daños. La dirección del viento es contraria a ellos, así que los saltamontes no podrán atravesar las montañas. Los mercaderes de los Ran pueden estar ocultando las cifras, pero allá, el monto de las cosechas es cercana a la de la Provincia Kou. Deben tener montones de trigo y granos, y mercancías almacenadas ahí. Kyou Bunchuu puede presionar al endemoniado clan Ran en las negociaciones. Es por eso que el anterior Emperador y el Primer Ministro Shou lo nombraron gobernador de la Provincia Ran.”
“…Si. Indudablemente, los saltamontes no pueden cruzar las montañas. Desde este verano, por alguna razón, ha estado lloviendo sin parar.”
“…¿Un largo período de lluvia? Oye, espera.”
Los ojos de Shibi se abrieron lentamente por completo. Luego, éstos se entrecerraron, siniestramente. La Provincia Ran, conocida como la capital del agua y la sal. A veces, la belleza iba de la mano del desastre. Como si quisiera ratificar esto, Jun Iku bajó la mirada.
“…El nivel del agua en los ríos se ha incrementado, ocurriendo inundaciones en la Provincia Ran. Junto al mar, las cosechas han sido arruinadas por la sal. Tierra adentro, comenzando por el lago salado más grande, el Ryuuga, los lagos salados, grandes y pequeños, también se han desbordado, así que debido a la sal, los daños y la inundación, la producción será menos de la mitad que en un año normal. El Gobernador Kyou está tomando medidas para mantener el caos al mínimo, pero si él no estuviera ahí, probablemente ya habrían pedido ayuda de la capital… No creo que la Provincia Ran tenga víveres de sobra para distribuir en las otras provincias.”
Lo que era lo mismo, entonces no podían contar con el segundo granero más grande.
“…Los comerciantes del clan Kou estaban reacios, diciendo que debíamos reservar las provisiones extra de la Provincia Kou, y no entregarlas a las demás provincias. Igual que ellos, los oficiales provinciales tienen la misma opinión. –La razón es que las probabilidades de que una gran hambruna ocurra el próximo año, o el año posterior, son altas.”
Su subordinado tranquilamente relató cómo una vez que una plaga de langostas se interrumpe una vez, ésta frecuentemente vuelve a reaparecer por varios años después.
“…Tanto los mercaderes Kou, como los oficiales de la provincia informan que si cedemos las provisiones a las otras provincias en la actual situación, después del próximo año, no quedarán raciones para repartir entre el pueblo de la Provincia Kou, y por esa posibilidad, la comida debe ser almacenada. Ellos dicen que las langostas se destruirán a sí mismas si no pueden mantener a su enjambre, así que, hasta entonces, debemos soportar varios años.”
“…¿Debemos soportar, dicen?”
Shibi deseó algo de tabaco. También algo de té Yuzu sería bueno. Cuando era joven, en la flor de la juventud, había optado por usar un poco de drogas exóticas, pero ahora había cambiado a tabaco y té Yuzu. Pero ya que no había ninguna, qué se le iba a hacer. Mientras pensaba esto, el vice-gobernador le ofreció una pipa. Su subordinado de veras que lo irritaba. Shibi llenó la pipa.
Siguiendo la estela del humo, él podía ver el hermoso cielo otoñal.
¿Ellos decían “soportar por varios años”, hasta que las langostas se destruyeran a sí mismas?
“…Mientras aguantamos, ¿cuántos muertos habrá? Ya sacaste las cuentas, ¿verdad?”
Su suplente, después de un breve silencio, dio las cifras, una a una, como si las estuviera dividiendo.
“En el peor de los casos, el número de muertos en todo el país será de cien mil. Luego de tres años, se ha calculado que la población se reducirá a la mitad, y una de cada dos personas en el país morirá. No obstante, si a estas alturas ocultamos los alimentos y suministros de la Provincia Kou, solamente en la Provincia Kou, el 80% de la población sobrevivirá.”
Él dijo ocultar, no guardar. Si, ocultar era la palabra correcta. Si él hubiera usado términos ridículos como ‘guardar’, lo habría mandado a volar. Su suplente siempre era realista, nunca idealista. Era por eso que, incluso ahora, Shibi no lo había despedido.
“¿A la mitad? ¿Entonces si desde este momento las provisiones de la Provincia Kou son enviadas a las demás provincias, comenzando con la Provincia Heki, qué pasará?
“Ellos podrán sobrevivir este año. Sin embargo, se ha pronosticado que la próxima cosecha será de cero. Incluso si los retoños y las cosechas crecen, las probabilidades de que la plaga de langostas estalle y las destruya, son altas, y se piensa que una gran cantidad de gente de todas las provincias saldrá en multitudes en busca de comida, y muchos morirán por la inanición y las revueltas. En ese caso, aunque el total de la población disminuirá a la mitad, la población de la Provincia Kou declinará al 70%. Es por eso que los mercaderes de la familia Kou y los oficiales dijeron ‘escondan la comida’.”
Eso significaba ‘ignorar a las demás provincias’. Shibi levantó la vista al cielo y contuvo la respiración. Él no estalló en ira contra su suplente. Él había venido a delegarle esto a él en persona, sin imponer esta desagradable tarea a un subordinado. Su suplente, que siempre estaba sereno y tranquilo, había llegado presuroso y sudando. El vice-gobernador era un hombre de mediana edad, compasivo, uno de los pocos que tenían carácter. Era por eso que lo había seleccionado y puesto a su lado. No era especialmente que él hubiera decidido eso por su cara. Claro.
Sin importar lo insoportable que fuera, él había venido exactamente a reportarle los hechos, sólo con su rostro tranquilo. Los hechos.
Si esos eran los hechos, entonces la decisión final sería deber de Shibi, como Gobernador. Era demasiado penoso, lo suficiente para hacer llorar a uno.
Al ver danzar el humo como si fuera algo vivo, cierta escena de sus días como joven soldado se presentó frente a él.
En un campo de batalla lleno de cadáveres mutilados, Shibi estaba sentado medio atontado en la base de un árbol.
Él creyó que a su lado, el fuego estaba crujiendo, pero se trataba de alguien que estaba encendiendo su pipa con el fuego de uno de los cadáveres en llamas.
“…Encender el tabaco de las llamas de un cadáver ardiendo, sabe de lo peor y me hace sentir ganas de llorar. Pero, con eso, puedo recordar a los sujetos que asesiné, y a los soldados que dejé morir, cada vez que fumo. Se ha vuelto un sustituto del incienso.”
Su ademán de sostener la pipa en su boca, mientras murmuraba extrañas quejas en un campo de batalla lleno de cadáveres, era absurdamente elegante.
Finalmente, Shibi observó el humo meciéndose en el aire y miró hacia el cielo.
El cielo que había estado mirando por varios días tenía un claro azul profundo, y un ave blanca estaba volando, haciendo círculos. Los extremos de los ojos de Shibi se empañaron. Tenía un nudo en la garganta.
-La guerra había terminado.
“Aah, este es el fin de la guerra. –Bienvenido a un mundo un poco mejor que el peor.”
El hombre sonrió pausadamente, mientras masticaba su pipa.
Qué fáciles habían sido esos tiempos. Todos los problemas, buenos y malos también, eran completamente simples, habían sólo dos opciones, vivir o morir. No había que pensar o preocuparse por el propósito de la vida.
Era muy fácil. No tenía que pensar. No tenía que preocuparse. Igual que un animal. El alivio de no ser un ser humano.
Su pesar ahora, era igual que el peso de sentir esa humanidad. Si él descartaba eso, era el fin. Un mundo sin guerra era cientos de veces más difícil de sobrellevar. Eso era obvio. Ya que todo mundo lo había esperado, sería un mundo mejor que la peor de las situaciones. Shibi dejó que el tabaco se consumiera. Desde ese entonces, cuando fumaba afuera, se había vuelto un hábito observar la naturaleza y mirar al cielo. Y por eso, el cielo azul y la blanca ave eran de esperarse. Como había sido siempre, este mundo era sólo un poco mejor que el peor.
No obstante, muy pronto, la capital de la Provincia Kou, Godou, estaría sepultada en la oscura nube del ejército de langostas.
Shibi acomodó las piezas de información en su mente una a una. Las cartas que tenía, y las cartas ocultas que alguien más debía estar escondiendo.
“…Oye, Jun Iku, ¿los has tenido cavando agujeros? ¿Y después verificaste cuántos pozos secos hay?”
El color de la cara de Jun Iku, su suplente, cambió. Luego de dar algunos respiros, él asintió lo más sereno que pudo.
“…Les dí esas órdenes. Porque yo soy… el vice gobernador, el que debe proteger la Provincia Kou. Si quieres despedirme, por favor, hazlo.”
Los ojos de Shibi se estrecharon. Él dejó salir el humo. Con un giro de su muñeca, dejó que las cenizas cayeran de su pipa.
“Sé que te burlas de mí por haberme convertido en oficial al aprobar el examen, siendo anteriormente un soldado de bajo rango. Aprobé cuando era mayor, y mis notas no fueron taaan destacadas. ¿Pensabas que no podía tomar la decisión? Pero no te corresponde a ti asumir la responsabilidad. Tus órdenes son las mismas que las mías. Yo asumiré toda la responsabilidad. –Antes de que lleguen las langostas, entierra todas las reservas de comida en los agujeros. Llena los pozos secos con la comida y séllalos con hierro. –Escóndelos.”
El ave blanca desapareció volando en el cielo.
Shibi le dio la espalda al ave blanca. Habiendo hecho eso, no había marcha atrás.
“-Después de eso, todo queda en manos del gobierno central.”
***
Fuente: http://yuzutea.net/log/2010/04/book-16-prologue/
>Temas Relacionados - Volumen 16 Capítulo 1 1/2 - Volumen 16 Capítulo 1 2/2 -Volumen 16 Capítulo 2 1/2 - Volumen 16 Capítulo 2 2/2 - Volumen 16 Capítulo 3 1/2 - Volumen 16 Capítulo 3 2/2 - Volumen 16 Capítulo 4 1/2 - Volumen 16 Capítulo 4 2/2 - Volumen 16 Capítulo 5
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola! Tengo entendido q son 18 volumenes. Hay noticias del resto? Un saludo y enhorabuena por la página =)
ResponderEliminar