Nota aclaratoria: El siguiente texto es una traducción al español hecha de su original en inglés. Para mayores referencias, consultar la fuente que se cita al final.
>ANTERIOR
Ella recordó pensar “Ahh, estoy muerta”.
Mientras estaba acostada, con los ojos cerrados y respirando con dificultad, como si tuviera un peso encima que la presionaba, sintió como si algo se hubiera derretido y salido volando de ella.
Sus sentidos se habían vuelto vagos, pero ella lo comprendió. En cierto momento, la fatiga incesante que la envolvía como en una tela de araña, y que se negaba a desaparecer, se había esfumado. Las voces de Riou, Ensei Tantan, aunque estaban cerca, parecían distantes. Ella no pudo entender por completo lo que decían. Trató de escuchar, pero ya ni siquiera pudo abrir los ojos. Era similar a las veces en que ella, agotada, colapsaba en la cama y se sumía en un dulce sueño.
Pero en esta ocasión, ella sintió que estaría bien si no volvía a abrir los ojos.
Shuurei, sin duda… estaba enormemente aliviada.
(…Es suficiente, ¿verdad? Si, es suficiente…)
Ella quería decirle eso a alguien, pero no podía recordar a quién.
Pero alguien le respondió.
‘Duerme tanto como quieras’.
(Si… déjenme descansar…)
Ella estaba feliz. Quería agradecerles, pero no podía hablar. Su cuerpo y su encogido corazón, estaban terriblemente cansados.
***
En la oscuridad, los haces de luz de luz corrían formando un complejo patrón geométrico. En el clan Hyou, estos eran conocidos como “conductos” mágicos. En medio del círculo del que emergía la luz, la figura de Riou surgió silenciosa. Llevando en brazos a una chica inmóvil.
“¡Abran “la Habitación de la Tranquilidad”! traigan toda la medicina. Si dejan morir a esta mujer, ¡nunca se los perdonaré!”
El grito de Riou, dicho con una cara consternada, resonó por toda la habitación.
“¡Los ‘sanadores’ y todos los mejores practicantes de magia fueron enviados fuera! ¡No bromees!” Las sacerdotisas estaban ofuscadas por la ira con que les había gritado. Sin duda, Riou era el hijo del jefe de la familia, Hyou Riou, pero era un varón, no una mujer, y no tenía poderes, así que era frecuentemente ignorado como si fuera un fantasma. Riou tampoco insistía en su posición o autoridad, sino que siempre se quedaba callado. Ninguna de las sacerdotisas que quedaban en el palacio supo cómo reaccionar cuando Riou les alzó la voz. Riou volteó para ver a Shuurei. Él tenía algunos conocimientos médicos, y sabía identificar algunas hierbas medicinales, pero eso estaba muy lejos del nivel de un médico experimentado. En el clan Hyou había muchos doctores famosos y curanderos que usaban magia, pero Riou sabía que con frecuencia eran llamados al “exterior” y muchas veces estaban ausentes. Con una simple mirada a las consternadas sacerdotisas, sabía que ellas no estaban mintiendo. Pero, ¿qué les ocurría a todos, desapareciendo así-?
La cara de Shuurei estaba totalmente pálida, y ella no se movía para nada. Riou tomó su pulso, acercó su propia mano a la boca de ella, y su expresión cambió. De inmediato, él levantó su mentón y apretó su nariz, despejando su tracto respiratorio. Él sopló varias veces en su boca –pero ella no respiraba. Él palpó en el lado izquierdo de su pecho y su cara se retorció.
(Maldición, su corazón-)
Fue entonces que él decidió mejor ocuparse de su corazón.
Algo pequeño y blanco ascendía por el pecho de Shuurei. Tenía una pelaje tan blanco, que le recordaba a Uu Uu, orejitas puntiagudas, una larga cola, movimientos rápidos y agudos ojos. Lo que estaba produciendo esos curiosos ruidos tan inoportunos, era un pequeño ratón blanco.
(¿Un ratón-? ¡¿Te estás burlando de mí, ratón?!)
A él ni siquiera le dio tiempo de enfadarse antes de que el ratón se detuviera en el lado izquierdo del pecho de Shuurei. La punta de su cola apuntaba directamente al centro de su corazón. Al momento siguiente, hubo una chispa, como si hubiera caído un pequeño relámpago, el cual hasta Riou, quien mantenía su tracto respiratorio asegurado, pudo percibir. Él sintió que todo el pelo se le erizaba hasta la punta.
“¡¿Qué?!”
Riou se preguntó si las estrellas estaban cayendo frente a sus ojos. Luego de que el temblor desapareció, al mirar hacia abajo, las mejillas de Shuurei habían recuperado su tono rosado. Cuando sintió su corazón, éste había vuelto a latir otra vez, aunque no de forma normal y lentamente. Sólo para asegurarse, él puso su mano cerca de sus labios, y sintiendo su aliento cálido, supo por fin que ella había empezado a respirar otra vez.
Riou estaba tan aliviado que cerró los ojos. Recargó su espalda en la cama y se sentó. Entonces oyó el chillido del ratón. Era como si éste estuviera insistiendo con su presencia. Eso era algo importante en la familia Hyou. Esa era la primera vez que Riou hacía algo así, pero había perdido frente al ratón.
Riou extendió el brazo para recoger al ratón blanco. El ratón no trató de huir, sino que se quedó parado en la mano de Riou, restregando suavemente su cola.
-El hechizo del relámpago resucitador. En el clan Hyou, esto era conocido como “tratamiento del relámpago” y sin importar cuánto lo reflexionara, él sólo podía pensar que ese ratón había sido la fuente de ello. Inclusive dentro del clan Hyou, sólo los magos de mayor jerarquía podían usar este método de resucitación. Además, el “tratamiento del relámpago” era usado solamente cuando no existía ninguna otra opción. El hechizo de resucitación era como una apuesta, se intentaba cuando no se sabía si el paciente iba a vivir o morir, así que de todos modos se hacía. Riou miró severamente al ratón y jaló de su cola.
“¡Fuiste directamente y lo hiciste, ni siquiera dudaste! ¡¿Qué habrías hecho si ella hubiera muerto?!”
El ratón chilló resistiéndose, y Riou lo soltó.
Sin embargo, la magia de resucitación era una carrera contra el tiempo. Incluso la mejoría momentánea disminuía las posibilidades de revivir a un paciente. Si el ratón hubiera dudado, quizás Shuurei estaría muerta. Es más, considerando que su condición se había estabilizado al mismo tiempo, parecía que el ratón lo había combinado con alguna magia curativa. Riou inclinó la cabeza.
“…tú la salvaste… Gracias.”
Él se sintió tonto agradeciéndole sinceramente a un ratón, pero éste no era un ratón ordinario.
Un ratón blanco. Cuando lo vio, él pensó en arrojarlo lejos, sin el menor aviso, pero cuando lo reconsideró, el ratón blanco era el espíritu guardián de la casa. Ocasionalmente, eran llamados pequeños mensajeros de los dioses, y espiritualmente su posición era alta.
Riou, estrechó sus ojos y miró detenidamente al ratón.
“¿Quién será?”
Riou no tenía poderes, así que no podía percibir las cosas como un mago. No obstante, era seguro que alguien había “entrado” en este ratón. Esta persona era una sacerdotisa o un hechicero de alto nivel que podía usar el “relámpago” y la “curación” al mismo tiempo.
¿Acaso se debía a que esa persona estaba muy lejos, o quizá en una condición tal que fue necesario tomar la forma de un ratón?
Si se tratara de lo primero, entonces podría considerarse que fuera Uu Uu. Él era un mago de primer nivel, y su blanca, esponjosa, pequeña y linda figura lucía exactamente como él. Más bien, la suavidad del ratón era menor o insuficiente.
(Pero todos los demás “pasajes” han sido completamente sellados… Además, ¿Uu Uu también puede usar el “relámpago”?)
El Ministerio de la Cueva de los Inmortales, que estaba dentro de Kiyou, el territorio más sagrado, en realidad era el lugar que menos necesitaba hechiceros. Dado que era más necesario el conocimiento médico y astrológico, el mismo Riou no sabía que tan capacitado estaba Uu Uu en cuanto a magia, ni qué clase de hechizos podía usar. Además de esto, sólo le bastó su instinto para sentir que ése no era Uu Uu.
(…¿Una mujer?...)
Justo ahora en el clan Hyou, había una poderosa sacerdotisa que no podía mover su “cuerpo”.
…Sólo se le ocurrió pensar en una. La dama de compañía, a quien la hipnosis oculta dentro de Riou la llevó a actuar. Luego de eso, Riou se enteró por el emperador que había tenido un encuentro con ella en la Bahía de los Nueve Colores, y que después de eso desapareció. Shusui, quien previamente había roto la hipnosis que la había obligado a obedecer ciegamente, ayudó a escapar a “Bara-hime” y huyó con ella, y más aún, aunque se suponía que ella no tenía poderes, después éstos aparecieron en ella, y sobre todo, ella era la excepción en el grupo de las “Muñecas Asesinas”. De haber vuelto al clan Hyou por su propia voluntad, su tía no la habría perdonado.
Si el ratón era esa dama de compañía, él se dio cuenta de que habría ayudado a Shuurei sin contemplaciones.
“…¿Eres Shusui?”
Los profundos ojos negros del ratón blanco no mostraron reacción alguna. Únicamente su cola ondeó ligeramente. Aunque parecía no poder hablar, debió ser capaz de entender lo que él le estaba diciendo. Quizás los ratones eran criaturas incapaces de responder.
(Bueno, está bien)
Cuando Riou le hizo cosquillas al blanco estómago del ratón, éste se alejó enfadado.
El palacio en el cielo, al cual él no había regresado en un tiempo, estaba como de costumbre, envuelto en una eterna calma.
Sin embargo, él sintió que estaba demasiado silencioso.
Él recordó que las sacerdotisas habían dicho que “todos habían sido enviados fuera”. ¿Todos? ¿Por qué?
(…¿Debería pensar en eso después?...)
Riou estaba muy cansado y sin fuerzas para pensar. Desganadamente volteó hacia arriba. No se escuchaban voces. Era como si estuviera vacío. Ése no era el silencio del sueño, más bien parecía el silencio de la muerte. El aislado castillo en el cielo. Quizás se comparaba a cuando algo importante se hubiera interrumpido hace mucho tiempo, y ahora, cual carne gangrenada, lentamente se pudría desde sus raíces, y moriría.
Cuando él pensó en las sacerdotisas y los sirvientes masculinos, parecía que no había ni un rastro de vida en ellos. Todos tenían un color pálido cenizo. Pero, ¿acaso él no había sido así también? ¿Luciendo como si estuviera muerto?
(…¿Será que estuve demasiado tiempo en el “exterior”?)
¿O tal vez era porque Riou había empezado a comprender el significado de “estar vivo”? Riou suspiró. Tal vez fue a causa de que Riou se había enfurecido con ellos y los había echado de ahí, que ninguna de las sacerdotisas o los sirvientes masculinos regresó. ¿Cómo era posible que únicamente un ratón blanco entrara corriendo?
No obstante, al reflexionarlo, hasta ahora nadie en la familia Hyou le había prestado atención a Riou. En el “exterior”, pese a que Riou era “varón”, “no tenía poderes” y era un niño, nadie se burlaba de él o lo ignoraba. Hasta el final, el emperador, Ou Ki, Yuushun y Uu Uu lo habían considerado como el Ministro de la Cueva de los Iluminados, y cuando él exponía su opinión, ellos lo escuchaban. Lo había olvidado. Cuando Riou, un hombre, regresaba al clan Hyou, era un ser sin valor. Ni su nombre le pertenecía.
En el caso de Kou Shuurei, ocurría completamente lo contrario. Dada su condición de mujer, sin importar lo mucho que se esforzara, o incluso si obtenía resultados, en el “exterior” ella no sería reconocida. El resultado final era que ella sencillamente había sido objeto de un matrimonio político, y desechada en la Residencia Imperial. Riou escuchó que como ella no podía tener hijos, el emperador había abandonado la idea de practicar la monogamia y nombraría a Jyuusan-hime como consorte.
Esa fue la decisión del emperador, quien había dicho que el amor era lo más importante del mundo.
Probablemente, eso era lo “correcto” en el mundo “exterior”. Igual que la forma de tratar a los hombres dentro del clan Hyou era considerada “correcta”. Quizás si un hombre del “exterior” fuera ahí, estaría indignado, y diría “¿Qué clase de tratamiento tan cruel es este?” y lo consideraría un error, así como el trato que recibía Kou Shuurei en el “exterior”, desde el punto de vista femenino, también sería considerado erróneo. No obstante, al menos ningún hombre dentro de la familia Hyou se había visto obligado a renunciar al trabajo que le gustaba a causa del matrimonio, como Kou Shuurei. Se habían presentado casos en los que los hombres incapaces de engendrar hijos habían sido echados sin un centavo, y era una regla que los hombres debían seguir trabajando sin protestar para las mujeres, pero Ruka jamás había interferido con la educación o el trabajo.
(…Como si ella lo quisiera…)
Era extraño, pero pensándolo bien, él nunca había escuchado a Kou Shuurei quejarse por eso. Como si ella dijera ‘no tiene nada tiene que ver si soy hombre o mujer’ ella simplemente hacía lo que tenía que hacer.
Hasta el final, ella siempre fue un oficial del emperador.
Riou se levantó vacilante, arrastrando el cuerpo. ¿Era esa pesadez la de su cuerpo o la de su alma? Él bajó la mirada hacia Shuurei, quien dormía con una expresión apacible en el rostro, con su largo cabello negro esparcido como un abanico.
“…Descansa un poco. Has trabajado más que suficiente. De aquí en adelante, Rou Ensei y Shi Suou pueden continuar. Así que relájate y duerme… Debes estar cansada.”
Su cuerpo y alma estaban agotados.
Él puso sus brazos, que estaban desplomados por el cansancio, doblados sobre su pecho.
El palacio en el cielo, más allá del lejano arco iris. Ese era el último escudo protector de la gente.
Aquellos que llegaran hasta ahí serían protegidos de cualquier autoridad. Ese era el antiguo pacto, que incluso Ruka misma tenía que respetar. Esa era la regla absoluta y no escrita, conocida como la “Protección del Árbol de Pagoda”.
Los guardianes de los débiles. Hubo una vez una época en que el clan Hyou era el clan Hyou, pero eso sin duda era parte del pasado.
“…Ahora que has llegado hasta aquí, nadie puede perseguirte. Nadie puede obligarte a hacer nada.”
Si ella despertara en cualquier momento y decidiera irse, eso definitivamente ocurriría sólo por la voluntad de Shuurei. Ni siquiera el emperador tenía permitido quebrantar esa regla y llevársela de ahí.
“…Así que, duerme todo lo que quieras.”
Riou estaba absolutamente aliviado al ver a Shuurei dormir profundamente.
Esa vez, ella no había podido volver a abrir los ojos. De haberse quedado en el “exterior”, ella habría seguido durmiendo hasta morir. Su única esperanza había sido llevarla de inmediato a los dominios de la familia Hyou.
…Ahora, la condición de Shuurei se había estabilizado definitivamente.
Era una ironía. ¿Cómo era posible que en ése pacífico lugar, que era el castillo de Ruka, su vida finalmente estaba a salvo?
“…Buenas noches, Kou Shuurei.”
Él desató las cuerdas que amarraban las cortinas del dosel de la cama. Los amplios olanes de azul marino se cerraron por la izquierda y derecha, y la figura de Shuurei lentamente quedó cubierta y oculta.
Riou se percató de que el ratón blanco había desaparecido.
***
Jyuusan-hime se rascó la cabeza, mirando la cena que el emperador no se había comido.
(…Algo pasó otra vez.)
No era tan tarde, pero Jyuusan-hime decidió ir a buscarlo. Al principio, quizás porque pensaban que ella era la princesa de la familia Ran, las damas de compañía y los sirvientes la seguían a todos lados de cerca, igual que se persigue inútilmente a un pez dorado, pero ella de inmediato les pidió que no lo hicieran. Cuando ella vio los trajes de las damas de compañía, los cuales eran elegantes, pero estorbosos, ella al instante tomó las tijeras y los cortó, modificándolos para que les resultara fácil moverse con ellos, ante lo cual, las damas de compañía inclinaron sus cabezas en señal de interrogación. Luego de haber golpeado a algunos aristócratas que habían tratado de poner sus manos sobre las nuevas damas de compañía, embolsarse todo su dinero y colgarlos boca abajo de un árbol, nadie se atrevió a contradecirla si decidía ir a algún lado sola. Enseguida, las damas de compañía cuyas ropas habían sido modificadas por ella, decían “así es más fácil luchar si se presenta una emergencia”, ella empezó a volverse popular en secreto entre las damas de compañía más jóvenes, pero desde luego que Jyuusan-hime no se dio cuenta de ello. Cuando ella no podía encontrar al emperador, Jyuusan-hime no esperaba, sino que iba en su búsqueda. Tal vez esto se debía a que había empezado a comprender que esto ocurría generalmente cuando el emperador estaba deprimido. Pero ahora, ella era capaz de encontrarlo la mayoría de las veces.
No obstante, cuando las damas de compañía con más antigüedad se enteraron de esto, lo encontraron extraño. Por mucho tiempo, el emperador había sido muy hábil para desaparecer, e incluso para Shusui era una hazaña localizarlo. Pese a esto, Jyuusan-hime era veloz en encontrarlo, y cuando le preguntaban cómo lo había logrado, ella decía “es cierta clase de instinto”. A veces ella misma ladeaba el cuello preguntándose cómo lo había hecho. Sin embargo, en realidad ya tenía experiencia previa en algo similar. Su prometido, Jin, a veces desaparecía, y en aquellas ocasiones ella lo encontraba usando “cierta clase de instinto”. Si la razón de que ella estuviera o no preocupada por el emperador era algo independiente, ella decidió no pensar demasiado en ello. Especialmente ahora que los rumores de que Shuurei regresaría para convertirse en la emperatriz, y después de eso, Jyuusan-hime también ascendería al rango de consorte, se estaban esparciendo. Pensando un poco, ella se dirigió hacia el muelle del lago que estaba junto al Palacio del Iluminado Durazno. Justo como esperaba, en el pabellón abierto que se extendía en medio del lago, una antorcha estaba encendida. Entonces, ella también vio una espalda conocida. Jyuusan-hime se dio cuenta de que siempre estuvo mirando la espalda del emperador.
Jyuusan-hime se detuvo un poco. El emperador no se volteó y ella tampoco se movió de donde estaba. Si realmente quería estar solo, el soberano se habría ocultado antes de que Jyuusan-hime lo hubiera encontrado. Aunque ella sabía esto, Jyuusan-hime siempre guardaba algo de distancia. Era como una señal sin palabras.
Jin y Jyuusan-hime, contrario a su animoso exterior, tenían una sombra de soledad en sus corazones. Esto en sí hacía la diferencia entre ellos y Shuuei, quien había sido criado con un amor inocente, y por eso, ella no podía cruzar los dominios de alguien sin pensar en ello. Por un momento, ella se detuvo pensando si era correcto que ella entrara. Ser capaz de colarse sin dudarlo como Shuuei y Shuurei… era algo que solamente las personas cuya existencia no había sido negada, podían hacer. Tomando aliento, Jyuusan-hime se aproximó a él con pasos suaves. Se sentó junto al emperador. Su lugar acostumbrado, cerca y lejos. Parecía que ésta siempre era la distancia entre ellos. Y probablemente no disminuiría. Aún así, era una distancia confortable. Igual para Jyuusan-hime. Aunque, al final, el mismo emperador así lo había pensado.
“Es genial que tengas estos ánimos de retarte a ti mismo a pescar de noche, incluso considerando que eres un principiante. Es difícil, ¿sabes?”
El último rastro de la tensa atmósfera que rodeaba a Ryuuki, que sujetaba la caña de pescar dentro del lago, se desvaneció.
“Si. No ha picado nada.”
Cuando ella levantó la vista al cielo nocturno, él la imitó, acompañándola. Entonces hubo una silenciosa pausa.
“…así de repente, ¿es tan tarde?”
“Eso es algo que sólo una persona muy ocupada podría decir. Bastante impresionante, majestad.”
Jyuusan-hime, por supuesto, notó con un simple vistazo que aunque él estaba pescando, no había una canasta para los peces, ni carnada. Él no estaba ahí porque quisiera pescar. Probablemente había estado ahí solo mucho tiempo. Posiblemente varias horas.
“…Disculpa, seguro que preparaste la cena.”
“Sabía que no era porque no quisieras comer. Simplemente olvidaste cuánto tiempo ha pasado.”
Al parecer, él ni siquiera había notado que ya había oscurecido a su alrededor. Jyuusan-hime miró el estanque y murmuró.
“…Estoy segura de que Shuurei-chan regresará a salvo. Descuida.”
Jyuusan-hime sabía que no era que Shuurei hubiera abandonado su deber y hubiera huido de Ryuuki. Algo imprevisto debía haberle ocurrido. Eso era lo único que se le ocurría. Pero, ¿por qué no respondió Ryuuki? Un peculiar silencio siguió. Finalmente, luego de una larga pausa, él le dijo en voz baja.
“…lo siento.”
Era un débil y ronco susurro, que pareció desaparecer en el sonido de los grillos. Jyuusan-hime sonrió. Entonces, ella pronunció las palabras que pensó en responder cuando llegara el momento. Sólo esas palabras.
“Está bien.”
Desde el momento en que escuchó los rumores de que Shuurei sería consorte, ella comprendió a medias. Si se consideraba el asunto del heredero, de una forma u otra, sería necesaria otra mujer. Shuurei sola no sería reconocida. Mucho antes de ser nombrada dama de compañía principal, la corte había considerado a Jyuusan-hime, como “consorte no oficial”. Esto se debía a que desde que Ran Shuuei había perdido el rango de general, no existía otra manera de mantener vínculos con la familia Ran más que casándose con Jyuusan-hime.
“Está bien.”
Ella susurró otra vez. Jyuusan-hime había venido aquí con un objetivo, así que estaba bien.
(…Shuurei-chan está más triste que yo.)
Era muy triste, demasiado triste.
Cuando ellos estuvieron en la Bahía de los Nueve Colores, ella pensó que aunque Shuurei y el emperador se casaran, posiblemente no serían muy felices. En ese entonces ella sólo lo pensó superficialmente pero, ¿y si lo veían de forma realista? Nadie se veía feliz. Ni siquiera el emperador… Si Jin le hubiera hecho lo mismo a ella, Jyuusan-hime no habría sido capaz de soportarlo. Y era porque se amaban profundamente, que no podían manejar la situación diciendo ‘no hay nada qué hacer’. Mejor sería no casarse. Si se tratara de Jyuusan-hime, seguramente montaría en un caballo y saldría huyendo. Pero –Shuurei no tenía permitido hacer eso.
…Tal vez había una forma de que todo resultara bien. Pero en algún punto habían cometido un error. Pero luego, eso se había ido hacia un lugar inalcanzable.
A ella no le gustaba la frase ‘no hay nada qué hacer’. Pero definitivamente existían cosas irremediables. Lo más ridículo era que, a fin de cuentas, dentro de toda la montaña de problemas que el emperador tenía ahora, el dilema de Jyuusan-hime y Shuurei era el más trivial, el menor de sus problemas. Con quién se casara era, fundamentalmente, un asunto que el gobierno y los oficiales encontraban trivial, y más bien, la única persona que tomaba en cuenta los sentimientos de Jyuusan-hime y Shuurei era… el mismo emperador, seguramente.
Es por ese motivo que ella dijo “Está bien”. Él estaba sufriendo, preocupándose solo todos los días, tanto, que ni siquiera se había dado cuenta de que se había vuelto un agujero negro. E incluso en medio de esto, por un segundo, él pasaba el tiempo con Jyuusan-hime, y pensaba en ella. Para Jyuusan-hime, esto era suficiente.
(Es por eso que Shuurei-chan también aceptó…)
Decirlo, era suficiente.
Jyuusan-hime también deseaba aminorar el número de personas con las que el emperador tenía que disculparse, y su sufrimiento.
“Majestad, no tienes que disculparte. Soy la dama de compañía principal. Y este es tu castillo. En la Residencia Imperial nadie obedece a nadie más que a ti. Si al final te quedas solo, yo te protegeré.”
Mientras decía esto, se sentía tan patética que quería reír. Aunque sus palabras no fueran mentira, ella sabía bastante bien que si algo ocurría, ella no sería de utilidad. Ahora, por primera vez, ella comprendió por qué Shuurei había optado por volverse oficial en vez de entrar a la Residencia Imperial.
Ser un oficial significa tener cierto poder. Una fuerza capaz de convertirse en una espada y escudo para proteger al emperador… Sin embargo, Jyuusan-hime era más que impotente.
“…Ajem. Si puedo protegerte, entonces dejaré que te escapes magníficamente en un caballo, disculpa.”
“Jyuusan-hime, ya antes me habías dicho que me dejarías escapar a algún sitio donde yo no tuviera que ser emperador.”
Jyuusan-hime miró al emperador.
En algún lugar del profundo y oscuro lago, ella escuchó el sonido de un pez saltando.
La superficie del agua era como un pozo, un lodazal infinito.
“…Mientras más pienso, menos sé lo que es correcto, lo que es mejor hacer, y todo se confunde. No sé que es lo mejor que debo hacer. Siento que me estoy hundiendo en el lodo.”
Jyuusan-hime apretó las rodillas contra su pecho.
“Oye, majestad, nadie sabe lo que es correcto, o qué es lo mejor. No existe nadie que pueda ver el futuro y llegar a él, como un dios. Sin importar lo inteligente que sea. Si hay alguien que tú consideres que es así, es porque esa persona trabaja locamente que podría morir. Es porque esas personas se esfuerzan haciendo que su mente trabaje hasta morir. Porque hay algo que quieren ver. De esa forma, pueden volver sus deseos y sueños realidad. Todos hacen eso. Si el mundo te parece tranquilo hasta ahora, es debido a que no has intentado moverlo por ti mismo. La vida es como el viento que se precipita hacia algún sitio. Has comenzado a caminar. Estás pensando ‘¿a dónde debo ir?’.”
El fleco de Ryuuki temblaba… Era cierto. Hasta que fue con Jyuusan-hime a la Bahía de los Nueve Colores, Ryuuki había creído que las cosas estaban bien tal como estaban ahora. Tal vez había empezado a caminar, pero hasta ese momento, Ryuuki seguía sin saber a dónde ir.
“¿Qué clase de gobernante quieres ser?”
Él lo sabía. Debido a que no pudo contestar la pregunta de Ruka, ahora no podía ver a dónde debía ir. Porque no tenía claro el futuro que deseaba, sin importar lo que hiciera, no tenía confianza en sí mismo. Él no debía acostumbrarse al paisaje que lo rodeaba, que estaba cambiando de color con un vigor sorprendente.
Ahora, si alguien le mostrara “la respuesta correcta”, Ryuuki gustoso se lanzaría hacia ella. Aunque fuera un error. Porque era mucho más “fácil”. Previamente, él se había precipitado ante la “respuesta correcta” que le había presentado Ryou Anju –El plan para hacer de Shuurei una consorte imperial.
Ryuuki sacó un pedazo de papel doblado del bolsillo de su pecho. Las llamas de la antorcha que estaba junto a él había disminuido, y parecían flaquear… Quizás ahí, “la respuesta correcta”, estaba escrita. ¿Qué debía hacer? Jyuusan-hime pudo ver el remitente a la luz de la antorcha. El sello estaba intacto y estaba arrugada, como si hubiera sido tocada muchas veces. Ella había visto antes esa letra –y al momento siguiente, ella se paralizó.
“Esa letra-“
Ryuuki cerró los ojos, y sin dudarlo, arrojó la carta al fuego. Las flamas alcanzaron el papel, y éste desapareció, consumiéndose. Jyuusan-hime hizo una exclamación. Gritó y levantó la mano, pero Ryuuki la detuvo con un abrazo.
“Está bien.”
“¡Pero esa letra! ¿No es la de Shuurei-chan? ¿No te escribió? ¿Por qué –por qué la quemaste, idiota? ¡Ni siquiera abriste el sello!”
“¡-Está bien!”
Ryuuki abrazó fuertemente a Jyuusan-hime. Era como si la abrazara con tal fuerza para frenarse a sí mismo, no a ella. Percatándose de que Ryuuki estaba temblando, Jyuusan-hime dejó de forcejear. A través del hombro de Ryuuki, ella vagamente observó en la oscuridad, que la última tira del sobre se volvía cenizas. Era la última carta de ella. Hasta el último momento, ella siempre había estado yendo de aquí para allá por el bien de Ryuuki.
Si él la hubiera abierto, esa carta siempre lo dominaría. Ryuuki rechinó los dientes. Sentía que en su interior, sus sentimientos se movían salvajemente, como una tormenta. Pero, si lloraba aunque fuera una vez, sería incapaz de moverse. Todavía tenía un lugar al que ir. Es por eso que, en lugar de llorar, abrazó fuertemente a Jyuusan-hime. Pasó un muy largo rato, y Ryuuki la soltó.
“…Ya me he tranquilizado. Gracias, Jyuusan-hime… Voy a la Corte un rato.”
Aunque ya era bastante noche, Jyuusan-hime no le preguntó la razón. Ella simplemente palmeó la espalda de Ryuuki.
“…Nos vemos, entonces. No hay problema si regresas corriendo aquí llorando y gimoteando.”
Ryuuki sonrió ligeramente.
En algún lugar, ella escuchó el sonido de un pez saltando fuera del agua.
Ryuuki, quien se había ido solo a la Corte, se detuvo frente a una puerta. Pensándolo bien, hasta ahora, escasamente había cruzado ese umbral. Eso era debido a que la persona a la que pertenecía esta habitación siempre visitaba la oficina de Ryuuki. El guardia estaba sorprendido al ver la cara de Ryuuki. Él lo detuvo antes de que éste anunciara su llegada, y con su propia voz, le habló al propietario de la habitación a través de la pesada puerta.
“…Yuushun-dono, hay algo que quiero preguntarte. ¿Puedo pasar?”
En un momento, él escuchó el sonido de un bastón. Él no pareció estar sorprendido.
“Adelante, mi señor. La puerta está abierta.”
Él escuchó la voz de Yuushun, tan apacible como siempre.
***
Fuente: http://yuzutea.net/log/2010/01/saiunkoku-book-15-chapter-3-1/
>Temas Relacionados - Volumen 15 Prólogo - Volumen 15 Capítulo 1 1/3 - Volumen 15 Capítulo 1 2/3 - Volumen 15 Capítulo 1 3/3 - Volumen 15 Capítulo 2 1/2- Volumen 15 Capítulo 2 2/2 - Volumen 15 Capítulo 3 2/4 - Volumen 15 Capítulo 3 3/4 - Volumen 15 Capítulo 3 4/4 - Volumen 15 Capítulo 4 1/2 - Volumen 15 Capítulo 4 2/2 - Volumen 15 Capítulo 5 1/2 - Volumen 15 Capítulo 5 2/2 - Volumen 15 Capítulo 6 - Volumen 15 Capítulo 7 - Volumen 15 Epílogo
SAIUNKOKU 15
(Kuraki Tasogare no Miya)
Capìtulo 3 parte 1/4
Editado por Charmian
Traducido por Violet Raven
(Kuraki Tasogare no Miya)
Capìtulo 3 parte 1/4
Editado por Charmian
Traducido por Violet Raven
>ANTERIOR
Capítulo 3
Ella recordó pensar “Ahh, estoy muerta”.
Mientras estaba acostada, con los ojos cerrados y respirando con dificultad, como si tuviera un peso encima que la presionaba, sintió como si algo se hubiera derretido y salido volando de ella.
Sus sentidos se habían vuelto vagos, pero ella lo comprendió. En cierto momento, la fatiga incesante que la envolvía como en una tela de araña, y que se negaba a desaparecer, se había esfumado. Las voces de Riou, Ensei Tantan, aunque estaban cerca, parecían distantes. Ella no pudo entender por completo lo que decían. Trató de escuchar, pero ya ni siquiera pudo abrir los ojos. Era similar a las veces en que ella, agotada, colapsaba en la cama y se sumía en un dulce sueño.
Pero en esta ocasión, ella sintió que estaría bien si no volvía a abrir los ojos.
Shuurei, sin duda… estaba enormemente aliviada.
(…Es suficiente, ¿verdad? Si, es suficiente…)
Ella quería decirle eso a alguien, pero no podía recordar a quién.
Pero alguien le respondió.
‘Duerme tanto como quieras’.
(Si… déjenme descansar…)
Ella estaba feliz. Quería agradecerles, pero no podía hablar. Su cuerpo y su encogido corazón, estaban terriblemente cansados.
***
En la oscuridad, los haces de luz de luz corrían formando un complejo patrón geométrico. En el clan Hyou, estos eran conocidos como “conductos” mágicos. En medio del círculo del que emergía la luz, la figura de Riou surgió silenciosa. Llevando en brazos a una chica inmóvil.
“¡Abran “la Habitación de la Tranquilidad”! traigan toda la medicina. Si dejan morir a esta mujer, ¡nunca se los perdonaré!”
El grito de Riou, dicho con una cara consternada, resonó por toda la habitación.
“¡Los ‘sanadores’ y todos los mejores practicantes de magia fueron enviados fuera! ¡No bromees!” Las sacerdotisas estaban ofuscadas por la ira con que les había gritado. Sin duda, Riou era el hijo del jefe de la familia, Hyou Riou, pero era un varón, no una mujer, y no tenía poderes, así que era frecuentemente ignorado como si fuera un fantasma. Riou tampoco insistía en su posición o autoridad, sino que siempre se quedaba callado. Ninguna de las sacerdotisas que quedaban en el palacio supo cómo reaccionar cuando Riou les alzó la voz. Riou volteó para ver a Shuurei. Él tenía algunos conocimientos médicos, y sabía identificar algunas hierbas medicinales, pero eso estaba muy lejos del nivel de un médico experimentado. En el clan Hyou había muchos doctores famosos y curanderos que usaban magia, pero Riou sabía que con frecuencia eran llamados al “exterior” y muchas veces estaban ausentes. Con una simple mirada a las consternadas sacerdotisas, sabía que ellas no estaban mintiendo. Pero, ¿qué les ocurría a todos, desapareciendo así-?
La cara de Shuurei estaba totalmente pálida, y ella no se movía para nada. Riou tomó su pulso, acercó su propia mano a la boca de ella, y su expresión cambió. De inmediato, él levantó su mentón y apretó su nariz, despejando su tracto respiratorio. Él sopló varias veces en su boca –pero ella no respiraba. Él palpó en el lado izquierdo de su pecho y su cara se retorció.
(Maldición, su corazón-)
Fue entonces que él decidió mejor ocuparse de su corazón.
Algo pequeño y blanco ascendía por el pecho de Shuurei. Tenía una pelaje tan blanco, que le recordaba a Uu Uu, orejitas puntiagudas, una larga cola, movimientos rápidos y agudos ojos. Lo que estaba produciendo esos curiosos ruidos tan inoportunos, era un pequeño ratón blanco.
(¿Un ratón-? ¡¿Te estás burlando de mí, ratón?!)
A él ni siquiera le dio tiempo de enfadarse antes de que el ratón se detuviera en el lado izquierdo del pecho de Shuurei. La punta de su cola apuntaba directamente al centro de su corazón. Al momento siguiente, hubo una chispa, como si hubiera caído un pequeño relámpago, el cual hasta Riou, quien mantenía su tracto respiratorio asegurado, pudo percibir. Él sintió que todo el pelo se le erizaba hasta la punta.
“¡¿Qué?!”
Riou se preguntó si las estrellas estaban cayendo frente a sus ojos. Luego de que el temblor desapareció, al mirar hacia abajo, las mejillas de Shuurei habían recuperado su tono rosado. Cuando sintió su corazón, éste había vuelto a latir otra vez, aunque no de forma normal y lentamente. Sólo para asegurarse, él puso su mano cerca de sus labios, y sintiendo su aliento cálido, supo por fin que ella había empezado a respirar otra vez.
Riou estaba tan aliviado que cerró los ojos. Recargó su espalda en la cama y se sentó. Entonces oyó el chillido del ratón. Era como si éste estuviera insistiendo con su presencia. Eso era algo importante en la familia Hyou. Esa era la primera vez que Riou hacía algo así, pero había perdido frente al ratón.
Riou extendió el brazo para recoger al ratón blanco. El ratón no trató de huir, sino que se quedó parado en la mano de Riou, restregando suavemente su cola.
-El hechizo del relámpago resucitador. En el clan Hyou, esto era conocido como “tratamiento del relámpago” y sin importar cuánto lo reflexionara, él sólo podía pensar que ese ratón había sido la fuente de ello. Inclusive dentro del clan Hyou, sólo los magos de mayor jerarquía podían usar este método de resucitación. Además, el “tratamiento del relámpago” era usado solamente cuando no existía ninguna otra opción. El hechizo de resucitación era como una apuesta, se intentaba cuando no se sabía si el paciente iba a vivir o morir, así que de todos modos se hacía. Riou miró severamente al ratón y jaló de su cola.
“¡Fuiste directamente y lo hiciste, ni siquiera dudaste! ¡¿Qué habrías hecho si ella hubiera muerto?!”
El ratón chilló resistiéndose, y Riou lo soltó.
Sin embargo, la magia de resucitación era una carrera contra el tiempo. Incluso la mejoría momentánea disminuía las posibilidades de revivir a un paciente. Si el ratón hubiera dudado, quizás Shuurei estaría muerta. Es más, considerando que su condición se había estabilizado al mismo tiempo, parecía que el ratón lo había combinado con alguna magia curativa. Riou inclinó la cabeza.
“…tú la salvaste… Gracias.”
Él se sintió tonto agradeciéndole sinceramente a un ratón, pero éste no era un ratón ordinario.
Un ratón blanco. Cuando lo vio, él pensó en arrojarlo lejos, sin el menor aviso, pero cuando lo reconsideró, el ratón blanco era el espíritu guardián de la casa. Ocasionalmente, eran llamados pequeños mensajeros de los dioses, y espiritualmente su posición era alta.
Riou, estrechó sus ojos y miró detenidamente al ratón.
“¿Quién será?”
Riou no tenía poderes, así que no podía percibir las cosas como un mago. No obstante, era seguro que alguien había “entrado” en este ratón. Esta persona era una sacerdotisa o un hechicero de alto nivel que podía usar el “relámpago” y la “curación” al mismo tiempo.
¿Acaso se debía a que esa persona estaba muy lejos, o quizá en una condición tal que fue necesario tomar la forma de un ratón?
Si se tratara de lo primero, entonces podría considerarse que fuera Uu Uu. Él era un mago de primer nivel, y su blanca, esponjosa, pequeña y linda figura lucía exactamente como él. Más bien, la suavidad del ratón era menor o insuficiente.
(Pero todos los demás “pasajes” han sido completamente sellados… Además, ¿Uu Uu también puede usar el “relámpago”?)
El Ministerio de la Cueva de los Inmortales, que estaba dentro de Kiyou, el territorio más sagrado, en realidad era el lugar que menos necesitaba hechiceros. Dado que era más necesario el conocimiento médico y astrológico, el mismo Riou no sabía que tan capacitado estaba Uu Uu en cuanto a magia, ni qué clase de hechizos podía usar. Además de esto, sólo le bastó su instinto para sentir que ése no era Uu Uu.
(…¿Una mujer?...)
Justo ahora en el clan Hyou, había una poderosa sacerdotisa que no podía mover su “cuerpo”.
…Sólo se le ocurrió pensar en una. La dama de compañía, a quien la hipnosis oculta dentro de Riou la llevó a actuar. Luego de eso, Riou se enteró por el emperador que había tenido un encuentro con ella en la Bahía de los Nueve Colores, y que después de eso desapareció. Shusui, quien previamente había roto la hipnosis que la había obligado a obedecer ciegamente, ayudó a escapar a “Bara-hime” y huyó con ella, y más aún, aunque se suponía que ella no tenía poderes, después éstos aparecieron en ella, y sobre todo, ella era la excepción en el grupo de las “Muñecas Asesinas”. De haber vuelto al clan Hyou por su propia voluntad, su tía no la habría perdonado.
Si el ratón era esa dama de compañía, él se dio cuenta de que habría ayudado a Shuurei sin contemplaciones.
“…¿Eres Shusui?”
Los profundos ojos negros del ratón blanco no mostraron reacción alguna. Únicamente su cola ondeó ligeramente. Aunque parecía no poder hablar, debió ser capaz de entender lo que él le estaba diciendo. Quizás los ratones eran criaturas incapaces de responder.
(Bueno, está bien)
Cuando Riou le hizo cosquillas al blanco estómago del ratón, éste se alejó enfadado.
El palacio en el cielo, al cual él no había regresado en un tiempo, estaba como de costumbre, envuelto en una eterna calma.
Sin embargo, él sintió que estaba demasiado silencioso.
Él recordó que las sacerdotisas habían dicho que “todos habían sido enviados fuera”. ¿Todos? ¿Por qué?
(…¿Debería pensar en eso después?...)
Riou estaba muy cansado y sin fuerzas para pensar. Desganadamente volteó hacia arriba. No se escuchaban voces. Era como si estuviera vacío. Ése no era el silencio del sueño, más bien parecía el silencio de la muerte. El aislado castillo en el cielo. Quizás se comparaba a cuando algo importante se hubiera interrumpido hace mucho tiempo, y ahora, cual carne gangrenada, lentamente se pudría desde sus raíces, y moriría.
Cuando él pensó en las sacerdotisas y los sirvientes masculinos, parecía que no había ni un rastro de vida en ellos. Todos tenían un color pálido cenizo. Pero, ¿acaso él no había sido así también? ¿Luciendo como si estuviera muerto?
(…¿Será que estuve demasiado tiempo en el “exterior”?)
¿O tal vez era porque Riou había empezado a comprender el significado de “estar vivo”? Riou suspiró. Tal vez fue a causa de que Riou se había enfurecido con ellos y los había echado de ahí, que ninguna de las sacerdotisas o los sirvientes masculinos regresó. ¿Cómo era posible que únicamente un ratón blanco entrara corriendo?
No obstante, al reflexionarlo, hasta ahora nadie en la familia Hyou le había prestado atención a Riou. En el “exterior”, pese a que Riou era “varón”, “no tenía poderes” y era un niño, nadie se burlaba de él o lo ignoraba. Hasta el final, el emperador, Ou Ki, Yuushun y Uu Uu lo habían considerado como el Ministro de la Cueva de los Iluminados, y cuando él exponía su opinión, ellos lo escuchaban. Lo había olvidado. Cuando Riou, un hombre, regresaba al clan Hyou, era un ser sin valor. Ni su nombre le pertenecía.
En el caso de Kou Shuurei, ocurría completamente lo contrario. Dada su condición de mujer, sin importar lo mucho que se esforzara, o incluso si obtenía resultados, en el “exterior” ella no sería reconocida. El resultado final era que ella sencillamente había sido objeto de un matrimonio político, y desechada en la Residencia Imperial. Riou escuchó que como ella no podía tener hijos, el emperador había abandonado la idea de practicar la monogamia y nombraría a Jyuusan-hime como consorte.
Esa fue la decisión del emperador, quien había dicho que el amor era lo más importante del mundo.
Probablemente, eso era lo “correcto” en el mundo “exterior”. Igual que la forma de tratar a los hombres dentro del clan Hyou era considerada “correcta”. Quizás si un hombre del “exterior” fuera ahí, estaría indignado, y diría “¿Qué clase de tratamiento tan cruel es este?” y lo consideraría un error, así como el trato que recibía Kou Shuurei en el “exterior”, desde el punto de vista femenino, también sería considerado erróneo. No obstante, al menos ningún hombre dentro de la familia Hyou se había visto obligado a renunciar al trabajo que le gustaba a causa del matrimonio, como Kou Shuurei. Se habían presentado casos en los que los hombres incapaces de engendrar hijos habían sido echados sin un centavo, y era una regla que los hombres debían seguir trabajando sin protestar para las mujeres, pero Ruka jamás había interferido con la educación o el trabajo.
(…Como si ella lo quisiera…)
Era extraño, pero pensándolo bien, él nunca había escuchado a Kou Shuurei quejarse por eso. Como si ella dijera ‘no tiene nada tiene que ver si soy hombre o mujer’ ella simplemente hacía lo que tenía que hacer.
Hasta el final, ella siempre fue un oficial del emperador.
Riou se levantó vacilante, arrastrando el cuerpo. ¿Era esa pesadez la de su cuerpo o la de su alma? Él bajó la mirada hacia Shuurei, quien dormía con una expresión apacible en el rostro, con su largo cabello negro esparcido como un abanico.
“…Descansa un poco. Has trabajado más que suficiente. De aquí en adelante, Rou Ensei y Shi Suou pueden continuar. Así que relájate y duerme… Debes estar cansada.”
Su cuerpo y alma estaban agotados.
Él puso sus brazos, que estaban desplomados por el cansancio, doblados sobre su pecho.
El palacio en el cielo, más allá del lejano arco iris. Ese era el último escudo protector de la gente.
Aquellos que llegaran hasta ahí serían protegidos de cualquier autoridad. Ese era el antiguo pacto, que incluso Ruka misma tenía que respetar. Esa era la regla absoluta y no escrita, conocida como la “Protección del Árbol de Pagoda”.
Los guardianes de los débiles. Hubo una vez una época en que el clan Hyou era el clan Hyou, pero eso sin duda era parte del pasado.
“…Ahora que has llegado hasta aquí, nadie puede perseguirte. Nadie puede obligarte a hacer nada.”
Si ella despertara en cualquier momento y decidiera irse, eso definitivamente ocurriría sólo por la voluntad de Shuurei. Ni siquiera el emperador tenía permitido quebrantar esa regla y llevársela de ahí.
“…Así que, duerme todo lo que quieras.”
Riou estaba absolutamente aliviado al ver a Shuurei dormir profundamente.
Esa vez, ella no había podido volver a abrir los ojos. De haberse quedado en el “exterior”, ella habría seguido durmiendo hasta morir. Su única esperanza había sido llevarla de inmediato a los dominios de la familia Hyou.
…Ahora, la condición de Shuurei se había estabilizado definitivamente.
Era una ironía. ¿Cómo era posible que en ése pacífico lugar, que era el castillo de Ruka, su vida finalmente estaba a salvo?
“…Buenas noches, Kou Shuurei.”
Él desató las cuerdas que amarraban las cortinas del dosel de la cama. Los amplios olanes de azul marino se cerraron por la izquierda y derecha, y la figura de Shuurei lentamente quedó cubierta y oculta.
Riou se percató de que el ratón blanco había desaparecido.
***
Jyuusan-hime se rascó la cabeza, mirando la cena que el emperador no se había comido.
(…Algo pasó otra vez.)
No era tan tarde, pero Jyuusan-hime decidió ir a buscarlo. Al principio, quizás porque pensaban que ella era la princesa de la familia Ran, las damas de compañía y los sirvientes la seguían a todos lados de cerca, igual que se persigue inútilmente a un pez dorado, pero ella de inmediato les pidió que no lo hicieran. Cuando ella vio los trajes de las damas de compañía, los cuales eran elegantes, pero estorbosos, ella al instante tomó las tijeras y los cortó, modificándolos para que les resultara fácil moverse con ellos, ante lo cual, las damas de compañía inclinaron sus cabezas en señal de interrogación. Luego de haber golpeado a algunos aristócratas que habían tratado de poner sus manos sobre las nuevas damas de compañía, embolsarse todo su dinero y colgarlos boca abajo de un árbol, nadie se atrevió a contradecirla si decidía ir a algún lado sola. Enseguida, las damas de compañía cuyas ropas habían sido modificadas por ella, decían “así es más fácil luchar si se presenta una emergencia”, ella empezó a volverse popular en secreto entre las damas de compañía más jóvenes, pero desde luego que Jyuusan-hime no se dio cuenta de ello. Cuando ella no podía encontrar al emperador, Jyuusan-hime no esperaba, sino que iba en su búsqueda. Tal vez esto se debía a que había empezado a comprender que esto ocurría generalmente cuando el emperador estaba deprimido. Pero ahora, ella era capaz de encontrarlo la mayoría de las veces.
No obstante, cuando las damas de compañía con más antigüedad se enteraron de esto, lo encontraron extraño. Por mucho tiempo, el emperador había sido muy hábil para desaparecer, e incluso para Shusui era una hazaña localizarlo. Pese a esto, Jyuusan-hime era veloz en encontrarlo, y cuando le preguntaban cómo lo había logrado, ella decía “es cierta clase de instinto”. A veces ella misma ladeaba el cuello preguntándose cómo lo había hecho. Sin embargo, en realidad ya tenía experiencia previa en algo similar. Su prometido, Jin, a veces desaparecía, y en aquellas ocasiones ella lo encontraba usando “cierta clase de instinto”. Si la razón de que ella estuviera o no preocupada por el emperador era algo independiente, ella decidió no pensar demasiado en ello. Especialmente ahora que los rumores de que Shuurei regresaría para convertirse en la emperatriz, y después de eso, Jyuusan-hime también ascendería al rango de consorte, se estaban esparciendo. Pensando un poco, ella se dirigió hacia el muelle del lago que estaba junto al Palacio del Iluminado Durazno. Justo como esperaba, en el pabellón abierto que se extendía en medio del lago, una antorcha estaba encendida. Entonces, ella también vio una espalda conocida. Jyuusan-hime se dio cuenta de que siempre estuvo mirando la espalda del emperador.
Jyuusan-hime se detuvo un poco. El emperador no se volteó y ella tampoco se movió de donde estaba. Si realmente quería estar solo, el soberano se habría ocultado antes de que Jyuusan-hime lo hubiera encontrado. Aunque ella sabía esto, Jyuusan-hime siempre guardaba algo de distancia. Era como una señal sin palabras.
Jin y Jyuusan-hime, contrario a su animoso exterior, tenían una sombra de soledad en sus corazones. Esto en sí hacía la diferencia entre ellos y Shuuei, quien había sido criado con un amor inocente, y por eso, ella no podía cruzar los dominios de alguien sin pensar en ello. Por un momento, ella se detuvo pensando si era correcto que ella entrara. Ser capaz de colarse sin dudarlo como Shuuei y Shuurei… era algo que solamente las personas cuya existencia no había sido negada, podían hacer. Tomando aliento, Jyuusan-hime se aproximó a él con pasos suaves. Se sentó junto al emperador. Su lugar acostumbrado, cerca y lejos. Parecía que ésta siempre era la distancia entre ellos. Y probablemente no disminuiría. Aún así, era una distancia confortable. Igual para Jyuusan-hime. Aunque, al final, el mismo emperador así lo había pensado.
“Es genial que tengas estos ánimos de retarte a ti mismo a pescar de noche, incluso considerando que eres un principiante. Es difícil, ¿sabes?”
El último rastro de la tensa atmósfera que rodeaba a Ryuuki, que sujetaba la caña de pescar dentro del lago, se desvaneció.
“Si. No ha picado nada.”
Cuando ella levantó la vista al cielo nocturno, él la imitó, acompañándola. Entonces hubo una silenciosa pausa.
“…así de repente, ¿es tan tarde?”
“Eso es algo que sólo una persona muy ocupada podría decir. Bastante impresionante, majestad.”
Jyuusan-hime, por supuesto, notó con un simple vistazo que aunque él estaba pescando, no había una canasta para los peces, ni carnada. Él no estaba ahí porque quisiera pescar. Probablemente había estado ahí solo mucho tiempo. Posiblemente varias horas.
“…Disculpa, seguro que preparaste la cena.”
“Sabía que no era porque no quisieras comer. Simplemente olvidaste cuánto tiempo ha pasado.”
Al parecer, él ni siquiera había notado que ya había oscurecido a su alrededor. Jyuusan-hime miró el estanque y murmuró.
“…Estoy segura de que Shuurei-chan regresará a salvo. Descuida.”
Jyuusan-hime sabía que no era que Shuurei hubiera abandonado su deber y hubiera huido de Ryuuki. Algo imprevisto debía haberle ocurrido. Eso era lo único que se le ocurría. Pero, ¿por qué no respondió Ryuuki? Un peculiar silencio siguió. Finalmente, luego de una larga pausa, él le dijo en voz baja.
“…lo siento.”
Era un débil y ronco susurro, que pareció desaparecer en el sonido de los grillos. Jyuusan-hime sonrió. Entonces, ella pronunció las palabras que pensó en responder cuando llegara el momento. Sólo esas palabras.
“Está bien.”
Desde el momento en que escuchó los rumores de que Shuurei sería consorte, ella comprendió a medias. Si se consideraba el asunto del heredero, de una forma u otra, sería necesaria otra mujer. Shuurei sola no sería reconocida. Mucho antes de ser nombrada dama de compañía principal, la corte había considerado a Jyuusan-hime, como “consorte no oficial”. Esto se debía a que desde que Ran Shuuei había perdido el rango de general, no existía otra manera de mantener vínculos con la familia Ran más que casándose con Jyuusan-hime.
“Está bien.”
Ella susurró otra vez. Jyuusan-hime había venido aquí con un objetivo, así que estaba bien.
(…Shuurei-chan está más triste que yo.)
Era muy triste, demasiado triste.
Cuando ellos estuvieron en la Bahía de los Nueve Colores, ella pensó que aunque Shuurei y el emperador se casaran, posiblemente no serían muy felices. En ese entonces ella sólo lo pensó superficialmente pero, ¿y si lo veían de forma realista? Nadie se veía feliz. Ni siquiera el emperador… Si Jin le hubiera hecho lo mismo a ella, Jyuusan-hime no habría sido capaz de soportarlo. Y era porque se amaban profundamente, que no podían manejar la situación diciendo ‘no hay nada qué hacer’. Mejor sería no casarse. Si se tratara de Jyuusan-hime, seguramente montaría en un caballo y saldría huyendo. Pero –Shuurei no tenía permitido hacer eso.
…Tal vez había una forma de que todo resultara bien. Pero en algún punto habían cometido un error. Pero luego, eso se había ido hacia un lugar inalcanzable.
A ella no le gustaba la frase ‘no hay nada qué hacer’. Pero definitivamente existían cosas irremediables. Lo más ridículo era que, a fin de cuentas, dentro de toda la montaña de problemas que el emperador tenía ahora, el dilema de Jyuusan-hime y Shuurei era el más trivial, el menor de sus problemas. Con quién se casara era, fundamentalmente, un asunto que el gobierno y los oficiales encontraban trivial, y más bien, la única persona que tomaba en cuenta los sentimientos de Jyuusan-hime y Shuurei era… el mismo emperador, seguramente.
Es por ese motivo que ella dijo “Está bien”. Él estaba sufriendo, preocupándose solo todos los días, tanto, que ni siquiera se había dado cuenta de que se había vuelto un agujero negro. E incluso en medio de esto, por un segundo, él pasaba el tiempo con Jyuusan-hime, y pensaba en ella. Para Jyuusan-hime, esto era suficiente.
(Es por eso que Shuurei-chan también aceptó…)
Decirlo, era suficiente.
Jyuusan-hime también deseaba aminorar el número de personas con las que el emperador tenía que disculparse, y su sufrimiento.
“Majestad, no tienes que disculparte. Soy la dama de compañía principal. Y este es tu castillo. En la Residencia Imperial nadie obedece a nadie más que a ti. Si al final te quedas solo, yo te protegeré.”
Mientras decía esto, se sentía tan patética que quería reír. Aunque sus palabras no fueran mentira, ella sabía bastante bien que si algo ocurría, ella no sería de utilidad. Ahora, por primera vez, ella comprendió por qué Shuurei había optado por volverse oficial en vez de entrar a la Residencia Imperial.
Ser un oficial significa tener cierto poder. Una fuerza capaz de convertirse en una espada y escudo para proteger al emperador… Sin embargo, Jyuusan-hime era más que impotente.
“…Ajem. Si puedo protegerte, entonces dejaré que te escapes magníficamente en un caballo, disculpa.”
“Jyuusan-hime, ya antes me habías dicho que me dejarías escapar a algún sitio donde yo no tuviera que ser emperador.”
Jyuusan-hime miró al emperador.
En algún lugar del profundo y oscuro lago, ella escuchó el sonido de un pez saltando.
La superficie del agua era como un pozo, un lodazal infinito.
“…Mientras más pienso, menos sé lo que es correcto, lo que es mejor hacer, y todo se confunde. No sé que es lo mejor que debo hacer. Siento que me estoy hundiendo en el lodo.”
Jyuusan-hime apretó las rodillas contra su pecho.
“Oye, majestad, nadie sabe lo que es correcto, o qué es lo mejor. No existe nadie que pueda ver el futuro y llegar a él, como un dios. Sin importar lo inteligente que sea. Si hay alguien que tú consideres que es así, es porque esa persona trabaja locamente que podría morir. Es porque esas personas se esfuerzan haciendo que su mente trabaje hasta morir. Porque hay algo que quieren ver. De esa forma, pueden volver sus deseos y sueños realidad. Todos hacen eso. Si el mundo te parece tranquilo hasta ahora, es debido a que no has intentado moverlo por ti mismo. La vida es como el viento que se precipita hacia algún sitio. Has comenzado a caminar. Estás pensando ‘¿a dónde debo ir?’.”
El fleco de Ryuuki temblaba… Era cierto. Hasta que fue con Jyuusan-hime a la Bahía de los Nueve Colores, Ryuuki había creído que las cosas estaban bien tal como estaban ahora. Tal vez había empezado a caminar, pero hasta ese momento, Ryuuki seguía sin saber a dónde ir.
“¿Qué clase de gobernante quieres ser?”
Él lo sabía. Debido a que no pudo contestar la pregunta de Ruka, ahora no podía ver a dónde debía ir. Porque no tenía claro el futuro que deseaba, sin importar lo que hiciera, no tenía confianza en sí mismo. Él no debía acostumbrarse al paisaje que lo rodeaba, que estaba cambiando de color con un vigor sorprendente.
Ahora, si alguien le mostrara “la respuesta correcta”, Ryuuki gustoso se lanzaría hacia ella. Aunque fuera un error. Porque era mucho más “fácil”. Previamente, él se había precipitado ante la “respuesta correcta” que le había presentado Ryou Anju –El plan para hacer de Shuurei una consorte imperial.
Ryuuki sacó un pedazo de papel doblado del bolsillo de su pecho. Las llamas de la antorcha que estaba junto a él había disminuido, y parecían flaquear… Quizás ahí, “la respuesta correcta”, estaba escrita. ¿Qué debía hacer? Jyuusan-hime pudo ver el remitente a la luz de la antorcha. El sello estaba intacto y estaba arrugada, como si hubiera sido tocada muchas veces. Ella había visto antes esa letra –y al momento siguiente, ella se paralizó.
“Esa letra-“
Ryuuki cerró los ojos, y sin dudarlo, arrojó la carta al fuego. Las flamas alcanzaron el papel, y éste desapareció, consumiéndose. Jyuusan-hime hizo una exclamación. Gritó y levantó la mano, pero Ryuuki la detuvo con un abrazo.
“Está bien.”
“¡Pero esa letra! ¿No es la de Shuurei-chan? ¿No te escribió? ¿Por qué –por qué la quemaste, idiota? ¡Ni siquiera abriste el sello!”
“¡-Está bien!”
Ryuuki abrazó fuertemente a Jyuusan-hime. Era como si la abrazara con tal fuerza para frenarse a sí mismo, no a ella. Percatándose de que Ryuuki estaba temblando, Jyuusan-hime dejó de forcejear. A través del hombro de Ryuuki, ella vagamente observó en la oscuridad, que la última tira del sobre se volvía cenizas. Era la última carta de ella. Hasta el último momento, ella siempre había estado yendo de aquí para allá por el bien de Ryuuki.
Si él la hubiera abierto, esa carta siempre lo dominaría. Ryuuki rechinó los dientes. Sentía que en su interior, sus sentimientos se movían salvajemente, como una tormenta. Pero, si lloraba aunque fuera una vez, sería incapaz de moverse. Todavía tenía un lugar al que ir. Es por eso que, en lugar de llorar, abrazó fuertemente a Jyuusan-hime. Pasó un muy largo rato, y Ryuuki la soltó.
“…Ya me he tranquilizado. Gracias, Jyuusan-hime… Voy a la Corte un rato.”
Aunque ya era bastante noche, Jyuusan-hime no le preguntó la razón. Ella simplemente palmeó la espalda de Ryuuki.
“…Nos vemos, entonces. No hay problema si regresas corriendo aquí llorando y gimoteando.”
Ryuuki sonrió ligeramente.
En algún lugar, ella escuchó el sonido de un pez saltando fuera del agua.
Ryuuki, quien se había ido solo a la Corte, se detuvo frente a una puerta. Pensándolo bien, hasta ahora, escasamente había cruzado ese umbral. Eso era debido a que la persona a la que pertenecía esta habitación siempre visitaba la oficina de Ryuuki. El guardia estaba sorprendido al ver la cara de Ryuuki. Él lo detuvo antes de que éste anunciara su llegada, y con su propia voz, le habló al propietario de la habitación a través de la pesada puerta.
“…Yuushun-dono, hay algo que quiero preguntarte. ¿Puedo pasar?”
En un momento, él escuchó el sonido de un bastón. Él no pareció estar sorprendido.
“Adelante, mi señor. La puerta está abierta.”
Él escuchó la voz de Yuushun, tan apacible como siempre.
***
Fuente: http://yuzutea.net/log/2010/01/saiunkoku-book-15-chapter-3-1/
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