sábado, 30 de abril de 2011

Fanfic "La Práctica hace la Perfección" Capítulo 2 - Práctica

Título: "La Práctica hace la Perfección"
("Practice makes perfect")
Autora: Merilsell
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya


Nota de la Autora: He aquí la parte final. Hay muchas, muchas cosas sugestivas, así que espero que continúe en la clasificación T, lol. Estoy bastante habituada a escribir fics de clasificación M, así que discúlpenme por favor. Pero, realmente me divertí escribiendo esta simple pero linda historia porque necesitaba darme un descanso de la agitada ciudad en la que vivo, ya que actualmente estoy trabajando en otro fanfic nuevo y más grande: “Sacrificios” (que aún no posteo) así que espero que ustedes también disfruten leyéndolo. Los comentarios y críticas son bienvenidos, ya que eso me ayuda a mejorar. Ahora, a disfrutar :)


***


Capítulo Dos
Práctica


Ryuuki se sentó sobre el pasto, justo en el mismo sitio en que Shuurei se había sentado y cerró los ojos brevemente para disfrutar la calidez del sol de verano. Poco después, el exceso de tela en su atuendo real le incomodó mientras estaba sentado, se sentía pesado y denso sobre su cuerpo. En ese momento, deseó haberse tomado un momento para cambiar lo que traía puesto por algo más ligero, pero estaba ansioso por ver a Shuurei, como siempre. No importaba que ella fuera su esposa ahora… no, un momento, SI importaba, importaba mucho, en realidad, pensó él riendo para sí mismo, de oreja a oreja. Fue entonces cuando su mirada recorrió el lugar y comprendió por qué Shuurei adoraba sentarse en ese sitio, pues en verdad era hermoso. Estaba en medio del sol y la sombra y apartado de las miradas curiosas. Le recordaba su rincón secreto del jardín al que iba en busca de paz cuando lo necesitaba, pero este lugar también era bonito. Sus ojos se toparon con el libro que ella estaba leyendo, y lo levantó para examinarlo detenidamente. Era un libro grueso, de pasta azul y en la cubierta el título estaba escrito con grandes caracteres plateados. Al mirarlo de cerca y leer su título, quedó incrédulo.

“¿E-e-estrategias militares?”dijo Ryuuki perplejo y profundamente sorprendido. Él sabía que ella tenía intereses diversos pero, ¿por qué querría Shuurei leer un libro así? Sin importar lo mucho que pensara, no podía hallar una razón para ello. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el débil sonido de una voz femenina, así que volteó curiosamente en dirección del sonido.

“Kougou-saaamaaa~”

La voz se volvió más insistente, “Kougou-sama, por favor, espere. Déjeme ayudarla a cargar esas cosas.” Él pudo reconocer a la dueña de esa voz desde lejos. Era la doncella personal de Shuurei, que caminaba con desesperación persiguiéndola, ya que iba cargando una enorme canasta de comida con sus dos pequeñas manos. La canasta se veía pesada, pero Shuurei ni se molestó en detenerse o escuchar a su sirvienta.

“Yo puedo cargarla muy bien sola.” Bufó Shuurei, sin aliento.

“Qué testaruda,” suspiró Ryuuki al ponerse de pie para encaminarse hacia ella y ayudarla.

“Kougou-saa-… ¿Su Majestad?” se detuvo la sirvienta abruptamente en sus movimientos, al reconocer a la persona que estaba frente a ella.

“¿Cuál es el motivo de todo ese escándalo aquí?” Ryuuki exigió saber con su tono de voz imperioso, lo que le valió una mirada confusa por parte de Shuurei. Ella aún se sorprendía de la facilidad con que él pasaba de ser el Emperador, al relajado y algo infantil Ryuuki.

La joven sirvienta se sintió inquieta, dando tímidos pasos uno tras otro. “B-bueno, yo sólo trataba de ayudar a Su Majestad porque p-pensé que eso era demasiado pesado para que lo llevara sola.”

La esquina de su labio se alzó, “Estoy de acuerdo contigo, sin embargo, yo ayudaré a mi esposa ahora, así que puedes retirarte.” Dijo el joven Emperador en un tono autoritario, pero amistoso, arrebatándole la canasta a Shuurei de las manos. Shuurei abrió la boca para protestar, pero en el último momento, decidió no hacerlo.

“D-desde luego”, tartamudeó la sirvienta ruborizada y se disculpó con una rápida reverencia. Shuurei observó la escena con la ceja levantada. “Parece que Ryuuki tiene una nueva admiradora, ¿eh?” pensó ella divertida y siguió a su esposo que caminaba delante de ella.

“Yo podía cargarla sola, Ryuu-uukii.” Se quejó ella, tímidamente.

Él se detuvo un momento, mirándola sobre su hombro. “Claro, pero no tiene nada de malo aceptar de vez en cuando el apoyo de la gente que quiere ayudarte. También he notado que no dormiste bien anoche. Fue por culpa de la tormenta, ¿verdad?”

Shuurei lo miró boquiabierta. A veces, debido a su infantil comportamiento, olvidaba lo suspicaz y buen observador que era… y que siempre se preocupaba por ella. Eso la hacía sentir una calidez en el corazón y le recordaba por qué se había enamorado de él finalmente.

Unos pasos más adelante, él puso la canasta en el suelo, estiró sus articulaciones y dio un enorme bostezo, como queriendo deshacerse de su serenidad real. “Si, aquí estamos… uff, la canasta es realmente pesada, así que empacaste muchos, muchos manjuus, ¿cierto? El clima es estupendo y comeré manjuus con Shuurei en nuestro jardín… ¡Oh, estoy tan feliz!” exclamó emocionado. “Vamos, Shuurei, no te quedes ahí, vamos a comer.”

“Muy bien, muy bien Ryuuki, no te impacientes.” Dijo ella riendo disimuladamente al ver que él estaba casi brincando mientras ella desempacaba la comida. “A veces es tan infantil… pero realmente adorable.” Con ese pensamiento ella se sentó sobre el pasto, sirvió algo de frío y dulce té de kanro para ambos y le entregó a él uno de sus adorados manjuus. Él se sentó a su lado, cerca, pero no demasiado, contento al sujetar su mano y con un manjuu en la otra. Ryuuki disfrutaba el multifacético sabor del manjuu, pero no pudo contener un bostezo luego de darle una mordida.

Shuurei levantó la vista de su taza de té. “¿Estás cansado, Ryuuki?”

“No exactamente, es sólo que el sol me hace sentir adormilado. Además traté de abrazarte anoche durante la tormenta, pero tú seguías golpeándome entre sueños, así que tampoco pude dormir bien,” le dijo con una sonrisa torcida.

Ella parpadeó, “Eeh, no me dí cuenta, disculpa cariño.”

“No importa, la deliciosa comida y pasar el tiempo contigo, compensan lo de anoche,” él sonrió y se inclinó hacia delante para plantar un beso en su frente, antes de tomar el siguiente manjuu y comerlo.

“R-Ryuukii,” murmuró Shuurei asombrada por su amabilidad hacia ella. “…eeh, gracias,” ella agregó en voz baja sintiendo su corazón acelerarse de nuevo.

“Por cierto, ¿por qué estás leyendo ese libro? ¿Acaso planeas un ataque?” murmuró él, con la boca medio llena.

“¿Huh?”, exclamó ella, perpleja. Aunque pudo ver el libro sobre el pasto a su lado, ella supo a lo que Ryuuki se refería. “A veces piensa con gran astucia, ¿eh? Bueno, yo también puedo jugar ese juego” pensó ella divertida, riendo abiertamente. “En realidad, planeaba leer esto para armar un ejército superior al de mi esposo y después, gobernar Saiunkoku yo sola.”

“Oh, ¿en serio?” preguntó él, medio desconcertado y medio burlón.

“No,”respondió Shuurei honestamente con una risita ligera. “Ese libro es de Seiran, lo olvidó ayer en nuestros aposentos mientras me hacía una visita. No hace daño expandir tus horizontes, especialmente a mí. Soy una Emperatriz, después de todo.”

Él sonrió de buen humor, “¿El libro de mi –de Seiran? Ahh, entiendo, eso lo explica todo. Aunque si me preguntas, no necesitas leer ese libro, pues ya golpeas bastante bien. Igual que anoche”, le dijo riendo disimuladamente. “En fin, ¿te molesta si me recuesto un rato? La sesión de la corte estuvo muy pesada hoy.”

“Para nada… adelante”, tan pronto como Shuurei pronunció indiferente estas palabras, Ryuuki reclinó su cabeza, descansándola en su regazo.

“Mmm”, él dejó salir un suspiro de felicidad, mientras enterraba las mejillas en la cómoda calidez de los muslos de ella y su largo y rubio cabello se esparcía sobre su regazo.

“…Eso no es lo que quise decir,” Shuurei suspiró resignada, pero empezó a acariciar su cabeza y pasar sus finos dedos a través de las sedosas hebras del cabello de Ryuuki. Ella no podía evitar hacerlo, ya que le encantaba tenerlo cerca, después de todo, la hacía sentir en paz. Aunque raramente lo reconocía con palabras, no podía negárselo a sí misma… y tampoco quería hacerlo. De modo que se quedó sentada ahí, tomando su té mientras acariciaba su cabello, disfrutando el sonido de su ligera respiración. Ella sabía que para él, ella era su paraíso seguro, el único lugar en el que podía ser simplemente él mismo, sin tener que desempeñar ningún papel, el lugar donde podía ser algo más que sólo “el Emperador”. Esta era la razón por la que ella podía perdonarle sus infantiles y fastidiosas payasadas a veces; después de todo, ella lo amaba por quién era y no por lo que era.

Por un largo rato, ninguno de los dos dijo nada. Shuurei saboreaba la calidez del sol y se sirvió otra taza de té. Ryuuki no estaba durmiendo, más bien disfrutaba su cómoda cercanía, mientras sus manos jugueteaban con las costuras de su vestido. De pronto, su relajada expresión cambió, como si estuviera pensando en algo.

“¿Shuuu~reii?” dijo él, levantando un poco la cabeza, tratando de encontrar sus ojos.

“¿Si, Ryuuki?” respondió ella tranquilamente, dando un sorbo a su té.

“¿Aún no estás embarazada?”

“Prrrrft”, Shuurei escupió un gran chorro de té que aún no tragaba. Siguió tosiendo para escupir el líquido y su mal genio aumentaba. “Increíble, ¡¿cómo puede preguntarme eso tan de repente?!”

“¿Estás bien, Shuurei?” expresó el joven Emperador apenado e incorporándose para darle golpecitos en la espalda. “¿Pasa algo malo con el té?”

Cuando Shuurei al fin pudo dejar de toser, perdió la compostura. “No pasa nada malo con el té pero, ¿qué demonios pasa contigo?”

Ryuuki estaba confundido. “¿Por qué me gritas ahora? Sólo te hice una pregunta, no es necesario que te enfades tanto conmigo.”

“Oh, tenías que hablar, ¿cómo puedes preguntarme algo así de repente?” ella se quejó, irritada.

“Bueno, estamos casados, nos amamos y compartimos la misma cama… así que no tiene nada de malo que te pregunte algo así.” Ryuuki protestó tímidamente, torciendo los labios.

Shuurei suspiró, poniendo rígida su cabeza. Jamás habría imaginado que este pacífico día tomaría semejante rumbo. “Ryuuki, eso es obvio, todo eso ya lo sé, pero…” ella hizo una pausa, pensando, “…espera… ¿no me digas que esto es culpa de esos vejestorios de la corte otra vez?”

Ryuuki se acercó a ella, atrapando una hebra de su negro y largo cabello, acariciándolo. Parecía como si con ese pequeño gesto quisiera aliviar su enojo. “Bueno… lo mencionaron una o dos veces en la corte el día de hoy…” murmuró él, con una vocecita, mientras la miraba, compungido. “No quería que te enfadaras, Shuurei.”

La Emperatriz dejó salir un quejidito de frustración, su furia estaba dirigida ahora hacia los entrometidos consejeros y sus planes. “Siempre metiendo las narices donde no les incumbe, ¿eh?”. Entonces, ella miró a su esposo que seguía luciendo culpable por haber sacado el tema. “¿Y cual fue tu respuesta? Porque,” ella se sonrojó furiosamente, “creo que ese es un asunto privado entre nosotros.”

“Lo sé, lo sé. Yo les dije lo mismo,” asintió él, dándole la razón y besando su mano. “Aunque ellos respondieron diciendo ‘es un asunto concerniente al futuro de Saiunkoku’, y que tenía que engendrar un heredero lo más pronto posible,” él suspiró, “…maldición, esos ancianos siempre metiéndose en donde no les importa.” Shuurei no pudo evitar reír al ver que él expresaba en voz alta sus pensamientos. Ryuuki la miró confundido por su reacción, pero un corto y compasivo apretón en su mano le indicó que ella comprendía lo que estaba diciendo, así que él continuó.

“Es decir, ya hemos practicado para eso, ¿no? Y con bastante frecuencia, a decir verdad, así que no deberían impacientarse.” Declaró él decidido, con una voz de lo más inocente.

“¿Huh? ¿P-practicado?” ella parpadeó, pero en cuanto comprendió a qué se refería Ryuuki con eso, se sonrojó profundamente. “Ehh…”

“¿Qué? ¿A Shuurei no le gusta practicar conmigo? A mí me parece que Shuurei siempre lo disfruta mucho”, le sonrió él al rostro de Shuurei, todavía iluminado de un rojo carmín.

“R-Ryuuki”, apenas pudo decir ella antes de que él la interrumpiera de nuevo.

Sin embargo, él se tomó un momento para pensar mientras acariciaba con uno de sus dedos la mano de Shuurei, y luego prosiguió. “…Es cierto, en verdad es importante para el futuro de Saiunkoku, así que quizás deberíamos practicar más,” su cara se iluminó, totalmente cautivado por la idea.

“¡¿P-practicar máaaas?!” Shuurei exclamó levemente horrorizada, con el corazón a punto de salírsele del pecho. “Maldición, ¿en qué momento nuestra conversación tomó este rumbo?”

“Si, si. Después de todo, la práctica hace la perfección, ¿no?... Así que,” él miró hacia ambos lados, complacido de que no hubiera nadie a la vista, “…¿qué te parece ahora?”

Antes de que Shuurei tuviera tiempo de responder o siquiera abofetearlo, ya estaba enterrada entre su enorme cuerpo y el césped, sintiendo sus labios sobre los suyos. Al principio lo golpeó con sus puños en el pecho, pero pronto sintió decaer su resistencia mientras él profundizaba el beso. Seguramente lo golpearía después por actuar tan precipitadamente, aunque por ahora ella no podía sino disfrutar la forma en que él la besaba, apasionada, pero gentil. Shuurei amaba y odiaba al mismo tiempo lo fácil que él lograba encender su pasión. Años antes, Sakujun la había hecho estar consciente del hecho de ser mujer, pero Ryuuki fue el único que la hizo desear ser una. Ser querida, amada, deseada, eran cosas que poco conocía antes de estar con él. Aunque a veces actuara de forma impertinente, él jamás haría algo que la lastimara. Porque cada movimiento y caricia de Ryuuki revelaban lo mucho que él la adoraba. Este hecho hacía fácil para Shuurei entregarse en sus brazos, confiar en él. Aunque abofetearlo después de esto seguía en su lista de pendientes, o por lo menos sermonearlo. Ella sintió sus dedos acariciando su cabello, su cuello, mientras su otra mano estaba… si, definitivamente lo golpearía, decidió ella internamente, “…después”, Shuurei agregó en su mente al devolverle el beso.

La pareja real estaba demasiado sumida en su propio mundo para notar la figura que se aproximaba detrás de ellos, haciendo un sonido de desaprobación. Ésta intentó una vez más, sin lograrlo, así que decidió dirigirse a ellos más abiertamente. “Su Majestad…” Ellos seguían sin responder, y el joven los miró estupefacto… y a lo que fuera que estuvieran haciendo, con la cara enrojecida mientras sentía que la sangre le empezaba a hervir. Gracias a eso, y al hecho de que había estado corriendo por horas mientras ese idiota Emperador estaba aquí… divirtiéndose, él le gritó. “¡SU MAJESTAD!” Esta vez, su llamado tuvo el efecto esperado, y Ryuuki estaba demasiado sorprendido para concentrar más su atención en Shuurei. Él se dio vuelta hacia la fuente del sonido para ver a un Kouyuu sin aliento y furioso, parado ahí, llevando en las manos algunos documentos.

“¿Qué demonios haces aquí, Majestad?” le gruñó Kouyuu en voz alta y lleno de rabia.

“¿Q-q-qué? ¿K-K-Kouyuuuuu? Aaargh”, Shuurei dio un grito al reconocer su voz y se apresuró a arreglar sus ropas revueltas. Todavía respirando con dificultad, su cara empezó a tomar un color rojo encendido. Usó sus manos para cubrir su escote, sintiéndose muy avergonzada.

“Salvando el futuro de Saiunkoku, desde luego.” Ryuuki declaró confuso. “¿Qué haces aquí? No me digas que estabas espiándonos a mí y a mi esposa, eso es muy indiscreto.” Dijo él entrecerrando los ojos.

“¡Ryuuu~kiiii!” escuchó él diciendo a Shuurei por detrás, y de inmediato se estremeció. Aún así, tuvo el valor para voltearse y responder, “¿Si, mi amor?”

El sonido de una fuerte bofetada hizo eco a través del jardín palaciego, que de haber algunas aves en los árboles cercanos, las habría ahuyentado.

“¡Aaaaauch!” exclamó Ryuuki, “¿Por qué me golpe-“, cortó sus palabras en seco al ver las intenciones asesinas en los ojos de Shuurei. El valoraba su vida demasiado como para arriesgarla al seguir hablando con Shuurei… después de todo, aún no tenía un heredero al trono.

“Ooh, justicia divina”, pensó Kouyuu deleitado y agradeciendo mentalmente a Shuurei-dono por algo que él mismo hubiese hecho encantado.

Shuurei bufó brevemente y trató de recobrar la compostura a un nivel mucho más digno de una Emperatriz, antes de dirigirle la palabra a Kouyuu. “Ahora que he hecho eso, me siento mucho mejor pero, ¿por qué estás aquí?”

“Este idiota me ordenó traer unos documentos del ministerio de Finanzas, pero entonces las oficinas repentinamente se movieron de lugar… y misteriosamente terminé en el jardín. A propósito, ¿POR QUÉ ES TAN ENDEMONIADAMENTE GRANDE ESTE LUGAR? Verde por todos lados, y se ve igual, totalmente fastidioso. Estaba tomando el camino de vuelta cuando de pronto vi…”

“¿El camino de vuelta? Pero por ese lado está el estanque de las carpas… lo sé bien, pues este es nuestro jardín, después de todo.” Ryuuki comentó, señalando hacia la dirección a la que Kouyuu se dirigía.

“¡YA LO SÈ!” gritó él, molesto, a la cara del Emperador.

‘Se volvió a perder’, afirmó Shuurei con la ceja levantada, “Ryuuki, si sabes que no tiene sentido de orientación, ¿por qué lo enviaste a recoger esos documentos?”

“¿Qué? En verdad necesitaba esos papeles y no había nadie más ahí que Kouyuu”, el joven Emperador se encogió de hombros y sonrió inocentemente a Shuurei. “Así que, estoy muy agradecido de que fueras a recogerlos por mí”, agregó en dirección hacia Kouyuu, pero internamente lo maldijo por haberlo encontrado tan rápido. Ryuuki pensó que estaría vagando por lo menos hasta el atardecer. ‘No tuve suerte el día de hoy’, dijo internamente con un puchero.

Kouyuu estaba a punto de explotar, “NADA DE ESO…” gritó el en dirección hacia Shuurei antes de detenerse a sí mismo y centrar su furia en el Emperador de nuevo, “TÚ, ahora que te encontré, vas a regresar conmigo. Todavía hay una montaña de papeles que esperan ser revisados y yo me aseguraré de que esa montaña no disminuya su tamaño.”

Shuurei no podía creer lo que estaba oyendo e inmediatamente miró furiosa a su esposo, “Ryuuki, ¿me-men-tis-te? ¡Dijiste que ya habías terminado tu trabajo!”

Él hizo una mueca al escuchar su agudo tono de voz, “N-no te mentí… más bien alargué la verdad… porque quería pasar tiempo…”

“NO DIGAS UNA PALABRA MÁS.” Gruñó ella en voz alta y él obedeció al instante, mirando sobresaltado en dirección a ella.

Cuando Shuurei-dono estaba en un estado furioso como este, incluso Kouyuu la encontraba aterradora. ‘Y sólo ese idiota es capaz de enfurecerla así con tan poco esfuerzo’, se dio cuenta en su mente. Bueno, no es que se opusiera a ello, ya que eso le hacía el trabajo incluso más fácil… y además era endiabladamente divertido.

“Discúlpame, Kouyuu… creo que es mejor que vuelva al trabajo ahora. Sé lo importante que es el trabajo de oficina, pero realmente necesitaba este receso, Shuurei.”murmuró el Emperador sintiéndose culpable y trató de tomar su mano, aunque ella de inmediato la retiró.

No, ella no lo perdonaría tan fácilmente, no ahora que ella seguía respirando con dificultad debido a la ira. Cuando menos, eso le daría algo de motivación para hacer bien su trabajo y reflexionar sobre sus errores. Quizás en verdad haya tenido deseos pasar el tiempo con ella, lo cual era bastante difícil dadas sus actividades cotidianas… pero a fin de cuentas le había mentido. Eso le molestaba más a Shuurei que si hubiera abandonado su trabajo por una hora para descansar.

Ryuuki se puso de pie para seguir a Kouyuu –quien iba directo al estanque de carpas –de vuelta al trabajo. Luego de corregir el camino del oficial una vez más, se detuvo brevemente al lado de Shuurei. “Gracias por el día de campo, realmente disfruté este tiempo contigo, te amo”, Ryuuki le dejó saber, pero ella lo ignoró. De modo que él dejó salir un dolido suspiro antes de avanzar lentamente con actitud apesadumbrada. Ryuuki sabía que estuvo mal mentirle, pero realmente quería verla para recargar su energía para su necesario, aunque tedioso trabajo. Así que pensaba que ella entendería las cosas después de apaciguar su ira.

Shuurei intentó de nueva cuenta deshacerse del enojo contra Ryuuki, empacando los sobrantes de comida en la canasta, “Baka, baka, baka”, gritó ella casi azotando la comida de vuelta a la canasta. “Ahora me siento mucho mejor”, aseveró contenta consigo misma, terminando con su coraje. Luego se sentó sobre el césped de nuevo, disfrutando del súbito silencio que la envolvía luego de toda esa conmoción. Shuurei seguía molesta con él y seguramente lo haría dormir en el suelo esa noche debido a sus mentiras. Sin embargo, no podía negar que en verdad había disfrutado esa tarde al lado de Ryuuki, e incluso su inoportuna “práctica”. Aunque él a veces desesperaba a Shuurei hasta el punto de querer estallar de ira, ella adoraba la facilidad con que él le alegraba el día y también lo mucho que se preocupaba por ella. Estaba segura de que sería un gran padre una vez que su práctica tuviera éxito… lo cual, sin duda, ocurriría una de esas noches.

‘Después de todo, la práctica hace la perfección…’, sonrió ella ante ese pensamiento, tomando el libro para retomar su lectura.


***


Nota de la autora: Adoro lo lindo de Ryuuki esta vez XD Es hora de volver a la versión atormentada de él :D Me daría gusto que dejaran un comentario de paso –gracias ^^

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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/5346782/2/Practice_makes_perfect

Fanfic "La Práctica hace la Perfección" Capítulo 1 - Un (no tan) pacífico día

Título: "La Práctica hace la Perfección"
("Practice makes perfect")
Autora: Merilsell
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya


Nota de la Autora: En realidad, estos dos capítulos son el resultado de ver a Tomokazu Seki (actor que da voz a Ryuuki en el anime y que lo hace impresionante) con su “¡¡¡Shuuureeeiii!!” durante un programa especial de SaiMono. Luego de eso, sentí la urgente necesidad de escribir una historia con un Ryuuki por demás tierno e infantil. Claro que en combinación con una Shuurei ligeramente molesta… porque estos dos ingredientes juntos son tan adorables *_* Así que preparen la pasta dental, su insulina y prepárense para el shock azucarado de esta historia. Advertencia: alto contenido de lindura, ternura y tonterías, léanlo bajo su propio riesgo XD clasificación T por temas sugestivos.


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Capítulo Uno
Un (no tan) pacífico día.

Era un normal y pacífico día en el palacio, cálido y deleitable casi como cualquier día de verano. Shuurei aprovechó esta ocasión para distraer su mente un poco, ya que no había podido dormir bien la noche anterior.

“Malditas tormentas.” Pensó ella bufando, al recordar los fuertes truenos aullando en el cielo sobre ella esa noche, interrumpiendo su sueño. Su temor hacia ellos se había reducido al mínimo en los últimos tres años, pero aún así las tormentas siempre venían acompañadas de oscuridad y terribles recuerdos de su infancia. Una tormenta había caído también la noche en que su madre murió, y desde esa ocasión, ella le temía a los rayos tal como Ryuuki le temía a la oscuridad.

Ella suspiró y dejó que sus ojos vagaran del libro que estaba leyendo, para admirar el maravilloso escenario del jardín, tratando de deshacerse de esos pesados pensamientos. Se sentó en medio del pasto, sintiendo las largas hojas de éste hacerle cosquillas a sus pies desnudos y el sol calentaba su espalda a través del ligero atuendo de seda roja que portaba. Sobre ella, el verde follaje echaba hojas, un árbol floreciente dejaba colgar sus ramas en perfecto unísono, mezclando sus colores. Todo eso junto con la brisa veraniega acariciando su cabello de vez en vez, formaban el paisaje perfecto. Pese a lo pacífico que esto era, repentinamente una entusiasmada voz rompió el silencio en el que ella intentaba meditar.

“¡¡Shuuu~reii!!”

“Ahí va mi paz y tranquilidad,” pensó ella sarcásticamente y no pudo evitar mover los ojos hacia arriba al escuchar su feliz voz llamando su nombre, casi cantándolo. No era necesario que ella volteara para saber cuál era su expresión seguramente en ese momento; estaba visiblemente emocionado con la mirada radiante y una cálida sonrisa y una curva más pronunciada que lo normal alrededor de sus labios. A Shuurei no le sorprendería si se hubiese tropezado con la ropa al correr de esa forma, siempre impaciente y arrebatado para alcanzarla. Esa sola imagen mental bastaba para dibujar una sonrisa en el rostro de ella.

“¡¡Shuuu~reii!!”

La voz de Ryuuki desde la cercanía dejó ver que Shuurei estaba en lo correcto en sus suposiciones; él se acercaba rápidamente, como siempre. Ella suspiró brevemente e hizo a un lado el libro, era imposible que ella continuara con su lectura. Eventualmente, sintió su presencia detrás de ella, pero no volteó.

“Shuurei, finalmente te encuentro. ¿Por qué te estás escondiendo?” le dijo Ryuuki en tono de reproche, tomando aliento.

“No me estoy escondiendo, Ryuuki. Estoy leyendo.” Le respondió ella, algo irritada.

“Pero… pero te he buscado por todo el jardín,” le contestó ofendido. Shuurei literalmnte pudo escuchar que le estaba poniendo mala cara. El leve crujir de la seda, le indicó que él estaba jugando con la tela de su ropa, probablemente para calmar el nerviosismo y emoción que sentía por dentro.

“Ya deberías saber que siempre estoy aquí, es un bonito lugar para leer, muy callado y pacífico”… pero ya no, irónicamente agregó en su mente.

“Lo sé. Es nuestro jardín, después de todo. Pero Shuurei es muy cruel.”

Shuurei estaba desconcertada por su forma de razonar. “¿Q-qué?”

“Estoy aquí y tú me hablas sin siquiera voltear a verme. ¿Cuándo vas a decidirte a mirarme?” Ryuuki se quejó sinceramente.

Shuurei suspiró ligeramente, aunque no pudo reprimir una callada risa que escapó de sus labios. “De acuerdo, entonces,” dijo ella y se levantó para mirarlo. Ella le dio una amplia sonrisa. “¿Ves? Aquí me tienes, ¿estás contento ahora?” De pronto y más rápido de lo que ella pudo anticipar, Shuurei ya estaba en sus brazos, apretada fuertemente contra él. Su corazón empezó a latir furioso y se maldijo a sí misma por no haber podido anticiparse. Después de todo, él siempre se comportaba así, impaciente y ansioso en sus actos. Al menos, cuando se trataba de ella.

“Ahora lo estoy,” él le susurró al oído y decidiendo dejar a un lado las formalidades. Su aliento le provocaba cosquillas en el oído, se sentía caliente, al igual que el resto de su pequeño cuerpo rodeado por su abrazo. Quizás demasiado caliente, era verano, después de todo.

“¡¡Ryuu~kiii!!” dijo ella rígida, tratando de liberarse de su ardiente abrazo, aunque no lo logró.

“¿Si?” él murmuró inocentemente, completamente distraído con el dulce olor de su piel en la que estaba apoyado, prácticamente olfateándola. Ella siempre olía a rosas y jazmín…y a Shuurei, así era como a él le gustaba describir su olor. Ni siquiera el más fino sake en el mundo podía embriagarlo tanto como el olor de su piel. Él notó el cambio de humor en Shuurei, pero decidió ignorarlo y seguir abrazándola un poco más. Podía sentir el calor al tenerla en sus brazos, un calor agregado al sol del verano, aunque esa calidez era distinta del mero calor del sol. Éste alcanzaba a calentar su corazón.
“Suéltame –hace mucho calor.” Protestó ella y se retorció en sus brazos hasta hacer que la soltara. Shuurei lo miró furiosa, frunciendo los labios. “En serio, Ryuuki, deberías aprender a comportarte.”

Él parpadeó, atontado con sus palabras. “¿Eeh? Sé que hoy hace calor, pero nunca tanto como para no abrazarte, Shuurei. Me gusta taa~nto hacerlo,” dijo él con un tono de voz ensoñador.

Ella suspiró, exasperada. “En fin. Por cierto, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Ya se terminó la sesión de la corte?”

La cara de Ryuuki se iluminó. “Si.” Declaró él, orgulloso.

“¿Y tu trabajo en la oficina?” le preguntó ella, mirándolo suspicazmente.

“Todo está terminado,” le respondió orgullosamente con una sonrisa. “Por eso vine a buscarte. Me prometiste algo ayer, ¿no?” agregó alegremente, enredando la tela de las mangas de ella alrededor de sus dedos.

“Ya sé, ya sé. No he olvidado mi promesa. En realidad tenía todo preparado desde esta mañana antes de venir aquí a leer. Es sólo que no te esperaba tan temprano.”

“Puse mucho empeño en apurarme porque quería verte… y hacer un día de campo contigo. Es un día muy bonito.” Dijo él, rebosante de emoción.

Ella palmeó su mano, riendo. “Pero dame tiempo para traer las cosas. Las guardé aquí cerca.”

“¿Qué cosas? ¿Manjuus?”

“Pequeños y grandes, preparados con sésamo, así que son ligeros y no muy dulces. Puedes comer cuantos quieras.”

“Adoro tus manjuus,” dijo él con entusiasmo. “¿Y té de kanro?” siguió preguntando.

Shuurei no pudo evitar sonreír ante el sincero entusiasmo de Ryuuki por detalles tan pequeños. “Lo preparé con anticipación, así no estará demasiado caliente para beberlo en este clima. Además, empaqué varias frutas para comerlas porque en un día de verano, es mejor comer algo ligero.”

La voz de Ryuuki estaba a punto de colapsar de alegría. “Es grandioso, Shuuuureiii~”

“…¿Y el erhu?” agregó él de pronto, pero al ver que Shuurei fruncía el ceño, Ryuuki se retractó. “Olvídalo, Shuurei. No tienes que tocar si no quieres. Tu compañía es suficiente para mí.”

Shuurei encontró esto muy considerado de su parte, porque en ese momento ella no estaba de humor para tocar. “Gracias, Ryuuki. Tal vez después, ¿de acuerdo? Creo que eso es todo.” Ella murmuró pausadamente y repasó la lista una vez más para no olvidar nada.

“Espera… ¿qué hay del beso?” él comentó inocentemente, tratando de encantarla con su tono de voz de cachorrito.

Shuurei arqueó una de sus cejas. “Eso no fue parte del trato.”

Inmediatamente, él dejó caer la cabeza como una flor marchita, malhumorado. “Shuurei no me quiere,” murmuró dolidamente para sí.

“Idiota”, suspiró ella exasperada. Entonces, Shuurei miró brevemente por encima de su hombro, primero a la derecha, luego a la izquierda, asegurándose de que no hubiera nadie a la vista. “Nee, Ryuuki, quizás uno pequeño estaría bien ahora,” dijo ella compadeciéndose de él y sonriéndole sinceramente. Al instante, él cambió su postura, levantó la cabeza de nuevo, mirando amorosamente su rostro y casi se hundió en la confortable calidez de sus ojos marrón. Sus manos se estiraron hacia ella, sus largos dedos se apretaron suavemente en sus mejillas, acariciándolas. Él cerró el último espacio que quedaba entre Shuurei y él antes de bajar la cabeza para atrapar sus labios suspirando felizmente. Era un breve momento de cercanía pero era suficiente para hacerlo sentir en paz –en casa.

El beso de Ryuuki era dulce, empalagoso, pero aún así hacía que las rodillas de ella temblaran. Ella sonrió con ese divertido sentimiento y suavemente le devolvió el beso poco antes de empujarlo hacia atrás nuevamente. Mientras abría los ojos otra vez, Shuurei miró el puchero que había en su cara. Ella fácilmente podía adivinar que él deseaba más que sólo un pequeño beso, pero eso era todo lo que ella le había prometido. Sin embargo, él se las arregló para robarle otra caricia de sus labios antes de sonreírle satisfecho.

Ella entrecerró los ojos y sacudió la cabeza indicándole que no tenía remedio, pero aún así lo encontró encantador… muy a su manera. Él sabía exactamente cómo adularla… desafortunadamente, ella pensó, aunque eso la divertía.

La mirada de Ryuuki seguía fija en su amada. “Te amo, Shuurei,” dijo él casi murmurando las palabras, tomando su mano para depositar un suave beso. Este pequeño gesto de su parte hizo su corazón revolotear, ella amaba y odiaba al mismo tiempo la forma en que él lograba inquietarla con tan poco esfuerzo.

“Y-ya lo sé,” dijo ella tartamudeando con las mejillas encendidas.

“Y, ¿tú también me amas?” preguntó él, con una mirada curiosa.

“¿Crees que estaría aquí… si no te amara?” ella contestó su pregunta con la suya propia y suspiró. “Escucha, Ryuuki, iré a traer la canasta con la comida para que podamos comer juntos. Así que sé un buen Emperador y espera aquí, ¿de acuerdo?” dijo Shuurei burlándose y se dio vuelta para ir a traer las cosas que había preparado. Ryuuki la vio marcharse, con una gran sonrisa en sus labios.

Sin que ella lo escuchara, él respondió en voz baja, “Por supuesto, mi reina.”


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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/5346782/1/Practice_makes_perfect

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 22 - Alerta de Tormenta

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 22 - Alerta de Tormenta

Ou Ki había estado encerrado con el Emperador, con el Mapa Imperial y veinticuatro volúmenes de estrategia militar por horas, cuando un sirviente tocó a la puerta. Su Majestad ni siquiera lo notó, por lo cual, Ou Ki tuvo que abrir la puerta.

El sirviente hizo una profunda reverencia. “Traigo excelentes noticias. Mi Señor el Emperador ya es padre.”

“Si,” dijo el Emperador, sin apartar la vista de los marcadores del mapa. “Eso no es noticia.”

El sirviente abrió la boca una o dos veces. “Es decir, em. Su Majestad tiene un nuevo hijo sano.”

“¿Otro más?” El Emperador movió los ejércitos hacia el flanco derecho, reforzando su estructura. “¿La infantería ha entrenado sobre terrenos sinuosos recientemente?”

“Últimamente no.” Ou Ki tomó del brazo al sirviente y le mostró la puerta. “Su Majestad está ocupado por el momento.”

El sirviente miró levemente aterrado. “La sexta consorte me envía para preguntar el nombre del niño.”

“No me importa,” dijo el Emperador. “¡¡Ou Ki!! Dame tu opinión sobre esto.”

Ou Ki sacó apresuradamente al sirviente de la habitación y volvió a la sesión de estrategia.


***

La pila de documentos a su lado, no disminuyó luego de una hora de vanos intentos por concentrarse. Ou Ki rechinó los dientes y comenzó desde el inicio de la página que estaba tratando de leer, por quinta ocasión. No progresó mucho más que antes; el permanente y agudo chillido del infante que no se encontraba lejos de ahí, atravesaba su cabeza como una sierra a la madera. Tener una oficina cerca de la Residencia Imperial era símbolo de estatus, pero parecía más una maldición –siendo que desde ahí se escuchaba perfectamente todo.

Dando un gruñido, él salió de su oficina y dejó su interminable papeleo. El camino hacia la Residencia Imperial era corto, y los guardias lo saludaron puntualmente al pasar por las puertas que dividían los dos lugares. El llanto lo guió hacia el pabellón de la sexta consorte, y él valientemente se adentró en él –no había nadie en la puerta para detenerlo. De hecho, el lugar parecía vacío, e incluso la consorte parecía ausente. Así, encontró la fuente de su enfado, una rojiza cara chillona dentro de una cuna, enterrada en envoltorios color púrpura. Ese color, junto con el cabello ligeramente rubio, igual al del Emperador, eran el único indicio del linaje real del niño.

“¿Podrías callarte?” dijo Ou Ki al niño, en forma poco amable. “Algunos tenemos que trabajar, ¿sabes?”

El bebé ni lo notó –qué sorpresa, ya que parecía poner todas las fuerzas que su pequeño cuerpo podía reunir, en su llanto. Con un suspiro, él levantó al infante –lo que aparentemente sorprendió tanto al niño, que su llanto se apaciguó inmediatamente. Incluso dejó de agitar sus puños en el aire, y comenzó a tratar de de enfocar la mirada en él con sus nebulosos ojos de un inquietante y familiar color dorado.

“Bien.” Dijo Ou Ki. “Dios. Como si no fuera suficiente recibir órdenes de alguien de tu familia. Sin duda, eres un Shi.”

Él se sentó en una silla con el bebé en su regazo, el cual pasó un rato tratando de atrapar su grisácea barba con sus deditos. Por fortuna, poco después, agotado por los esfuerzos en su llanto, el niño pronto se durmió en el arco de su brazo. Ou Ki lo miró fijamente, tan tranquilo, y pensó en cosas sin importancia –su odio hacia el Emperador, el clima, lo que se sentía ser padre, en si prefería el té ligero o concentrado, el futuro.

Él siguió sentado ahí hasta que una de las mujeres del palacio finalmente entró. Claramente, ella esperaba ver al bebé y no a un hombre mayor, ya que se quedó boquiabierta como un pez fuera del agua. “Llévatelo, ¿quieres?” le ordenó Ou Ki molesto, pero suavemente. “Estoy seguro de que este es tu trabajo y no el mío.”

Ella rápidamente hizo lo que le ordenó, tomando al niño, con total habilidad para evitar despertarlo. “Me disculpo, mi lord. Me entretuve en otro lado.”

“Ya veo. Entretenida. Por tres horas.” Él se puso de pie, notando en sus coyunturas un crujido que algún día se volvería una enérgica protesta. “¿Cuál es el nombre del Príncipe? Me perdí el anuncio oficial.”

Ella le dirigió una mirada categóricamente nada amistosa mientras regresaba al niño a la cuna. “Aún no tiene ninguno. La sexta consorte dice que le corresponde a Su Majestad ponerle nombre.”

Ou Ki miró fijamente al infante dormido, recordando el ligero y cálido peso contra su cuerpo, la presión de su frágil cabeza sobre su brazo, y la extraña pero leve manera en que le había dolido el pecho. Él no tenía hijos varones. “Ryuuki,” dijo al final. “Su Majestad ha decidido llamarlo Ryuuki.”

La orgullosa sonrisa de la mujer lo irritó. “La consorte estará complacida,” ella murmuró. “Se lo diré.”

Él le volvió la espalda, disgustado abruptamente con toda la escena. “Cuida que el Príncipe no vuelva a interrumpir mi trabajo,” dijo él.




 
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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/22/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 21 - Después de la Vida

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 21 - Después de la Vida


Ella estaba agonizando, pero en realidad eso no le importaba. Sus obligaciones ya habían sido cumplidas correctamente, y aunque no era de las personas que se dan por vencidas simplemente porque eso sea lo más fácil, con todo, ella sentía que había dado más que suficiente de sí misma y que ahora podía retirarse de la batalla con honor.

Sa Eiki –a mucho orgullo, gracias a Dios, ya fuera viuda o no –no renunciaría a eso, todavía tenía una barrera más que vencer antes de encontrar su bien merecido descanso; él se paró frente a ella con su aura brillante en ese sitio intermedio que acostumbraba y que ella visitaba ocasionalmente, el límite entre las visiones y la muerte. Los astutos ojos de él eran difíciles de descifrar como siempre, pero ella podía percibir la leve y detestable risa sofocada que parecía nunca abandonar su rostro dándole color al aire que lo rodeaba.

“Hyou Eiki,” dijo Shou Yousei, “Estás muriendo.”

“Zorro bastardo,” ella le permitió ver su dentadura, afilada y blanca, mientras lo nombraba, “Eso ya lo sé, ¿quién te crees que soy?”

Él la estudió. “Tienes razón. Entonces, ¿ya anticipabas esto?”

Ella dio un bufido y cruzó los brazos. “Claro que no, no seas ridículo. Ningún vidente predice su propia muerte, de otra forma, nunca tendríamos éxito. Pero hay señales, y es inútil decir que no estoy sorprendida.”

“Sabes, entonces, que el clan Hyou se ha llevado tu vida.”

“Lo que ellos se llevaron es mi muerte,” dijo ella severamente, “eso es muy diferente. Mi vida me ha pertenecido única y exclusivamente a mí.”

“Si,” él dijo y suspiró, “¿Me creerías si te dijera que una vez pensé que sería feliz cuando este día llegara? La estupidez de la juventud, ¿cuándo hubiera creído que pasarían todas estas cosas?”

“Pero tú no has pasado por esto,” dijo ella, desdeñosa. “Sigues aquí, después de todo. Entrometiéndote en lo que no te concierne.”

“Puede que te parezca extraño, pero comprendí que, después de pasar toda la vida como tu rival, no estoy dispuesto a renunciar a ti como lo hice con él.”

“Te llevaste la vida de él, y luego su muerte también. No seas tan ambicioso.”

“Si, pero yo quería su corazón.”

Ella sacudió su cabeza con impaciencia. “Perdóname, pero no estoy de acuerdo contigo.”

“No haría algo parecido.” Él la tomó en cuenta seriamente. “Aún puedo salvarte.”

“No lo harás,” dijo Eiki horrorizada.

Él suspiró. “No lo haré.”

“Muy bien, entonces.” Ella se tranquilizó y se permitió mirarlo detenidamente. Yousei envejecía brillantemente, y frente a ella, nunca trató de mentirle o engañarla acerca de su verdadera apariencia. Ella lo habría despreciado si lo hiciera, no es que a él le hubiese importado, y por primera vez, ella se preguntó si quizás eso era en realidad un gesto de respeto de su parte. Ella nunca le reveló su secreto a nadie… no por alguna razón en particular que ella recordara.

O tal vez sus motivos eran exactamente los mismos. Él había elegido vivir su vida al lado de su Enjun –trabajar junto a él, quedarse junto a él, envejecer junto a él. Él había vivido una vida humana normal, igual que ella. Y ahora, Enjun estaba muerto, y ella agonizaba. Muy pronto, todas las personas a las que él conocía desde hacía tanto tiempo, dejarían este mundo y él se quedaría. Solo.

Ella pasó sus dedos rápida y suavemente a través de su rostro, dejándolos descansar en su mejilla. “He comprendido, al final, que eres un tonto sentimental,” le dijo ella, y le dio el más peculiar de sus regalos –su sonrisa. “Qué mal que ya no pueda usar eso en tu contra.”

Él atrapó sus dedos y los llevó a sus propios labios. “Siempre he sabido, desde hace mucho tiempo, que eres una mujer incomparable, tan exquisita como una pieza de jade. No podría perder frente a un oponente menos valioso.”

“Dejaré que lo llames un empate,” dijo ella, retirando celosa su mano. “Estamos haciendo esperar a Enjun, ¿sabes?”

“Los he tenido esperando a ambos toda una vida,” dijo Yousei, volviendo a su severidad habitual, “No voy a empezar a disculparme ahora.”

“Mas vale que no lo hagas,” dijo ella, sacudiendo la falda de su vestido de novia. “Soy una anciana, y no me gustan los cambios.”

Él sonrió, ofreciéndole su brazo en un gesto de anticuada cortesía. “¿Me permites?”

Ella ajustó la caída de su negro cabello –liso y brillante –y graciosamente posó sus largos y suaves dedos sobre el codo de él. “Estoy lista.”



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http://www.fanfiction.net/s/3591153/21/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 20 - Tormenta de Verano

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 20 - Tormenta de Verano


Shuurei debía haber regresado a casa hace mucho, excepto porque cierto asistente del asistente del Secretario, que actualmente era como una plaga para su existencia, se había presentado en su oficina cinco minutos antes de cerrar, para dejar sobre su escritorio una pila de documentos urgentes. Y todos necesitaban ser revisados para el día siguiente.

Lo cual era una clara demostración que el adagio que decía que los hombres pequeños tienen poco poder, era completamente cierto, aunque por el momento, eso no le hacía la vida más fácil. Sin mencionar el hecho de que, para el momento en que ella estampaba su sello vengativamente al pie del último documento, ya estaba oscuro. Y todos los demás se habían ido a sus casas hacía un buen rato.

El ambiente estaba caliente, bochornoso y compacto a pesar de tener abiertas las ventanas de la oficina, y no entraba nada de aire. Ella se levantó y fue hacia el marco de la ventana para levantar la vista hacia el oscuro cielo –y estaba negro, sin una estrella o la luz de la luna que lo iluminara, negro como la tinta que se secaba en el hueco de su tintero. Fue sólo hasta que una luz pulsante lanzó su advertencia en el cielo, que ella pudo ver las oscuras y robustas nubes. Y sólo entonces, llegó el primer estruendo, distante pero amenazante, como el primer rugido que lanza el lobo al olfatear a su presa.

“Es un temor puramente irracional,” se dijo a sí misma mientras todo su cuerpo se congelaba a excepción de sus dedos, los cuales temblaban sobre el marco de madera. “No existe una razón de peso para esto, es sólo un sonido. Estoy completamente a salvo-“

Eso nunca funcionó, sin importar las veces que repitiera esas palabras. El temor la arrastraba en una ola imparable y la derribaba, la revolcaba en el fondo y arrasaba con su lógica y su capacidad de razonar, en una reacción tan primaria contra la que no tenía defensa.

“¿Shuurei?”

Y así, el sonido de otra voz humana era un salvavidas, una pequeña luz en medio de la voraz oscuridad, lo único que tenía. En su desesperación, ella se arrojó hacia la fuente de esa voz, envolviendo sus brazos alrededor de un sólido, vivo y real cuerpo, y negándose a soltarlo. En todo lo que ella le había pedido, Ryuuki jamás la había decepcionado, y ahora –ahora la abrazaba mientras la tormenta pasaba de ser un gruñido a ser un estruendo, y la lluvia azotaba con repentina furia golpeando en las duras tejas del techo y el viento soplaba esparciendo la bien ordenada hilera de documentos por toda la sala.

La tormenta pronto empezó a calmarse. La furiosa lluvia se transformó en llovizna, la tormenta descendió a ser un tímido estruendo, retrayéndose y llevándose consigo su implacable humedad. Los dos quedaron acurrucados y arrimados a un lado del escritorio de Shuurei, mientras las manos de Ryuuki trazaban círculos en la espalda de ella y los charcos y documentos se encontraban por todo el piso de la anteriormente ordenada oficina.

Ella sacó la nariz de entre la abertura en el cuello de la pijama de Ryuuki y trató de poner un semblante de dignidad en su rostro, lo cual era algo difícil considerando que estaba sentada encima de él, con las lágrimas escurriendo por su rostro. “Ryuuki, ¿qué estás haciendo aquí?”

“No podía dormir,” le dijo dócilmente, y luego más a la defensiva, “y a diferencia de ti, yo vivo aquí. Trabajas demasiado.”

“Tenía cosas qué hacer,” dijo ella, y al mirar alrededor de su oficina, dio un suspiro, “y ahora, tengo más cosas qué hacer.”

“Yo me encargaré,” le ofreció él, “De todos modos, estoy despierto. Pediré que te escolten a tu casa. Creo que ya pasó la tormenta.”

¿Dónde y cuándo había aprendido él a contenerse? No la estaba mirando, sus ojos estaban concentrados en el desastre de papeles y agua, ciegos a su presencia. Él seguía sosteniéndola firmemente, pero con algo de soltura, inmóvil, esperando a que ella lo notara para ayudarla a levantarse, para permitirle alejarse de él otra vez. Las capas internas de su pelo estaban ligeramente más oscuras que el resto por el sudor producido por el calor de antes. Ahora ya no hacía calor, pero ella podía sentir la mano de él ardiendo como el hierro en la espalda a través de sus ropas de oficial.

Su corazón latía con fuerza, pero no a causa del miedo. Ella tomó en ambas manos el rostro de él, y lo besó.



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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/20/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 19 - Primogénito

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 19 - Primogénito

Nota de la autora: Mmm, ha pasado mucho tiempo, ¿no? En verdad debería haber mejorado al postear cosas. En fin, este es otro fic escrito para el reto saiunkoku_fic commuynity en livejournal. Como anunciarles el tema sería arruinarles la historia, no lo haré, pero… por alguna razón, parece que nunca escojo los temas fáciles. Y también parece que mi musa raramente toma un rumbo predecible…

***

El dolor inundaba el mundo de Jyuusan, así había sido hasta donde podía recordar. Habían pasado horas, habían pasado días. Pero no recordaba momento en que no hubiera dolor.

Las mujeres iban y venían, limpiaban el sudor de su frente, diciéndole palabras alentadoras sin sentido. Dos doctores pincharon su abultado y ondeado vientre y revisaron entre sus piernas. La vergüenza consumió la energía que ya no tenía. Así que gritó –tanto como pudo, mientras sus roncos y horribles gemidos interrumpían sus esfuerzos por tomar aire.

Una lejana y vaga parte de su cerebro la hacía desear estar muerta en ese momento.

“Una vez más,” alguien le susurró al oído.

Ella gastó lo último de su voz en un grito desgarrador –se sentía como un trapo desgarrado, con cada uno de los músculos de su cuerpo presionando de afuera hacia adentro. Algo se desgarró en su interior y sintió un líquido caliente salir de entre sus piernas y algo más, algo duro y pesado y tan grande que le dejó sintiéndose vacía y aspirada. Sus manos, fuertemente agarradas a las sábanas, lentamente se soltaron. Alguien sobaba suavemente su estómago y se escuchaba un estruendo de voces y una repentina y aguda exclamación que pareció taladrarle la cabeza.

Todavía estaba adolorida por dentro, pero no tanto. Al no quedarle más lágrimas, no pudo llorar de alivio. Uno de los doctores seguía con ella preocupado, pero ella no pudo saber lo que éste estaba haciendo porque su voz seguía desapareciendo gradualmente. Una mujer la estaba limpiando, secando su rostro y luego se fue. Así como el tiempo

“Emperatriz,” alguien le dijo, rompiendo el bendito silencio. “Emperatriz, tiene usted un hijo sano.”

Ella abrió los ojos. Su dama de compañía se paró a un lado de su cama, con un bulto envuelto en seda púrpura entre los brazos. Ella se movió, y entre las ropas que lo envolvían, Jyuusan pudo ver una pequeña y arrugada cara con una cabeza llena de cabellos oscuros y húmedos. Y sus nublados ojos, todavía sin enfocar, eran de color azul profundo.

“Se parece a usted,” dijo la dama de compañía.

Lentamente, el mundo se desvaneció. “Se parece a mí,” fue su último pensamiento, “gracias a Dios.”

***

Ella quedó sumida en un mar de inconsciencia por largo tiempo. De vez en cuando despertaba para encontrarse a alguien vaciando sopa y arroz entre sus labios; en otras ocasiones, una taza de amargo té que ella escupía, mojándose el pecho. Una vez, al abrir los ojos, se encontró a un hombre vestido de color púrpura, con largo y rubio cabello y la preocupación dibujada en su rostro, y ella sólo gimió y se volteó.

Lentamente, sus períodos de lucidez se hicieron más largos y cercanos entre sí, aunque seguía débil, terriblemente débil. Pero cierto día ella hizo un esfuerzo y se empujó contra la cabecera de la cama, asustando a la sirvienta que limpiaba la habitación, y preguntó, “¿Dónde está mi hijo?”

“M-mi señora, no lo sé, yo sólo-“

“Entonces, busca a quien si lo sepa,” gritó Jyuusan, sorprendiéndose de tener la fuerza suficiente para gritar.

La sirvienta se fue, y una mujer, a la que Jyuusan nunca había visto, entró en su lugar, inclinándose hacia la fina alfombra en el piso en una profunda reverencia. “Su Majestad,” le dijo, “Me alegra ver que ya se-“

“Mi hijo,” dijo Jyuusan, perdiendo la paciencia con las formalidades. “¿Dónde está?”

“E-es que, creo que su padre –es decir, Su Majestad, a esta hora del día acostumbra llevarlo a pasear por los jardines-“ la mujer fue hecha a un lado por la brusquedad de la Emperatriz.

Su estómago dio un vuelco cuando la sirvienta dijo “Su padre”, haciéndola sentir mal. “Vísteme,” le exigió imperiosamente, y la mujer obedeció.

***

El sólo hecho de caminar hacia el jardín privado le tomó más energías de lo que creyó, y ella empezó a dudar si eso le tomaría un intento o dos. Pareció una eternidad hasta que sus oídos alcanzaron a escuchar una voz familiar hablando suavemente… y tiempo después escuchó unos balbuceos de respuesta que le desgarraron el corazón.

Ella se apoyó en un árbol para observar, ansiosa. Ahí estaba el Emperador, sentado en un banco a la orilla del riachuelo, portando aún el pesado atuendo que usaba en la corte y su corona de oro. Tenía sobre sus rodillas a su hijo –que ya no era más aquél recien nacido con la cara enrojecida, sino un robusto y vivaz niño vestido con ropa lavanda, con su cabeza llena de cabello oscuro encrespado. El niño balbuceaba y movía de un lado a otro sus diminutas manos mientras Ryuuki jugaba con él con una de sus largas borlas de su corona. Sus ojos, que por fortuna, eran de un azul profundo, no perdían de vista el objeto dorado.

“No deberías estar de pie tan pronto, pero me alegra que estés mejor,” dijo Ryuuki sin voltear. “Los médicos dicen que ahora estás fuera de peligro y que volverás a estar como antes en unas cuantas semanas.”

Era imposible espiarlos sin ser descubierta, incluso aunque ella no tuviera que depender de apoyarse en un árbol a cada paso que daba. “¿Qué fue lo que me pasó?”

“El embarazo fue difícil y te debilitó, y durante el parto –bueno, yo tampoco lo entiendo muy bien, en verdad. Algo salió mal y las sustancias nocivas que normalmente se mantienen separadas en el cuerpo se filtraron dentro de tus conductos. El Doctor To puede explicártelo mejor que yo. Pero, ¡mira qué maravilla creaste!” Él se volteó hacia ella con una radiante y cegadora, haciéndola sentir como si se quemara, como si la traspasara cual cristal, “Ven a conocer a tu hijo.”

Ella se encaminó hacia él con pasos vacilantes, hundiéndose en el banco esperando que no luciera como la caída controlada que era. Ryuuki sostenía al niño con ambas manos. “Lo llamé Shokan,” dijo él, “Espero que no te moleste, ya que no había manera de consultártelo. Shokan, Shokan, esta es tu mamá. ¿Puedes decir ‘mamá’? En realidad aún no sabe hablar, no de verdad. Pero ya está intentado, mira-“ él rebotó un poco su rodilla, y el infante dio un encantador balbuceo, abriendo y cerrando la boca mientras agitaba las manos en el aire.

“Shokan,” dijo ella, complacida de que su voz no se escuchara. Ella atrapó una de las manitas que tenían el puño cerrado y se agitaban, y lo abrió de forma que los pequeños dedos apretaron uno de los suyos, que era más largo. De inmediato, el bebé se lo llevó a la boca y lo masticó con sus suaves encías. “Aún no tiene dientes.”

“Todavía no,” rió Ryuuki. “Qué bueno, porque se lleva todo a la boca. ¿Quieres cargarlo? Toma-“ Antes de poder responder, él guió sus manos hacia abajo de los brazos de Shokan, luego la rodeó con su brazo y cubrió sus manos con las suyas propias, haciendo él el mayor esfuerzo para trasladar al bebé de su regazo al de ella. Él se quedó en esa posición, y ella se apoyó en su cuerpo, agradecida por la acción. Shokan era un cálido y hermoso peso sobre su pierna, alcanzando lleno de curiosidad una de las hebras de su cabello, oscuro, igual que el suyo.

“Tú sabes,” le dijo ella buscando conversación. “Tú sabes que no es tuyo.”

Él hizo una pausa larga y terrible, tanto que ella deseo haber muerto en verdad. “Si, lo sé,” dijo él. “Siempre lo he sabido. Pero nadie más debe enterarse, tú lo sabes mejor que yo. Tenemos suerte de que se parezca tanto a ti.”

“¿Dónde está él?” preguntó ella suavemente, agradecida de no poder ver el rostro de Ryuuki. “¿Dónde está Seiran?”

“Lo envié lejos,” dijo el Emperador. “Hablamos al respecto y nos pareció que era lo mejor. La mejor forma de protegerlos –a los tres. Quizás… quizás en unos años él pueda regresar. Si es seguro.”

Ella escuchó la tristeza en su voz, saliendo a través del vacío de su corazón, y ella supo que era la causante de eso. “Lo siento,” dijo ella, “Lo siento mucho.”

“No,” dijo él, sonando casi disgustado, “No debes lamentarlo. Lamentarlo significaría arrepentirte de la existencia de Shokan, y nunca debes hacerlo. Él es una bendición, un tesoro, y se merece todo tu amor.” Su voz sonó más aguda. “Y yo estoy feliz por ti –por ambos. El destino nos ha jugado una mala pasada, ¿no crees? Pero ustedes han logrado arrancarle un pedacito de felicidad, y me alegro. Aunque eso no dure… pero la felicidad nunca dura. Y ahora tenemos a Shokan.”

Ella volteó su rostro para poder enjugar sus lágrimas en la suave seda de sus ropas. “Ahora tenemos a Shokan.”

Esa era también una pregunta, una que él entendía. “Te haré el mismo juramento que le hice a mi hermano,” dijo él. “Cuidaré de este niño como si fuera mi propio hijo, lo trataré como a mi propio hijo, lo amaré como a mi propio hijo. Será como mi propio hijo en todos los aspectos –él es mi propio hijo. Lo protegeré y cuidaré de él –y de ti. De ambos. Para siempre.”

Shokan escogió ese momento para retorcerse, abrió la boca y empezó a protestar. Ella miró al repentinamente quisquilloso bebé, consternada, y notó la risa sofocada de Ryuuki. “Probablemente tiene hambre. Ordenaré que llamen a la nodriza.”

Jyuusan sacudió la cabeza, ruborizada. “Quiero alimentarlo.”

Él vaciló. “¿Estás segura? Has estado enferma por mucho tiempo -¿tendrás la fuerza suficiente?”

“Él es mi –nuestro hijo,” dijo en forma desafiante, y luego añadió, “…¿me ayudas?”

Él sostuvo al bebé mientras ella abría su ropa con dedos temblorosos, y la ayudó a guiar a Shokan a su pecho. Y continuó abrazándolos a ambos mientras el bebé se amamantaba, apoyándolos con sus brazos protectores.


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Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 18 - Nieve en los Sauces

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 18 - Nieve en los Sauces

Era como si una oscuridad absorbente se hubiese abierto a sus pies, expandiendo en un instante hacia horizontes que no existían en la celda en que estaba encerrado Kouyuu, consumiendo el mundo entero. Se tragaba todo, las caras y voces de sus amigos, las paredes, el techo e incluso la luz. Le arrebató todos sus sentidos por completo –él pensó estar cayendo, pero no estaba seguro, porque no sentía nada, no tenía nada a qué anclarse en este vacío.

Él cerró los ojos -¿los había cerrado? No podía distinguir si era así o no, y eso no marcaba la diferencia en la penetrante oscuridad que lo rodeaba. “Yo cerré los ojos. Creo haberlos cerrado, y los cerré.” Y entonces abrió los ojos de su memoria, para repasar su vida de nuevo.

“Sigue las aves, sigue las aves.”

Era más fácil decirlo que hacerlo. Kouyuu rechinó los dientes y se colgó a las enredaderas del puente, una sencilla cuerda trenzada que servía de puente colgante y que vibraba bajo sus pies. Se suponía que este era un viaje a través de sus recuerdos, pero definitivamente no recordaba haber cruzado un puente así. Al mirar hacia abajo y ver las nubes que flotaban debajo de sus pies –debía recordar haber pasado por un puente de este tipo, sin duda, pues la sensación de vértigo era inconfundible. Ya que su viaje parecía no tener rumbo fijo aparte de volver a la “consciencia”, entonces, ¿por qué tenía que atravesar un puente? ¿Quién demonios había decidido que esta era la forma más apropiada de llegar?

Uno de los pinzones chilló irritándolo, desde el otro lado del puente. Era la misma ave que le había hablado antes con la voz de Shuuei, llevándole a la memoria un sinfín de cosas que no quería recordar, sólo para molestarlo. Algo que no quería recordar, aunque no iba a admitirlo, y precisamente no frente a Shuuei. El no poder evadir a ese hombre ni siquiera en un coma inducido, lo ponía furioso.

En verdad, no había nada que tuviera más ganas de hacer que arrancarle las plumas al maldito pinzón y metérselas en su irritante y chillón pico. Con eso en mente, de pronto, el puente ya no le pareció tan malo. Fijó sus ojos en el ave, y marchó hacia ella deliberadamente, paso a paso. Sólo faltaban unos pasos más –uno más –y en el último, dio una zancada hacia el ave, pero ésta dio un salto por encima de sus dedos, dejando que él se tropezara en la nieve. Pero una mano con largos dedos lo atrapó por el hombro y le ayudó a equilibrarse hasta que se puso de pie otra vez. “Ten cuidado.”

“Gracias” dijo él, volviendo a meter sus heladas manos dentro de las mangas. Tal vez esto era sólo un recuerdo, pero era uno muy frío. Al echar un vistazo al invernal jardín que lo rodeaba, éste le pareció familiar dado que ése era el jardín cercano a la pensión donde se alojó por largo tiempo, estudiando tiempo extra en sus primeros días como oficial.

“¿Recuerdas el camino?” You Shuu le preguntó desde un lado suyo, y Kouyuu miró a su mentor por el rabillo del ojo. Pero no, él era la misma persona que tenía en su memoria, con el pelo de un solo color y recogido en alto, con un estilo de peinado más normal.

“No sé lo que quieres mostrarme”, dijo él, aunque sí lo sabía, pues recordaba esto.

“¿Estás seguro?” el otro hombre hizo a un lado una rama, y Kouyuu se agachó para pasar debajo. Del otro lado estaba el pequeño riachuelo que cruzaba el jardín, artísticamente decorado con una plataforma de bambú del otro lado. En la orilla cercana, con largas ramas barriendo la superficie, un sauce permanecía ensombrecido bajo una leve capa de nieve…

“Como suaves trazos del pincel sobre el blanco papel”, Kouyuu dijo, asombrado nuevamente por la sencilla y elegante belleza del escenario que se abría frente a sus ojos.

No fue una sorpresa cuando unos brazos lo rodearon, sin prisas, pero aún así él casi se tropieza. Él volteó más por instinto que por otra cosa, y saboreó de nueva cuenta la oportunidad de aprender algo nuevo –un gentil y magistral beso que duró más tiempo del que debió.

Cálidas manos sostenían sus muñecas, que luego se deslizaron a sus brazos, juntando los extremos de sus mangas. “¿Recuerdas lo que pasó después?”

“Así no fue como pasó”, protestó Kouyuu, y miró alrededor en busca de las aves. “Y hay alguien más, ahora-“

“Esto es sólo un recuerdo,” You Shuu le recordó, sonriendo con su singular y paciente sonrisa.



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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/18/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 17 - Noches Invernales

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 17 - Noches Invernales

Nota de la autora: Si, estoy avergonzada de lo ñoño que es este fanfic. Pero ya todos deben saber lo afecta que soy al moe invernal. Fogatas acogedoras, suéteres abultados, bufandas, tazas humeantes, noches despejadas, suave nieve cayendo… mmm. Tienen suerte que este sea el peor de los resultados. Bueno, la pareja protagónica requiere más amor, ¡así que no me disculparé! Este fue escrito para el reto de saiun_challenge community en livejournal. ¡Visítenla y únanse a la diversión!

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La ventana junto a la cama estaba abierta. A través de ella, Shuurei podía apreciar los jardines, brillando como la plata y centelleando bajo una densa capa de escarcha. La noche era como un claro cristal, impresionantemente silenciosa, con un brillante arco lunar entre docenas de estrellas. Nada se movía más allá de la ventana, y el gélido aire la hacía consciente de las zonas de su piel que éste alcanzaba. Esa sensación era como si estuviera siendo peinada y pulida, era más real de lo que jamás había sentido. La hacía consciente también, de los lugares que el frío no la alcanzaba, del cuerpo de Ryuuki encima de ella, con su cabeza descansando pesadamente en el hueco de su hombro. Entre ellos, el calor persistía, incluso más intenso donde se tocaban. Ella sentía como si el fuego se acumulara en un profundo y bajo rincón de su ser. Podía sentir cada uno de sus respiros sobre la sensible piel de sus pechos, cálidos y acompasados con el disminuido estruendo de su corazón.

“¿Shuurei?” él se estiró, ella sintió el movimiento de sus músculos bajo sus manos. “¿Tienes frío?”

“No,” Ella tomó su cabeza y la llevó a su pecho, revelando el contraste entre sus frías y sedosas hebras de cabello en la superficie y las finas y calientes que tenía en el cuero cabelludo. “Esto es perfecto.”


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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/17/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 16 - Bienvenida a Casa


Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"

("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 16 - Bienvenida a Casa


Shuuei estaba en medio de un combate con uno de sus tenientes cuando un destello azul a un lado, llamó su atención. Y tuvo que voltear a ver porque simplemente no podía ser –no podía ser que Shusui estuviera parada al lado de su Majestad en un extremo del campo de prácticas.

Al momento siguiente, su espada salió volando en una clásica derrota que no le había ocurrido en años, y el arma de su oponente tocándolo a un costado con la fuerza suficiente para sacarle el aire de los pulmones.

Incluso a la distancia en el campo de práctica, aún doblegado por la falta de aire, él podía verla mover sus perfectos ojos.

El Emperador era un buen hombre, pero sus planes siempre salían mal. Eso, y además que Shueei nunca había podido lucir impresionante frente a Shusui de cualquier forma.

Él hizo una rápida pero esmerada visita a los baños de los vestidores de práctica antes de salir a buscarla, y finalmente la encontró caminando por uno de los corredores externos que conducían a la Residencia Imperial. Él se detuvo escondiéndose tras una columna, observándola en secreto, mientras ella se detenía a examinar los pensamientos (flores) ya florecientes, tratando de averiguar la mejor forma de abordarla.

“Sé que estás ahí, General Ran,” dijo ella, y sus palabras tenían la misma severidad que él recordaba cuando ella le hablaba en el pasado.

Él siempre supo que no era una mujer ordinaria; pero ahora sabía cuán extraordinaria era. Tonto de él por olvidarlo. Él desenredó una rama que de alguna forma había atrapado su húmedo cabello y se acercó a ella. “Yo ya no soy un miembro de la familia Ran,” le dijo.

“Nombres, familias –lo único que causan son problemas,” Hyou Shusui murmuró. “¿Entonces cómo debo llamarte, si no es así?”

Docenas de frívolas, dulces y encantadoras respuestas le vinieron a la mente, pero ninguna que quisiera externarle a esa mujer. “Shuuei,” finalmente dijo, sincera y sencillamente. “Sólo llámame Shuuei.”

“Bien entonces, General Shuuei,” dijo ella, echó un vistazo a su rostro y luego se volteó. “Shuuei,” dijo ella, con voz más suave, cediendo.

Él sonrió, no con la sonrisa con la que atraía a las mujeres dentro y fuera de su cama, sino con la sonrisa que encontró cuando todo lo que quedaba era él mismo, aquella que había descubierto al observar un fantasma trazando con su baile la forma de su corazón bajo la luna. “Bienvenida de vuelta,” dijo él, “Shusui.”



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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/16/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 15 - Reflexión

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 15 - Reflexión

Nota de la autora: Este también fue escrito hace un año para uno de los intercambios de saiunkoku_fic comm. Me pidieron algo situado en los tiempos del primer Emperador. No hay spoilers evidentes, pero si dejé unas cuantas referencias a la trama actual de Saiunkoku. E incluí casi todo lo que sé acerca del primer Emperador. Pero, me pregunto cuánta gente sabe quién es “Yousei”, ya que su nombre sólo es mencionado una vez en el anime… por Sa Eiki, lo cual espero que sea una pista suficiente.

Y como en “A fool’s paradise,” mil disculpas por el formato improvisado.

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La luna atrapada en el estanque del jardín estaba llena y radiante, como un disco plateado flotando inmóvil en el agua serena. En un ángulo, chispas de luz fría simulaban desprenderse de su arqueado filo, cruzando entre los árboles que crecían en las cercanías, iluminando porciones de los jardines principales. Las rosas eran jóvenes, aunque seguían luciendo espléndidas, pequeñas rosas que flotaban cual luna en la oscuridad, trepando sus tallos.

Sou Gen había ordenado la creación del jardín aún antes de que el Palacio estuviera terminado. Cada línea había sido construida de acuerdo a sus órdenes con precisión, desde el huerto de bambúes, hasta las piedras que habían sido traídas desde cada rincón de la nación que él había forjado. Incluso la pendiente de los arcos del pabellón desde donde se admiraba la luna fue construido de acuerdo a su plan. Al pararse en el terreno, los edificios se elevaban a su alrededor. El jardín que él había ideado para la persona que muy pronto lo dejaría.

Él esperó, escuchando, hasta la última de las pausadas notas del erhu se volvió parte de la serena noche. Entonces, siguiendo el largo corredor, contando las columnas mientras pasaba –veintiocho delgadas y rojas columnas –finalmente alcanzó su corazón.

Ella contempló desde el estanque hasta las plantas del jardín, las puntas de granito que se clavaban en los robustos árboles cual espadas hundiéndose en la suavidad, brillando en la noche. Su brillante reflejo era del mismo tono que su pálido cabello, liso y sin atar a esas horas de la noche. En cierta forma, eso la hacía lucir más joven, más vulnerable de lo que jamás había sido; dando a su cuerpo la apariencia de tener más curvas. Ella era una mujer bella, su cara se igualaba a la de él en belleza, pero sus ojos eran únicos –de un profundo azul, que uno podía ahogarse en ellos. Ojos que observaban, y él se preguntaba qué es lo que miraba cuando contemplaba el jardín, con sus ásperas manos debido al manejo de la espada, descansando sobre el delicado arco del erhu.

Ella sabía que él estaba ahí, por supuesto. Pero su silencio podía ser tan melodioso como el agua, y él podía ser como una piedra que es arrojada a las quietas aguas del estanque. El agua salpicaría, y las ondas se multiplicarían y esparcirían más y más hasta ser consumidas por la profundidad, y el agua retornaría a ser como un liso espejo otra vez. Eso lo transtornaba, y siempre lo haría; ella parecía tan distante a él, desconocida e indescifrable, observando un mundo tan remoto e incomprensible para él.

“Pero tú lo construiste,” le dijo ella., tranquilamente con esa grave voz que todos decían que era muy parecida a la de él –esto no tenía lógica para él, esa voz sonaba muy diferente a sus propios oídos. Ella siempre se reía cuando lo escuchaba decir eso, y él sonreía porque era imposible estarse mirando a sí mismo, a su otra mitad. “La única razón por la que puedo mirar tan lejos, es porque tú estás en todo lo que veo. Siempre ha sido así.”

“No me digas,” él gruñó, doblando los brazos sobre el barandal. “No quiero saberlo. Es horripilante.”

“Ay, ¿por qué no? ¿No quieres saber de tus hijos? ¿Qué tal sobre tu biznieta? Se parece a ti con los demonios, aunque diría que es más bonita que tú. Hay otro biznieto o algo así, que me parece interesante, o cierto grupo de hermanos que tiene ocurrencias de lo más divertidas, sin mencionar sus hijos-“

“Te dije que no quería saber, ¿o no?” La miró furioso por el rabillo del ojo. “¿Y qué me dices de tus nietos? ¿Puedes verlos?”

“No, nunca he podido,” dijo ella animada. “Es mejor así, de todas formas, prefiero las sorpresas.¿Se parecerán a mí o a Yousei? No me molestaría que uno o dos salieran con el cabello como el tuyo, porque tienes un cabello muy bonito. Sería bastante extraño que les brillara, pero Yousei dice que-“

“¿Podemos dejar de hablar de él? Él no te tendrá hasta mañana, deja que el bastardo espere su turno.”

“Hermano…” suspiró ella. “Algún día, ustedes dos tendrán que dejar sus diferencias a un lado. Es una tontería, especialmente si él va a jurarte lealtad mañana después de la ceremonia.”

“Considerando que he comprado su lealtad con lo más valioso que tengo, no estoy seguro de que valga la pena.” Sou Gen recargó su mentón y fijó la vista en el sereno rostro de la luna. “No lo necesito. Construí este país sin él, y puedo mantenerlo sin el.”

“No, no podrías. Tendrías que pelear por él cada día de tu vida, y alfinal lo perderías por completo. Eso también lo he visto, ¿sabes? ¿Crees que yo soportaría algo así? ¿Crees que soportaría verte morir sabiendo que tu vida estaba en mis manos? ¿Y que todos los sueños que hemos compartido se volvieran polvo y cenizas? No y no.”

“No me importa,” dijo él tajantemente. “Elegiría eso, y lo haría libremente, en vez de tener que venderte. Si sólo tú cambiaras de opinión, desharía ese trato a punta de espada y no te obligaría a traicionar tus sentimientos.”

“Entonces tengo la fortuna de que mi corazón y el camino hacia el futuro estén en perfecta armonía.” Le dijo ella sonriendo, sólo por el deleite de obligarlo a mantener el ceño fruncido. “Tal vez es una gran ironía que los dos hombres que más amo en este mundo no se soporten el uno al otro, pero creo que era de esperarse. Ambos preferirían comer demonios escorpión vivos, que ponerse de acuerdo en algo.”

“Te amo,” dijo él, “mucho más de lo que odio a ese bastardo, detesto admitirlo. Esto lo hago sólo por ti.”

“Él me dijo exactamente lo mismo cuando le dije el precio de mi mano en matrimonio,” dijo riendo entre dientes. “Quizás ustedes dos se odian tanto porque son muy, muy parecidos.”

“No tenemos nada en común.”

“Tienen mucho en común.” Ella hizo a un lado el instrumento y tomó su brazo, y él quejándose, le permitió hacerlo. “Y su juramento hacia ti es mi regalo para ambos, el mejor que puedo darles. A ti, te regalo una nación, una dinastía que durará por los siglos, justo como siempre lo soñaste. Y a él le doy un futuro, algo que lo hará seguir adelante después de que yo haya muerto.”

“Yo nunca te pedí eso,” él dijo, entrelazando sus dedos entre los de ella. Estos eran largos y fuertes como los suyos; él los había sostenido desde antes de que las batallas comenzaran, al dormir juntos en sus cunas y soñar sus primeros sueños. “Yo nunca te he pedido nada, jamás. Sólo tu corazón.”

“Siempre lo has tenido, y siempre lo tendrás. Sólo tendrás que aprender a compartirlo, es todo.”

Él no pudo evitar romper en una sonrisa. Una sonrisa pequeña, pero ella había ganado y lo sabía. “No soy muy bueno compartiendo.”

“Si, lo sé. Ese es uno de tus muchos defectos. Pero te hace un buen Emperador.” Ahora estaban a la altura y veían lo mismo al contemplar el jardín en el que residía el corazón de ambos. “Yo tampoco soy buena compartiendo, pero ya he tenido suficiente tiempo para hacerme a la idea.”

Él la miró de reojo, confundido. “¿A qué te refieres?”

“Mañana te enterarás. Y me voy a burlar de ti por los cinco años que pasarás tragándote tu orgullo, y te diré ‘te lo dije’ todos los días.”

“Cambié de opinión,” murmuró él. “Darle tu mano en matrimonio a ese bastardo es una excelente venganza por todo el daño y sufrimiento que ambos me han ocasionado.”

“Y seguiré haciéndolo el resto de tu vida.” Aceptó ella.

“Bien.” Dijo él. “Más te vale.”



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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/15/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 14 - Sextina: Descongelando el Hielo de los Años

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 14 - Sextina: Descongelando el Hielo de los Años

Nota de la autora: Este fue escrito en respuesta a uno de los retos de saiunchallenge de livejournal community. Es… muy poético, y más que sólo un poco extraño. La respuesta a la mayoría de sus preguntas es si, esa era mi intención. Al final incluí referencias poéticas porque soy un fanático de eso, pero no son esenciales para la historia, son meras ideas que tuve al escribir, y así están conectados al texto. Si, ya sé que esto no es una sestina (poema). Les explicaré cómo se relaciona esto con la rara forma en que trabaja mi mente pero, ¿realmente quieren saber?

***

Increíblemente, la torre era de piedra blanca, sin puertas ni ventanas. Las caprichosamente curveadas copas de los árboles se entrelazaban con vides talladas en ellas donde la plateada luz de luna con sus múltiples fases dispersaban su luz en las arqueadas vigas. Los lisos extremos se volvían más tersos debido a una capa de hielo que nunca se derretía.

Él la escaló tan fácilmente como una nube atraviesa la luna. El penetrante frío de las paredes hacía que los dedos le dolieran, le ponía la piel de gallina y la estremecía, pero esto no era nada comparado con el fuego que corría por su sangre, haciéndola arder cual flor de fuego brotando dentro de la prisión de sus costillas.

El salón en la cima era como un jardín dentro de un enrejado de blancos carámbanos; con su más bella flor encadenada en su centro. Él se arrodilló a sus pies, y las blancas cadenas se desvanecieron como la nieve bajo el sol primaveral; dejándolo a él sosteniendo un precioso y delicado tobillo en la callosa palma de su mano.

Sin saberlo, él levantó la mirada hacia ella, hasta que sus ojos cambiaron de un rojo sangriento a uno de fuego. “¿Vendrás conmigo?”

La primera vez, ella se rió de él y lo llamó desquiciado. Esta vez, ella se rió de él, retiró su pie de sus posesivas manos e hizo que se levantara. “Estás loco,” le dijo, permitiéndole con divertida y majestuosa condescendencia, tomarla en sus brazos.

Los edificios y muros que cobijaban el jardín eran de un color terracota seco. Los árboles frutales sostenían sus fecundas ramas al límite con ponderosa dignidad, vencidas por el invierno. No había hielo, pero la corriente de la cascada que estaba entre las rocas era un témpano congelado, y el estanque un espejo bordeado de preciosos helechos blancos. Los marrones tallos y hojas lo rodeaban, e incluso la fina arena del camino lucía como plata congelada a la luz de la luna.

Él la encontró oculta en un refugio, rodeada de vides enroscadas. A ella parecía no afectarle el frío, pero de todas formas, él cubrió sus hombros con una manta extra que llevaba consigo y también sus brazos. Su pelo contra su mejilla se sentía sedoso y frío.

“Deberías entrar,” dijo él. “Está helando.”

“Quería escuchar a las flores una última vez,” dijo ella.

Plumas de hielo adornaban las curveadas hojas secas mientras éstas colgaban, secas y vacías de vida. “Volverán a florecer en primavera,” dijo él, como si ella necesitara el consuelo de sus palabras.

“No están muertas, tonto. Mira.” Ella alcanzó un tallo plateado y desecado, apretándolo con sus dedos, soplando dulcemente entre sus pulgares. Al abrir las manos, los pétalos florecían como fuego en la prisión de sus marmóreos dedos.

Él exhaló una fugaz nube blanca en el aire inmóvil.”Hermoso.”

Ella torció los dedos alrededor del verde tallo de la rosa, luego se volteó entre sus brazos y puso la mano sobre su pecho. “Es para ti,” dijo ella, dirigiendo con facilidad el rostro de él hacia el de ella. “Porque esta es la última vez.”

Su aliento dio a sus labios el calor preciso antes de que ella lo besara, y su corazón se encendió dentro de su jaula por debajo de su mano.



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Nota de Violet: (No incluí los poemas que Althea menciona al principio :P)

Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/14/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 13 - La Mano Invisible

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 13 - La Mano Invisible

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Ryuuki empezó a beber antes de que Seiran llegara, pero Seiran rápidamente se emparejó, sobrepasando entonces a su hermano pequeño, el Emperador. Ryuuki no estaba riendo o payaseando esa noche –estaba serio, ausente, mirando el jardín iluminado a la luz de la luna con ojos que veían algo completamente distinto –o tal vez no tan distinto. Había algo raro en el ambiente, una leve y opresiva tensión que rodeaba a Ryuuki. Seiran siempre sabía cuando algo lo estaba molestando, pero eso no quería decir que supera qué era.

Y Ryuuki tampoco estaba muy comunicativo –no hasta que ellos rebajaran considerablemente la cantidad de vino que Ryuuki había traído, y Seiran supiera que Ryuuki se estaba acercando al límite en que la conversación dejaba de tener sentido. Pero ese momento no llegaba aún, ya que él dejó de mirar el estanque y levantó la mirada para encontrar la de Seiran, y su expresión era seria.

“Quería preguntarte,” dijo él, “desde hace mucho, pero… Aniue.” Puso la jarra sobre la mesa, cuidadosamente, y puso sus manos sobre su regazo. “¿Tú mataste a mi madre?”

“Yo…” No era una pregunta sorpresiva, no lo era. Pero era una pregunta que traía el pasado al presente, y Seiran pudo ver el jardín que Ryuuki veía. Detrás de la mirada del Emperador, se encontraba un niño asustado y vulnerable, anhelando desesperadamente un amor que nadie nunca le dio. Seiran recorrió con la mirada el estanque hacia el lugar donde él había tomado en sus brazos a aquél mudo y tembloroso niño y cubierto esos mismos ojos para que no pudieran ver. Él se acordaba, pero Ryuuki no. “No lo hice,” le dijo al niño que ahora era un hombre, y se dio vuelta para darle la cara. “Yo no la maté. Pero debí hacerlo.”

¿Era un niño o un hombre el que dejó caer la mirada hacia la taza que estaba en la mesa? “He pensado mucho sobre eso, pero no lo creo… alguien debió ser. Pero no había razón para ello. Mi madre no era querida, pero no tenía poder. Ella era demasiado insignificante incluso para tener enemigos.”

“Ella te maltrataba.”

“Claro que no-“

“Ella te maltrataba, y eso estaba empeorando,” Seiran prosiguió sombríamente. “De haber continuado así… pudo ocasionarte un daño permanente. Pudo haberte matado. Yo no podía permitirlo. Habría sido muy fácil… pero al final, alguien se me adelantó.”

“No había motivos,” Ryuuki repitió, casi para sí mismo. “¿Por qué? ¿Por qué querría alguien-“

“A veces me lo pregunto,” Seiran trazó el borde de su taza con la punta del dedo. “¿Sabes? Nunca descubrí quien tramó mi exilio… Yo le estorbaba a alguien. Nuestro padre lo sabía pero, ¿quién fue? Yo solamente era un obstáculo en el camino de alguien. Por la forma en que ocurrió todo, me pregunto… quizás, a fin de cuentas, todo resultó así porque alguien más ya te había elegido a ti.”


 

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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/13/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives