Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya
Relato 5 - Sucesión
Nota de la autora: El concepto de reinado no es meramente un título, sino algo espiritual, algo que posee el gobernante, algo que encuentro fascinante. Y en serio, otras personas además de mí necesitan escribir fics de Saiunkoku.
El Emperador está muerto. Larga vida al Emperador.
*****
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“Aniue”, esa palabra era un triste, vago suspiro que cruzaba la enorme distancia, vano y desesperado. “¿A dónde fuiste? Aniue, aniue-“
Él podía ver una pequeña y encorvada figura vestida de un tenue lavanda, una cabeza con el pelo claro enmarañado oculta entre las rodillas. Todo lo demás se perdía en la oscuridad. “Aquí estoy”, él intentó decir, mas el inmenso vacío se tragó su voz. “¡Aquí estoy!”
“¿A dónde fuiste? ¿Por qué me abandonaste? ¿Es porque me porté mal? No lo volveré a hacer, así que regresa… por favor, regresa, aniue…”
Él trató de correr hacia él, pero algo lo sujetó por detrás; el muchacho no podía acercarse.”¡No te alcanzo! Aquí estoy, pero no puedo alcanzarte-“
Hubo un inquietante cosquilleo en el aire, una convergencia de energías. “Estoy solo”, susurró la pequeña voz. “Muy solo…”
Afiladas puntas apuntaban en la oscuridad rodeando al niño. Él trató de gritarle para advertirle que estas lo amenazaban, encerrando al niño en el centro del círculo, pero su voz no lo alcanzaba. No eran barrotes, él se percató, horrorizado. Eran masivas garras que crecían alrededor del niño.
Él trató desesperado de liberarse de aquello que lo sujetaba, obligando a sus piernas a avanzar. “¡Cuidado! ¡Te están rodeando, cuidado –Ryuuki!”
El niño levantó la cabeza y volteó hacia él, pero sus dorados ojos no lo enfocaban; no lo veían. Las afiladas garras se cerraban en torno al niño, brotando de unos dedos escamados en oro. Un delgado brazo, como el tronco de un árbol, se alzó por debajo, junto a un enorme y dorado cuerpo. Él no pudo ver más al niño ya que la monstruosa criatura lo cobijó con su garra celosamente. Una inmensa y terrorífica cabeza se inclinó hacia él, con barbas púrpuras y doradas, y un acuoso ojo lo miró por debajo de una gruesa y espesa ceja. Un húmedo bufido lo hizo tambalear retrocediendo, y el sinuoso cuerpo retumbó como trueno, mientras serpenteaba con el cuerpo de su hermano entre sus garras. “¡Ryuuki! Ryuu-“
Seiran se incorporó violentamente de la cama, con la mano extendida para alcanzar algo inexistente, y el nombre que nunca se permitió decir, murió en sus labios. El parpadeó bajo la tenue luz de luna que se filtraba a través de su ventana, las oscuras siluetas de su escaso mobiliario lentamente empezaron a tomar formas familiares. Su mente adormilada trataba de entender: ¿Algo lo había despertado?
Una vez más, el sonido se dejó escuchar, grave y solemne, acallado por la distancia. Pero estaban a finales de la primavera, no era temporada de tormentas- y pensándolo bien, ese sonido llevaba consigo una leve melodía de tristeza…
Él salió de la cama, sintiendo el frío piso bajo sus pies desnudos, y se dirigió hacia el pórtico que estaba frente al jardín. Shouka estaba parado frente a su cuarto y Shuurei estaba con él. Él tenía el brazo sobre sus hombros, y Seiran fue a su encuentro mientras el sonoro repique de una campana se escuchaba sin cesar. Juntos, miraron hacia el desierto jardín. Más allá de los árboles, el muro y las casas que los separaban, Seiran podía imaginar en su mente la roja silueta del Palacio, y la Cámara Celestial de los Iluminados con su profunda campana que sólo era tocada en cierta ocasión.
“El Emperador ha muerto, “dijo Shouka serenamente, abrazando a Shuurei.
Él podía ver una pequeña y encorvada figura vestida de un tenue lavanda, una cabeza con el pelo claro enmarañado oculta entre las rodillas. Todo lo demás se perdía en la oscuridad. “Aquí estoy”, él intentó decir, mas el inmenso vacío se tragó su voz. “¡Aquí estoy!”
“¿A dónde fuiste? ¿Por qué me abandonaste? ¿Es porque me porté mal? No lo volveré a hacer, así que regresa… por favor, regresa, aniue…”
Él trató de correr hacia él, pero algo lo sujetó por detrás; el muchacho no podía acercarse.”¡No te alcanzo! Aquí estoy, pero no puedo alcanzarte-“
Hubo un inquietante cosquilleo en el aire, una convergencia de energías. “Estoy solo”, susurró la pequeña voz. “Muy solo…”
Afiladas puntas apuntaban en la oscuridad rodeando al niño. Él trató de gritarle para advertirle que estas lo amenazaban, encerrando al niño en el centro del círculo, pero su voz no lo alcanzaba. No eran barrotes, él se percató, horrorizado. Eran masivas garras que crecían alrededor del niño.
Él trató desesperado de liberarse de aquello que lo sujetaba, obligando a sus piernas a avanzar. “¡Cuidado! ¡Te están rodeando, cuidado –Ryuuki!”
El niño levantó la cabeza y volteó hacia él, pero sus dorados ojos no lo enfocaban; no lo veían. Las afiladas garras se cerraban en torno al niño, brotando de unos dedos escamados en oro. Un delgado brazo, como el tronco de un árbol, se alzó por debajo, junto a un enorme y dorado cuerpo. Él no pudo ver más al niño ya que la monstruosa criatura lo cobijó con su garra celosamente. Una inmensa y terrorífica cabeza se inclinó hacia él, con barbas púrpuras y doradas, y un acuoso ojo lo miró por debajo de una gruesa y espesa ceja. Un húmedo bufido lo hizo tambalear retrocediendo, y el sinuoso cuerpo retumbó como trueno, mientras serpenteaba con el cuerpo de su hermano entre sus garras. “¡Ryuuki! Ryuu-“
Seiran se incorporó violentamente de la cama, con la mano extendida para alcanzar algo inexistente, y el nombre que nunca se permitió decir, murió en sus labios. El parpadeó bajo la tenue luz de luna que se filtraba a través de su ventana, las oscuras siluetas de su escaso mobiliario lentamente empezaron a tomar formas familiares. Su mente adormilada trataba de entender: ¿Algo lo había despertado?
Una vez más, el sonido se dejó escuchar, grave y solemne, acallado por la distancia. Pero estaban a finales de la primavera, no era temporada de tormentas- y pensándolo bien, ese sonido llevaba consigo una leve melodía de tristeza…
Él salió de la cama, sintiendo el frío piso bajo sus pies desnudos, y se dirigió hacia el pórtico que estaba frente al jardín. Shouka estaba parado frente a su cuarto y Shuurei estaba con él. Él tenía el brazo sobre sus hombros, y Seiran fue a su encuentro mientras el sonoro repique de una campana se escuchaba sin cesar. Juntos, miraron hacia el desierto jardín. Más allá de los árboles, el muro y las casas que los separaban, Seiran podía imaginar en su mente la roja silueta del Palacio, y la Cámara Celestial de los Iluminados con su profunda campana que sólo era tocada en cierta ocasión.
“El Emperador ha muerto, “dijo Shouka serenamente, abrazando a Shuurei.
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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/5/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives
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