Título: "La Práctica hace la Perfección"
("Practice makes perfect")
Autora: Merilsell
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya
("Practice makes perfect")
Autora: Merilsell
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya
Nota de la Autora: En realidad, estos dos capítulos son el resultado de ver a Tomokazu Seki (actor que da voz a Ryuuki en el anime y que lo hace impresionante) con su “¡¡¡Shuuureeeiii!!” durante un programa especial de SaiMono. Luego de eso, sentí la urgente necesidad de escribir una historia con un Ryuuki por demás tierno e infantil. Claro que en combinación con una Shuurei ligeramente molesta… porque estos dos ingredientes juntos son tan adorables *_* Así que preparen la pasta dental, su insulina y prepárense para el shock azucarado de esta historia. Advertencia: alto contenido de lindura, ternura y tonterías, léanlo bajo su propio riesgo XD clasificación T por temas sugestivos.
***
Capítulo Uno
Un (no tan) pacífico día.
Un (no tan) pacífico día.
Era un normal y pacífico día en el palacio, cálido y deleitable casi como cualquier día de verano. Shuurei aprovechó esta ocasión para distraer su mente un poco, ya que no había podido dormir bien la noche anterior.
“Malditas tormentas.” Pensó ella bufando, al recordar los fuertes truenos aullando en el cielo sobre ella esa noche, interrumpiendo su sueño. Su temor hacia ellos se había reducido al mínimo en los últimos tres años, pero aún así las tormentas siempre venían acompañadas de oscuridad y terribles recuerdos de su infancia. Una tormenta había caído también la noche en que su madre murió, y desde esa ocasión, ella le temía a los rayos tal como Ryuuki le temía a la oscuridad.
Ella suspiró y dejó que sus ojos vagaran del libro que estaba leyendo, para admirar el maravilloso escenario del jardín, tratando de deshacerse de esos pesados pensamientos. Se sentó en medio del pasto, sintiendo las largas hojas de éste hacerle cosquillas a sus pies desnudos y el sol calentaba su espalda a través del ligero atuendo de seda roja que portaba. Sobre ella, el verde follaje echaba hojas, un árbol floreciente dejaba colgar sus ramas en perfecto unísono, mezclando sus colores. Todo eso junto con la brisa veraniega acariciando su cabello de vez en vez, formaban el paisaje perfecto. Pese a lo pacífico que esto era, repentinamente una entusiasmada voz rompió el silencio en el que ella intentaba meditar.
“¡¡Shuuu~reii!!”
“Ahí va mi paz y tranquilidad,” pensó ella sarcásticamente y no pudo evitar mover los ojos hacia arriba al escuchar su feliz voz llamando su nombre, casi cantándolo. No era necesario que ella volteara para saber cuál era su expresión seguramente en ese momento; estaba visiblemente emocionado con la mirada radiante y una cálida sonrisa y una curva más pronunciada que lo normal alrededor de sus labios. A Shuurei no le sorprendería si se hubiese tropezado con la ropa al correr de esa forma, siempre impaciente y arrebatado para alcanzarla. Esa sola imagen mental bastaba para dibujar una sonrisa en el rostro de ella.
“¡¡Shuuu~reii!!”
La voz de Ryuuki desde la cercanía dejó ver que Shuurei estaba en lo correcto en sus suposiciones; él se acercaba rápidamente, como siempre. Ella suspiró brevemente e hizo a un lado el libro, era imposible que ella continuara con su lectura. Eventualmente, sintió su presencia detrás de ella, pero no volteó.
“Shuurei, finalmente te encuentro. ¿Por qué te estás escondiendo?” le dijo Ryuuki en tono de reproche, tomando aliento.
“No me estoy escondiendo, Ryuuki. Estoy leyendo.” Le respondió ella, algo irritada.
“Pero… pero te he buscado por todo el jardín,” le contestó ofendido. Shuurei literalmnte pudo escuchar que le estaba poniendo mala cara. El leve crujir de la seda, le indicó que él estaba jugando con la tela de su ropa, probablemente para calmar el nerviosismo y emoción que sentía por dentro.
“Ya deberías saber que siempre estoy aquí, es un bonito lugar para leer, muy callado y pacífico”… pero ya no, irónicamente agregó en su mente.
“Lo sé. Es nuestro jardín, después de todo. Pero Shuurei es muy cruel.”
Shuurei estaba desconcertada por su forma de razonar. “¿Q-qué?”
“Estoy aquí y tú me hablas sin siquiera voltear a verme. ¿Cuándo vas a decidirte a mirarme?” Ryuuki se quejó sinceramente.
Shuurei suspiró ligeramente, aunque no pudo reprimir una callada risa que escapó de sus labios. “De acuerdo, entonces,” dijo ella y se levantó para mirarlo. Ella le dio una amplia sonrisa. “¿Ves? Aquí me tienes, ¿estás contento ahora?” De pronto y más rápido de lo que ella pudo anticipar, Shuurei ya estaba en sus brazos, apretada fuertemente contra él. Su corazón empezó a latir furioso y se maldijo a sí misma por no haber podido anticiparse. Después de todo, él siempre se comportaba así, impaciente y ansioso en sus actos. Al menos, cuando se trataba de ella.
“Ahora lo estoy,” él le susurró al oído y decidiendo dejar a un lado las formalidades. Su aliento le provocaba cosquillas en el oído, se sentía caliente, al igual que el resto de su pequeño cuerpo rodeado por su abrazo. Quizás demasiado caliente, era verano, después de todo.
“¡¡Ryuu~kiii!!” dijo ella rígida, tratando de liberarse de su ardiente abrazo, aunque no lo logró.
“¿Si?” él murmuró inocentemente, completamente distraído con el dulce olor de su piel en la que estaba apoyado, prácticamente olfateándola. Ella siempre olía a rosas y jazmín…y a Shuurei, así era como a él le gustaba describir su olor. Ni siquiera el más fino sake en el mundo podía embriagarlo tanto como el olor de su piel. Él notó el cambio de humor en Shuurei, pero decidió ignorarlo y seguir abrazándola un poco más. Podía sentir el calor al tenerla en sus brazos, un calor agregado al sol del verano, aunque esa calidez era distinta del mero calor del sol. Éste alcanzaba a calentar su corazón.
“Suéltame –hace mucho calor.” Protestó ella y se retorció en sus brazos hasta hacer que la soltara. Shuurei lo miró furiosa, frunciendo los labios. “En serio, Ryuuki, deberías aprender a comportarte.”
Él parpadeó, atontado con sus palabras. “¿Eeh? Sé que hoy hace calor, pero nunca tanto como para no abrazarte, Shuurei. Me gusta taa~nto hacerlo,” dijo él con un tono de voz ensoñador.
Ella suspiró, exasperada. “En fin. Por cierto, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Ya se terminó la sesión de la corte?”
La cara de Ryuuki se iluminó. “Si.” Declaró él, orgulloso.
“¿Y tu trabajo en la oficina?” le preguntó ella, mirándolo suspicazmente.
“Todo está terminado,” le respondió orgullosamente con una sonrisa. “Por eso vine a buscarte. Me prometiste algo ayer, ¿no?” agregó alegremente, enredando la tela de las mangas de ella alrededor de sus dedos.
“Ya sé, ya sé. No he olvidado mi promesa. En realidad tenía todo preparado desde esta mañana antes de venir aquí a leer. Es sólo que no te esperaba tan temprano.”
“Puse mucho empeño en apurarme porque quería verte… y hacer un día de campo contigo. Es un día muy bonito.” Dijo él, rebosante de emoción.
Ella palmeó su mano, riendo. “Pero dame tiempo para traer las cosas. Las guardé aquí cerca.”
“¿Qué cosas? ¿Manjuus?”
“Pequeños y grandes, preparados con sésamo, así que son ligeros y no muy dulces. Puedes comer cuantos quieras.”
“Adoro tus manjuus,” dijo él con entusiasmo. “¿Y té de kanro?” siguió preguntando.
Shuurei no pudo evitar sonreír ante el sincero entusiasmo de Ryuuki por detalles tan pequeños. “Lo preparé con anticipación, así no estará demasiado caliente para beberlo en este clima. Además, empaqué varias frutas para comerlas porque en un día de verano, es mejor comer algo ligero.”
La voz de Ryuuki estaba a punto de colapsar de alegría. “Es grandioso, Shuuuureiii~”
“…¿Y el erhu?” agregó él de pronto, pero al ver que Shuurei fruncía el ceño, Ryuuki se retractó. “Olvídalo, Shuurei. No tienes que tocar si no quieres. Tu compañía es suficiente para mí.”
Shuurei encontró esto muy considerado de su parte, porque en ese momento ella no estaba de humor para tocar. “Gracias, Ryuuki. Tal vez después, ¿de acuerdo? Creo que eso es todo.” Ella murmuró pausadamente y repasó la lista una vez más para no olvidar nada.
“Espera… ¿qué hay del beso?” él comentó inocentemente, tratando de encantarla con su tono de voz de cachorrito.
Shuurei arqueó una de sus cejas. “Eso no fue parte del trato.”
Inmediatamente, él dejó caer la cabeza como una flor marchita, malhumorado. “Shuurei no me quiere,” murmuró dolidamente para sí.
“Idiota”, suspiró ella exasperada. Entonces, Shuurei miró brevemente por encima de su hombro, primero a la derecha, luego a la izquierda, asegurándose de que no hubiera nadie a la vista. “Nee, Ryuuki, quizás uno pequeño estaría bien ahora,” dijo ella compadeciéndose de él y sonriéndole sinceramente. Al instante, él cambió su postura, levantó la cabeza de nuevo, mirando amorosamente su rostro y casi se hundió en la confortable calidez de sus ojos marrón. Sus manos se estiraron hacia ella, sus largos dedos se apretaron suavemente en sus mejillas, acariciándolas. Él cerró el último espacio que quedaba entre Shuurei y él antes de bajar la cabeza para atrapar sus labios suspirando felizmente. Era un breve momento de cercanía pero era suficiente para hacerlo sentir en paz –en casa.
El beso de Ryuuki era dulce, empalagoso, pero aún así hacía que las rodillas de ella temblaran. Ella sonrió con ese divertido sentimiento y suavemente le devolvió el beso poco antes de empujarlo hacia atrás nuevamente. Mientras abría los ojos otra vez, Shuurei miró el puchero que había en su cara. Ella fácilmente podía adivinar que él deseaba más que sólo un pequeño beso, pero eso era todo lo que ella le había prometido. Sin embargo, él se las arregló para robarle otra caricia de sus labios antes de sonreírle satisfecho.
Ella entrecerró los ojos y sacudió la cabeza indicándole que no tenía remedio, pero aún así lo encontró encantador… muy a su manera. Él sabía exactamente cómo adularla… desafortunadamente, ella pensó, aunque eso la divertía.
La mirada de Ryuuki seguía fija en su amada. “Te amo, Shuurei,” dijo él casi murmurando las palabras, tomando su mano para depositar un suave beso. Este pequeño gesto de su parte hizo su corazón revolotear, ella amaba y odiaba al mismo tiempo la forma en que él lograba inquietarla con tan poco esfuerzo.
“Y-ya lo sé,” dijo ella tartamudeando con las mejillas encendidas.
“Y, ¿tú también me amas?” preguntó él, con una mirada curiosa.
“¿Crees que estaría aquí… si no te amara?” ella contestó su pregunta con la suya propia y suspiró. “Escucha, Ryuuki, iré a traer la canasta con la comida para que podamos comer juntos. Así que sé un buen Emperador y espera aquí, ¿de acuerdo?” dijo Shuurei burlándose y se dio vuelta para ir a traer las cosas que había preparado. Ryuuki la vio marcharse, con una gran sonrisa en sus labios.
Sin que ella lo escuchara, él respondió en voz baja, “Por supuesto, mi reina.”
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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/5346782/1/Practice_makes_perfect
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