Nota aclaratoria: El siguiente texto es una traducción al español hecha de su original en inglés. Para mayores referencias, consultar la fuente que se cita al final.
> PRIMERA PARTE
Seien regresó al palacio todavía furioso, y entonces escuchó el llanto de Ryuuki.
‘Otra vez la sexta concubina.’
Seien separó los arbustos con una ira persistente y vio una escena inesperada. Ryuuki, todo mojado junto al estanque, llorando, y a un hombre con los brazos y el torso desnudos, jalando las mejillas de Ryuuki, haciéndolo llorar aún más.
“Se estiran tremendamente, como un pastel de arroz.”
“¡¿Padre…?!”
Aún Seien no supo qué decir.
Estaba en los cuarenta, pero el juvenil emperador, quien no lucía de acuerdo a su edad, no mostró ninguna sorpresa cuando vio a Seien.
Las oportunidades para hablar con él a solas eran escasas hasta para Seien. Aunque se decía que Seien era su favorito, en realidad él no era tratado diferente que sus demás hermanos. Recibiendo la mirada de su padre, Seien quedó aturdido y falto de palabras, cosa que no era característica de él.
… Seien estaba orgulloso con el simple hecho de llevar la sangre de su padre.
El hombre le dio un golpecito a la frente del lloroso Ryuuki, sin compasión.
“… Qué niño tan escandaloso. Ya estás a salvo, así que no llores, baa baa. Lloras como una oveja.”
Seien de pronto se dio cuenta de que estaba viendo a su padre tranquilamente secar su cabello y la parte superior de su cuerpo. Ryuuki también estaba totalmente empapado. Y ese olor a algas, y el olor a peces del estanque.
“No te caíste al estanque, ¿o sí?”
Ryuuki respondió con un gimoteo y señaló al emperador.
“P-pero ese hombre espantoso m-me ayudó.”
Su padre, quien había sido alabado como la reencarnación del Emperador Sougen, era simplemente “el hombre espantoso”. Era lógico, ya que Ryuuki raras veces veía a su padre, sin embargo, Seien sintió un escalofrío.
Mirando a Seien secar el cuerpo y el cabello de Ryuuki a toda prisa, su padre bufó con consternación.
“Quítale toda la ropa al pastel de arroz y corretea con él o algo así, y estará seco en un santiamén.”
“Éste no es el entrenamiento del General Sou, ¿qué clase de abuso es ese?”
Respondiendo automáticamente, Seien rápidamente se cubrió la boca.
Su padre sólo se encogió de hombros. Justo entonces, las gotas de agua caían de su mojado y brillante cabello.
Su cabello ligeramente ondulado era lo único que ambos tenían en común… ‘Padre’. Si, Seien estaba muy inquieto, tan distinto a lo usual, como para dirigirse a su padre no como al emperador. Su presencia le incomodaba, pero no quería que se fuera. Era un sentimiento extraño. Sin saber qué hacer, Seien dirigió su atención a Ryuuki.
“Ryuuki, ¿por qué te caíste al estanque?”
Su tono de voz naturalmente se volvió acusatorio. El estanque estaba muy profundo. Las razones por las que su “usualmente ocupado” padre estuviera en el harén a plena luz del día, eran desconocidas, pero si él no lo hubiera salvado, seguramente Ryuuki habría muerto.
“… Estaba tratando de recoger las pelotas para malabares…”
Seien finalmente cayó en la cuenta de que ése era el estanque donde la sexta concubina había tirado las pelotas para malabares. Pero, con todo lo que estaba pasando, Seien le gritó sin pensar.
“¡Te dije que esperaras hasta que regresara con las nuevas!”
Ryuuki señaló su cuello con sobresalto.
En ese momento, el emperador agarró a Ryuuki por detrás del cuello y lo levantó fácilmente con una mano como si fuera un gatito. Él le echó un vistazo a Ryuuki y Ryuuki se encogió ante “el hombre espantoso”, pero aguantó con los labios bien apretados.
“Oye, pastel de arroz.”
“Soy Ryuu… ¡Ryuuki!”
“Ha, ¿hablando como un adulto? Pastel de arroz te queda mejor. Dame tu mano.”
Cuando Ryuuki sacó ambas manos pensativamente, el emperador sacudió al revés, una pequeña y vieja bolsita. De ella salieron rodando tres pequeñas y deslavadas pelotas para malabares.
Eran demasiadas para las pequeñas manos de Ryuuki, y una de ellas se cayó. Seien la recogió. Las pelotas estaban hechas con una tela de estampado anticuado y parecían hechas a mano. Seien encontró esto extraño porque las pelotitas para malabares parecían bastante inapropiadas para su padre.
“Toma estas pelotas para malabares.”
Ryuuki estaba confundido.
“¿… No son importantes para ti?”
“No seas bobo. De ninguna manera te daría algo tan importante.”
Ryuuki miró las pelotas de malabares que tenía en la mano. Parecía que éstas habían sido muy bien cuidadas, al igual que las de Ryuuki.
“Escucha, pastel de arroz. No soy amable. Si vuelves a tirar estas pelotas en el estanque, no te salvaré. Si quieres recuperar las que se cayeron en el estanque, hazte aprendiz de tritón o algo. O piensa y haz lo que sea para que no te las vuelvan a tirar al estanque. También odio a los idiotas. Si tienes algo que sea importante para ti, debes protegerlo tú mismo.”
Él tiró de la barbilla de Ryuuki. Seien pensó que eso era algo que un niño no podía comprender, pero Ryuuki se mordió los labios y asintió.
“… Muchas gracias por salvarme. Cuidaré muy bien estas pelotas para malabares.”
“No me sorprendería si las pierdes para mañana… Vaya, se estiran realmente bien.”
“¡N-no las voy a perder! Y no seas cruel. Me duele.”
Seien estaba sorprendido. Era la primera vez que veía que Ryuuki le contestaba a alguien.
El emperador dejó de jalar las mejillas de Ryuuki.
“Si tienes una boca, entonces di lo que quieras decir, como lo acabas de hacer. De lo contrario, serás subestimado.”
El emperador bajó bruscamente a su hijo más pequeño y miró a Seien.
“Seien, ¿cómo estuvo el cuarto hijo de la familia Ran?”
Seien no estaba extrañado. Él mismo mantenía una estrecha vigilancia en las demás concubinas y los aristócratas. Y lo dijo claramente.
“Inesperadamente inútil.”
“Ya veo. Tú decides qué hacer con él. Y dame lo que tienes dentro del bolsillo.”
“¿Qué?”
“Son las pelotas para malabares que compraste en la ciudad, ¿no es así?”
Seien lo miró fijamente con los ojos muy abiertos, pero le dio la bolsita que contenía las pelotas que había comprado en la tienda de baratijas. Él se sintió ligeramente avergonzado ya que daba la sensación de que las había comprado para su padre.
El emperador miró el morralito, y señaló con su barbilla a la pelota para malabares que Seien todavía sostenía.
“Puedes quedarte con esa.”
Seien tuvo la sensación de que su padre supuso que él también quería una, y se sonrojó. Ya estaba muy grande para jugar con pelotas para malabares.
Luego de agradecerle torpemente, Seien se sobresaltó. Parecía como si incluso una piedra se volviera tan valiosa como un tesoro nacional si su padre la miraba. Seien respiró dio un respiro poco profundo.
“Parece que algunos de ellos están actuando. Alguien debe haberles dado órdenes.”
“… Seien.”
El emperador removió el morral en su mano unas cuantas veces.
Después de la cuarta vez, se dio la vuelta.
“Deberías haber nacido un poco más tonto o inteligente.”
Después de eso, el emperador se encontró con un hombre. Tenía treinta y tantos. Estaba emparentado al emperador, y también se parecía a él. Él era uno de los pocos nobles a los que el emperador no había destruido.
“Eres tú, Ou Ki.”
“… Esas pelotas para malabares… eran de mi hermana, ¿no es así?”
Los serenos ojos de Ou Ki parecieron apagarse un poco. Pero enseguida recuperaron su severidad. Al emperador le gustaba que los ojos de Ou Ki lo fulminaran sin dudarlo.
Ou Ki se detuvo para mantener cierta distancia con el emperador. Siempre era así. Ou Ki nunca se acercaba más de lo necesario.
“Ou Ki, ¿no son demasiadas molestias para el jefe del Gyoshidai? ¿Viniste a ver qué pasa con Seien y Ryuuki?”
Desde que Ou Ki se volvió el jefe del Gyoshidai, trabajó en las sombras para mejorar el nivel del Gyoshidai, el cual solía ser más bajo que el de los Secretarios Asistentes, y lo elevó por encima del de los Ministros. Se ganó a los aristócratas que habían sido abandonados por el emperador, y estaba construyendo la más grande facción entre los jóvenes nobles.
“¿Crees que Seien sea apropiado para convertirse en emperador?”
Ou Ki le dio un vistazo a Seien, quien estaba jugando con las pelotas para malabares con Ryuuki, y claramente negó.
“No. Él es el príncipe que menos me gustaría que heredara el trono. El solo tenerlo en la Corte Imperial ya es demasiado problemático. Es una verdadera lata.”
El emperador se limitó a decir, ‘Ya veo’. Como si estuvieran hablando sobre el clima.
“Haz lo que quieras. Depende de Seien si gana o pierde.”
“… Su Majestad, esas pelotas para malabares…”
Ou Ki miró a lo lejos y murmuró.
“Falta una.”
El emperador sacó la última de su manga, y se la aventó a Ou Ki a la ligera.
“Iba a dártela a ti.”
Luego, el emperador pasó al lado de Ou Ki.
Por último, el emperador visitó el Sentou-shou.
“Uu.”
“Su Majestad, cuanto tiempo sin verlo. Bienve…”
Dándole la bienvenida al emperador, Uu estaba a punto de hacer una reverencia, pero repentinamente palideció.
“Majestad… ¿qué lleva en el interior de su bolsillo?”
“Bien hecho.”
El emperador únicamente le dijo lo necesario.
“Quiero que hagas un par de cosas, Uu.”
El emperador sacudió el morral azul que estaba en su palma.
“Saca a Kanshou y a Bakuya del depósito.”
***
Shuuei estaba sin habla al momento en que la espada se empujaba hacia su garganta. Sucedió en un parpadeo.
‘¿Puedes concederme un encuentro?’
Shuuei le pidió a Seien tan pronto como lo vio cuando acudió a la Corte, porque quería redimir su honor aunque fuera un poco.
Pero en el momento en que se enfrentaron uno al otro, todos sus demás pensamientos desaparecieron. Sabía bien que no tenía oportunidad. Él simplemente quería ser reconocido sin importar que fuera poco. Él asumió un puesto con esa sola idea. Todos sus demás pensamientos, incluyendo el de limpiar su nombre, desaparecieron de su mente.
Su desafío iba en serio. No había ni siquiera un pequeño descuido. Pero…
Aún así, no duró ni cinco intercambios con la espada.
El príncipe Seien ni siquiera utilizó los métodos sucios que había mostrado cuando enfrentó a los asesinos. Él luchó en la contienda únicamente con técnicas adecuadas, que fueran de acuerdo a Shuuei, y lo que es más, era evidente que no estaba usando ni siquiera la mitad de su verdadera capacidad. Encima de eso, Shuuei perdió demasiado rápido.
Incluso si nadie lo hubiera notado, nada podía ser más miserable para Shuuei. En sus ojos habían lágrimas de humillación y frustración.
Por otro lado, Seien sentía su ira estallar.
‘Pensé en hacerlo mi sirviente, pero…’
A juzgar por sus respuestas, claramente no era tan estúpido como él pensaba. Pero su corazón seguía con sus hermanos y la familia Ran. Ni siquiera se daba cuenta de que su lealtad incuestionable era como un instinto para él.
Era posible utilizarlo teniendo eso en mente, pero era tan inmaduro en tantas formas, y demasiado cordial. Era casi imposible que lo comprendiera.
Seien le extendió la mano sonriendo. Estaba profundamente enfadado porque tenía grandes esperanzas en él. Mientras ayudaba a Shuuei a levantarse, Seien murmuró fríamente.
“Le diré a tus hermanos que no necesito a alguien tan inepto.”
“… Regresa cuando te hayas hecho más útil.”
Shuuei no supo qué responder a las francas palabras que habían sido vertidas sobre él.
Después de presenciar el encuentro, el emperador miró alrededor. Shou Taishi estaba tan evasivo como siempre, pero el General Sou fruncía el ceño. El emperador observó las expresiones de las concubinas, los príncipes y el abuelo de Seien, con detalle.
En particular, tomó nota de Ou Ki y la familia Ran. Solamente estaba presente uno de los trillizos. No supo quién de ellos era el que estaba ahí. El emperador ni siquiera había intentado distinguirlos nunca. Pero adivinó que era el mayor, Setsuna, quien no aparecía frecuentemente en público. No había ninguna razón en particular. Simplemente era intuición.
El que los trillizos tuvieran posiciones importantes sin alcanzar siquiera los 20 años, no se debía a que eran integrantes de la familia Ran. Los únicos que podían confrontarlos eran Sou Yousen y unos cuantos más, y Kou Shouka, y…
‘… Y Ou Ki.’
Cuando halló a Ou Ki, éste estaba callado y con los ojos cerrados. Eso era suficiente para el emperador.
… Seien había cometido un error fatal. Él no se percató, pero su destino casi estaba decidido.
‘Seien no era así.’
Usualmente Seien era muy cuidadoso en público, pero hoy, su verdadero yo salió a flote. El emperador detuvo los ojos en el cuarto hijo de la familia Ran. Quizás se debía a ese chico.
El emperador miró a su segundo hijo una vez más.
Era una equivocación infantil. Pero la edad no era excusa para la mortífera Corte Imperial.
En ese momento, la vieja amiga de la infancia que le había dado las pelotas para malabares, apareció en un extremo de su memoria.
‘¡Los niños deben ser tranquilos! Senka, quisiera ver un país en el que los niños no lloraran.’
Él recordó la frase favorita de la única mujer a la que podía ver en su mente ahora, y chasqueó su lengua. Seguía siendo tan latosa aún después de muerta.
‘… Debo darle tiempo.’
Originalmente tenía planeado entregárselas más tarde…
El emperador se levantó repentinamente y todos se revolvieron en sus asientos. Hasta Ran Setsuna miraba atentamente, con ligero asombro, sin mencionar a Shou y Ou Ki…
Fijándose en las dos espadas, el General Sou abrió grandemente los ojos. Aquellas eran…
“Son ‘Kanshou’ y ‘Bakuya’, ¿o no?”
El emperador tomó las espadas y la atmósfera cambió. Para los súbditos que lo seguían, esto era casi como un reflejo.
La penetrante tensión les recordó los viejos tiempos. El supremo soberano de la gran masacre incluso había matado a sus padres y hermanos, los nobles de alto rango y las Siete Familias no fueron la excepción. No importó si eran enemigos o aliados, si lo disgustaban, sus cabezas rodaban inmediatamente.
Impulsivo y cruel. Pero él ascendió a cualquiera que tuviera verdaderas habilidades. No importaba si eran granjeros o bandidos, si éstos hacían un gran servicio, el emperador aflojaba sus fríos labios para decir “Buen trabajo” incluso a un soldado común. Competían entre ellos para distinguirse tanto como militares, como eruditos y lo sirvieron a costa de sus vidas con tal de escuchar aquellas palabras raramente pronunciadas. Él poseía ese atractivo carisma que los hacía desear servirle aún sabiendo que podía matarlos.
Cuando el emperador empezó a caminar hacia Seien, todo mundo alzó la cabeza con emoción.
-Sólo hay un emperador al cual servir.
Sou Taishi arrugó la nariz. El emperador frenó el arranque de su súbdito, quien empezó a acostumbrarse a esa paz al instante.
‘¿Por qué no lo hacía siempre?’
Seien dobló una rodilla a prisa para dar la bienvenida a su padre. Era otra excepción igual a la del otro día.
Luego de darle un vistazo al cuarto hijo de la familia Ran, quien también estaba arrodillado, el emperador le dio las espadas a Seien de manera informal igual que como le había dado las pelotas para malabares el otro día.
“Son tuyas. Haz lo que desees con ellas.”
Se hizo un completo silencio.
Sólo el emperador dio vuelta a sus talones como si nada hubiera pasado. Dado que la situación estaba en esos términos, sería difícil cambiarla, pero esto al menos lo haría durar un año. El resto dependía de Seien.
Seien, quien recibió las espadas, se revolvió de asombro.
Después de un segundo, hubo una conmoción general.
Justo como pensó el abuelo de Seien, cuyos ojos estaban brillando, esto parecía ser una prueba de que había sido nombrado como el siguiente emperador.
Ran Setsuna reflexionó un rato acerca de la acción inesperada del emperador. Luego acarició la cabeza de su hermano, quien regresó desanimado.
“… Bueno, ¿qué vas a hacer, Shuuei? ¿Quieres regresar a casa? ¿O te quedas con nosotros en Kiyou?”
“No. Regresaré a la Provincia Ran de inmediato. Voy a entrenar mucho con la familia Shiba… y la próxima vez…”
Él no pudo encontrar las palabras. Nunca había sido derrotado así antes. Era inevitable, dadas sus habilidades. Pero…
“Lo siento… He deshonrado a la familia Ran y a ti también…”
“¿Huh? La familia Ran y yo no fuimos deshonrados. Sólo tú. Además, gracias al príncipe Seien, creo que ellos ya se han olvidado completamente de que existes.”
Shuuei se tambaleó ante su sonrisa.
“… E-es verdad… creo…”
“Si, si. No eres tan malo.”
Shuuei vio con recelo la interrupción de Jin. Era la primera vez que escuchaba un elogio de Jin.
“¡Mentiroso! ¡No me des tus patéticos consuelos, es repugnante! Cuando llegue a casa, entrenaré intensamente, ¡y entonces te derrotaré a ti primero!”
Jin se encogió de hombros. No era mentira. Shuuei rara vez mostraba tal seriedad.
Shuuei era capaz de hacer todo pulcramente, pero era poco constante. Él pensó que hablaba en serio, pero dependiendo de su humor, había una amplia gama en su desempeño. Además, desde que había planeado hacerse oficial civil, seguía en una actitud auto-defensiva. Así que él podía ser fuerte hasta cierto nivel, pero sería difícil pasar de ese punto, y tampoco era necesario. La familia Shiba le había enseñado ese principio, pero…
Parecía que él se había vuelto serio. Jin empezó a emocionarse sabiendo esto.
“Idiota. No puedes. Si estás seguro de poder ganar tres de diez intentos, haré lo que tú digas.”
“Ha, recuérdalo. Pagarás por esto después, Jin.”
Setsuna los miraba con una sonrisa, y le dijo a su hermano alegremente.
“Bien, Shuuei. Estoy aliviado de saber que regresarás a casa.”
Ellos podían reservar a Shuuei. Setsuna se alegró desde el fondo de su corazón.
Había valido la pena llamar a su hermano.
- Descubrimos qué tan capaces son los príncipes.
Ellos podían calcular la dirección en que iba la Corte Imperial. No había mucha necesidad de permanecer ahí.
“Ustedes dos, vayan con cuidado a casa. Nosotros regresaremos en un futuro no muy distante. Entonces me mostrarás el resultado de tu entrenamiento.”
Shuuei pensó en una visita temporal, como siempre hacían. Fue un tiempo después cuando descubrió el significado de esas palabras.
Ou Ki permaneció ahí y lanzó una ojeada.
Las expresiones eran claramente diferentes dependiendo si se trataba de los partidarios de Seien o de los otros príncipes.
Las concubinas se veían por todos lados, cada una de ellas tenía una expresión parecida a la de un ogro. El primer príncipe, quien había sido avergonzado, lanzó una mirada maldiciendo a su hermano menor y siguió a su madre. Por otro lado, el abuelo del príncipe Seien mostraba un placer extremo. Súbitamente, Ou Ki notó a la sexta concubina. Ella debía ser la única a la que no le importaba quién se convertiría en el heredero, pero seguramente era a causa de que Seien la silenciaba a menudo, que su mirada era así de malévola.
Ella era una de las que estaban convencidas de que la segunda concubina era la favorita del emperador, y la echó del harén. Ella tenía la tendencia a actuar de acuerdo a sus emociones.
‘… Eso es peligroso.’
Pero las cosas iban tal y como Ou Ki esperaba, la persona que verdaderamente era peligrosa no era ella, sino…
Ou Ki miró a la sexta concubina y a Seien alternadamente, y le dio un par de instrucciones a sus subordinados del Gyoshidai.
“… Vigilen a la sexta concubina. Pronto va a ser asesinada por ALGUIEN. Reúnan la evidencia. Puede servir para atestiguar.”
… Seis meses más tarde, al comienzo del invierno, el cuerpo de la sexta concubina fue encontrado flotando en un estanque. Fue su hijo, Ryuuki, quien encontró el cuerpo, pero probablemente a consecuencia del shock, el recuerdo de ese incidente fue completamente borrado de su memoria.
La cara de la concubina estaba terriblemente desfigurada debido al veneno mezclado en el frasco de cosmético, pero el veneno no era letal. La causa de su muerte fue un impulso suicida por el trastorno mental provocado por la desfiguración, ya que ella se había abierto paso en el harén únicamente gracias a su belleza.
Tan pronto como Ou Ki se percató de que no había ninguna evidencia, rápidamente ocultó toda la información y manejó públicamente el incidente como una ‘muerte por enfermedad’. No era necesario hacerlo hacer de ello un asunto serio. El caso fue cerrado sin mayores problemas.
Ryuuki nunca descubrió que el estanque en que su madre había muerto era el mismo sobre el que su hermano anteriormente había hecho un comentario sarcástico.
***
“… Escuché que la sexta concubina falleció…”
Seien miró asombrado las palabras que su madre murmuró. Ya era primavera, y la sexta concubina había muerto meses antes.
Seien sonrió inocentemente.
“¿Qué pasa, madre?”
“El príncipe Ryuuki vino a visitarme el otro día…”
Seien estaba aún más sorprendido. Cierto, él le dijo la ubicación de este lugar pero, ¿realmente había ido ahí solo?
Tal vez él simplemente estaba buscando una madre. Aún cuando él había perdido los recuerdos acerca de ello, la forma en que murió fue horrorosa, y eso estaba atormentando a Ryuuki cada noche. Durante el día no lloraba, pero a veces sus ojos desenfocaban súbitamente y empezaba a temblar violentamente.
Ya que misteriosamente él podía dormir cuando tenía a ‘Bakuya’ cerca, Seien se la dio como un sustituto de él mismo.
“Debe ser muy difícil…”
“Si… he tratado de estar a su lado, pero estoy ocupado…”
Él quería estar con Ryuuki todo el tiempo, pero había demasiadas cosas que requerían su atención.
Las demás concubinas cambiaron desde la muerte de la sexta concubina. Echaban chispas unas a otras y habían sido egoístas hasta entonces, pero ahora estaban extrañamente unidas. Sin embargo, no parecían estar conspirando. Era como si estuvieran actuando en beneficio de sus propios intereses, pero terminaron trabajando juntas. Era como si un diestro marionetista las estuviera controlando sin que ellas notaran que eran las marionetas.
Eran una sensación inquietante. Como una red que se teje gradualmente sin que nadie lo note.
Además, los asesinos de la familia Hyou que habían aparecido de vez en vez desde hacía un año, también eran causa de preocupación.
Ellos dirigían las cuestiones religiosas, pero por otro lado, usando sus extrañas habilidades y su superioridad física, la familia Hyou contrató asesinos por generaciones. Se decía que solamente aquellos que pudieran una recompensa aceptable podían hacer uso de sus asesinos.
‘…¿Quién comisionó a la familia Hyou?”
Inconscientemente, él jugaba en su mano con la pelota para malabares que le había dado su padre. Él la llevaba consigo como amuleto de buena suerte y se convirtió en un hábito, pero su madre lo notó.
“Oh, bueno, me lo dio mi padre…”
Sin pensarlo, Seien dio una excusa innecesaria. Siendo tan realista, él no quería admitir que hasta él mismo cargaba con un amuleto de la buena suerte.
‘No es que me sienta acorralado ni nada.’
Sacudió la cabeza y empujó la pelota dentro de su pechera. Luego le preguntó otra cosa a su madre.
“Madre, ¿cómo está el abuelo?”
Ella sacudió discretamente la cabeza hacia ambos lados.
Ya de por sí era extraño, pero desde que Seien recibió las espadas gemelas, su abuelo se convirtió en alguien desconocido, como si algo estuviera poseyéndolo.
Él lo había encerrado en su chalet antes de que alguien se percatara, pero era impredecible…
Su madre tenía una mirada tranquila, parecida a la resignación. Como si supiera lo que iba a pasar y ya lo hubiera aceptado.
Se escuchó el sonido de una caída. Algo estaba siendo jalado y desbaratado gradualmente. Pese a su mejor intento, un grupo se deslizó tras otro, y parecía que estaba empeorando. Pero Seien no podía ver a su oponente.
‘¿Quién es?’
No eran muchos quienes podían acorralarlo tan minuciosamente. Pero él seguía sin saber quienes eran.
Para empezar, era demasiado tarde.
Su padre no llegaba a los 50. Seguramente ya no volvería a salir de Kiyou, pero seguía sano y las contiendas sobre la sucesión al trono estaban distantes en el futuro. A estas alturas, todos estaban demasiado ocupados construyendo alianzas, y él no podía entender la intención de que lo eligieran solamente a él como blanco.
Todo estaba más allá de su entendimiento y apretó los dientes. Su inquietud se incrementaba gradualmente. Se sentía como un simple niño.
“Deben estar bromeando.”
Él no tenía permitido ser un niño.
Él sería derrotado. Aún cuando su padre le había dado las espadas.
“… Con permiso.”
Seien volteó la cara para que su madre no pudiera verlo, y abandonó ruidosamente la villa. El suspiro cansado de su madre llegó levemente a sus oídos.
Puede que pierda- Seien pensó por primera vez. Era cierto.
Los pasos del final estaban cerca.
- Sólo la estación pasó sin incidentes, y era el frío fin del otoño.
Cuando Seien fue a visitar a Ryuuki, pudo escuchar la feliz risa de Ryuuki que venía del jardín.
Seien estaba sorprendido.
Después de la muerte de la sexta concubina, nadie se ofreció a ser el guardián de Ryuuki, quien no tenía parientes entre la aristocracia. Su existencia casi fue olvidada, y sólo Seien lo visitaba para aliviar su tensión nerviosa y tener un breve período de tranquilidad.
“¿Quién está con Ryuuki?”
Él esperaba que fuera su padre, pero el hombre con una seria expresión y que estaba jugando con las pelotas para malabares con Ryuuki era…
“¿Director Ou?”
Era Ou Ki, el jefe del Gyoshidai.
- En ese momento, Seien se dio cuenta de por qué Ou Ki estaba ahí.
“Príncipe Seien, vine a escoltarte.”
Ou Ki devolvió las pelotas que tenía en la mano a Ryuuki, y se puso de pie en silencio.
“Príncipe Ryuuki, eso es todo como prometimos, ya que el Príncipe Seien está aquí.”
“Si, muchas gracias.”
Ryuuki no sabía nada e hizo una profunda reverencia a Ou Ki. Ou Ki extendió su mano hacia Seien.
“Por favor, entrégame tu espada.”
Seien cerró los ojos lentamente. Inhaló y exhaló. El seco aire de otoño barrió el cabello de Seien.
Seien le entregó a ‘Kanshou’ a Ou Ki. Era la única arma que tenía, y Ou Ki no preguntó por su gemela, ‘Bakuya’.
Ou Ki movió su cuerpo.
Seien entendió su intención y levantó a Ryuuki.
“Ryuuki, ¿te divertiste jugando con las pelotas para malabares?”
“Si. Mucho. También dibujamos juntos. Yo dibujé lirios del valle.”
¿El director Ou dibujando? Normalmente se hubiera reído, pero ni siquiera podía hacerlo en ese momento. Seien aspiró intencionalmente. Lirios de los valles. Si, su madre también…
“Ya veo. Fue amable de su parte jugar contigo.”
Seien pensó que era bonito poder ver la sonrisa de Ryuuki por última vez.
Por supuesto, si los trillizos de la familia Ran intervenían, podría existir una posibilidad. Pero él no creía que eso fuera a suceder.
El jefe del Gyoshidai, Ou Ki no daba espectáculos llamativos como hacían Shou Taishi y Kai Yu, pero su notoriedad para reunir evidencias, incuestionable y silenciosamente, no podía ser anulada. La oportunidad de que la familia Ran hiciera un movimiento para salvar a Seien conociendo la participación de Ou Ki, era extremadamente baja.
“Ryuuki, el invierno estará frío, así que no te vayas a resfriar. Ten cuidado de no quemarte con el brasero. Y…”
Seien le dijo una cosa tras otra. Ryuuki tenía la temperatura alta como siempre, pero pesaba mucho más que cuando lo conoció.
Él no le dijo adiós. Lo habría hecho, de existir una ligera esperanza, pero era mejor no decir nada si se trataba de la pena capital. Si tenía que sentirse triste era mejor retrasarlo un poco. El corazón de Ryuuki no podría soportar aún más tristezas.
“Es hora, Príncipe Seien.”
Ou Ki interrumpió cuando tuvo la oportunidad.
Seien bajó delicadamente a Ryuuki.
“Nos vemos, hermano. Buena suerte con tus deberes.”
Ryuuki lo despidió con su mano animadamente.
Seien rió a pesar de la situación debido a las extrañas pero adecuadas palabras de Ryuuki.
Mientras despedía con la mano a Ryuuki, Seien agradeció brevemente a Ou Ki.
“… Se lo agradezco.”
Ningún oficial militar ni civil estuvo presente. Realmente sólo estaba Ou Ki, y aún cuando le habían quitado a ‘Kanshou’, ni siquiera fue atado. Para los transeúntes, lucía como si simplemente estuvieran dando un paseo.
Ryuuki ni siquiera podía imaginar que presenció el arresto de su hermano. Gracias a ello, él no tuvo que ver llorar a Ryuuki.
- Ese día, Seien fue encarcelado por el Gyoshidai para responder por la traición de su abuelo.
***
Fuente: http://keseranpasaran.livejournal.com/4820.html
Fuente: http://keseranpasaran.livejournal.com/5032.html
Fuente: http://keseranpasaran.livejournal.com/5130.html
***
>Temas Relacionados - Gaiden 4 Suzuran no Saku Koro Ni Parte 1 - Gaiden 4 Suzuran no Saku Koro Ni Parte 3 - Gaiden 4 Sen-Ichiya
GAIDEN 4
Relato "Suzuran no Saku Koro Ni"
("La estación en la que florece el lirio de los valles")Publicada en Beans Vol. 9 (2007)
Posteado por keseranpasaran
Traducido por Violet Raven
(Parte 2)
Relato "Suzuran no Saku Koro Ni"
("La estación en la que florece el lirio de los valles")Publicada en Beans Vol. 9 (2007)
Posteado por keseranpasaran
Traducido por Violet Raven
(Parte 2)
> PRIMERA PARTE
Capítulo 3
Seien regresó al palacio todavía furioso, y entonces escuchó el llanto de Ryuuki.
‘Otra vez la sexta concubina.’
Seien separó los arbustos con una ira persistente y vio una escena inesperada. Ryuuki, todo mojado junto al estanque, llorando, y a un hombre con los brazos y el torso desnudos, jalando las mejillas de Ryuuki, haciéndolo llorar aún más.
“Se estiran tremendamente, como un pastel de arroz.”
“¡¿Padre…?!”
Aún Seien no supo qué decir.
Estaba en los cuarenta, pero el juvenil emperador, quien no lucía de acuerdo a su edad, no mostró ninguna sorpresa cuando vio a Seien.
Las oportunidades para hablar con él a solas eran escasas hasta para Seien. Aunque se decía que Seien era su favorito, en realidad él no era tratado diferente que sus demás hermanos. Recibiendo la mirada de su padre, Seien quedó aturdido y falto de palabras, cosa que no era característica de él.
… Seien estaba orgulloso con el simple hecho de llevar la sangre de su padre.
El hombre le dio un golpecito a la frente del lloroso Ryuuki, sin compasión.
“… Qué niño tan escandaloso. Ya estás a salvo, así que no llores, baa baa. Lloras como una oveja.”
Seien de pronto se dio cuenta de que estaba viendo a su padre tranquilamente secar su cabello y la parte superior de su cuerpo. Ryuuki también estaba totalmente empapado. Y ese olor a algas, y el olor a peces del estanque.
“No te caíste al estanque, ¿o sí?”
Ryuuki respondió con un gimoteo y señaló al emperador.
“P-pero ese hombre espantoso m-me ayudó.”
Su padre, quien había sido alabado como la reencarnación del Emperador Sougen, era simplemente “el hombre espantoso”. Era lógico, ya que Ryuuki raras veces veía a su padre, sin embargo, Seien sintió un escalofrío.
Mirando a Seien secar el cuerpo y el cabello de Ryuuki a toda prisa, su padre bufó con consternación.
“Quítale toda la ropa al pastel de arroz y corretea con él o algo así, y estará seco en un santiamén.”
“Éste no es el entrenamiento del General Sou, ¿qué clase de abuso es ese?”
Respondiendo automáticamente, Seien rápidamente se cubrió la boca.
Su padre sólo se encogió de hombros. Justo entonces, las gotas de agua caían de su mojado y brillante cabello.
Su cabello ligeramente ondulado era lo único que ambos tenían en común… ‘Padre’. Si, Seien estaba muy inquieto, tan distinto a lo usual, como para dirigirse a su padre no como al emperador. Su presencia le incomodaba, pero no quería que se fuera. Era un sentimiento extraño. Sin saber qué hacer, Seien dirigió su atención a Ryuuki.
“Ryuuki, ¿por qué te caíste al estanque?”
Su tono de voz naturalmente se volvió acusatorio. El estanque estaba muy profundo. Las razones por las que su “usualmente ocupado” padre estuviera en el harén a plena luz del día, eran desconocidas, pero si él no lo hubiera salvado, seguramente Ryuuki habría muerto.
“… Estaba tratando de recoger las pelotas para malabares…”
Seien finalmente cayó en la cuenta de que ése era el estanque donde la sexta concubina había tirado las pelotas para malabares. Pero, con todo lo que estaba pasando, Seien le gritó sin pensar.
“¡Te dije que esperaras hasta que regresara con las nuevas!”
Ryuuki señaló su cuello con sobresalto.
En ese momento, el emperador agarró a Ryuuki por detrás del cuello y lo levantó fácilmente con una mano como si fuera un gatito. Él le echó un vistazo a Ryuuki y Ryuuki se encogió ante “el hombre espantoso”, pero aguantó con los labios bien apretados.
“Oye, pastel de arroz.”
“Soy Ryuu… ¡Ryuuki!”
“Ha, ¿hablando como un adulto? Pastel de arroz te queda mejor. Dame tu mano.”
Cuando Ryuuki sacó ambas manos pensativamente, el emperador sacudió al revés, una pequeña y vieja bolsita. De ella salieron rodando tres pequeñas y deslavadas pelotas para malabares.
Eran demasiadas para las pequeñas manos de Ryuuki, y una de ellas se cayó. Seien la recogió. Las pelotas estaban hechas con una tela de estampado anticuado y parecían hechas a mano. Seien encontró esto extraño porque las pelotitas para malabares parecían bastante inapropiadas para su padre.
“Toma estas pelotas para malabares.”
Ryuuki estaba confundido.
“¿… No son importantes para ti?”
“No seas bobo. De ninguna manera te daría algo tan importante.”
Ryuuki miró las pelotas de malabares que tenía en la mano. Parecía que éstas habían sido muy bien cuidadas, al igual que las de Ryuuki.
“Escucha, pastel de arroz. No soy amable. Si vuelves a tirar estas pelotas en el estanque, no te salvaré. Si quieres recuperar las que se cayeron en el estanque, hazte aprendiz de tritón o algo. O piensa y haz lo que sea para que no te las vuelvan a tirar al estanque. También odio a los idiotas. Si tienes algo que sea importante para ti, debes protegerlo tú mismo.”
Él tiró de la barbilla de Ryuuki. Seien pensó que eso era algo que un niño no podía comprender, pero Ryuuki se mordió los labios y asintió.
“… Muchas gracias por salvarme. Cuidaré muy bien estas pelotas para malabares.”
“No me sorprendería si las pierdes para mañana… Vaya, se estiran realmente bien.”
“¡N-no las voy a perder! Y no seas cruel. Me duele.”
Seien estaba sorprendido. Era la primera vez que veía que Ryuuki le contestaba a alguien.
El emperador dejó de jalar las mejillas de Ryuuki.
“Si tienes una boca, entonces di lo que quieras decir, como lo acabas de hacer. De lo contrario, serás subestimado.”
El emperador bajó bruscamente a su hijo más pequeño y miró a Seien.
“Seien, ¿cómo estuvo el cuarto hijo de la familia Ran?”
Seien no estaba extrañado. Él mismo mantenía una estrecha vigilancia en las demás concubinas y los aristócratas. Y lo dijo claramente.
“Inesperadamente inútil.”
“Ya veo. Tú decides qué hacer con él. Y dame lo que tienes dentro del bolsillo.”
“¿Qué?”
“Son las pelotas para malabares que compraste en la ciudad, ¿no es así?”
Seien lo miró fijamente con los ojos muy abiertos, pero le dio la bolsita que contenía las pelotas que había comprado en la tienda de baratijas. Él se sintió ligeramente avergonzado ya que daba la sensación de que las había comprado para su padre.
El emperador miró el morralito, y señaló con su barbilla a la pelota para malabares que Seien todavía sostenía.
“Puedes quedarte con esa.”
Seien tuvo la sensación de que su padre supuso que él también quería una, y se sonrojó. Ya estaba muy grande para jugar con pelotas para malabares.
Luego de agradecerle torpemente, Seien se sobresaltó. Parecía como si incluso una piedra se volviera tan valiosa como un tesoro nacional si su padre la miraba. Seien respiró dio un respiro poco profundo.
“Parece que algunos de ellos están actuando. Alguien debe haberles dado órdenes.”
“… Seien.”
El emperador removió el morral en su mano unas cuantas veces.
Después de la cuarta vez, se dio la vuelta.
“Deberías haber nacido un poco más tonto o inteligente.”
Después de eso, el emperador se encontró con un hombre. Tenía treinta y tantos. Estaba emparentado al emperador, y también se parecía a él. Él era uno de los pocos nobles a los que el emperador no había destruido.
“Eres tú, Ou Ki.”
“… Esas pelotas para malabares… eran de mi hermana, ¿no es así?”
Los serenos ojos de Ou Ki parecieron apagarse un poco. Pero enseguida recuperaron su severidad. Al emperador le gustaba que los ojos de Ou Ki lo fulminaran sin dudarlo.
Ou Ki se detuvo para mantener cierta distancia con el emperador. Siempre era así. Ou Ki nunca se acercaba más de lo necesario.
“Ou Ki, ¿no son demasiadas molestias para el jefe del Gyoshidai? ¿Viniste a ver qué pasa con Seien y Ryuuki?”
Desde que Ou Ki se volvió el jefe del Gyoshidai, trabajó en las sombras para mejorar el nivel del Gyoshidai, el cual solía ser más bajo que el de los Secretarios Asistentes, y lo elevó por encima del de los Ministros. Se ganó a los aristócratas que habían sido abandonados por el emperador, y estaba construyendo la más grande facción entre los jóvenes nobles.
“¿Crees que Seien sea apropiado para convertirse en emperador?”
Ou Ki le dio un vistazo a Seien, quien estaba jugando con las pelotas para malabares con Ryuuki, y claramente negó.
“No. Él es el príncipe que menos me gustaría que heredara el trono. El solo tenerlo en la Corte Imperial ya es demasiado problemático. Es una verdadera lata.”
El emperador se limitó a decir, ‘Ya veo’. Como si estuvieran hablando sobre el clima.
“Haz lo que quieras. Depende de Seien si gana o pierde.”
“… Su Majestad, esas pelotas para malabares…”
Ou Ki miró a lo lejos y murmuró.
“Falta una.”
El emperador sacó la última de su manga, y se la aventó a Ou Ki a la ligera.
“Iba a dártela a ti.”
Luego, el emperador pasó al lado de Ou Ki.
Por último, el emperador visitó el Sentou-shou.
“Uu.”
“Su Majestad, cuanto tiempo sin verlo. Bienve…”
Dándole la bienvenida al emperador, Uu estaba a punto de hacer una reverencia, pero repentinamente palideció.
“Majestad… ¿qué lleva en el interior de su bolsillo?”
“Bien hecho.”
El emperador únicamente le dijo lo necesario.
“Quiero que hagas un par de cosas, Uu.”
El emperador sacudió el morral azul que estaba en su palma.
“Saca a Kanshou y a Bakuya del depósito.”
***
Capítulo 4
Shuuei estaba sin habla al momento en que la espada se empujaba hacia su garganta. Sucedió en un parpadeo.
‘¿Puedes concederme un encuentro?’
Shuuei le pidió a Seien tan pronto como lo vio cuando acudió a la Corte, porque quería redimir su honor aunque fuera un poco.
Pero en el momento en que se enfrentaron uno al otro, todos sus demás pensamientos desaparecieron. Sabía bien que no tenía oportunidad. Él simplemente quería ser reconocido sin importar que fuera poco. Él asumió un puesto con esa sola idea. Todos sus demás pensamientos, incluyendo el de limpiar su nombre, desaparecieron de su mente.
Su desafío iba en serio. No había ni siquiera un pequeño descuido. Pero…
Aún así, no duró ni cinco intercambios con la espada.
El príncipe Seien ni siquiera utilizó los métodos sucios que había mostrado cuando enfrentó a los asesinos. Él luchó en la contienda únicamente con técnicas adecuadas, que fueran de acuerdo a Shuuei, y lo que es más, era evidente que no estaba usando ni siquiera la mitad de su verdadera capacidad. Encima de eso, Shuuei perdió demasiado rápido.
Incluso si nadie lo hubiera notado, nada podía ser más miserable para Shuuei. En sus ojos habían lágrimas de humillación y frustración.
Por otro lado, Seien sentía su ira estallar.
‘Pensé en hacerlo mi sirviente, pero…’
A juzgar por sus respuestas, claramente no era tan estúpido como él pensaba. Pero su corazón seguía con sus hermanos y la familia Ran. Ni siquiera se daba cuenta de que su lealtad incuestionable era como un instinto para él.
Era posible utilizarlo teniendo eso en mente, pero era tan inmaduro en tantas formas, y demasiado cordial. Era casi imposible que lo comprendiera.
Seien le extendió la mano sonriendo. Estaba profundamente enfadado porque tenía grandes esperanzas en él. Mientras ayudaba a Shuuei a levantarse, Seien murmuró fríamente.
“Le diré a tus hermanos que no necesito a alguien tan inepto.”
“… Regresa cuando te hayas hecho más útil.”
Shuuei no supo qué responder a las francas palabras que habían sido vertidas sobre él.
Después de presenciar el encuentro, el emperador miró alrededor. Shou Taishi estaba tan evasivo como siempre, pero el General Sou fruncía el ceño. El emperador observó las expresiones de las concubinas, los príncipes y el abuelo de Seien, con detalle.
En particular, tomó nota de Ou Ki y la familia Ran. Solamente estaba presente uno de los trillizos. No supo quién de ellos era el que estaba ahí. El emperador ni siquiera había intentado distinguirlos nunca. Pero adivinó que era el mayor, Setsuna, quien no aparecía frecuentemente en público. No había ninguna razón en particular. Simplemente era intuición.
El que los trillizos tuvieran posiciones importantes sin alcanzar siquiera los 20 años, no se debía a que eran integrantes de la familia Ran. Los únicos que podían confrontarlos eran Sou Yousen y unos cuantos más, y Kou Shouka, y…
‘… Y Ou Ki.’
Cuando halló a Ou Ki, éste estaba callado y con los ojos cerrados. Eso era suficiente para el emperador.
… Seien había cometido un error fatal. Él no se percató, pero su destino casi estaba decidido.
‘Seien no era así.’
Usualmente Seien era muy cuidadoso en público, pero hoy, su verdadero yo salió a flote. El emperador detuvo los ojos en el cuarto hijo de la familia Ran. Quizás se debía a ese chico.
El emperador miró a su segundo hijo una vez más.
Era una equivocación infantil. Pero la edad no era excusa para la mortífera Corte Imperial.
En ese momento, la vieja amiga de la infancia que le había dado las pelotas para malabares, apareció en un extremo de su memoria.
‘¡Los niños deben ser tranquilos! Senka, quisiera ver un país en el que los niños no lloraran.’
Él recordó la frase favorita de la única mujer a la que podía ver en su mente ahora, y chasqueó su lengua. Seguía siendo tan latosa aún después de muerta.
‘… Debo darle tiempo.’
Originalmente tenía planeado entregárselas más tarde…
El emperador se levantó repentinamente y todos se revolvieron en sus asientos. Hasta Ran Setsuna miraba atentamente, con ligero asombro, sin mencionar a Shou y Ou Ki…
Fijándose en las dos espadas, el General Sou abrió grandemente los ojos. Aquellas eran…
“Son ‘Kanshou’ y ‘Bakuya’, ¿o no?”
El emperador tomó las espadas y la atmósfera cambió. Para los súbditos que lo seguían, esto era casi como un reflejo.
La penetrante tensión les recordó los viejos tiempos. El supremo soberano de la gran masacre incluso había matado a sus padres y hermanos, los nobles de alto rango y las Siete Familias no fueron la excepción. No importó si eran enemigos o aliados, si lo disgustaban, sus cabezas rodaban inmediatamente.
Impulsivo y cruel. Pero él ascendió a cualquiera que tuviera verdaderas habilidades. No importaba si eran granjeros o bandidos, si éstos hacían un gran servicio, el emperador aflojaba sus fríos labios para decir “Buen trabajo” incluso a un soldado común. Competían entre ellos para distinguirse tanto como militares, como eruditos y lo sirvieron a costa de sus vidas con tal de escuchar aquellas palabras raramente pronunciadas. Él poseía ese atractivo carisma que los hacía desear servirle aún sabiendo que podía matarlos.
Cuando el emperador empezó a caminar hacia Seien, todo mundo alzó la cabeza con emoción.
-Sólo hay un emperador al cual servir.
Sou Taishi arrugó la nariz. El emperador frenó el arranque de su súbdito, quien empezó a acostumbrarse a esa paz al instante.
‘¿Por qué no lo hacía siempre?’
Seien dobló una rodilla a prisa para dar la bienvenida a su padre. Era otra excepción igual a la del otro día.
Luego de darle un vistazo al cuarto hijo de la familia Ran, quien también estaba arrodillado, el emperador le dio las espadas a Seien de manera informal igual que como le había dado las pelotas para malabares el otro día.
“Son tuyas. Haz lo que desees con ellas.”
Se hizo un completo silencio.
Sólo el emperador dio vuelta a sus talones como si nada hubiera pasado. Dado que la situación estaba en esos términos, sería difícil cambiarla, pero esto al menos lo haría durar un año. El resto dependía de Seien.
Seien, quien recibió las espadas, se revolvió de asombro.
Después de un segundo, hubo una conmoción general.
Justo como pensó el abuelo de Seien, cuyos ojos estaban brillando, esto parecía ser una prueba de que había sido nombrado como el siguiente emperador.
Ran Setsuna reflexionó un rato acerca de la acción inesperada del emperador. Luego acarició la cabeza de su hermano, quien regresó desanimado.
“… Bueno, ¿qué vas a hacer, Shuuei? ¿Quieres regresar a casa? ¿O te quedas con nosotros en Kiyou?”
“No. Regresaré a la Provincia Ran de inmediato. Voy a entrenar mucho con la familia Shiba… y la próxima vez…”
Él no pudo encontrar las palabras. Nunca había sido derrotado así antes. Era inevitable, dadas sus habilidades. Pero…
“Lo siento… He deshonrado a la familia Ran y a ti también…”
“¿Huh? La familia Ran y yo no fuimos deshonrados. Sólo tú. Además, gracias al príncipe Seien, creo que ellos ya se han olvidado completamente de que existes.”
Shuuei se tambaleó ante su sonrisa.
“… E-es verdad… creo…”
“Si, si. No eres tan malo.”
Shuuei vio con recelo la interrupción de Jin. Era la primera vez que escuchaba un elogio de Jin.
“¡Mentiroso! ¡No me des tus patéticos consuelos, es repugnante! Cuando llegue a casa, entrenaré intensamente, ¡y entonces te derrotaré a ti primero!”
Jin se encogió de hombros. No era mentira. Shuuei rara vez mostraba tal seriedad.
Shuuei era capaz de hacer todo pulcramente, pero era poco constante. Él pensó que hablaba en serio, pero dependiendo de su humor, había una amplia gama en su desempeño. Además, desde que había planeado hacerse oficial civil, seguía en una actitud auto-defensiva. Así que él podía ser fuerte hasta cierto nivel, pero sería difícil pasar de ese punto, y tampoco era necesario. La familia Shiba le había enseñado ese principio, pero…
Parecía que él se había vuelto serio. Jin empezó a emocionarse sabiendo esto.
“Idiota. No puedes. Si estás seguro de poder ganar tres de diez intentos, haré lo que tú digas.”
“Ha, recuérdalo. Pagarás por esto después, Jin.”
Setsuna los miraba con una sonrisa, y le dijo a su hermano alegremente.
“Bien, Shuuei. Estoy aliviado de saber que regresarás a casa.”
Ellos podían reservar a Shuuei. Setsuna se alegró desde el fondo de su corazón.
Había valido la pena llamar a su hermano.
- Descubrimos qué tan capaces son los príncipes.
Ellos podían calcular la dirección en que iba la Corte Imperial. No había mucha necesidad de permanecer ahí.
“Ustedes dos, vayan con cuidado a casa. Nosotros regresaremos en un futuro no muy distante. Entonces me mostrarás el resultado de tu entrenamiento.”
Shuuei pensó en una visita temporal, como siempre hacían. Fue un tiempo después cuando descubrió el significado de esas palabras.
Ou Ki permaneció ahí y lanzó una ojeada.
Las expresiones eran claramente diferentes dependiendo si se trataba de los partidarios de Seien o de los otros príncipes.
Las concubinas se veían por todos lados, cada una de ellas tenía una expresión parecida a la de un ogro. El primer príncipe, quien había sido avergonzado, lanzó una mirada maldiciendo a su hermano menor y siguió a su madre. Por otro lado, el abuelo del príncipe Seien mostraba un placer extremo. Súbitamente, Ou Ki notó a la sexta concubina. Ella debía ser la única a la que no le importaba quién se convertiría en el heredero, pero seguramente era a causa de que Seien la silenciaba a menudo, que su mirada era así de malévola.
Ella era una de las que estaban convencidas de que la segunda concubina era la favorita del emperador, y la echó del harén. Ella tenía la tendencia a actuar de acuerdo a sus emociones.
‘… Eso es peligroso.’
Pero las cosas iban tal y como Ou Ki esperaba, la persona que verdaderamente era peligrosa no era ella, sino…
Ou Ki miró a la sexta concubina y a Seien alternadamente, y le dio un par de instrucciones a sus subordinados del Gyoshidai.
“… Vigilen a la sexta concubina. Pronto va a ser asesinada por ALGUIEN. Reúnan la evidencia. Puede servir para atestiguar.”
… Seis meses más tarde, al comienzo del invierno, el cuerpo de la sexta concubina fue encontrado flotando en un estanque. Fue su hijo, Ryuuki, quien encontró el cuerpo, pero probablemente a consecuencia del shock, el recuerdo de ese incidente fue completamente borrado de su memoria.
La cara de la concubina estaba terriblemente desfigurada debido al veneno mezclado en el frasco de cosmético, pero el veneno no era letal. La causa de su muerte fue un impulso suicida por el trastorno mental provocado por la desfiguración, ya que ella se había abierto paso en el harén únicamente gracias a su belleza.
Tan pronto como Ou Ki se percató de que no había ninguna evidencia, rápidamente ocultó toda la información y manejó públicamente el incidente como una ‘muerte por enfermedad’. No era necesario hacerlo hacer de ello un asunto serio. El caso fue cerrado sin mayores problemas.
Ryuuki nunca descubrió que el estanque en que su madre había muerto era el mismo sobre el que su hermano anteriormente había hecho un comentario sarcástico.
***
Capítulo 5
“… Escuché que la sexta concubina falleció…”
Seien miró asombrado las palabras que su madre murmuró. Ya era primavera, y la sexta concubina había muerto meses antes.
Seien sonrió inocentemente.
“¿Qué pasa, madre?”
“El príncipe Ryuuki vino a visitarme el otro día…”
Seien estaba aún más sorprendido. Cierto, él le dijo la ubicación de este lugar pero, ¿realmente había ido ahí solo?
Tal vez él simplemente estaba buscando una madre. Aún cuando él había perdido los recuerdos acerca de ello, la forma en que murió fue horrorosa, y eso estaba atormentando a Ryuuki cada noche. Durante el día no lloraba, pero a veces sus ojos desenfocaban súbitamente y empezaba a temblar violentamente.
Ya que misteriosamente él podía dormir cuando tenía a ‘Bakuya’ cerca, Seien se la dio como un sustituto de él mismo.
“Debe ser muy difícil…”
“Si… he tratado de estar a su lado, pero estoy ocupado…”
Él quería estar con Ryuuki todo el tiempo, pero había demasiadas cosas que requerían su atención.
Las demás concubinas cambiaron desde la muerte de la sexta concubina. Echaban chispas unas a otras y habían sido egoístas hasta entonces, pero ahora estaban extrañamente unidas. Sin embargo, no parecían estar conspirando. Era como si estuvieran actuando en beneficio de sus propios intereses, pero terminaron trabajando juntas. Era como si un diestro marionetista las estuviera controlando sin que ellas notaran que eran las marionetas.
Eran una sensación inquietante. Como una red que se teje gradualmente sin que nadie lo note.
Además, los asesinos de la familia Hyou que habían aparecido de vez en vez desde hacía un año, también eran causa de preocupación.
Ellos dirigían las cuestiones religiosas, pero por otro lado, usando sus extrañas habilidades y su superioridad física, la familia Hyou contrató asesinos por generaciones. Se decía que solamente aquellos que pudieran una recompensa aceptable podían hacer uso de sus asesinos.
‘…¿Quién comisionó a la familia Hyou?”
Inconscientemente, él jugaba en su mano con la pelota para malabares que le había dado su padre. Él la llevaba consigo como amuleto de buena suerte y se convirtió en un hábito, pero su madre lo notó.
“Oh, bueno, me lo dio mi padre…”
Sin pensarlo, Seien dio una excusa innecesaria. Siendo tan realista, él no quería admitir que hasta él mismo cargaba con un amuleto de la buena suerte.
‘No es que me sienta acorralado ni nada.’
Sacudió la cabeza y empujó la pelota dentro de su pechera. Luego le preguntó otra cosa a su madre.
“Madre, ¿cómo está el abuelo?”
Ella sacudió discretamente la cabeza hacia ambos lados.
Ya de por sí era extraño, pero desde que Seien recibió las espadas gemelas, su abuelo se convirtió en alguien desconocido, como si algo estuviera poseyéndolo.
Él lo había encerrado en su chalet antes de que alguien se percatara, pero era impredecible…
Su madre tenía una mirada tranquila, parecida a la resignación. Como si supiera lo que iba a pasar y ya lo hubiera aceptado.
Se escuchó el sonido de una caída. Algo estaba siendo jalado y desbaratado gradualmente. Pese a su mejor intento, un grupo se deslizó tras otro, y parecía que estaba empeorando. Pero Seien no podía ver a su oponente.
‘¿Quién es?’
No eran muchos quienes podían acorralarlo tan minuciosamente. Pero él seguía sin saber quienes eran.
Para empezar, era demasiado tarde.
Su padre no llegaba a los 50. Seguramente ya no volvería a salir de Kiyou, pero seguía sano y las contiendas sobre la sucesión al trono estaban distantes en el futuro. A estas alturas, todos estaban demasiado ocupados construyendo alianzas, y él no podía entender la intención de que lo eligieran solamente a él como blanco.
Todo estaba más allá de su entendimiento y apretó los dientes. Su inquietud se incrementaba gradualmente. Se sentía como un simple niño.
“Deben estar bromeando.”
Él no tenía permitido ser un niño.
Él sería derrotado. Aún cuando su padre le había dado las espadas.
“… Con permiso.”
Seien volteó la cara para que su madre no pudiera verlo, y abandonó ruidosamente la villa. El suspiro cansado de su madre llegó levemente a sus oídos.
Puede que pierda- Seien pensó por primera vez. Era cierto.
Los pasos del final estaban cerca.
- Sólo la estación pasó sin incidentes, y era el frío fin del otoño.
Cuando Seien fue a visitar a Ryuuki, pudo escuchar la feliz risa de Ryuuki que venía del jardín.
Seien estaba sorprendido.
Después de la muerte de la sexta concubina, nadie se ofreció a ser el guardián de Ryuuki, quien no tenía parientes entre la aristocracia. Su existencia casi fue olvidada, y sólo Seien lo visitaba para aliviar su tensión nerviosa y tener un breve período de tranquilidad.
“¿Quién está con Ryuuki?”
Él esperaba que fuera su padre, pero el hombre con una seria expresión y que estaba jugando con las pelotas para malabares con Ryuuki era…
“¿Director Ou?”
Era Ou Ki, el jefe del Gyoshidai.
- En ese momento, Seien se dio cuenta de por qué Ou Ki estaba ahí.
“Príncipe Seien, vine a escoltarte.”
Ou Ki devolvió las pelotas que tenía en la mano a Ryuuki, y se puso de pie en silencio.
“Príncipe Ryuuki, eso es todo como prometimos, ya que el Príncipe Seien está aquí.”
“Si, muchas gracias.”
Ryuuki no sabía nada e hizo una profunda reverencia a Ou Ki. Ou Ki extendió su mano hacia Seien.
“Por favor, entrégame tu espada.”
Seien cerró los ojos lentamente. Inhaló y exhaló. El seco aire de otoño barrió el cabello de Seien.
Seien le entregó a ‘Kanshou’ a Ou Ki. Era la única arma que tenía, y Ou Ki no preguntó por su gemela, ‘Bakuya’.
Ou Ki movió su cuerpo.
Seien entendió su intención y levantó a Ryuuki.
“Ryuuki, ¿te divertiste jugando con las pelotas para malabares?”
“Si. Mucho. También dibujamos juntos. Yo dibujé lirios del valle.”
¿El director Ou dibujando? Normalmente se hubiera reído, pero ni siquiera podía hacerlo en ese momento. Seien aspiró intencionalmente. Lirios de los valles. Si, su madre también…
“Ya veo. Fue amable de su parte jugar contigo.”
Seien pensó que era bonito poder ver la sonrisa de Ryuuki por última vez.
Por supuesto, si los trillizos de la familia Ran intervenían, podría existir una posibilidad. Pero él no creía que eso fuera a suceder.
El jefe del Gyoshidai, Ou Ki no daba espectáculos llamativos como hacían Shou Taishi y Kai Yu, pero su notoriedad para reunir evidencias, incuestionable y silenciosamente, no podía ser anulada. La oportunidad de que la familia Ran hiciera un movimiento para salvar a Seien conociendo la participación de Ou Ki, era extremadamente baja.
“Ryuuki, el invierno estará frío, así que no te vayas a resfriar. Ten cuidado de no quemarte con el brasero. Y…”
Seien le dijo una cosa tras otra. Ryuuki tenía la temperatura alta como siempre, pero pesaba mucho más que cuando lo conoció.
Él no le dijo adiós. Lo habría hecho, de existir una ligera esperanza, pero era mejor no decir nada si se trataba de la pena capital. Si tenía que sentirse triste era mejor retrasarlo un poco. El corazón de Ryuuki no podría soportar aún más tristezas.
“Es hora, Príncipe Seien.”
Ou Ki interrumpió cuando tuvo la oportunidad.
Seien bajó delicadamente a Ryuuki.
“Nos vemos, hermano. Buena suerte con tus deberes.”
Ryuuki lo despidió con su mano animadamente.
Seien rió a pesar de la situación debido a las extrañas pero adecuadas palabras de Ryuuki.
Mientras despedía con la mano a Ryuuki, Seien agradeció brevemente a Ou Ki.
“… Se lo agradezco.”
Ningún oficial militar ni civil estuvo presente. Realmente sólo estaba Ou Ki, y aún cuando le habían quitado a ‘Kanshou’, ni siquiera fue atado. Para los transeúntes, lucía como si simplemente estuvieran dando un paseo.
Ryuuki ni siquiera podía imaginar que presenció el arresto de su hermano. Gracias a ello, él no tuvo que ver llorar a Ryuuki.
- Ese día, Seien fue encarcelado por el Gyoshidai para responder por la traición de su abuelo.
***
Fuente: http://keseranpasaran.livejournal.com/4820.html
Fuente: http://keseranpasaran.livejournal.com/5032.html
Fuente: http://keseranpasaran.livejournal.com/5130.html
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