sábado, 20 de junio de 2009

VOLUMEN 4 (Resumen COMPLETO Parte 2)

Nota aclaratoria: El siguiente texto es una traducción al español hecha de su original en inglés. Para mayores referencias, consultar la fuente que se cita al final.

“Omoi wa Harukanaru Sa to e”
(Recuerdos lejanos en la distante Sa)
Posteado en inglés por nishitamachi
Traducido por Violet Raven
Segunda Parte

> PARTE 1

Eigetsu y Kourin han sido atados en el jardín del castillo de Kinka, rodeados por los miembros de los Ladrones de la Espada Asesina. Soujun agita su enorme lanza y está a punto de cortar la cabeza de Eigetsu. Meishou con una expresión de simpatía afirma que al principio tenía la intención de dejarlos con vida, pero ya que su amo lo ha ordenado, él debe seguir sus órdenes y matarlos a ambos. Pero al menos, los dejará vivos como rehenes hasta que llegue Ensei. En ese momento, Soujun se da cuenta de que el ‘amo’ del que Meishou habla no es su abuelo Chuushou. Directamente le pregunta quién es su ‘amo’, pero Meishou no le responde. Se limita a decirle que su ‘amo’ no se compara con Soujun y que Eigetsu y Kourin no son los únicos que tendrán un destino desafortunado esa noche. Su ‘amo’ finalmente encontró algo que desea y por ese deseo, Soujun tendrá que renunciar a la vida. Eigetsu observa que los maleantes apuntan sus armas hacia Soujun. Soujun enfurece pensando que el ‘amo’ al que Meishou se refiere no es otro que Kokujun y que éste ambiciona la posición del líder de la familia Sa. Batiendo su lanza, consigue derribar a cerca de 10 de los maleantes, pero después de un tiempo, ellos se las arreglan para derrotar y decapitar a Soujun, con algunas bajas de su lado. Ensei y Seiran llegan al castillo de Kinka. Ensei dice que el castillo no es un lugar para los juegos de Meishou y después de ver lo que le hicieron a Soujun, deduce que el verdadero jefe de Meishou no es Chuushou. Meishou le ordena a Ensei tirar su vara y a Seiran, que no se mueva. Ensei obedece, mientras Eigetsu luce preocupado por él. Ensei le pregunta al chico si ha tenido alguna duda sobre si él, como su ayudante, no haría nada para ayudarlo en una situación como esa y Eigetsu no le pediría que lo salve. Sin dudarlo, Eigestu le responde que nunca ha pasado por su mente dejar de pedirle que lo ayude. Ensei sonríe diciendo que su respuesta es correcta y le pide que cuide a Kourin. Meishou piensa que la victoria está de su lado, ya que sin su vara, Ensei definitivamente está perdido. Seiran sonríe con satisfacción y dice que Meishou no sabe nada acerca de Ensei, ya que no se ha dado cuenta de que tomó la peor decisión de su vida. Ante esta afirmación, Meishou responde que le enseñará modales a Seiran, quien lo reta a que lo haga. Un grupo de bandidos avanza y ataca y Ensei los manda volando con un simple movimiento de su mano. Seiran le dice a Meishou que Ensei originalmente se especializó en el combate mano a mano. Él empezó a utilizar una vara porque a veces tendía para perder el control de su fuerza y él no quería que eso sucediera.

Ensei: “Ooh, gracias por alabarme.”

Seiran: “En primer lugar, los animales no necesitan ninguna clase de arma de todas formas.”

Ensei: “…Uh, bueno… eso es mejor que un insulto, así que está bien.”

Meishou, pensando que de seguir adelante, perdería la pelea, amenazó a Ensei y Seiran. Si se movían aunque fuera un centímetro, no volverían a ver con vida a Eigetsu y Kourin. Al instante en que Meishou terminó de hablar, algo pasó volando y lo golpeó en el mentón. Seiran y Ensei miraron fijamente al recién llegado, asombrados al ver su vibrante atuendo. Viendo la aparición inesperada de Ryuuren, Eigetsu también se quedó boquiabierto. Pero entonces, igual que Shuurei, comprendió que las razones eran el sello y la insignia. Ryuuren le explicó que había venido a ayudar a su alma gemela no. 2, cortando las sogas que tenían atados a Eigetsu y Kourin. Mientras Eigetsu trataba de ponerse de pie, Ryuuren jaló su pierna. Eigetsu perdió el balance y estuvo a punto de caer cuando Ryuuren lo atrapó y puso algo en su boca. Para cuando se dio cuenta de lo que era, fue demasiado tarde. Eigetsu se desmayó. Kourin vino en su ayuda, abrazando su cuerpo mientras le gritaba a Ryuuren, preguntándole qué había hecho. Pero su voz no alcanzó sus oídos y, en vez de eso, sacó una espada y se la arrojó a Seiran, quien la alcanzó y la atrapó.

Seiran: “¿Por qué tienes tú esta espada?”

Ryuuren: “Una de mis dos almas gemelas me pidió que te la trajera. Debes apresurarte y terminar lo que sea que estés haciendo aquí. Shuurei está en peligro…

Ryuuren estaba por concluir su oración con un “…quizás.” Pero, al escuchar el nombre de Shuurei, Seiran desenvainó a Kanshou y salió disparado hacia Meishou. A duras penas, Meishou logró esquivar la espada de Seiran, retrocediendo. Meishou le preguntó a Seiran si tenía la confianza de vencerlo. Ignorando la pregunta de Meishou, Seiran le preguntó a Ensei, quien permanecía a su espalda:

Seiran: “Ensei…¿te parece bien?”

Ensei: “Está bien. De todas formas, ya me encargué de Chougai. Haz lo que desees.”

En ese mismo instante, Kanshou cortó tanto las piernas como las manos de Meishou, quien no podía creer lo que acababa de suceder. Ensei dijo que Meishou era el único estúpido ahí. Catorce años atrás, fueron Seiran y Ensei quienes aniquilaron a la primera banda de los Ladrones de la Espada Asesina. No había forma en que Meishou le ganara a Seiran. Mientras se desangraba, Meishou mencionó que tanto los Ladrones de la Espada Asesina como él fueron juguetes que ‘él’ usaba para su diversión y para ganar dinero fácil. Pero ahora que ‘él’ finalmente había encontrado algo que deseaba, había ordenado la muerte de su propio hermano para levantarse como jefe de la familia Sa. Nadie hubiera podido sospechar de ‘él’ porque hasta ahora, no había realizado ninguna proeza ni tenía una posición renombrada, ni siquiera una ambición que fuera evidente para las personas. Tarde o temprano, la Provincia Sa sería también ‘su’ juguete. Luego de esto, la voz de Meishou dejó de sonar para siempre. Ensei y Seiran intercambiaron miradas. Sus caras estaban pálidas. Eigetsu, ahora apestando a sake, les urgió a que se fueran, ya que sería suficiente con él y Ryuuren para ocuparse de las cosas en el castillo. En ese momento, Ryuuren derribaba con su flauta a los bandidos restantes con su flauta de metal, la misma con la que había golpeado a Meishou momentos antes. El dueño de esa flauta obviamente no era muy bueno tocando, pero sí sabía como darle otros usos.

Ryuuren: “La mayoría de las veces he evitado involucrarme en ocurrencias tan mundanas como esta, pero le hice una promesa a mi alma gemela. Por lo tanto, la mantendré hasta el final. También me haré responsable por el desastre que haga Eigetsu aquí. Pueden estar tranquilos.”

Ante esas palabras, Ensei y Seiran salieron corriendo del castillo, rumbo a la Residencia de los Crisantemos. Mientras a lo lejos, los bandidos se dispersaban para intentar escapar, Eigetsu replicó que no era Eigestu, sino Yougetsu. Estar siempre con Eigetsu lo hacía jugar el papel de niño bueno, así que maldijo al chico.

Ensei pensó en la aniquilación de los Ladrones de la Espada Asesina. Quien se lo había solicitado fue Sa Enjun, quien después de escuchar que la pandilla había sido destruida se preguntó si los problemas terminarían sólo haciendo eso, y Ensei se olvidó completamente de esa expresión. Cuando acababa de ser nombrado gobernador de la Provincia Sa, Enjun también le pidió que tuviera cuidado. El anciano estaba apunto de decirle otra cosa, pero decidió no hablar más. Recordando ese acontecimiento, Ensei no pudo evitar refunfuñar. Enjun debió dejar claras las cosas desde el principio. Después de todo, fue Ensei quien tuvo que cargar con la responsabilidad de la Provincia Sa. No había forma de que Ensei entendiera lo que Enjun murmuró entre dientes acerca de que ‘su característica redentora no era sólo su cara’.

Seiran: “Seguramente pensó que sería inútil hablarte de todo eso.”

Ensei: “Si, está bien. ¡Soy estúpido, ya lo sé! Hasta una langosta es más lista que yo.”

Seiran: “Le has dado al clavo.”

Decían mientras corrían atravesando la ciudad. En su interior, Seiran no podía evitar sentirse igual que Ensei. Cuando él era un príncipe, siempre pudo ver claramente las conspiraciones planeadas por todos a su alrededor. Pero esta vez, ni siquiera pudo descubrir la actuación del ‘hijo apuesto y bueno para nada’ que había interpretado ese sujeto. ¿Qué pretendía Sa Sakujun?

Tal y como Rin Senya le había dicho, todos en Kinka le dijeron inmediatamente la ubicación de la Residencia de los Crisantemos. Era la mansión más grande, más lujosa e importante de Kinka. Shuurei se paró frente a la puerta de la mansión. Su nombre era ‘Crisantemo’ pero el emblema que estaba tallado en la puerta era algo que, sin importar qué tan importantes fueran los comerciantes que ahí habitaban, no tendrían permitido usar. Era el ‘kujakuryouran’, el símbolo de la familia Sa.

En una habitación en el interior de la mansión él la saludó. Su encantadora belleza, sus gestos, eran exactamente como Shuurei los recordaba. Pero el hombre que estaba frente a ella era alguien al que no reconocía. Shuurei había ido como lo prometió. Él caminó hacia ella sonriendo y acariciando sus mejillas, le preguntó por qué estaba tan asustada si él le había pedido con anterioridad que no fuera fría con él. Por alguna razón, Shuurei pensó que su sonrisa era diferente a la de Senya.

Shuurei: “Estoy abrumada por mi propia estupidez, por no haber tenido siquiera una duda sobre el nombre de ‘Rin Senya’, por no tomar precauciones adicionales sólo porque la Cofradía de Mercaderes nos presentó.”

El hombre soltó una risilla y dijo que era inevitable. Los Rin tenían muchos hijos y, regularmente, la gente sólo conocía al cabeza de las familias de comerciantes. Mientras tuviera una carta de presentación adecuada, sería considerado como uno de los Rin. No había ningún hijo llamado ‘Senya’ en la familia, pero sólo unas cuantas personas conocían ese hecho. En realidad él le gusta el nombre de ‘Senya’ o ‘mil noches’ un nombre que combina bien con ‘saku’, aquél que nació en la oscura noche del primer día del mes. Es entonces cuando él le pide a ‘Kourin’ que cumpla con la promesa que le hizo a su anterior amo de que cuando llegaran a Kinka ella le diría su verdadero nombre. Shuurei, como retándolo, responde que si revelara su nombre real, entonces él debería hacer lo mismo. El hombre dice que si ese es el caso, entonces debe presentarse primero. Ya que es el nombre de su prometido, sería problemático el que ella ni siquiera recordara su nombre. Al escuchar el nombre que él susurró en su oído, la imagen del despreocupado amo con el que había pasado todos esos días, se desvaneció por completo. La persona que estaba frente a ella era un criminal.

Shuurei: “Prefería al joven señor que llevaba el nombre de ‘Rin Senya’”

Sakujun: “Es una lástima. ¿Me odias? Aunque yo te tengo mucho cariño. Ahora, la promesa.”

Fue muy difícil para Shuurei dejar salir su voz para decir su nombre. Sentía su boca tan pesada, pero cuando pudo hacerlo, Sakujun rió entusiasmado. Él le dijo que el nombre de ‘Kou Shuurei’ le quedaba mejor que el de ‘Kourin’.

Shuurei entonces le dijo que no tenía intenciones de casarse con un hombre que había ordenado asesinar a una familia inocente. Sakujun se limitó a reír sin siquiera negar la acusación. Por primera vez, su abuelo Chuushou le había sido de utilidad. De no ser por su orden de desposar a Kou Shuurei, Sakujun no habría tenido el menor interés en la princesa de la familia Kou y que ahora sería la gobernadora de la Provincia Sa. De no ser por esa orden, el ni siquiera se hubiera molestado en conocerla en persona. Temblando, Shuurei replicó que seguramente él tenía todo calculado desde su primer encuentro en Sakyou. Shuurei jamás imaginó que sería tan duro enterarse de la verdad. Tuvo que reunir mucho valor para conocer todos estos hechos, mientras que ése mes que había pasado al lado de Senya se estaba desmoronando.

Sakujun le revela que fue él quien ordenó a los oficiales locales que encerraran a Ensei y Seiran. Estaba seguro que tratándose de Ensei, seguramente dejaría sola a Shuurei por su cuenta. Su intención era observarla para ver lo que hacía después de ser separada de su grupo. Todo este tiempo ella había estado viviendo bajo la protección de su familia y ahora había sido liberada en un lugar desconocido. Aún así, sus acciones estuvieron más allá de su predicción. Ella ni siquiera soltó una sola lágrima, simplemente marchó directamente hacia el lugar que pensó que sería el más seguro y confiable para alcanzar el lugar de su destino. No sólo se recuperó de la impresión de haber perdido a sus acompañantes, sino que hasta tuvo el ánimo de regatear por un erhu que encontró en una tienda en su camino. Al escuchar esta información, por primera vez él sintió que quería conocerla.

Sakujun: “Un erhu que cuesta sólo 5 monedas de plata, tú lo compraste por 2. Realmente eres una chica ordinaria.”

Shuurei: “¡¿Dijiste ‘sólo’?! ¡¿Sabes cuánto arroz puede ser comprado ‘sólo’ con 5 monedas de plata?!”

Sakujun: “Pero tú tienes algo que nadie puede imitar.”

A cambio de esas 5 monedas, Sakujun le pidió que tocara 5 canciones muy difíciles y, a pesar de eso, ella tocó perfectamente las 5. Era muy difícil, casi imposible, atraer su atención. Y Shuurei y su erhu, habían sido capaces de lograr tal cosa. Había sido capaz de aliviar su aburrimiento y fue por eso que cambió sus planes y decidió no matarla. Shuurei comenzó a preguntarse quién era en realidad la persona que estaba frente a sus ojos… Ése hombre que usaba la palabra ‘matar’ como si fuera una palabra de uso común en una conversación rutinaria. Shuurei había estado caminando en la cuerda floja. Un error, una sola equivocación y todo habría terminado. A pesar de eso, ella se las había arreglado para saltar sin un rasguño, todas las trampas que él había preparado para ella. Gracias a ese logro maravilloso, él pensó en dejar con vida a Eigetsu y a la verdadera Kourin con vida, pero una vez más, cambió de opinión. Shuurei le suplicó que se detuviera, pero fue en vano. Sakujun rió suavemente y le recordó lo que le dijo en una ocasión antes de que llegaran a Kinka, de que si él llegaba a encontrar a alguien especial para él, no tendría más dudas. Y justo ahora, aparentemente Shuurei era ese ‘alguien especial’, ya que su erhu había logrado entretenerlo por un mes entero, sin hacer que sintiera ni siquiera una pizca del aburrimiento que experimentaba habitualmente. Pero en ese entonces, Shuurei le dijo que tenía gente que era muy importante para ella, a quienes les prepararía té. Y Sakujun no se sentía complacido con eso. Esa persona especial sólo debía mirarlo a él, y él a ella. Sakujun la abrazó. “Es divertido” dijo. Él amaba todo lo que pudiera darle diversión. Hasta hace poco, el jamás había deseado casi nada, pero después de conocer a Shuurei, su deseo se había ido incrementando y por eso tuvo que matar a su hermano. En ese momento, se había convertido en el hijo mayor de su familia. Sakujun quitó la horquilla que llevaba Shuurei en el cabello. Delicadamente, acarició la larga cabellera que caía por su espalda, disfrutando de su suavidad. Shuurei son sólo era la princesa mayor de la familia Kou, sino su joya más preciada. Para enfrentar la ira de la familia Kou, al menos, Sakujun pensaba que debía ser el jefe de la familia Sa. Aunque fuera a la fuerza, ella tendría que aceptar obedientemente convertirse en su esposa. ¿O acaso ella…?

Shuurei no supo exactamente qué había sucedido. De repente se dio cuenta de que había sido depositada en una cama. Pensó en todo ese mes que habían pasado juntos. Excepto por su nombre, él jamás le había mentido. La manera en que disfrutaba de su música, la manera en que hablaba de asesinar a las personas mientras sonreía. Igual que las facetas de un caleidoscopio, todas y cada una eran verdaderas. Pero Shuurei no reconocía al hombre que estaba frente a ella ahora. Él decía que la amaba, pero era como un niño que amaba un juguete. Y ella no tenía intenciones de complacerlo. Sin importar lo que él hiciera, ella nunca sería suya. Ante esta respuesta, Sakujun sonrió. Parecía complacido. Él sabía que Shuurei reaccionaría de esa forma. Había considerado mantenerla a su lado por la fuerza, pero si lo hiciera, no volvería a escuchar su erhu. Además, por alguna razón, él quería que le preparara té de kanro. Por lo tanto, en ese momento no la forzaría en contra de su voluntad y no haría nada. La sonrisa en su rostro mientras preparaba té para las personas importantes para ella. Por primera vez en su vida, Sakujun pensó que era injusto que ella no le perteneciera sólo a él. Todas las ocasiones en que estuvieron juntos, todas esas noches, ella tocaba el erhu únicamente para él y le hablaba con su encantadora voz, pero en su mente, él no era la persona a quien le prepararía té de kanro. Después de haber vivido 29 años, ella era su primera ‘persona especial’ y aún así, quien se reflejaba en los ojos de ella no era solamente él. Él estaba irritado por ese hecho y por eso pensó en destruir todo lo que a ella le importaba. Ella era la única para él y él también debería ser el único para ella.

Sakujun: “Si te preocupas por mí, ¿me prepararás té de kanro? Si soy amable contigo, ¿te quedarás a mi lado? Nunca he pensado en nadie más que en mí mismo, así que no lo comprendo.”

No había más que verdad en sus palabras. O quizás, ¿sería mejor si susurrara su amor a su oído todas las noches?, continuó diciendo. A la mente de Shuurei llegó un recuerdo de algo que sucedió meses atrás. ‘Él’ le pidió que no olvidara que ‘la amaba’. Esas palabras eran cálidas. ‘Él’ le dijo que la esperaría. En este momento, estaba escuchando las mismas palabras, pero sonaban completamente diferentes.

Shuurei: “Tú no me amas. Lo que sientes por mí no es amor.”

Sakujun: “Quizá tengas razón. Nunca he tenido suerte para el amor. Pero tú, que siempre le has temido a enamorarte de alguien, tampoco puedes saberlo, ¿o sí?”

A pesar de decir que no lo comprendía, en su interior él sabía perfectamente lo que sentía. Y por eso se burlaba de ella. Era extraño para él que le gustara alguien y por eso quería tenerla a su lado. Quería que ella tocara el erhu y preparara té sólo para él. por eso, acabaría con cualquiera que se interpusiera en su camino y haría lo que tuviera que hacer. Era la primera vez en su vida que quería hacer algo por alguien más. Y no se preocuparía por saber el nombre de ese sentimiento.

Shuurei pudo percibir el orgullo desbordándose en cada una de sus palabras. Era un sentimiento tan fuerte, que podía haberse ahogado en él y desesperadamente trató de prepararse. Shuurei no tenía idea de qué había hecho para provocar ese sentimiento en él. sakujun también se preguntaba lo mismo. Simplemente pensaba que era confortable estar con ella y le gustaba ese sentimiento.

Sakujun: “…a pesar de todo, ¿no querrás ser mía? Yo sería completamente tuyo. Te concedería todos tus deseos. Sólo viviré para ti. Por eso quiero que toques el erhu y prepares té sólo para mí.”

Shuurei: “Entonces, si te pido que vayas a prisión voluntariamente, ¿lo harías?”

Sakujun: “Por mí está bien. Siempre que esa prisión seas tú, estaré más que encantado de encadenarme a mí mismo. Tú también tendrías que encadenarte a mí y divertirme sólo a mí. Esos serían mis términos.”

Shuurei: “Y entonces, cuando te aburras, ¿escaparías en ese momento?”

Él no dijo nada en respuesta. Si escapara, entonces esa prisión llamada Kou Shuurei tendría que esfumarse y él se iría sin mirar atrás. Si perdiera el interés…

Shuurei: “Como tú lo ves, la vida de las personas es como un simple juguete que puedes desechar cuando te cansas de ellos, ¿no es así?”

Sakujun: “Tienes razón. No tengo interés en mi propia vida ni en la de los demás. Por eso tengo que buscarlo en otras personas.”

Pero la vida humana tiende a romperse en un instante. La vida es sólo vida. Una vez que se termina, no vale nada. En ese aspecto, Shuurei es fuerte. Ella no se romperá y definitivamente no elegiría terminar con su propia vida. Es por eso que Sakujun puede jugar con ella sin preocupaciones.

Nunca en su vida Shuurei había experimentado este tipo de contradicción. Mientras que le sonreía directamente a la persona amada y la trataba como un tesoro, aún así, sus palabras lo traicionaban todo. Bruscamente, ella le dijo que no tenía tiempo para jugar sus juegos. En ese momento, ella creyó escuchar algo.

Sakujun: “Parece que las personas a las que esperabas han llegado.”

Shuurei: “…¿aún sabiendo eso, seguiste charlando conmigo?”

Sakujun: “¿No te dije que te concedería todo lo que quisieras? Pero todavía no eres mía. Así que esto se termina aquí. Considera esto como mi agradecimiento por haber tocado el erhu para mí todas estas noches.”

Las puertas se abrieron de golpe. Sakujun, como si hubiera esperado justo ese momento, la besó profundamente. Una daga voló hacia él, pero logró esquivarla sin el más mínimo esfuerzo. Cuando finalmente rompió el beso, miró a Seiran, quien había arrojado la daga y a Ensei, en la puerta.

Sakujun: “¿Cómo debo dirigirme a ti? ‘Shousenpuu’ o tal vez ‘Su Al…’”

Otra daga salió volando, pero también la esquivó fácilmente.

Sakujun: “Así que has aprendido a usar las dagas mejor que antes. A pesar de que han pasado 10 años, sigues siendo tan interesante como siempre. En consideración a la princesa que está aquí presente y que ignorar tu pasado, entonces no diré nada acerca de tu otro nombre.”

Ensei: “Uwaaah… ¡Realmente eres tú Sakujun! Pero qué agallas…”

Sakujun: “De acuerdo a mi querida princesa, no tengo ningunas agallas, así que tu afirmación está fuera de lugar. Ohh… una cosa más…”

Sakujun miró a Shuurei en sus brazos y luego volteó a ver a Seiran. Entonces dijo que fue él quien llevó a Seiran con Chougai cuando lo encontró desmayado en medio de la nieve. Seiran se paralizó recordando los infernales días que había tenido que pasar inmerso entre los Ladrones de la Espada Asesina. Ensei pensó que no resultaría nada bueno si la furia se apoderaba de Seiran y estaba a punto de advertirle cuando escuchó la voz de Shuurei. Ella lo llamó ‘oficial Shi’ y le dio su autorización para cumplir con lo que había venido a hacer. Después de que todo acabara, ella le prepararía té de kanro.

Al escuchar su voz, Seiran recobró la compostura. Desenvainando a Kanshou, dijo que él, en nombre del Emperador, quien le había concedido a Kanshou y por órdenes de su superior, iba a arrestar a Sakujun por el cargo de ser el autor intelectual de las actividades de los Ladrones de la Espada Asesina. Ensei se sintió aliviado.

Ensei: “Seiran, cuando te enojas, eso afecta tu lenguaje. Muestra algo de dignidad aquí.”

Seiran: “Simplemente me dejé influenciar por este sujeto. Él es mucho peor que tú.”

Ensei: “Por favor, no me compares con él.”

Sakujun acarició delicadamente el mentón de Shuurei y luego la soltó para decir que era inocente de la acusación de Seiran. Ensei enfureció y le enumeró varias de sus acciones. Cómo había manipulado a los Ladrones de la Espada Asesina, ordenado la masacre de los Rin y asesinato de Soujun, poner en contra de ellos a los oficiales de Sakyou, causando grandes pérdidas para los comerciantes cuando estaban buscando el sello oficial y la insignia… Sakujun simplemente sonrió. No fue él quien hizo todo eso,sino Chuushou, su abuelo. Él tan sólo había escoltado a una jovencita a Kinka, con tal de que llegara ahí sin un solo rasguño. Era su abuelo quien estaba interesado en el sello y la insignia. Cuando Meishou buscaba ansiosamente esos objetos entre los manjuus, él amablemente le dijo al anciano que esa acción era inútil.

Esto enfureció aún más a Ensei, quien dijo que Sakujun siempre fue una preocupación para Enjun y que la Residencia de los Crisantemos estaba lamentando lo que había hecho. El anterior Emperador le concedió a Sa Enjun el emblema del ‘crisantemo’. Esa mansión no le pertenecía a los Rin, sino que originalmente fue la residencia de Sa Enjun. En cuanto oyó mencionar a Enjun, Sakujun dijo que él fue el único del que no pudo escaparse. Enjun siempre fue una molestia y nunca le simpatizó porque siempre entorpeció sus juegos, provocándole varios recuerdos dolorosos. Lo bueno era que Enjun rara vez regresaba a la Provincia Sa, por lo que llevó a cabo una pequeña venganza contra el anciano.

Otra voz surgió expresando su asombro por esta declaración. Se trataba de un joven, casi de la misma edad que Shuurei. El joven, le preguntó a Sakujun si había sido él quien estuvo detrás de la muerte de los padres de Shunki. Sakujun se da cuenta de que es Kokujun quien había guiado a Seiran y Ensei en el camino hacia la mansión. Fijó la mirada en su hermano menor y entonces replicó que quien había asesinado a sus tíos había sido Chuushou. Todos en la familia ya debían saber la verdad. Sakujun también dice que Kokujun no le simpatiza porque se parece a Enjun. Retirando su mirada de Ensei y los demás, Sakujun anuncia que es hora de irse. Mientras mira a Shuurei con una sonrisa tierna en sus labios, él invita a la chica para que vaya a Koren, la capital de la Provincia Sa, y que allá la estará esperando. Y susurrando a sus oídos:

Sakujun: “Kou Shuurei… no lo olvides. Te amo. Aunque no quieras admitirlo. La próxima vez que nos encontremos, me gustaría que me llamaras por mi nombre real. Quiero escuchar que digas mi nombre con esa encantadora voz tuya.”

Y Shuurei nuevamente recordó el evento sucedido no hace mucho tiempo. ‘Él’ le pidió que no olvidara que la amaba y que quería que lo llamara por su nombre. Shuurei se dio cuenta de que, ambas imágenes se sobreponían extrañamente. Pero no, eran diferentes. Tenían que ser diferentes.

Sakujun: “Entonces, ven a verme. Te estaré esperando.”

Shuurei: “No voy a ir.”

Sakujun: “Lo harás. Te aseguro que vendrás a verme. Siempre y cuando yo tenga esta horquilla con la flor.”

En la mano de Sakujun estaba el adorno con la flor que tomó del cabello de Shuurei. Había un ‘capullo de flor’ especial entre todas las hermosamente moldeadas flores que había en él.

Sakujun: “Este es, de hecho, una artesanía muy fina. Y este ‘capullo’ de aquí… el Emperador sí que tiene buen gusto…”

Shuurei: “Siento decirte que eso también es falso.”

Sakujun: “Tú no mentirías. Pero bueno, no me importa si es una falsificación. Lo guardaré como un recuerdo tuyo.”

Shuurei: “¡¿Qué es lo que intentas hacer?!”

Sakujun: “No haré ningún movimiento por algún tiempo. Y no me importa que ocupes tu puesto como gobernadora.”

Sakujun abrió ligeramente la ventana.

Sakujun: “Aunque sea por poco tiempo, me sentiré muy solo al dejarte a ti y a tu erhu. Pero tampoco me importa esperar. Oh… por cierto, también quiero decirles que mi abuelo mandó hacer un nuevo anillo para el jefe de la familia.”

Kokujun reaccionó con esta noticia. ¡¿Su abuelo había ordenado un nuevo anillo sin el consentimiento de la familia?! Sakujun argumentó que sería inútil hacerlo, dado que todos estaban ocupados luchando entre ellos para ocupar esa posición. Aún así, el que alguien manadara hacer un nuevo anillo no sería suficiente porque nadie daría su reconocimiento. Considerando la desventaja de que Chuushou provenía de una de las ramas de la familia, el anciano necesitaba al nuevo gobernador. Ya que los oficiales eran representantes del Emperador, cuando un gobernador daba una orden, nadie podía oponerse a reconocer al nuevo líder del clan nombrado por él. Chuushou quería el sello oficial y la insignia para colocar un gobernador al que pudiera manejar como su marioneta para que así, lo nombrara a él como el nuevo cabeza de familia. Sakujun dijo ‘nos vemos’ y saltó por la ventana. La altura era tal, que cualquiera que cayera podría matarse al instante. Shuurei estaba a punto de correr hacia la ventana, cuando escuchó una voz que le preguntó si se encontraba bien.

Un refinado anciano acompañado de varios soldados entró a la habitación. Cuando Shuurei alejó la vista de la ventana, comprendió la causa de toda aquella conmoción que había escuchado momentos antes. En esos momentos, las tropas de elite de la Cofradía de Mercaderes habían sido movilizadas para capturar a los miembros restantes de los Ladrones de la Espada Asesina. Había bastante escándalo afuera, pero Shuurei no supo cuándo comenzó todo. Todo ese tiempo, su mente estuvo concentrada en su conversación con Sakujun. De repente, ella ya no se pudo sostener. Seiran acudió en su ayuda, sujetando su tembloroso cuerpo. Ensei le gritó al anciano llamándolo ‘viejo Sai’ y reclamándole por llegar tarde. El anciano, cuyo nombre era General Sai Shin, se disculpó tomando la responsabilidad por su retraso, lo que había puesto en peligro la vida de la nueva gobernadora. Shuurei se dirigió al general con una voz que apenas podía creer que fuera la suya. Luego de todo lo que acababa de suceder, nunca pensó que podría hablar con la serenidad con la que lo hacía. Le expresó su gratitud por haber ido directamente a rescatarla, aún cuando él acababa de ser liberado de prisión. Kinka era una ciudad importante y por eso, ella le pidió que le prestara su guía a ella y a Eigetsu como nuevos gobernadores y a Seiran como su oficial militar, para hacer lo necesario para regresar la ciudad a como estaba antes de que los Ladrones de la Espada Asesina la ocuparan. El viejo general intercambió miradas con Ensei y luego sonrió en señal de respeto, diciendo que Eigetsu le había dicho lo mismo. El anciano felicitó a Shuurei y Eigetsu por su nombramiento como nuevos co-gobernadores de la Provincia Sa a nombre de él mismo como general de Kinka y a nombre de su pueblo. Al tiempo que el General Sai mostraba sus respetos, todos los soldados bajo su mando siguieron el ejemplo de su superior. Shuurei estaba a punto de agradecerles cuando su vista se nubló. Ella había sobrepasado su límite ese día. Como si fuera un presagio de que esto era sólo el comienzo, una fuerte tormenta cayó sobre Kinka hasta altas horas de la noche. Esa misma noche, Sakujun desapareció de Kinka.

Ryuuki tomó a Bakuya que estaba a su lado y sacó una parte de ella de su funda. Él sentía como si la hoja estuviera vibrando. La otra parte de esa espada, que estuvo guardada por años en la bóveda del tesoro Imperial, Kanshou, ahora se encontraba bajo el vasto cielo de la Provincia Sa. ‘Hermano’ él suspiró. La Provincia Sa estaba tan lejos. Aún así, él no podía dejar la Provincia Shi. No podía hacer nada más que rezar para que ellos regresaran a salvo. Tal vez sus oraciones llegarían a la lejana ciudad de Koren. ’Por favor regresa a salvo, hermano. A nadie más que a ti podía confiar lo que más quiero…’

La muerte sólo significaba la derrota. Esquivar a todos los asesinos que venían tras su vida, mientras miraba con desdén a las otras concubinas y a sus hermanos. Eso era lo único que su orgullo le permitía. Recorrer un camino de oscuridad empapado con el olor a la sangre. Mirando atrás, no había nada más que una montaña de cuerpos pudriéndose. Ése escenario no movía su corazón, ya no. Había pulido sus habilidades para maquinar, para fingir una sonrisa amable, y para matar. Una pequeña voz lo llamó ‘hermano’. Esa voz se convirtió una vez en su salvación. Ellos estuvieron juntos sólo por unos cuantos años. Aún así, esa voz era su única conexión con el mundo humano. Su sonrisa era un placer para su corazón. ¿Cuántas veces había pensado con cariño en la pequeña mano que se aferraba a él? ‘Por favor, ven a verme otra vez, hermano’, decía con su pequeña voz. Una promesa que no pudo cumplir. Incluso si hubiera tenido que hundirse en las profundidades del mismo infierno… Incluso si hubiera tenido que renunciar a su propio orgullo… La única razón por la que él siguió viviendo ese infierno era porque todavía le quedaba esa luz. De que nuevamente regresaría y lo vería. Pero entonces, cuando acababa de aniquilar a los Ladrones de la Espada Asesina, a las puertas de la muerte, se negó a tomar la mano de Ensei, y se extravió de nuevo, completamente solo. Él pensó que esta vez su vida terminaría. Pero ya no le importaba. Era cierto, en su condición, tarde o temprano moriría. Bajo esas circunstancias, una vez más, él encontró otra luz. Una voz que le dijo que desde ese momento en adelante, su nombre sería ‘Shi Seiran’. Una mano que lo alcanzó. Una sonrisa tan brillante y cálida como una mañana soleada que calienta los fríos días invernales. Una familia que lo acogió sin dudarlo, a pesar de que lucía empapado de sangre y del hecho de haber perdido el habla. ‘Seiran’, la voz de una pequeña niña se coló por sus oídos. Esta vez, fue la voz de esa pequeña niña la que lo salvó. Entonces él consiguió un lugar tranquilo donde pasar fantásticos momentos. La familia le dio un afecto que no pedía nada a cambio y la paciencia para esperarlo. Antes de conocerlos, llegó a creer que no valía la pena vivir. Y después de eso, él no supo cuándo comenzó, sus manos ya no estaban vacías, sino que empezó a llenarlas con muchas cosas importantes…

El sonido del erhu inundando la habitación, junto con el aroma del dulce té de kanro recién preparado, hormigueaban en el aire. Seiran se sentó en una silla, lejos de la habitación, cuando Ensei vino con dos tazas de té en las manos. Ensei le preguntó si estaba bien que no fuera a la habitación. La situación era tranquila. Kourin estaba bien y la Cofradía de Mercaderes se había aliado con ellos. Seiran respondió que ya había anticipado que Ensei convencería a los comerciantes para que estuvieran de su lado. Sonriendo, Ensei dijo que pensó que era mejor tener de su lado a los mercaderes. Y luego hablaron de la aparición de Ryuuren. Él nunca imaginó que Ryuuren fuera hermano del General Ran. Ryuuren es grandioso en muchos aspectos, agregó ofreciéndole una de las tazas de té que llevaba a Seiran. Mirando ambas tazas que contenían el recién preparado té de kanro y la dulce esencia que éste emitía, el joven tomó las dos y se las bebió al instante. ‘…amai’*, comentó… Ensei pensó que estaba bien. Esta vez, Ensei puso un semblante serio y dijo que se arrepentía de haber dejado solo a Seiran después de haber derrotado a los pandilleros. En vez de buscar alguna medicina para sus heridas, debió haberlo llevado a casa de su maestro. Cuando no pudo encontrar a Seiran, se golpeó a sí mismo por su estupidez. Fue su culpa dejarlo completamente solo con el cuerpo y mente tan maltratados.

Ensei: “Ni siquiera sabía tu nombre.”

Él ni siquiera le dijo su nombre. Ensei comprendió que la razón de ello era que en aquel entonces, no lo tenía. El tiempo que convivieron fue corto, desde que comenzó el verano hasta poco después de que terminó. Ensei pensó que pudieron ser mejores amigos. Creía que hubieran viajado juntos. Seiran rió por lo bajo. Considerando cómo era él en ese entonces, seguramente Ensei sería el único que pensaba de esa forma, gracias a su descuidada personalidad. Ensei comentó que era por su generosidad. Después de que Seiran desapareció, Ensei siguió buscándolo en vano. Su maestro le dijo que si no había encontrado sus restos, era porque seguramente seguía con vida. Ante este argumento, él pensó que quizá tenía razón y decidió que si volvía a verlo de nuevo, esta vez no se separaría de él. Ésa fue su decisión. Entonces, con su ancha espalda, lo había protegido de Meishou, de un fantasma llamado ‘pasado’. En su interior, Seiran lo sabía. La existencia de este hombre era la de un salvador. En el pasado y en el presente.

Seiran: “…En primer lugar, no debí ser yo quien se encargara de Meishou. Se supone que tú te vengarías de él.”

Ensei: “¿Mmm? Oh… está bien. Ya me había encargado de Chougai. Ahora estoy aliviado.”

Seiran: “Pero estabas enfadado, ¿no?”

Ensei: “No es así. Es que… es vergonzoso decirlo… Estaba enfadado porque seguía insistiendo en provocarte. Eso me enferma. A esa edad y tan despiadado…”

Mirando la expresión tan seria de Ensei, Seiran no pudo contener la risa. Para quienes lo conocieron en el pasado, nadie habría podido imaginar que llegaría el día en que pudiera reírse tan libre y felizmente como lo hacía ahora. En respuesta, Ensei sonrió y golpeó su hombro.

Ensei: “¿Ves? No deberías darle vueltas al asunto. Te dije que eras mucho mejor hombre que Sakujun.”

Seiran: “Por supuesto. ¿Quién le está dando vueltas al asunto? Estoy enfadado.”

Ensei: “¿Con la Princesa?”

Seiran: “Idiota. Estoy enfadado con ese bastardo… y conmigo mismo.”

Seiran cerró los ojos. El sonido del erhu que seguía resonando, desapareció.

Instantes después, Kourin entró corriendo en la habitación, casi en estado de histeria, llamando a Shuurei. Shuurei, quien acababa de despertar, se encontró a Kourin abrazándola. La cara de la jovencita estaba llena de lágrimas. Shuurei se sintió aliviada. Kourin estaba sana y salva. Kourin, medio gritando, le dijo que esas debían ser sus palabras. Estaba preocupada porque Shuurei había dormido por casi un día entero. Eigetus le recordó que le había explicado varias veces que Shuurei estaba durmiendo por agotamiento debido a su largo viaje y a lo sucedido en la Residencia de los Crisantemos y que no había podido descansar. Kourin fulminó a Eigetsu con la mirada. Ahora que estaba con Shuurei, ella era más que capaz de ocuparse de atender sus necesidades. Sin más, lo corrió de la habitación y lo llamó ‘falso doctor’. Eigetsu salió obedientemente de la habitación. Shuurei no pudo evitar preguntarse por qué Kourin actuaba tan fría con Eigestu. Ante la pregunta, Kourin le contó lo ocurrido en el castillo y lo grosero que se había portado con ella. Después de que el chico se desmayó por el sake, Kourin lo abrazó y se preocupó por él. pero cuando él recuperó la conciencia, la insultó llamándola niña estúpida y le exigió que se apartara de su camino. A punto de derramar su té, Shuurei rápidamente trató de aclarar las cosas, pero Kourin no le dio oportunidad. Cuando Kourin gritó, Eigetsu le reclamó diciendo que era un fastidio y que si no podía mantener la boca cerrada, no dudaría en noquearla. No sólo era amenazante, sino que Eigetsu también se deshizo de varios sujetos que lo atacaron a la vez, mandándolos a volar. Aparentemente parecía una persona calmada y serena, pero su verdadera naturaleza era la de un hombre violento. Viéndola furiosa, Shuurei no pudo contener la risa. La aparición de Yougetsu había puesto a Eigetsu en una situación desfavorable.

Koruin respondió que no era para reírse. Reprimiendo su risa, Shuurei dijo que había pasado mucho tiempo desde la última vez que vio tan animada a Kourin. Tenía que agradecerle a Eigetsu por eso. Como si hubiera recordado algo, Koruin estaba a punto de irse, pero Shuurei le pidió que no lo hiciera y le pidió que sonriera. Escuchando estas palabras, Koruin estaba al borde de las lágrimas. Shuurei le repitió que quería que ella sonriera porque le gustaba ver su sonrisa. Kourin no podía… Shuurei le dijo que cuando le había pedido que le diera tiempo, no había sido por estar enfadada, sino porque no pudo encontrar las palabras apropiadas para Kourin después de que ella tuvo el valor para revelarle lo que había hecho cuando era su dama de compañía. Pero ahora sí sabía lo que quería decirle. Ella quería verla contenta y sonriente, o incluso que estuviera enojada como hace unos momentos. Sin importar lo que hubiera hecho en el pasado, Shuurei no quería que ella pensara que ella no le caía bien. Kourin dudó. Shuurei le pidió que no se forzara. Poco a poco, quería que Kourin recobrara su sonrisa. Ella sería feliz si Kourin, una vez más, quisiera estar a su lado. Las lágrimas salieron de los ojos de la jovencita. Shuurei rió y le agradeció por esforzarse en fingir mientras Soujun la tuvo prisionera, aún arriesgando su vida. Limpiándose las lágrimas, Kourin dijo que por ella, desenterraría montones de papas en otoño, tejería mantas calientes en invierno y, cuando la primavera llegara, le llevaría montones de ‘tsukushi’ (una especie de planta, algo así como hierbajos) como se lo había prometido antes durante su viaje. Shuurei le respondió que estaría esperando esas cosas y agregó que también debería tejer un chal para Eigetsu. Kourin protestó diciendo que no tenía ninguna obligación de llegar tan lejos por él. Shuurei entonces le contó una anécdota de cuando ella y Eigetsu hicieron el Examen Imperial. Eigetsu únicamente llevó una capa de paja. A causa de su obstinación, lo más seguro era que no hubiera aceptado que alguien más le diera un chal de algodón sólo porque si. Pero si el chal fuera un regalo, seguramente lo aceptaría…Kourin se quedó en silencio. Un chal de paja sería más que suficiente para los gustos de Eigetsu. Ella dijo que tejería uno extra si le sobraba hilo. Shuurei intentó con todas sus fuerzas contener la risa y entonces, recordó algo. Ella quería saber lo que Sa Taiho había significado para la chica. Kourin dijo que Sa Taiho era todo para ella, él le había dado todo lo que tenía. Por esa razón, ella no se contuvo de hacer lo que fuera por él. Ni siquiera se hubiera arrepentido si hubiera tenido que renunciar a la vida por él.

Shuurei: “¿Es eso amor?”

Kourin: “No lo sé. Mis sentimientos eran tan grandes, que ni siquiera me importó cómo lo llamaran los demás. Simplemente quería existir por su bien. Siempre que fuera por su bien, no lamentaría ensuciar mis manos con pecados. Pensaba que en este mundo, yo era la persona que estaba más cerca de él, pero estaba equivocada. Jamás habría podido superar a mi Señora.”

Shuurei: “…¿Hyou Eiki-sama?”

Kourin: “Si. Comparados con los de ella, mis sentimientos sólo eran una gota de agua en el vasto océano.”

Kourin le dijo que después de aclarar la neblina que cubría su mente y recuperar la compostura, podía recordar lo que Eiki le había dicho cuando su mente todavía estaba borrosa. Eiki la alabó por su buen juicio al haber elegido a Sa Enjun a tan corta edad. Él fue el mejor hombre que ella pudo haber escogido en el país entero, así que podía entender cómo se debió haber sentido Kourin. Eiki le dijo que debía estar dolida. Enjun eran un gran hombre, pero el peor amante que una mujer pudiera tener. Kourin movió la cabeza. Eiki le agradeció por amar a Enjun y con sus palabras, Kourin pudo entender por qué Eiki era la única mujer para Enjun. Sin importar lo lejos que estuvieran, nada podría romper la relación que había entre ambos.

No importa la distancia, el amor podía luchar. Por otro lado, si los medios para vincular ambos lados también podían ser llamados amor… Shuurei pensó que el ‘amor’ tiene muchas formas y estaba apunto de levantarse de la cama, cuando alguien le pidió permiso para entrar a la habitación.

Ensei entró acompañado de un hombre joven. Shuurei lo reconoció como aquél que la había escoltado para ver al jefe de los mercaderes de Kinka. El hombre estaba aliviado al ver que ella parecía estar bien. Él reconoció que Shuurei mantuvo su promesa y le agradeció por la liberar a su padre de su encarcelamiento. Él se presentó a sí mismo como Sa Shou, el líder de la Cofradía de Mercaderes de Kinka. Lo que quería decir…

Sai Shou: “No soy tan joven como ustedes dos. Me duele un poco ver lo asombrada que estás.”

Ensei susurró a los oídos de Shuurei que Sai Shou era el verdadero líder de la Cofradía de Mercaderes de Kinka. Además, su hermana gemela era la actual líder de los mercaderes de Koren y de la Provincia Sa. Como Kinka era la ciudad comercial más grande de la Provincia Sa, el líder de Kinka también era el segundo líder de la Cofradía en toda la Provincia. En otras palabras, todas las actividades comerciales de la Provincia Sa estaban controladas por estos gemelos. El gremio de comerciantes pone gran atención a las capacidades de las personas. Ser capaz de alcanzar una de las más altas posiciones en la asociación provincial siendo tan joven, era prueba de su gran capacidad. Ensei dijo que a Sai Shin le hubiera gustado que Shou heredara su posición como General de Kinka, pero tanto él como su hermana siguieron la tradición de su familia y se convirtieron en comerciantes.

Sai Shou: “Puedo escucharte, ex gobernador. Si tienes alguna queja, ¿puedo pedirte que pagues todas las deudas que has adquirido?”

Al escuchar la palabra ‘deudas’, Shuurei reaccionó.

Shuurei: “¡¿Qué?! Ensei, ¡¿tienes deudas?! ¡Eres de lo peor!”

Ensei: ¡¿Eh?! ¡No, lo entendiste mal, Princesa. Me están acusando falsamente! ¡Oye, Shou! ¡¿Por qué me estás cobrando las deudas de mi maestro?!

Sai Shou: “Bueno, por supuesto. Tu maestro dijo que pusiera todas sus deudas en tu cuenta. Sería más fácil para mí sacar el dinero cobrándole directamente al gobernador en persona. Pero ahora que te veo, has bajado de rango y es inevitable que tenga que cambiar los términos del contrato para proteger mis intereses.”

Ensei: “¡Pero no fui yo quien te pidió prestado!”

Ignorando a Ensei, Sai Shou se volteó hacia Shuurei. Su expresión era la de un comerciante. Sonriendo, le dijo a Shuurei que, ya que ella había mantenido su promesa, él también cumpliría con lo que le había prometido antes. La Cofradía de Mercaderes estaría del lado de los nuevos gobernadores, prestándoles el 80% de sus recursos. Era lo mejor que le podía ofrece, ya que la naturaleza de los comerciantes le dictaba tener algo preparado en caso de emergencia. Dijo que se pondría en contacto con su hermana de su parte. Además, él también tenía preparado un préstamo monetario para ellos. Ensei rápidamente le recordó a Shuurei que no cayera en su truco como él lo había hecho. Un movimiento en falso, y ella terminaría trabajando toda su vida para pagar su deuda. Shuurei fijo la mirada en Sai Shou. El hombre estaba sonriendo, pero hablaba en serio. Ella le preguntó cómo le regresaría el dinero, en caso de aceptar el préstamo. La Provincia Sa es la más problemática de las provincias de Saiunkoku. No sólo por la corrupción, sino que las acciones de la familia Sa están fuera de la ley, han dificultado la situación para los comerciantes. Sai Shou responde que los nuevos gobernadores deberán regresar el préstamo creando las condiciones adecuadas para el comercio, usando su poder como gobernadores.

Shuurei: “Muy considerado de tu parte. No pensé tener que pagar en plazos.”

Sai Shou: “Tengo que dejar una buena impresión en mi nuevo cliente. Pero ten en cuenta que no fallaré en cobrarlo.”

Shuurei: “Si discutiera este asunto con Eigetsu, la respuesta sería la misma. Parece que vamos a adquirir muchas deudas aún antes de empezar a gobernar. ¿Nos ayudarás con esto, Ensei?”

Ensei: “Va a ser difícil. Teniendo a Shou tras de ti, vas a tener que sobrepasar tus límites, Princesa.”

Shuurei: “Esa era mi intención desde el principio. Entonces, ¿qué tal si ponemos tu deuda junto con la nuestra?”

Ensei: “Eso no puede ser. La deuda de mi maestro seguirá apilándose. No hay forma de pagarla.”

Sai Shou rió por lo bajo, tomó unos extraños lentes que estaba atados a una especie de cadena a una de sus mangas, y se los puso. En ese momento, se transformó en un comerciante y dijo que ahora que el trato estaba vigente, debían tratar otro asunto. En esos momentos, Eigetsu se estaba ocupando junto con su padre, Sai Shin, de suprimir el caos ocasionado por los Ladrones de la Espada Asesina. En ese caso, él quería arreglar con Shuurei, los detalles de su partida a Koren. Shuurei está de acuerdo y entonces recuerda algo y le pregunta a Ensei dónde está Seiran. Ensei parece un poco molesto y luego voltea a verla fijamente.

Shuurei: “¿Qu… qué? ¿Tengo algo en la cara?”

Ensei: “Princesa… todavía recuerdas tu promesa, ¿verdad?”

Seiran fijo su mirada en la taza que tenía enfrente. Un delgado humo se elevaba de la taza junto con el dulce olor del té de kanro recién preparado. Para Seiran, este té era especial.

Seiran: “Señorita…”

Shuurei: “¿Si?”

Seiran: “¿Soy especial para ti?”

Shuurei: “Si.”

Seiran: “Entonces, ¿qué hay acerca de ese hombre?”

Shuurei: “…¿Eh?”

Seiran: “El hombre que te dijo que te amaba. ¿Qué significa él para ti?”

El sonido del té siendo servido cesó, seguido de un breve momento de silencio. Seiran esperó pacientemente. Luego, Shuurei susurró…

Shuurei: “…Él tiene un parecido a Ryuuki.”

Seiran: “No, no es así.”

Shuurei: “No, si lo tiene. Es un niño y a la vez, un adulto. Pero son totalmente opuestos.”

Seiran: “…¿Entonces?”

Shuurei: “Él es un hombre que deja una fuerte impresión en los demás.”

Detrás de la tranquilidad de su voz, Seiran podía sentir un vestigio de perturbación en ella.

Seiran: “Señorita, no mencionaste su nombre real ni siquiera una vez. ¿Es que no quieres admitir que él es un integrante de los Sa?”

Shuurei: “No es así.”

Seiran: “Es muy extraño que sigas con una mentira así, incluso delante de mí.”

Shuurei: “…Seiran…”

Seiran: “Pero no es posible que sea ese hombre. Comparado con otros, ese hombre es demasiado peligroso.”

Seiran también había mentido. A Shuurei y a él mismo. No se suponía que las cosas debían resultar así. No se suponía que fuera Sakujun a quien Shuurei le abriera su corazón. El creyó que todavía faltaba tiempo antes de que en realidad tuviera que enfrentar este tipo de situación.

Seiran: “Ese hombre tiene una oscuridad infinita en su interior. No debes dejarte arrastrar. No debes dejar que te engañe. Él dijo que te amaba más que a nada. Ésa es una de sus mentiras.”

Seiran ni siquiera se percató de que su té de kanro se había enfriado.

Seiran: “…No has atado tu cabello. ¿Él te dijo algo?”

Cuando dio un vistazo a sus hombros temblorosos, Seiran se mordió la lengua reprochándose por no dejar que ni el más mínimo detalle, escapara a su aguda observación.

Seiran: “Estoy consciente de que, algún día, te enamorarás.”

Seiran tomó la mano de Shuurei. Sus dedos no eran tan blancos y suaves como los de las otras princesas, pero él le tenía más cariño a estos dedos ásperos. Él se paró de su asiento y la abrazó.

Seiran: “Pero si aquel a quien amas es ese hombre, entonces yo soy mucho mejor que él. ¿No lo crees? Sólo perdería ante él en cuestión de quién tiene la peor personalidad.”

Shuurei: “…¿Uh? ¿Quién tiene la peor personalidad…?”

Seiran: “Quiero que seas feliz. Estoy aquí a tu lado, únicamente para asegurar tu felicidad. Por esa razón, nunca aprobaré a ese hombre.”

Seiran la soltó y dejó la habitación sin esperar su respuesta. El té de kanro, ahora frío, seguía emitiendo su dulce olor por todo el cuarto.

Seiran caminaba a lo largo del vestíbulo. Repentinamente, él se detuvo y golpeó la pared. ‘Sa Sakujun…’, susurró. Sus ojos estaban encendidos de ira. Ese hombre… cómo se atrevía a retarlo… Desdeñó su propia estupidez. Si tan sólo hubiera sabido que las cosas resultarían de esta manera. La única razón por la que no le había quitado su preciosa niña a su hermano era que él estaba simplemente esperando. Jamás cruzó por su mente que alguien aparecería para arruinarlo todo.

Seiran: “Tú sabes que soy Seien y aún así te atreves a retarme… admiro tus agallas.”

Considerando a su oponente, no había nada de qué quejarse.

Seiran: “Te aplastaré.”

Después de que los soldados se fueron, la Residencia de los Crisantemos regresó a su atmósfera silenciosa. En una habitación del interior, se encontraba Shou Taishi solo. ‘Ha comenzado’, murmuró. Dijo que esa era la primera vez en mucho tiempo que Enjun regresaba a casa y abrió una caja pequeña. Una delgada y blanca nube blanca se elevó, mostrando la figura de un hombre joven, aquél que una vez fue el Señor de la mansión, Sa Enjun. Ciertamente, su expresión no era la de alguien que extrañara su hogar después de una ausencia tan larga. Enjun miró a Shou Taishi.

Enjun: “Entonces… Sakujun ha hecho su movimiento. Él es… quien tuvo a los Ladrones de la Espada Asesina bajo su control a la edad de 15 años.”

Shou: “Para que tú y Eiki no se hayan percatado de sus acciones hasta el último momento, seguro que él es todo un caso.”

Enjun: “Si hubiera cultivado su talento, fácilmente se habría convertido en un oficial que fácilmente me hubiera superado.”

Shou: “Ja, ja… eso sería imposible.”

Enjun frunció el ceño a causa de esa risa.

Enjun: “…¿Qué dijiste?”

Shou: “Es imposible que Sakujun te supere. El que tiene esa posibilidad no es él. Ya estás consciente de eso, ¿no?”

Enjun: “…Pero… él es demasiado amable.”

Shou: “No digas estupideces. Esa cualidad suya es la que más lo acerca a ti.”

Shou Taishi fijo sus ojos en el anillo que estaba guardado cuidadosamente en el interior de la caja. ‘Ahora, ¿a dónde irá este anillo?’, murmuró. ¿Con Eiki, con los nuevos gobernadores o tal vez con Tei Yuushun? Enjun se movió hacia Shou Taishi y como si susurrara en sus oídos, le dijo el destino.


*Refiriéndose al té, entonces ‘amai’ significaría ‘dulce’. Pero en caso de que se refiriera a Ensei, entonces querría decir ‘demasiado amable’

Fuente: http://nishitamachi.livejournal.com/13925.html#cutid1

***

Interesante lo que se narra acerca de que Enjun fue quien solicito el exterminio de los Satzujinzoku, y ahora se hace más comprensible el que Sakujun le guardara un fuerte resentimiento al anciano. Ufff y la escena del enfrentamiento entre Seiran y Meishou es bastante oscura. No puedo dejar de pensar que es cierto que Seiran tiene un lado de su personalidad que es bastante siniestro, pero que seguramente es producto del tiempo que vivió entre los maleantes y del profundo rencor que le guardaba a Meishou (bueno, ese es el tema de la novela recien salida y que todavía no tengo la oportunidad de leer T_T)...

Por otro lado, si Enjun sabía que Sakujun se juntaba con maleantes y por eso fue que le pidió a Ensei y a su maestro que acabaran con ellos, pero aún así tenía dudas de que así se solucionara el problema definitivamente, sigo dudando del porqué no hizo nada más al respecto. La escena cuando Shuurei llega con Sakujun y descubre su verdadera identidad es casi igual que en el anime, sólo que profundiza un poco más en las reflexiones de los personajes. Si tomamos en cuenta que Sakujun era una persona enferma emocionalmente, es lógico que la intensidad de sus emociones tenga dimensiones diferentes a la gente común, y eso es evidente desde el momento en que vemos cómo no se toca el corazón para hacerle daño a los demás, mata y ama sin límites...

Luego también está la conversación entre Ensei y Seiran, donde se deja ver claramente el aprecio que Ensei tiene por Seiran, tanto así que le hubiera gustado que fueran amigos, aunque tal vez la personalidad individualista de Seiran le impedía ver eso.

Otra cosa que inquieta es cuando Seiran se siente frustrado al no haber previsto que Sakujun se metería en los pensamientos de Shuurei. Esto me hizo pensar que quizá Seiran, educado en un entorno donde se manipulaba a todo y a todos (la corte), había diseñado un plan para hacer que Shuurei y Ryuuki estuvieran juntos. Pero, por otro lado, esto también se puede interpretar como que Seiran realmente siente algo más por Shuurei y realmente pensaba que no había ningún obstáculo para él, ni siquiera Ryuuki, pero entonces Sakujun apareció y sus planes estuvieron a punto de arruinarse. Nuevamente me viene a la mente un lado de su personalidad que había pasado desapercibido hasta ahora... > Temas Relacionados - Volumen 4 (Resúmen) - Volumen 4 (Resúmen Completo Parte 1)


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